/ miércoles 8 de junio de 2022

A Puerta Cerrada | PAN o PRI, ¿cuál irá por la capital?

Un asunto que a la distancia parecía menor amenaza con convertirse en el primero de los obstáculos que habrán de enfrentar los dirigentes nacionales del PAN y el PRI, Marko Cortés Mendoza y Alejandro Moreno Cárdenas, en ese orden, a la hora de sentarse a negociar la coalición electoral del 2024 en el estado Puebla.

Las declaraciones de Néstor Camarillo Medina apuntándose a sí mismo como precandidato a la presidencia municipal de Puebla fueron interpretadas en un principio como una mera ocurrencia, como una broma que llevaba el propósito de conseguir espacios en los medios de comunicación para hacer ruido entre la clase política.

Ante la insistencia del presidente del Comité Directivo Estatal del tricolor, los observadores políticos, pero, sobre todo, los militantes panistas, pasaron de creer que se trataba de una broma a pensar que ese “yo puedo” y “yo quiero” obedecía a una estrategia del dirigente que tenía como objetivo encarecer por anticipado la marca del PRI para llegar fortalecido a la mesa de negociación con el blanquiazul.

El clásico “pido lo más para que me den lo menos” parecía asomar detrás de las palabras de Néstor Camarillo.

Sin embargo, la percepción ha cambiado radicalmente en la cúpula del PAN, donde, de verdad, se asume que el priista de 34 años de edad quiere y cree que puede encabezar la coalición electoral que peleará por la presidencia municipal de Puebla en el 2024, una vez que Eduardo Rivera Pérez abandone cualquier intento de reelección y decida marcharse para contender por la gubernatura.

Luego entonces, las expresiones del dirigente priista han pasado de ser tomadas como una broma a ser asumidas como un peligro real en la búsqueda de consensos para concretar la alianza opositora, que además del PAN y el PRI sumará al PRD y en una de esas a otros partidos locales, como Compromiso por Puebla y Pacto Social de Integración, que el año pasado llevaron a Rivera Pérez en candidatura común.

En el PAN, Augusta Valentina Díaz de Rivera y Marcos Castro Martínez, presidenta y secretario general del partido, ven con preocupación el activismo de Néstor Camarillo, pero no solo ellos, también en el ayuntamiento, en el Congreso del estado y en la Cámara de Diputados, donde hay panistas que se asumen con los méritos necesarios para competir por la alcaldía del municipio más importante del estado en caso de que Eduardo Rivera no quiera reelegirse.

Nadie en el blanquiazul duda de la supremacía de su partido sobre el tricolor en la ciudad de Puebla.

Ni en el PRI podrían pensar que tienen más posibilidades que el PAN de ir victoriosos a un enfrentamiento electoral con Morena.

Pero, ya ve usted que siempre hay un “pero”, asumen que la ambición del presidente del tricolor podría llevarlo a encapricharse con trasladar su oficina al Palacio Municipal y, también, irremediablemente, a descarrilar la eventual coalición.

El asunto acabará por resolveree en las dirigencias nacionales.

Twitter: @jorgerdzc

Un asunto que a la distancia parecía menor amenaza con convertirse en el primero de los obstáculos que habrán de enfrentar los dirigentes nacionales del PAN y el PRI, Marko Cortés Mendoza y Alejandro Moreno Cárdenas, en ese orden, a la hora de sentarse a negociar la coalición electoral del 2024 en el estado Puebla.

Las declaraciones de Néstor Camarillo Medina apuntándose a sí mismo como precandidato a la presidencia municipal de Puebla fueron interpretadas en un principio como una mera ocurrencia, como una broma que llevaba el propósito de conseguir espacios en los medios de comunicación para hacer ruido entre la clase política.

Ante la insistencia del presidente del Comité Directivo Estatal del tricolor, los observadores políticos, pero, sobre todo, los militantes panistas, pasaron de creer que se trataba de una broma a pensar que ese “yo puedo” y “yo quiero” obedecía a una estrategia del dirigente que tenía como objetivo encarecer por anticipado la marca del PRI para llegar fortalecido a la mesa de negociación con el blanquiazul.

El clásico “pido lo más para que me den lo menos” parecía asomar detrás de las palabras de Néstor Camarillo.

Sin embargo, la percepción ha cambiado radicalmente en la cúpula del PAN, donde, de verdad, se asume que el priista de 34 años de edad quiere y cree que puede encabezar la coalición electoral que peleará por la presidencia municipal de Puebla en el 2024, una vez que Eduardo Rivera Pérez abandone cualquier intento de reelección y decida marcharse para contender por la gubernatura.

Luego entonces, las expresiones del dirigente priista han pasado de ser tomadas como una broma a ser asumidas como un peligro real en la búsqueda de consensos para concretar la alianza opositora, que además del PAN y el PRI sumará al PRD y en una de esas a otros partidos locales, como Compromiso por Puebla y Pacto Social de Integración, que el año pasado llevaron a Rivera Pérez en candidatura común.

En el PAN, Augusta Valentina Díaz de Rivera y Marcos Castro Martínez, presidenta y secretario general del partido, ven con preocupación el activismo de Néstor Camarillo, pero no solo ellos, también en el ayuntamiento, en el Congreso del estado y en la Cámara de Diputados, donde hay panistas que se asumen con los méritos necesarios para competir por la alcaldía del municipio más importante del estado en caso de que Eduardo Rivera no quiera reelegirse.

Nadie en el blanquiazul duda de la supremacía de su partido sobre el tricolor en la ciudad de Puebla.

Ni en el PRI podrían pensar que tienen más posibilidades que el PAN de ir victoriosos a un enfrentamiento electoral con Morena.

Pero, ya ve usted que siempre hay un “pero”, asumen que la ambición del presidente del tricolor podría llevarlo a encapricharse con trasladar su oficina al Palacio Municipal y, también, irremediablemente, a descarrilar la eventual coalición.

El asunto acabará por resolveree en las dirigencias nacionales.

Twitter: @jorgerdzc