Recientemente la Ciudad del Vaticano y la religión católica se vistieron de luto con el fallecimiento del Papa emérito Benedicto XVI en el monasterio Mater Ecclesiae de Roma, por lo que desde que se conoció la noticia se comenzó con una serie de protocolos bien definidos que se tienen establecidos para el destino final de los restos mortuorios del sumo pontífice.
Y es que, pese a que no es frecuente presenciar la muerte de un sucesor de San Pedro, en los casos más recientes que son el de San Juan Pablo II y de Joseph Ratzinger llama la atención que su cuerpo es expuesto sobre una base, fuera de un ataúd para que los fieles puedan darle el último adiós, pero, ¿cuándo y cómo surgió esta tradición de exhibir el cuerpo del líder de la grey católica?
¿Qué sucede previo a la exposición del cuerpo del Sumo Pontífice?
Previo a la colocación de los restos mortuorios del Papa en lo que se conoce como “capilla ardiente” debido a que las normas vaticanas establecen que los fieles tienen el derecho de despedir al jerarca, el cuerpo del Sumo Pontífice es sometido a un riguroso proceso de embalsamamiento, mismo que está estrictamente prohibido fotografiar.
Mientras que el camarlengo certifica la muerte del sucesor de San Pedro, además de que convoca al cónclave, es él quien otorga el permiso para tomar las primeras fotografías una vez que el cuerpo se encuentra vestidos con los hábitos pontificios que suelen ser una sotana blanca, amito, roquete de encaje, manípulo, estola, casulla y mitra, aunque con Benedicto XVI existen algunas modificaciones.
Dichas variaciones se deben a que Ratzinger ya no se encontraba en funciones, por lo que ya no será necesaria la elección de un nuevo jerarca, por otra parte, en la antigüedad, previo a todo este proceso, para confirmar el fallecimiento el médico acercaba una vela encendida a los labios del Papa, ya que si la llama se movía significaba que el Sumo Pontífice aún contaba con un hálito de vida.
¿Desde cuándo se exponen los cuerpos de los Papas a los fieles?
Varios han sido los Papas de la época reciente que han sido embalsamados para ser expuestos a los fieles, tal es el caso de Juan Pablo I, Pablo VI, Juan XXIII, Pío XII, y Juan Pablo II, algunos sólo recibiendo un tratamiento con formol y hasta después el embalsamamiento por lo que incluso el aspecto de cada uno de los cuerpos ha variado dependiendo del proceso.
En 1978 el cuerpo de Pablo VI tomó un color verdoso, además de que el fuerte olor que expedía hizo que se requirieran ventiladores, mientras que el caso de Pío XII su piel se ennegreció y tras ser colocado dentro del ataúd se luego se desintegró; cabe puntualizar que tras ser expuesto el cuerpo es colocado en un féretro de ciprés forrado de terciopelo carmesí, colocado dentro de otro de plomo de cuatro milímetros de espesor, mismo que va dentro de uno madera de olmo barnizada.
Finalmente, cabe puntualizar que pese a ser sepultados los Papas en las grutas vaticanas, algunas partes del cuerpo suelen ser conservadas para que puedan ser veneradas en caso de un proceso de canonización a excepción de casos como el de Juan Pablo II, cuyo cuerpo se encuentra expuesto en la Basílica de San Pedro desde mayo del 2011 que fue ungido como santo.