/ miércoles 29 de junio de 2022

Cuidar los árboles es calidad de vida

Hace algunos días leía sobre un programa de reforestación que se está implementando en nuestro país, a través del cual se contempla la siembra de un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables.

Lo que me pareció más importante de esta iniciativa es que se habla de que estos ejemplares permitirán la absorción de casi 4 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo cual es muy relevante, dado el grave contexto del deterioro medioambiental que atravesamos a nivel regional y mundial.

Precisamente, el próximo 28 de junio se conmemora el Día Mundial del Árbol, con el propósito de recordar y resaltar la importancia que tienen estos ejemplares en nuestra vida y en la conservación del medio ambiente, al tiempo de crear conciencia sobre el cuidado de los recursos provenientes de esta fuente natural.

Los árboles tienen múltiples funciones con las que participan en el ciclo de la naturaleza. Desde generar oxígeno hasta ser nuestro mejor aliado contra la crisis climática. Y es que los árboles son la base de la supervivencia de los seres vivos que habitan en la Tierra, además de ser el entorno natural perfecto donde se alojan miles de especies de animales y plantas.

La Comisión Nacional Forestal (Conafor), ha destacado la importancia de los árboles, ya que de ellos se obtiene madera y celulosa para crear papel, combustible como leña y carbón, además de que proporcionan medicina natural.

Pero más allá de ello, los árboles captan y recargan las fuentes de agua, liberan el oxígeno y capturan el dióxido de carbono, al tiempo que permiten conservar energía y disminuir la contaminación.

Un árbol, en un año, inhala un promedio de 12 kilogramos de bióxido de carbono (CO2) y exhala oxígeno suficiente para una familia de cuatro personas. Una hectárea de árboles puede absorber 6 toneladas de bióxido de carbono al año.

Es así que, junto con los océanos, proteger los bosques supone conservar el método más potente para absorber CO2. No por nada se les conoce como los pulmones del planeta, incluso hay estimaciones que establecen que un árbol almacena en promedio unos 22 kilos de CO2 al año. Las selvas tropicales retienen 250 mil millones de toneladas de dióxido de carbono, solo en los árboles, lo que equivale a 90 años de emisiones globales.

Sin embargo, la acción humana ha destruido ya cerca del 78% de los bosques primarios del planeta y el 22% restante ya se ha visto afectado por la extracción de madera.

Por ello, todas y todos tenemos en nuestras manos sumarnos a la causa de la reforestación y por supuesto en la conservación de los recursos naturales.

Sembrar un árbol no es una cuestión menor, ya que el impacto de esta acción es muy grande. Un ejemplo de ello es la medición que biólogos y ambientalistas de la Universidad de California hicieron de los beneficios de que cada persona en el planeta pudiera sembrar árboles. Al respecto determinaron que si se lograra uno por persona cada año, en dos décadas tendríamos 160 mil millones de ejemplares nuevos, reduciendo el impacto ecológico de la actividad humana.

Esto se traduciría en hojas, tallos y plantas nuevas, que transforman el dióxido de carbono en carbohidratos para mantenerse fuertes e incluso se podría liberar aire purificado a la atmósfera.

Por ello, además de tomar acción inculquemos en las nuevas generaciones el cuidado a los recursos naturales y al medio ambiente.

Tengamos presente que plantar un árbol es cultivar la esperanza de una vida mejor por los beneficios que representa para quienes habitamos este planeta.

Hace algunos días leía sobre un programa de reforestación que se está implementando en nuestro país, a través del cual se contempla la siembra de un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables.

Lo que me pareció más importante de esta iniciativa es que se habla de que estos ejemplares permitirán la absorción de casi 4 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo cual es muy relevante, dado el grave contexto del deterioro medioambiental que atravesamos a nivel regional y mundial.

Precisamente, el próximo 28 de junio se conmemora el Día Mundial del Árbol, con el propósito de recordar y resaltar la importancia que tienen estos ejemplares en nuestra vida y en la conservación del medio ambiente, al tiempo de crear conciencia sobre el cuidado de los recursos provenientes de esta fuente natural.

Los árboles tienen múltiples funciones con las que participan en el ciclo de la naturaleza. Desde generar oxígeno hasta ser nuestro mejor aliado contra la crisis climática. Y es que los árboles son la base de la supervivencia de los seres vivos que habitan en la Tierra, además de ser el entorno natural perfecto donde se alojan miles de especies de animales y plantas.

La Comisión Nacional Forestal (Conafor), ha destacado la importancia de los árboles, ya que de ellos se obtiene madera y celulosa para crear papel, combustible como leña y carbón, además de que proporcionan medicina natural.

Pero más allá de ello, los árboles captan y recargan las fuentes de agua, liberan el oxígeno y capturan el dióxido de carbono, al tiempo que permiten conservar energía y disminuir la contaminación.

Un árbol, en un año, inhala un promedio de 12 kilogramos de bióxido de carbono (CO2) y exhala oxígeno suficiente para una familia de cuatro personas. Una hectárea de árboles puede absorber 6 toneladas de bióxido de carbono al año.

Es así que, junto con los océanos, proteger los bosques supone conservar el método más potente para absorber CO2. No por nada se les conoce como los pulmones del planeta, incluso hay estimaciones que establecen que un árbol almacena en promedio unos 22 kilos de CO2 al año. Las selvas tropicales retienen 250 mil millones de toneladas de dióxido de carbono, solo en los árboles, lo que equivale a 90 años de emisiones globales.

Sin embargo, la acción humana ha destruido ya cerca del 78% de los bosques primarios del planeta y el 22% restante ya se ha visto afectado por la extracción de madera.

Por ello, todas y todos tenemos en nuestras manos sumarnos a la causa de la reforestación y por supuesto en la conservación de los recursos naturales.

Sembrar un árbol no es una cuestión menor, ya que el impacto de esta acción es muy grande. Un ejemplo de ello es la medición que biólogos y ambientalistas de la Universidad de California hicieron de los beneficios de que cada persona en el planeta pudiera sembrar árboles. Al respecto determinaron que si se lograra uno por persona cada año, en dos décadas tendríamos 160 mil millones de ejemplares nuevos, reduciendo el impacto ecológico de la actividad humana.

Esto se traduciría en hojas, tallos y plantas nuevas, que transforman el dióxido de carbono en carbohidratos para mantenerse fuertes e incluso se podría liberar aire purificado a la atmósfera.

Por ello, además de tomar acción inculquemos en las nuevas generaciones el cuidado a los recursos naturales y al medio ambiente.

Tengamos presente que plantar un árbol es cultivar la esperanza de una vida mejor por los beneficios que representa para quienes habitamos este planeta.