/ jueves 15 de octubre de 2020

Rompen con los estigmas y hacen "trabajo de hombres"

En el Día Internacional de la Mujer Rural te contamos la historia de Paulina Luna y María Luisa de San Mateo Zoyamazalco

El cuidado de ganado y el cultivo de maguey, uno de trabajos que se han estigmatizado sólo para hombres, también lo ejercen, Paulina Luna y María Luisa Vidal, quienes viven en San Mateo Zoyamazalco, mujeres que por pertenecer a una zona rural ante la falta de oportunidades, además de su difícil situación familiar, tienen que trabajar y son el único sustento de su hogar.

Paulina Luna Pizarro, de 23 años de edad, decidió ser madre soltera, debido a que sufría violencia intrafamiliar, por ello abandonó a su pareja y regresó a la casa con sus papás.

“Sufrí mucho con el papá de mi hijo, a los cuatro meses de mi primer embarazo tuve un aborto, después me embaracé de nuevo y a los siete meses se me presentó otra amenaza de aborto, gracias a Dios mi bebe se logró y ahora tiene dos años, todo eso fue por lo que viví: malos tratos y sin comer bien”, contó.

Por lo anterior, tuvo que buscar un trabajo para mantener a su hijo y ayudar con los gastos en la casa; sin embargo, en la región hay pocas oportunidades de empleo, trabajar en una empresa que se dedica al cultivo del maguey, en un invernadero, granjas, marmolerías o campo, son de las pocas fuentes de empleo a las que tiene acceso.

“A mí me gusta el campo, mi familia se dedica al cultivo de maíz y frijol, y al cuidado de ganado, por eso elegí trabajar en el cultivo del maguey, quizás sí sea pesado, pero para quienes no están acostumbrados”, añadió.

De sol a sol, Paulina junto con alrededor de cien compañeros más, la mayoría hombres, cargan con un azadón para plantar maguey o deshierbar, tienen permitido una hora para comer, pero tienen que hacer lumbre en el suelo para calentar su comida.

Entre otros trabajos que realizan por igual tanto hombres como mujeres, es fumigar la planta, cuentan la productividad y abonan la tierra.

“Mi sueño era ser enfermera, además porque mi hijo es muy enfermizo y eso me preocupa, pero por ahora no puedo, ya que trabajo de lunes a sábado y en ocasiones hasta domingo”, contó.

Al momento recalcó, que su único propósito es trabajar para mantener a su hijo, con los mil 800 semanales, pretende ahorrar para comprar un terreno y luego construir su propia casa.

A su corta edad, Paulina realiza trabajos que comúnmente lo hacen sólo los hombres, pero tiene claro que debe esforzarse mucho para lograr su objetivo; aunque lamentablemente por su experiencia, se ha cerrado a alguna relación sentimental.

De acuerdo con ONU Mujeres, una cuarta parte de la población de la población mundial, lo representan las mujeres rurales, mismas que trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias. Así mismo, labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras.

Las mujeres campesinas, refiere el organismo, sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como los hombres, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Al igual, por vivir en zonas rurales carecen de los servicios básicos y de salud, así como educación.

A propósito del día de la Mujer Rural, que se conmemora el 15 de octubre, este medio entrevistó a una segunda mujer de la misma comunidad de Zoyamazalco, que por circunstancias tuvo que asumir el rol de jefa de familia.

María Luisa Vidal Gil que, a sus 41 años de edad, sale todos los días con su ganado al amanecer y regresa hasta que se oculta el sol, cada mes vende un chivo y de esto obtiene un ingreso para mantener a sus dos hijas de 15 y 18 de edad, quienes actualmente continúan estudiando.

Foto: Carmen Flores | El Sol de Puebla

“¿Que es difícil?, claro que lo es, pero tengo que poder, y lo hago sólo porque quiero que mis hijas estudien y sean alguien en la vida, antes de verlas con un hijo o casadas, las quiero ver detrás de un escritorio y no en una situación difícil como la mía”, afirmó muy segura.

María Luisa, se casó hace 15 años, tuvo a su primer bebé, pero falleció, sin que diera más detalles de la causa, después tuvo a sus otras dos hijas. Contó que antes vivían sin tantas carencias, pues su esposo era Ingeniero Cilvil y con lo que ganaba alcanzaba para mantener el hogar, lamentablemente hace cuatro años sufrió un accidente cuando se dirigía a su trabajo y perdió la vida.

Desde entonces, la vida de María Luisa cambió radicalmente y decidió dedicarse en cuerpo y alma a sus dos hijas, y por ello optó por el cuidado de ganado caprino, para mantenerlas y darles estudio.

Hace cuatro años inició con 10 cabezas de ganado, actualmente tiene alrededor de 50, y aunque cada mes vende uno o dos, la productividad de las cabras es dos por año, por ello no disminuye, aunque tampoco aumenta su ganado.

“¿Buscar otro trabajo? No, porque mi esposo nunca quiso que yo descuidara a mis hijas, además por mi edad no me contratan, y con un horario y patrón sería difícil estar al pendiente de mi familia, por si fuera poco, no hay muchas opciones por acá y pues, con mis animalitos puedo disponer de mi tiempo cuando mis hijas me requieran en la escuela”, explicó.

Su hija Itzel cursa el primer año de su carrera en el Tecnológico Superior de Tepexi, también toma un curso de la BUAP, porque quiere ingresar a la facultad de contaduría, su hermanita Mayté, está en su primer año de bachiller. A pesar de perder a su padre a corta edad y vivir con algunas limitaciones, sus promedios son muy buenos y de ello su mamá dijo estar orgullosa.

Explicó que sus hijas tienen muchas carencias; sin embargo, entienden que tienen que hacer rendir hasta el último peso, porque si al mes tienen un ingreso de alrededor de 800 pesos, se ajustan a ello.

“Les he dicho, échenle ganas, sé que es muy poco lo que yo les puedo ofrecer, pero no puedo darle más, sus carencias se van acabar cuando terminen de estudiar y tenga su propio trabajo”, agregó.

Contó que el trabajo en el campo es difícil, el ganado corre y ella tiene que andar tras ellos, bajo el sol, la lluvia o el frío, es así todos los días y al regresar, aún cansada, tener que realizar los quehaceres domésticos. Aunque aceptó que cuando a sus hijas les da tiempo la ayudan, pero cuando tienen mucha tarea no pueden.

“Cada día que me levanto, ruego a Dios tener fuerzas para poder salir adelante, a mis hijas les repito que su única meta es estudiar, nada me daría más felicidad que verlas graduarse”, insistió.

“Mi meta es que mis hijas terminen de estudiar, cuando esto suceda me quitaré un gran peso de encima, porque es mi responsabilidad que tengan una profesión”, recalcó.

En cuanto a su vida personal, dijo que ni siquiera por la mente le pasa la idea de rehacer su vida con alguien más, porque está enfocada en trabajar para sus hijas y darles un buen ejemplo.

Para Paulina y María Luisa, vivir en un pueblo es tener que adaptarse a las oportunidades que tienen a su alcance. Aunque esto signifique muchos sacrificios y carencias, por ahora no tienen pensado salir a la ciudad.

El Día Internacional de las Mujeres Rurales, tiene como objetivo el reconocimiento al papel decisivo de las mujeres en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.

Fue establecido por Naciones Unidas en diciembre de 2007 y se observó por primera vez el 15 de octubre de 2008.

El cuidado de ganado y el cultivo de maguey, uno de trabajos que se han estigmatizado sólo para hombres, también lo ejercen, Paulina Luna y María Luisa Vidal, quienes viven en San Mateo Zoyamazalco, mujeres que por pertenecer a una zona rural ante la falta de oportunidades, además de su difícil situación familiar, tienen que trabajar y son el único sustento de su hogar.

Paulina Luna Pizarro, de 23 años de edad, decidió ser madre soltera, debido a que sufría violencia intrafamiliar, por ello abandonó a su pareja y regresó a la casa con sus papás.

“Sufrí mucho con el papá de mi hijo, a los cuatro meses de mi primer embarazo tuve un aborto, después me embaracé de nuevo y a los siete meses se me presentó otra amenaza de aborto, gracias a Dios mi bebe se logró y ahora tiene dos años, todo eso fue por lo que viví: malos tratos y sin comer bien”, contó.

Por lo anterior, tuvo que buscar un trabajo para mantener a su hijo y ayudar con los gastos en la casa; sin embargo, en la región hay pocas oportunidades de empleo, trabajar en una empresa que se dedica al cultivo del maguey, en un invernadero, granjas, marmolerías o campo, son de las pocas fuentes de empleo a las que tiene acceso.

“A mí me gusta el campo, mi familia se dedica al cultivo de maíz y frijol, y al cuidado de ganado, por eso elegí trabajar en el cultivo del maguey, quizás sí sea pesado, pero para quienes no están acostumbrados”, añadió.

De sol a sol, Paulina junto con alrededor de cien compañeros más, la mayoría hombres, cargan con un azadón para plantar maguey o deshierbar, tienen permitido una hora para comer, pero tienen que hacer lumbre en el suelo para calentar su comida.

Entre otros trabajos que realizan por igual tanto hombres como mujeres, es fumigar la planta, cuentan la productividad y abonan la tierra.

“Mi sueño era ser enfermera, además porque mi hijo es muy enfermizo y eso me preocupa, pero por ahora no puedo, ya que trabajo de lunes a sábado y en ocasiones hasta domingo”, contó.

Al momento recalcó, que su único propósito es trabajar para mantener a su hijo, con los mil 800 semanales, pretende ahorrar para comprar un terreno y luego construir su propia casa.

A su corta edad, Paulina realiza trabajos que comúnmente lo hacen sólo los hombres, pero tiene claro que debe esforzarse mucho para lograr su objetivo; aunque lamentablemente por su experiencia, se ha cerrado a alguna relación sentimental.

De acuerdo con ONU Mujeres, una cuarta parte de la población de la población mundial, lo representan las mujeres rurales, mismas que trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias. Así mismo, labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras.

Las mujeres campesinas, refiere el organismo, sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como los hombres, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Al igual, por vivir en zonas rurales carecen de los servicios básicos y de salud, así como educación.

A propósito del día de la Mujer Rural, que se conmemora el 15 de octubre, este medio entrevistó a una segunda mujer de la misma comunidad de Zoyamazalco, que por circunstancias tuvo que asumir el rol de jefa de familia.

María Luisa Vidal Gil que, a sus 41 años de edad, sale todos los días con su ganado al amanecer y regresa hasta que se oculta el sol, cada mes vende un chivo y de esto obtiene un ingreso para mantener a sus dos hijas de 15 y 18 de edad, quienes actualmente continúan estudiando.

Foto: Carmen Flores | El Sol de Puebla

“¿Que es difícil?, claro que lo es, pero tengo que poder, y lo hago sólo porque quiero que mis hijas estudien y sean alguien en la vida, antes de verlas con un hijo o casadas, las quiero ver detrás de un escritorio y no en una situación difícil como la mía”, afirmó muy segura.

María Luisa, se casó hace 15 años, tuvo a su primer bebé, pero falleció, sin que diera más detalles de la causa, después tuvo a sus otras dos hijas. Contó que antes vivían sin tantas carencias, pues su esposo era Ingeniero Cilvil y con lo que ganaba alcanzaba para mantener el hogar, lamentablemente hace cuatro años sufrió un accidente cuando se dirigía a su trabajo y perdió la vida.

Desde entonces, la vida de María Luisa cambió radicalmente y decidió dedicarse en cuerpo y alma a sus dos hijas, y por ello optó por el cuidado de ganado caprino, para mantenerlas y darles estudio.

Hace cuatro años inició con 10 cabezas de ganado, actualmente tiene alrededor de 50, y aunque cada mes vende uno o dos, la productividad de las cabras es dos por año, por ello no disminuye, aunque tampoco aumenta su ganado.

“¿Buscar otro trabajo? No, porque mi esposo nunca quiso que yo descuidara a mis hijas, además por mi edad no me contratan, y con un horario y patrón sería difícil estar al pendiente de mi familia, por si fuera poco, no hay muchas opciones por acá y pues, con mis animalitos puedo disponer de mi tiempo cuando mis hijas me requieran en la escuela”, explicó.

Su hija Itzel cursa el primer año de su carrera en el Tecnológico Superior de Tepexi, también toma un curso de la BUAP, porque quiere ingresar a la facultad de contaduría, su hermanita Mayté, está en su primer año de bachiller. A pesar de perder a su padre a corta edad y vivir con algunas limitaciones, sus promedios son muy buenos y de ello su mamá dijo estar orgullosa.

Explicó que sus hijas tienen muchas carencias; sin embargo, entienden que tienen que hacer rendir hasta el último peso, porque si al mes tienen un ingreso de alrededor de 800 pesos, se ajustan a ello.

“Les he dicho, échenle ganas, sé que es muy poco lo que yo les puedo ofrecer, pero no puedo darle más, sus carencias se van acabar cuando terminen de estudiar y tenga su propio trabajo”, agregó.

Contó que el trabajo en el campo es difícil, el ganado corre y ella tiene que andar tras ellos, bajo el sol, la lluvia o el frío, es así todos los días y al regresar, aún cansada, tener que realizar los quehaceres domésticos. Aunque aceptó que cuando a sus hijas les da tiempo la ayudan, pero cuando tienen mucha tarea no pueden.

“Cada día que me levanto, ruego a Dios tener fuerzas para poder salir adelante, a mis hijas les repito que su única meta es estudiar, nada me daría más felicidad que verlas graduarse”, insistió.

“Mi meta es que mis hijas terminen de estudiar, cuando esto suceda me quitaré un gran peso de encima, porque es mi responsabilidad que tengan una profesión”, recalcó.

En cuanto a su vida personal, dijo que ni siquiera por la mente le pasa la idea de rehacer su vida con alguien más, porque está enfocada en trabajar para sus hijas y darles un buen ejemplo.

Para Paulina y María Luisa, vivir en un pueblo es tener que adaptarse a las oportunidades que tienen a su alcance. Aunque esto signifique muchos sacrificios y carencias, por ahora no tienen pensado salir a la ciudad.

El Día Internacional de las Mujeres Rurales, tiene como objetivo el reconocimiento al papel decisivo de las mujeres en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.

Fue establecido por Naciones Unidas en diciembre de 2007 y se observó por primera vez el 15 de octubre de 2008.

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