/ domingo 17 de enero de 2021

Barbosa, la principal aduana de Claudia Rivera

La eventual candidatura de Claudia Rivera Vivanco a la presidencia municipal de Puebla, en busca de la reelección, pondrá a prueba la capacidad del Comité Ejecutivo Nacional de Morena para convencer al gobernador Miguel Barbosa de aportar las conocidas bondades del poder público a favor de su declarada opositora y rival.

¿Podrá Mario Delgado hacer que Barbosa olvide los desencuentros que ha protagonizado con la edil para apoyarla en una nueva aventura electoral, con el importante agregado de que, en caso de conseguir el triunfo, se convierta de manera natural en precandidata a la gubernatura y su posible sucesora?

En caso de no ser así, ¿vendría todos los días a Puebla la presidenta del Consejo Nacional de Morena y aliada de Rivera Vivanco, Bertha Luján, para supervisar que el gobernador y las fuerzas que de él emanan se encuentren bien aceitadas y trabajando en beneficio de la causa partidista, sin descanso?

Ambas interrogantes parecen conducir a un irrevocable “no”.

Ni Delgado podrá obligar al mandatario a hacer lo que no quiere ni Luján podrá apersonarse permanentemente en la capital del estado para meterse en las entrañas de la hipotética campaña.

Barbosa quiere a Gabriel Biestro en Palacio Municipal.

Y no solo eso.

Si el diputado local no se hiciera de la postulación, preferiría a cualquier otro, u otra, antes que a Rivera, con quien, como se sabe, mantiene una insalvable relación personal desde que ambos fueron candidatos en el proceso electoral de 2018.

El veto tácito del gobernador es el principal obstáculo del objetivo que se ha trazado Rivera Vivanco para extender su permanencia en la presidencia municipal y que esta semana empezará a cobrar forma cuando entregue al Cabildo su solicitud de licencia para ausentarse de sus funciones y lanzarse a la contienda interna.

Conseguir la nominación, dicen incluso en el círculo cercano del mandatario, podría ser lo de menos. El problema llegará, agregan, cuando tenga que ir a pedir el voto de los electores y aparezca en las urnas frente al PAN y su candidato.

Aquí es donde aparecen los riesgos notables para el intento de reelección de la alcaldesa.

Morena no atraviesa por un buen momento en la ciudad de Puebla, lo mismo que la edil, a juzgar por las opiniones que han vertido los habitantes del municipio a través de numerosas y variadas encuestas.

Salvo el caso del presidente Andrés Manuel López Obrador, a la gran mayoría de los gobernantes emanados de la coalición Juntos Haremos Historia le ha ido mal en términos de calificación y aprobación ciudadana.

Si Rivera Vivanco o cualquier otro abanderado de Morena va a la arena electoral en la ciudad de Puebla con una marca partidista endeble y un prestigio personal abollado, cobra mayor fuerza todo lo que se haga desde el poder del Estado en respaldo de la operación electoral.

¿Alcanzaría con las capacidades del ayuntamiento de Puebla, que, por supuesto, tendría que quedar en manos de una persona de todas las confianzas de la –siempre supuesta—edil con licencia?

Quizá, solo quizá.

Solo si en el búnker de Casa Aguayo no se operara en contra.

Y es aquí donde aparece el último factor.

No bastaría con pedir y convencer al mandatario de que ayude a Claudia Rivera, sino que, en el peor de los escenarios, no le juegue en contra.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

La eventual candidatura de Claudia Rivera Vivanco a la presidencia municipal de Puebla, en busca de la reelección, pondrá a prueba la capacidad del Comité Ejecutivo Nacional de Morena para convencer al gobernador Miguel Barbosa de aportar las conocidas bondades del poder público a favor de su declarada opositora y rival.

¿Podrá Mario Delgado hacer que Barbosa olvide los desencuentros que ha protagonizado con la edil para apoyarla en una nueva aventura electoral, con el importante agregado de que, en caso de conseguir el triunfo, se convierta de manera natural en precandidata a la gubernatura y su posible sucesora?

En caso de no ser así, ¿vendría todos los días a Puebla la presidenta del Consejo Nacional de Morena y aliada de Rivera Vivanco, Bertha Luján, para supervisar que el gobernador y las fuerzas que de él emanan se encuentren bien aceitadas y trabajando en beneficio de la causa partidista, sin descanso?

Ambas interrogantes parecen conducir a un irrevocable “no”.

Ni Delgado podrá obligar al mandatario a hacer lo que no quiere ni Luján podrá apersonarse permanentemente en la capital del estado para meterse en las entrañas de la hipotética campaña.

Barbosa quiere a Gabriel Biestro en Palacio Municipal.

Y no solo eso.

Si el diputado local no se hiciera de la postulación, preferiría a cualquier otro, u otra, antes que a Rivera, con quien, como se sabe, mantiene una insalvable relación personal desde que ambos fueron candidatos en el proceso electoral de 2018.

El veto tácito del gobernador es el principal obstáculo del objetivo que se ha trazado Rivera Vivanco para extender su permanencia en la presidencia municipal y que esta semana empezará a cobrar forma cuando entregue al Cabildo su solicitud de licencia para ausentarse de sus funciones y lanzarse a la contienda interna.

Conseguir la nominación, dicen incluso en el círculo cercano del mandatario, podría ser lo de menos. El problema llegará, agregan, cuando tenga que ir a pedir el voto de los electores y aparezca en las urnas frente al PAN y su candidato.

Aquí es donde aparecen los riesgos notables para el intento de reelección de la alcaldesa.

Morena no atraviesa por un buen momento en la ciudad de Puebla, lo mismo que la edil, a juzgar por las opiniones que han vertido los habitantes del municipio a través de numerosas y variadas encuestas.

Salvo el caso del presidente Andrés Manuel López Obrador, a la gran mayoría de los gobernantes emanados de la coalición Juntos Haremos Historia le ha ido mal en términos de calificación y aprobación ciudadana.

Si Rivera Vivanco o cualquier otro abanderado de Morena va a la arena electoral en la ciudad de Puebla con una marca partidista endeble y un prestigio personal abollado, cobra mayor fuerza todo lo que se haga desde el poder del Estado en respaldo de la operación electoral.

¿Alcanzaría con las capacidades del ayuntamiento de Puebla, que, por supuesto, tendría que quedar en manos de una persona de todas las confianzas de la –siempre supuesta—edil con licencia?

Quizá, solo quizá.

Solo si en el búnker de Casa Aguayo no se operara en contra.

Y es aquí donde aparece el último factor.

No bastaría con pedir y convencer al mandatario de que ayude a Claudia Rivera, sino que, en el peor de los escenarios, no le juegue en contra.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx