/ lunes 26 de noviembre de 2018

¿Cómo definir un interino en medio de la barbarie?

La horda de falsos representantes populares que cohabitan en el Congreso del Estado podría llevar a los poblanos a niveles preocupantes de inestabilidad no solo por las mentadas de madre que se expresan entre dientes y por las llaves de lucha libre que se aplican tras bambalinas, sino por el rompimiento radical de grupos que impide la celebración de acuerdos más o menos civilizados.

Las permanentes afrentas verbales de José Juan Espinosa llegaron a su momento más crítico la semana pasada con las reacciones viscerales de Carlos Morales y Gerardo Islas, que recurrieron a la agresión física como única herramienta de contención del energúmeno que no solo juega y se burla de ellos en su cara, sino que les impide hablar para defenderse.

Tanto los diputados de Morena como los del Frente tienen su parte de responsabilidad en la crisis, pero no es intención de este reportero abundar en las apreciaciones que se han hecho a caudales acerca del comportamiento de aquellos, sino en el planteamiento de un escenario que, aunque sea de manera especulativa, podría darse en los próximos días.

¿Qué pasará en el Congreso del Estado si los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación anulan la elección de gobernador?

¿Qué harán los 41 diputados locales para, así de repente, olvidar sus enormes diferencias políticas, que ya se han vuelto también personales, y ponerse a trabajar en la construcción de un gran acuerdo político?

Si se anulan los comicios y a Martha Erika Alonso le retiran la constancia de mayoría, el Congreso tendrá que elegir un mandatario interino que releve a José Antonio Gali a partir del viernes 14 de diciembre.

Para definir al gobernador provisional, que sería el encargado de llevar las riendas del estado durante una nueva e hipotética contienda, se requiere del voto a favor de por lo menos dos terceras partes de los integrantes del Poder Legislativo.

Ante un Congreso de 41 diputados, esa obligación constitucional lleva al número mágico de 28.

Por supuesto, los legisladores de Morena, PT y PES, con José Juan Espinosa a la cabeza, querrán no solo influir en la definición, sino tomarla solos, según convenga a sus intereses, sin consultar o darle oportunidad a los diputados morenovallistas de emitir su opinión.

El problema para los emanados de la coalición de Juntos Haremos Historia es que no reúnen las dos terceras partes de los votos, pues solo son 22.

Aun con la estridencia que les caracteriza, con las principales posiciones de poder al seno del recinto legislativo y con la euforia lopezobradorista de su lado, necesitarían sumar a otros seis diputados para que votaran a favor de su propuesta de interino, pues de otra manera no podrán imponer su decisión.

Justo aquí asoma el gran obstáculo para los muchachos del presidente electo.

Suponga usted que convencen a los cuatro diputados del PRI y al único del partido Verde, Juan Pablo Kuri, quien hasta antes del 1 de julio fue un gustoso y fiel aliado del morenovallismo, ¡pues tampoco podrían!

Los tricolores y Kuri le darían 27 votos a Morena, aún insuficientes para elegir al relevo de Gali.

José Juan, Gabriel Biestro y compañía se verían entonces obligados a sentarse con Marcelo García, Morales e Islas y otros más para pedirles, quién sabe cómo y a cambio de qué, el visto bueno para su propuesta.

¿Cree usted que podría darse una plática de esa naturaleza, con resultados exitosos para Morena, en las condiciones actuales de confrontación y beligerancia que han propiciado sus diputados en el Congreso?

¿Olvidarían los diputados del Frente las fanfarronerías, burlas y provocaciones del presidente de la Mesa Directiva para convertirse en aliados incondicionales, además, después de haber sufrido un revés tan doloroso como la anulación de los comicios que habían dado como ganadora a su candidata?

Impensable.

Ni con Biestro sentado a la mesa principal en lugar de Espinosa.

Los pleitos, que comenzaron como revancha política, contaminada en gran parte por los resultados de la elección, llegaron al terreno personal.

No habría manera de llegar a acuerdos.

Y Puebla entraría en una dimensión inédita de ingobernabilidad.


@jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

La horda de falsos representantes populares que cohabitan en el Congreso del Estado podría llevar a los poblanos a niveles preocupantes de inestabilidad no solo por las mentadas de madre que se expresan entre dientes y por las llaves de lucha libre que se aplican tras bambalinas, sino por el rompimiento radical de grupos que impide la celebración de acuerdos más o menos civilizados.

Las permanentes afrentas verbales de José Juan Espinosa llegaron a su momento más crítico la semana pasada con las reacciones viscerales de Carlos Morales y Gerardo Islas, que recurrieron a la agresión física como única herramienta de contención del energúmeno que no solo juega y se burla de ellos en su cara, sino que les impide hablar para defenderse.

Tanto los diputados de Morena como los del Frente tienen su parte de responsabilidad en la crisis, pero no es intención de este reportero abundar en las apreciaciones que se han hecho a caudales acerca del comportamiento de aquellos, sino en el planteamiento de un escenario que, aunque sea de manera especulativa, podría darse en los próximos días.

¿Qué pasará en el Congreso del Estado si los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación anulan la elección de gobernador?

¿Qué harán los 41 diputados locales para, así de repente, olvidar sus enormes diferencias políticas, que ya se han vuelto también personales, y ponerse a trabajar en la construcción de un gran acuerdo político?

Si se anulan los comicios y a Martha Erika Alonso le retiran la constancia de mayoría, el Congreso tendrá que elegir un mandatario interino que releve a José Antonio Gali a partir del viernes 14 de diciembre.

Para definir al gobernador provisional, que sería el encargado de llevar las riendas del estado durante una nueva e hipotética contienda, se requiere del voto a favor de por lo menos dos terceras partes de los integrantes del Poder Legislativo.

Ante un Congreso de 41 diputados, esa obligación constitucional lleva al número mágico de 28.

Por supuesto, los legisladores de Morena, PT y PES, con José Juan Espinosa a la cabeza, querrán no solo influir en la definición, sino tomarla solos, según convenga a sus intereses, sin consultar o darle oportunidad a los diputados morenovallistas de emitir su opinión.

El problema para los emanados de la coalición de Juntos Haremos Historia es que no reúnen las dos terceras partes de los votos, pues solo son 22.

Aun con la estridencia que les caracteriza, con las principales posiciones de poder al seno del recinto legislativo y con la euforia lopezobradorista de su lado, necesitarían sumar a otros seis diputados para que votaran a favor de su propuesta de interino, pues de otra manera no podrán imponer su decisión.

Justo aquí asoma el gran obstáculo para los muchachos del presidente electo.

Suponga usted que convencen a los cuatro diputados del PRI y al único del partido Verde, Juan Pablo Kuri, quien hasta antes del 1 de julio fue un gustoso y fiel aliado del morenovallismo, ¡pues tampoco podrían!

Los tricolores y Kuri le darían 27 votos a Morena, aún insuficientes para elegir al relevo de Gali.

José Juan, Gabriel Biestro y compañía se verían entonces obligados a sentarse con Marcelo García, Morales e Islas y otros más para pedirles, quién sabe cómo y a cambio de qué, el visto bueno para su propuesta.

¿Cree usted que podría darse una plática de esa naturaleza, con resultados exitosos para Morena, en las condiciones actuales de confrontación y beligerancia que han propiciado sus diputados en el Congreso?

¿Olvidarían los diputados del Frente las fanfarronerías, burlas y provocaciones del presidente de la Mesa Directiva para convertirse en aliados incondicionales, además, después de haber sufrido un revés tan doloroso como la anulación de los comicios que habían dado como ganadora a su candidata?

Impensable.

Ni con Biestro sentado a la mesa principal en lugar de Espinosa.

Los pleitos, que comenzaron como revancha política, contaminada en gran parte por los resultados de la elección, llegaron al terreno personal.

No habría manera de llegar a acuerdos.

Y Puebla entraría en una dimensión inédita de ingobernabilidad.


@jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx