/ jueves 29 de agosto de 2019

Construye Cotoñeto una estructura paralela a Morena

El gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta tiene la mira puesta en las elecciones intermedias de 2021. Quiere ganar para Morena y sus partidos aliados la mayoría de diputaciones en el Congreso del Estado y por lo menos retener la misma cantidad de presidencias municipales que esos institutos políticos tienen hoy en su poder.

Sabe que debe hacer un buen gobierno para ayudar a conservar la simpatía de los electores por el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero también sabe que requiere de un ejército de operadores al que los políticos llaman “estructura” para disponer de una maquinaria electoral que incremente sus probabilidades de éxito.

Salvo casos excepcionales como el de López Obrador en los comicios presidenciales de 2018, que sin proponérselo consiguió que legiones enteras de ciudadanos se convirtieran de forma espontánea en vigilantes de casillas al mismo tiempo que fueron emisores del voto, esa estructura puede ser definitoria para ganar o perder una elección.

Una buena estructura, con vastos recursos humanos y económicos, sobre todo económicos, bien organizada, al mando de generales capaces y experimentados, puede suplir las deficiencias de un mal candidato y contrarrestar las virtudes de los rivales.

Barbosa Huerta conoce sobre ello.

Y también está al tanto, porque lo ha expresado entre sus colaboradores de mayor confianza, que Morena en Puebla carece de la estructura que él requiere para salir victorioso de la próxima contienda electoral, esa que los panistas ya saborean por anticipado.

Fernando Manzanilla Prieto armó una estructura más o menos relevante que puso al servicio del entonces candidato a gobernador en los comicios de 2018 y 2019, pero parece que ha comenzado a ser desmantelada por aquellos barbosistas que miran con recelo al secretario de Gobernación por su menor antigüedad que ellos en el grupo del mandatario.

Gabriel Biestro Medinilla no pudo armar ningún ejército de operadores mientras estuvo al frente de Morena, por falta de tiempo, de experiencia y de recursos, y hoy que es líder del Congreso no tiene tiempo ni ánimo para involucrarse en esos asuntos.

Mario Bracamonte González es un delegado partidista de fachada, sin interés alguno por alimentar a las bases del partido ni idea de cómo robustecer su militancia.

El delegado con funciones de presidente en Morena comenzó a moverse y recorrer algunos municipios de la entidad hasta que quiso competir por la dirigencia estatal de ese partido.

Morena, el “gran” partido que arrasó en el estado en las elecciones de 2018, es en realidad un membrete sin contenido que debe sus victorias al fenómeno social que despacha en la Presidencia desde el 1 de diciembre: López Obrador.

Barbosa está consciente del problema y ya busca una solución.

El encargado de armar la estructura política del gobernador, para ir a la guerra electoral del 2021, es uno de sus añejos colaboradores, quizá el más cercano a él: Eric Cotoñeto Carmona.

El ex diputado local tiene la encomienda de hacer lo que Morena no ha podido hasta ahora.

La apuesta original era convertir a Cotoñeto en dirigente estatal de ese partido, para que construyera desde dentro lo que sus candidatos necesitarán una vez que arranque la contienda intermedia.

Por eso no ocupó ninguna cartera dentro del gobierno del estado.

Ese plan se frustró por el rechazo de la dirigencia nacional para permitir el registro de aspirantes sin militancia anterior a diciembre de 2017.

Pero la misión sigue.

Cotoñeto trabajará la construcción de una estructura barbosista paralela a las bases del Movimiento Regeneración Nacional.

La idea del “brazo derecho” del mandatario es juntar a su ejército de operadores con los que pueda organizar el próximo presidente del partido, quien quiera que sea.

