/ domingo 16 de octubre de 2016

Preparan alfareros de La Luz la mejor venta del año: Día de Muertos

Calabazas de barro, coloridas y de diferentes expresiones,listas para dar un toque de diversión a las ofrendas del Día deMuertos y acompañar a los pequeños en el Halloween, son pruebasde la innovación en el centenario oficio de la alfareríapoblana.

En el más grande taller que se mantiene en el Barrio de la Luz,el de la Sociedad de Solidaridad Social, 40 hombres y mujeres detodas las edades, se preparan para su mejor temporada de ventas delaño, la de Día de Muertos.

Desde septiembre y con sus propias manos, todos se esmeran entransformar costales de barro en los típicos artículos que vistenlas ofrendas a los fieles difuntos y también, en las figuras decalabacita, atractivas para los más pequeños.

Y son precisamente éstas, las calabacitas de barro, las querevelan la evolución del oficio, “los jóvenes que se fueronintegrando, que traen nuevas ideas, están haciendo otrosdiseños”, explica Arturo López Cano, presidente de laorganización.

La participación de sus hijos, sobrinos y algunos trabajadores,menores todos de 30 años de edad, hizo evolucionar la típicafigura de la calabaza con tres triángulos como ojos y nariz y desonrisa sencilla, a una variedad de expresiones.

En el taller de la Sociedad de Solidaridad Social, las calabazastienen ahora grandes ojos redondos, sonríen ampliamente exhibiendopocos dientes o amenazando mordidas, y algunas incluso, incluyenbrujas, fantasmas, murciélagos y gatos, que pueden proyectarse enla oscuridad.

Entre los alfareros el límite es la imaginación, pues suhabilidad con las manos les permite dibujar casi cualquier figuraen el barro, y para los pequeños, cada novedad en las figuras esun atractivo más, “los niños son sobre todo los que vienen, lasven y les piden a sus papás que se las compren”, añade.

No obstante, Arturo López, padre, reconoce que su hijo, denombre Arturo también, le lleva ventaja en el diseño, “micalabacita no tiene nada que ver con las que él hace”, admitesonriendo y comparando las creaciones de ambos.

La variedad de las calabacitas incluye también la elaboración,el tamaño y color, pues las hay de muchas dimensiones, de unapieza o dos, con una especie de sombrero, de barro natural,decorada a varios todos y recientemente además, de colornegro.

Las de barro natural, completa don Arturo, han sido socorridasen los últimos años, porque en las escuelas o los padres defamilia, incentivan a los pequeños a pintarlas ellos mismos,mientras que las negras, esmaltadas, fueron pensadas en quecombinaran con otras piezas típicas de las ofrendas, como lossahumerios, candeleros y jarros.

Durante los meses de septiembre y octubre, previos a latemporada de Día de Muertos y Halloween, son los únicosprácticamente, en que las manos de los alfareros del Barrio de laLuz de Puebla, elaboran calabacitas, más de 500 en este taller,calcula el líder del taller.

A la par, pero en mayor cantidad, contados por miles, estosartesanos fabrican también, candeleros, jarros y sahumerios, losrecipientes en los que se quema el copal o se sirve el café opulque para dar la bienvenida a los muertos, “es de lo que máshacemos en esta temporada”, completa.

ARTÍSTICO OFICIOCENTENARIO

En la Sociedad de Solidaridad Social, la alfarería es un oficiocentenario, de por lo menos, 300 años, que se mantiene vigente conla sexta generación de la familia López.

Don Arturo no sabe cuándo exactamente el arte del modelado debarro y sus antepasados se cruzaron, sólo sabe que él y suhermano Santiago, son la quinta generación, y quienes hanincentivado en sus hijos, la sexta generación, el oficio.

A los cinco años, su hermano y él, como si fuera juego,comenzaron a “pisonear”, es decir, a integrar con los pies, elbarro y el agua, hasta el punto en que el material está listo paraser moldeado.

Sobre el torno y con las manos hábiles de los artesanos, escuestión de segundos para que un montón de barro oscuro seestilice en una figura y unos días más tarde, en una auténticaobra de arte.

Y es que según el tamaño y la pieza de la que se trate, unartículo de barro puede producirse hasta en 10 días.

“Esos son los dos factores principales y que además, tienenque ver con el clima, porque las piezas se ponen a orear al airelibre, luego se ‘queman’ o cocinan, se decoran y otra vez se‘queman’”, detalla Arturo López hijo.

Quemar o cocinar, es en la alfarería, secar, sellar y afinar aaltas temperaturas, hasta 1100 grados centígrados, en hornos depiedra, el barro y la pintura.

Por este procedimiento, el oficio también es riesgoso, pues elbrusco cambio de temperatura, es la razón por la que varios deellos tienen enfermedades de las articulaciones.

El taller de más de 300 años de antigüedad, ubicado en elnúmero 1403-B2, de la avenida Juan de Palafox y Mendoza, está enespera de una renovación, un rescate prometido por el otrorapresidente municipal y actual gobernador electo, Antonio GaliFayad, para transformarse en un taller-escuela y corredorturístico.

A decir de don Arturo, el proyecto podría ser un éxito, puesactualmente, a iniciativa de una compañía turística, TurísticosPoblanos, el taller ya recibe a decenas de visitantes, quereconocen el valor de la alfarería poblana.

“Aquí vino Tony Gali y me dijo que mi sueño se haríarealidad, de convertir esto en un corredor turístico artesanal,como hay en otros estados del país, así que estamos en espera deque así sea, de que ya como gobernador, nos cumpla”, remata.

Calabazas de barro, coloridas y de diferentes expresiones,listas para dar un toque de diversión a las ofrendas del Día deMuertos y acompañar a los pequeños en el Halloween, son pruebasde la innovación en el centenario oficio de la alfareríapoblana.

En el más grande taller que se mantiene en el Barrio de la Luz,el de la Sociedad de Solidaridad Social, 40 hombres y mujeres detodas las edades, se preparan para su mejor temporada de ventas delaño, la de Día de Muertos.

Desde septiembre y con sus propias manos, todos se esmeran entransformar costales de barro en los típicos artículos que vistenlas ofrendas a los fieles difuntos y también, en las figuras decalabacita, atractivas para los más pequeños.

Y son precisamente éstas, las calabacitas de barro, las querevelan la evolución del oficio, “los jóvenes que se fueronintegrando, que traen nuevas ideas, están haciendo otrosdiseños”, explica Arturo López Cano, presidente de laorganización.

La participación de sus hijos, sobrinos y algunos trabajadores,menores todos de 30 años de edad, hizo evolucionar la típicafigura de la calabaza con tres triángulos como ojos y nariz y desonrisa sencilla, a una variedad de expresiones.

En el taller de la Sociedad de Solidaridad Social, las calabazastienen ahora grandes ojos redondos, sonríen ampliamente exhibiendopocos dientes o amenazando mordidas, y algunas incluso, incluyenbrujas, fantasmas, murciélagos y gatos, que pueden proyectarse enla oscuridad.

Entre los alfareros el límite es la imaginación, pues suhabilidad con las manos les permite dibujar casi cualquier figuraen el barro, y para los pequeños, cada novedad en las figuras esun atractivo más, “los niños son sobre todo los que vienen, lasven y les piden a sus papás que se las compren”, añade.

No obstante, Arturo López, padre, reconoce que su hijo, denombre Arturo también, le lleva ventaja en el diseño, “micalabacita no tiene nada que ver con las que él hace”, admitesonriendo y comparando las creaciones de ambos.

La variedad de las calabacitas incluye también la elaboración,el tamaño y color, pues las hay de muchas dimensiones, de unapieza o dos, con una especie de sombrero, de barro natural,decorada a varios todos y recientemente además, de colornegro.

Las de barro natural, completa don Arturo, han sido socorridasen los últimos años, porque en las escuelas o los padres defamilia, incentivan a los pequeños a pintarlas ellos mismos,mientras que las negras, esmaltadas, fueron pensadas en quecombinaran con otras piezas típicas de las ofrendas, como lossahumerios, candeleros y jarros.

Durante los meses de septiembre y octubre, previos a latemporada de Día de Muertos y Halloween, son los únicosprácticamente, en que las manos de los alfareros del Barrio de laLuz de Puebla, elaboran calabacitas, más de 500 en este taller,calcula el líder del taller.

A la par, pero en mayor cantidad, contados por miles, estosartesanos fabrican también, candeleros, jarros y sahumerios, losrecipientes en los que se quema el copal o se sirve el café opulque para dar la bienvenida a los muertos, “es de lo que máshacemos en esta temporada”, completa.

ARTÍSTICO OFICIOCENTENARIO

En la Sociedad de Solidaridad Social, la alfarería es un oficiocentenario, de por lo menos, 300 años, que se mantiene vigente conla sexta generación de la familia López.

Don Arturo no sabe cuándo exactamente el arte del modelado debarro y sus antepasados se cruzaron, sólo sabe que él y suhermano Santiago, son la quinta generación, y quienes hanincentivado en sus hijos, la sexta generación, el oficio.

A los cinco años, su hermano y él, como si fuera juego,comenzaron a “pisonear”, es decir, a integrar con los pies, elbarro y el agua, hasta el punto en que el material está listo paraser moldeado.

Sobre el torno y con las manos hábiles de los artesanos, escuestión de segundos para que un montón de barro oscuro seestilice en una figura y unos días más tarde, en una auténticaobra de arte.

Y es que según el tamaño y la pieza de la que se trate, unartículo de barro puede producirse hasta en 10 días.

“Esos son los dos factores principales y que además, tienenque ver con el clima, porque las piezas se ponen a orear al airelibre, luego se ‘queman’ o cocinan, se decoran y otra vez se‘queman’”, detalla Arturo López hijo.

Quemar o cocinar, es en la alfarería, secar, sellar y afinar aaltas temperaturas, hasta 1100 grados centígrados, en hornos depiedra, el barro y la pintura.

Por este procedimiento, el oficio también es riesgoso, pues elbrusco cambio de temperatura, es la razón por la que varios deellos tienen enfermedades de las articulaciones.

El taller de más de 300 años de antigüedad, ubicado en elnúmero 1403-B2, de la avenida Juan de Palafox y Mendoza, está enespera de una renovación, un rescate prometido por el otrorapresidente municipal y actual gobernador electo, Antonio GaliFayad, para transformarse en un taller-escuela y corredorturístico.

A decir de don Arturo, el proyecto podría ser un éxito, puesactualmente, a iniciativa de una compañía turística, TurísticosPoblanos, el taller ya recibe a decenas de visitantes, quereconocen el valor de la alfarería poblana.

“Aquí vino Tony Gali y me dijo que mi sueño se haríarealidad, de convertir esto en un corredor turístico artesanal,como hay en otros estados del país, así que estamos en espera deque así sea, de que ya como gobernador, nos cumpla”, remata.

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