/ sábado 21 de octubre de 2023

Educación y Cultura | Dirigiendo a los alumnos

El maestro debe asegurarse a cada instante que es comprendido; luego, que interesa, que una actividad de los alumnos responde a sus exposiciones. La clave de esta pedagogía es la afirmación de que el alumno reconoce precisamente en las ideas y actitudes a las cuales el maestro le ayuda a llegar dirigiéndolo, las experiencias que él mismo había hecho como elementos de lo que se le enseño, y sobre todo que encuentra en dicha enseñanza una respuesta más lucida a una dificultad que había efectivamente experimentado.

Evidentemente, el conocimiento del educando constituye el material en relación al cual será organizado todo el resto, pero si se desea sacar provecho del mismo es necesario que del exterior, desde afuera, se introduzca algo realmente diferente, realmente nuevo y a la par una actitud nueva susceptible de ampliar la experiencia ligándola con otras experiencias y con las experiencias de los otros.

Lo que el maestro debe aportar al estudiante desde el exterior está en relación directa y profundamente vinculado a los conocimientos que el alumno posee ya, a las experiencias por las que atravesó antes.

La base esencial es lo vivido, y por lo tanto la única referencia en relación a la cual puede cobrar resonancia efectiva y profunda lo que haya sido aprendido; resonancia emotiva y asimilación intelectual.

La discusión libre entre los alumnos, realizada por ciertas intenciones del maestro que cree su deber presentarlas como una opinión entre otras, disponiendo casi del mismo tiempo, de la misma amplitud que los otros, la discusión libre, el texto, la encuesta de ninguna manera son capaces de arrancar al alumno del compromiso tibio de los prejuicios y estereotipos.

No se trata, pues simplemente de un agregado a lo sabido, sino de una actitud nueva, de síntesis, en la que se recoge más, en la que las cosas dicen mucho más, en la que participa el pensamiento y la acción.

El desarrollo espontaneo de los alumnos trae como consecuencia, por una parte experiencias de relaciones personales; por la otra, un gran número de ideas e imágenes transmitidas por los medios de comunicación y por las redes sociales, que llegan en instantes por las diferentes plataformas.

La acción de los medios de comunicación y las redes sociales, fructíferan y estimulan sin ninguna duda desde muchos puntos de vista, arriesga sin embargo, acentuar ese carácter parcial, fragmentario, discontinuo de la experiencia propia de los alumnos y desde un comienzo por su misma composición.

El maestro debe dirigir a los alumnos a nociones, a formas de acción y a posturas a las cuales no pueden llegar por sí mismos.

Para progresar será indispensable que el alumno enriquezca considerablemente las observaciones que el mismo ha hecho, que las organice y llegue a armar un conjunto valido.

La dirigencia del maestro permite a los alumnos tomar en consideración puntos de vista a los cuales no habían accedido hasta el momento.

Y confrontar varias perspectivas así limitadas no permitirá progresar, porque la cuestión será siempre abordada desde idéntico ángulo.

Esta insuficiencia de espontaneidad remite a dos tipos de motivos. Por un lado las ideas y deseos de los educandos, que son a la vez los suyos y el reflejo de las ideas que los rodea, es decir, de la sociedad en la que viven.

El maestro debe asegurarse a cada instante que es comprendido; luego, que interesa, que una actividad de los alumnos responde a sus exposiciones. La clave de esta pedagogía es la afirmación de que el alumno reconoce precisamente en las ideas y actitudes a las cuales el maestro le ayuda a llegar dirigiéndolo, las experiencias que él mismo había hecho como elementos de lo que se le enseño, y sobre todo que encuentra en dicha enseñanza una respuesta más lucida a una dificultad que había efectivamente experimentado.

Evidentemente, el conocimiento del educando constituye el material en relación al cual será organizado todo el resto, pero si se desea sacar provecho del mismo es necesario que del exterior, desde afuera, se introduzca algo realmente diferente, realmente nuevo y a la par una actitud nueva susceptible de ampliar la experiencia ligándola con otras experiencias y con las experiencias de los otros.

Lo que el maestro debe aportar al estudiante desde el exterior está en relación directa y profundamente vinculado a los conocimientos que el alumno posee ya, a las experiencias por las que atravesó antes.

La base esencial es lo vivido, y por lo tanto la única referencia en relación a la cual puede cobrar resonancia efectiva y profunda lo que haya sido aprendido; resonancia emotiva y asimilación intelectual.

La discusión libre entre los alumnos, realizada por ciertas intenciones del maestro que cree su deber presentarlas como una opinión entre otras, disponiendo casi del mismo tiempo, de la misma amplitud que los otros, la discusión libre, el texto, la encuesta de ninguna manera son capaces de arrancar al alumno del compromiso tibio de los prejuicios y estereotipos.

No se trata, pues simplemente de un agregado a lo sabido, sino de una actitud nueva, de síntesis, en la que se recoge más, en la que las cosas dicen mucho más, en la que participa el pensamiento y la acción.

El desarrollo espontaneo de los alumnos trae como consecuencia, por una parte experiencias de relaciones personales; por la otra, un gran número de ideas e imágenes transmitidas por los medios de comunicación y por las redes sociales, que llegan en instantes por las diferentes plataformas.

La acción de los medios de comunicación y las redes sociales, fructíferan y estimulan sin ninguna duda desde muchos puntos de vista, arriesga sin embargo, acentuar ese carácter parcial, fragmentario, discontinuo de la experiencia propia de los alumnos y desde un comienzo por su misma composición.

El maestro debe dirigir a los alumnos a nociones, a formas de acción y a posturas a las cuales no pueden llegar por sí mismos.

Para progresar será indispensable que el alumno enriquezca considerablemente las observaciones que el mismo ha hecho, que las organice y llegue a armar un conjunto valido.

La dirigencia del maestro permite a los alumnos tomar en consideración puntos de vista a los cuales no habían accedido hasta el momento.

Y confrontar varias perspectivas así limitadas no permitirá progresar, porque la cuestión será siempre abordada desde idéntico ángulo.

Esta insuficiencia de espontaneidad remite a dos tipos de motivos. Por un lado las ideas y deseos de los educandos, que son a la vez los suyos y el reflejo de las ideas que los rodea, es decir, de la sociedad en la que viven.