La apuesta es preparar el terreno para ganar las posiciones más importantes que estarán en disputa, entre ellas las presidencias de los municipios que gozan de simpatía panista, como Puebla y los conurbados, como San Andrés y San Pedro Cholula, además de Coronango, Cuautlancingo y, un poco más lejanos, Atlixco y San Martín Texmelucan.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

El gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta tiene la mira puesta en las elecciones intermedias de 2021. Quiere ganar para Morena y sus partidos aliados la mayoría de diputaciones en el Congreso del Estado y por lo menos retener la misma cantidad de presidencias municipales que esos institutos políticos tienen hoy en su poder.

Sabe que debe hacer un buen gobierno para ayudar a conservar la simpatía de los electores por el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero también sabe que requiere de un ejército de operadores al que los políticos llaman “estructura” para disponer de una maquinaria electoral que incremente sus probabilidades de éxito.

Salvo casos excepcionales como el de López Obrador en los comicios presidenciales de 2018, que sin proponérselo consiguió que legiones enteras de ciudadanos se convirtieran de forma espontánea en vigilantes de casillas al mismo tiempo que fueron emisores del voto, esa estructura puede ser definitoria para ganar o perder una elección.

Una buena estructura, con vastos recursos humanos y económicos, sobre todo económicos, bien organizada, al mando de generales capaces y experimentados, puede suplir las deficiencias de un mal candidato y contrarrestar las virtudes de los rivales.

Barbosa Huerta conoce sobre ello.

Y también está al tanto, porque lo ha expresado entre sus colaboradores de mayor confianza, que Morena en Puebla carece de la estructura que él requiere para salir victorioso de la próxima contienda electoral, esa que los panistas ya saborean por anticipado.

Fernando Manzanilla Prieto armó una estructura más o menos relevante que puso al servicio del entonces candidato a gobernador en los comicios de 2018 y 2019, pero parece que ha comenzado a ser desmantelada por aquellos barbosistas que miran con recelo al secretario de Gobernación por su menor antigüedad que ellos en el grupo del mandatario.

Gabriel Biestro Medinilla no pudo armar ningún ejército de operadores mientras estuvo al frente de Morena, por falta de tiempo, de experiencia y de recursos, y hoy que es líder del Congreso no tiene tiempo ni ánimo para involucrarse en esos asuntos.

Mario Bracamonte González es un delegado partidista de fachada, sin interés alguno por alimentar a las bases del partido ni idea de cómo robustecer su militancia.

El delegado con funciones de presidente en Morena comenzó a moverse y recorrer algunos municipios de la entidad hasta que quiso competir por la dirigencia estatal de ese partido.

Morena, el “gran” partido que arrasó en el estado en las elecciones de 2018, es en realidad un membrete sin contenido que debe sus victorias al fenómeno social que despacha en la Presidencia desde el 1 de diciembre: López Obrador.

Barbosa está consciente del problema y ya busca una solución.

El encargado de armar la estructura política del gobernador, para ir a la guerra electoral del 2021, es uno de sus añejos colaboradores, quizá el más cercano a él: Eric Cotoñeto Carmona.

El ex diputado local tiene la encomienda de hacer lo que Morena no ha podido hasta ahora.

La apuesta original era convertir a Cotoñeto en dirigente estatal de ese partido, para que construyera desde dentro lo que sus candidatos necesitarán una vez que arranque la contienda intermedia.

Por eso no ocupó ninguna cartera dentro del gobierno del estado.

Ese plan se frustró por el rechazo de la dirigencia nacional para permitir el registro de aspirantes sin militancia anterior a diciembre de 2017.

Pero la misión sigue.

Cotoñeto trabajará la construcción de una estructura barbosista paralela a las bases del Movimiento Regeneración Nacional.

La idea del “brazo derecho” del mandatario es juntar a su ejército de operadores con los que pueda organizar el próximo presidente del partido, quien quiera que sea.

La apuesta es preparar el terreno para ganar las posiciones más importantes que estarán en disputa, entre ellas las presidencias de los municipios que gozan de simpatía panista, como Puebla y los conurbados, como San Andrés y San Pedro Cholula, además de Coronango, Cuautlancingo y, un poco más lejanos, Atlixco y San Martín Texmelucan.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx