Tras la llegada del SARS-Cov-2, un virus que se propagó rápidamente por el mundo, las personas buscaron la forma de protegerse de ese oponente invisible, buscando productos que tuvieran a la mano y les permitieran hacerle frente a lo que han llamado nueva normalidad.
El plástico, que para 2020 empezaba a ser prohibido, llegó para quedarse durante un largo tiempo, pues la emergencia sanitaria por la Covid-19 incrementó en un 3% la producción de plásticos en México.
En una sociedad de ritmo acelerado, quedarse en casa no era la opción para protegerse y evitar la propagación, por lo que las personas optaron por usar mascarillas, caretas y guantes, pensados sobre todo para el personal que atiende directamente la emergencia, para quienes atienden negocios ante la necesidad de ingresos económicos o simplemente para los que requieren salir a la calle a realizar diversas actividades.
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Hoy se puede observar cómo los establecimientos de diferentes giros suelen despachar a través de barreras plásticas, intentando evitar el contacto directo persona a persona o se ve caminar a personas ataviadas en trajes de plástico, con guantes, caretas y cubrebocas para realizar su día a día.
Ante esta situación, ambientalistas advierten sobre el incremento excesivo de productos plásticos, ya que en un futuro próximo será complicado deshacerse de los desechos que hoy en día se están produciendo con el objetivo de combatir la actual pandemia. Esta producción, sin duda, traerá consecuencias para el ecosistema.