Un horno a temperatura de 700 grados centígrados y barro es loque necesitan artesanos para cocer las piezas perfectas desahumerios e incensarios de barro que son socorridos para lasfiestas por Día de Todos los Santos y Fieles Difuntos.
Allá en el Barrio de Analco, en la calle 7 Oriente 1418-A,está uno de los últimos hornos de alfareros. Todo el año estáal rojo vivo y a una semana de las celebraciones por Día deMuertos, se mantiene a altas temperaturas para dar las horneadasque todavía debe.
Cada día Manuel Campos, integrante de una de las familias quemantienen viva la tradición, se levanta a las 6:00 horas parainiciar su jornada. La semana en la que se honra el regreso de losdifuntos al mundo de los vivos, es su única fecha de descanso y elresto del año trabaja a marchas forzadas.
Relató que hay diferentes tamaños de estas dos piezas, peroson tres los de mayor demanda: chico, mediano y grande. Aunquedesde hace más de 40 años conoce el oficio todavía señala quelo más difícil de esta técnica es dar forma a los sahumerios y alos incensarios, pues no tienen moldes, todo lo debe hacer amano.
Es en el torno y con sus propias manos con lo que dan forma alas piezas que se comercializan principalmente en los mercados dePuebla, pero los compradores de mayor demanda provienen de laCiudad de México.
“Acá llegan los compradores, normalmente no vamos a ningúnlado, porque de la Ciudad de México es de donde realizan lospedidos y ya se llevan las piezas”, explica Manuel mientrasdentro de la misma habitación donde se ubica el horno prepara laleña para seguir calentando el fogón.
Todos los artesanos ya están acostumbrados a las altastemperaturas y contrario a lo que haría una persona cualquiera,cuando el horno está al rojo vivo se colocan sus chamarras yguantes para proteger la piel de las quemaduras.
Es difícil estimar la cantidad de piezas que elaboran cadatemporada, pero en cada hornada llegan a cocer hasta 200 unidades yen ocasiones son cinco por día, aunque cada uno de los sahumeriose incensarios son revisados cuidadosamente para saber cuálespasarán al siguiente proceso.
De lo que sigue es limpiar las piezas y cubrirlas con plomo paraprotegerlas, lo que les da una apariencia de brillo, pero despuésson analizadas nuevamente para limpiarlas y acomodarlas para servendidas.
En los relatos el proceso suena muy sencillo, pero la realidades que los procesos son largos y se requiere de mucha pacienciaasí como conocimiento para realizar las piezas que adornarándurante los siguientes días sus ofrendas, su hogar y algunasserán enviadas a los panteones para cumplir con su función.
La familia que se dedica a la elaboración de estas piezas, a uncostado del Barrio de la Luz, reconocido también por laalfarería, no sabe a ciencia cierta desde cuándo existe eloficio; sin embargo, recuerda que desde hace varias generacionesdan forma a estos elementos.