/ viernes 12 de febrero de 2021

El sueño de ser Juárez

Aquel viaje a Guelatao en su pubertad, le dio ánimo a Mario Marín Torres para concluir su secundaria, estudiar Derecho y soñar con emular en la presidencia de la República a don Benito Juárez.

Estuvo en el camino para conseguirlo, pero un día, el exceso de poder que ejerció, lo llevó a violar la ley y hoy enfrenta un proceso penal en la cárcel.

Hasta dos años puede durar el juicio en contra del ex gobernador Mario Marín por la tortura que ordenó a finales de diciembre de 2005 en contra de la periodista Lydia Caco Ribeiro.

Artículo 19 ofreció el pasado miércoles una rueda de prensa en Cancún, después de que el Juzgado Segundo de Distrito le dictó auto de formal prisión al “góber precioso”.

Abogados y defensores de la organización internacional exigieron “imponer la condena máxima a Marín y demás responsables” de las vejaciones a la autora del libro “Los Demonios del Edén El Poder que Protege la Pornografía Infantil”.

Los activistas han acompañado 12 años la lucha de Lidya Cacho por hacer justicia, también demandaron la localización de otros autores intelectuales de la tortura. El empresario libanés, Kamel Nacif Borge, y Adolfo Karam Beltrán, quien fue director de la Policía Judicial cuando ella fue agraviada por el gobierno poblano.

Artículo 19 pidió “garantizar condiciones óptimas para que Lydia viva segura”, pues ha sufrido atentados y está bajo amenaza de muerte por las mafias que controlan las redes internacionales de pederastia y pornografía infantil.

“Esperamos un proceso feroz, pero estamos preparadas”, dijo Araceli Andrade, defensora y representante de Cacho.

“La determinación de auto de formal prisión en contra de Mario Marín es emblemática pues se trata del primer caso en México que a un funcionario de alto nivel se le procesa por el delito de tortura contra una periodista”, destacó Luis Eduardo Knapp, coordinador de Defensa de Artículo19.

Los litigantes y defensores estimaron que el caso Cacho es representativo de las condiciones que padecen los periodistas en México por ejercer su oficio, debido a lo cual son agredidos desde los poderes institucional y fácticos.

En la historia del país nunca un ex gobernante mexicano piso la cárcel por torturar a un o una periodista, en este caso Lidya Cacho.

Mario Marín está escribiendo páginas de la historia, pero no como lo soñó, emulando a Juárez.

DE LAS ANÉCDOTAS QUE SE CUENTAN

La anécdota del viaje me la contó, en casa de Enoé González, la profesora Julieta Marín Torres, hermana mayor que obligó a Mario a seguir sus estudios.

Para motivarlo lo llevó de viaje a Guelatao, Oaxaca, la tierra de don Benito Juárez.

Mario Marín, indígena popoloca, decidió ser abogado y por qué no, un día Presidente de México.

Por eso no fue extraño que en el primer año de su gestión como gobernador disfrutara que sus fieles seguidores lo compararan con el Benemérito de las Américas.

Acariciaba su sueño, ser un nuevo Benito Juárez.

Aquel 14 de febrero de 2006, apenas un año después de su unción como gobernador de Puebla, despertó con la publicación del audio de su plática con Kamel Nacif, que confirmó su colusión para agredir y tratar como delincuente a una periodista.

Nada volvió a ser igual.

El sueño se esfumó.

Aquel viaje a Guelatao en su pubertad, le dio ánimo a Mario Marín Torres para concluir su secundaria, estudiar Derecho y soñar con emular en la presidencia de la República a don Benito Juárez.

Estuvo en el camino para conseguirlo, pero un día, el exceso de poder que ejerció, lo llevó a violar la ley y hoy enfrenta un proceso penal en la cárcel.

Hasta dos años puede durar el juicio en contra del ex gobernador Mario Marín por la tortura que ordenó a finales de diciembre de 2005 en contra de la periodista Lydia Caco Ribeiro.

Artículo 19 ofreció el pasado miércoles una rueda de prensa en Cancún, después de que el Juzgado Segundo de Distrito le dictó auto de formal prisión al “góber precioso”.

Abogados y defensores de la organización internacional exigieron “imponer la condena máxima a Marín y demás responsables” de las vejaciones a la autora del libro “Los Demonios del Edén El Poder que Protege la Pornografía Infantil”.

Los activistas han acompañado 12 años la lucha de Lidya Cacho por hacer justicia, también demandaron la localización de otros autores intelectuales de la tortura. El empresario libanés, Kamel Nacif Borge, y Adolfo Karam Beltrán, quien fue director de la Policía Judicial cuando ella fue agraviada por el gobierno poblano.

Artículo 19 pidió “garantizar condiciones óptimas para que Lydia viva segura”, pues ha sufrido atentados y está bajo amenaza de muerte por las mafias que controlan las redes internacionales de pederastia y pornografía infantil.

“Esperamos un proceso feroz, pero estamos preparadas”, dijo Araceli Andrade, defensora y representante de Cacho.

“La determinación de auto de formal prisión en contra de Mario Marín es emblemática pues se trata del primer caso en México que a un funcionario de alto nivel se le procesa por el delito de tortura contra una periodista”, destacó Luis Eduardo Knapp, coordinador de Defensa de Artículo19.

Los litigantes y defensores estimaron que el caso Cacho es representativo de las condiciones que padecen los periodistas en México por ejercer su oficio, debido a lo cual son agredidos desde los poderes institucional y fácticos.

En la historia del país nunca un ex gobernante mexicano piso la cárcel por torturar a un o una periodista, en este caso Lidya Cacho.

Mario Marín está escribiendo páginas de la historia, pero no como lo soñó, emulando a Juárez.

DE LAS ANÉCDOTAS QUE SE CUENTAN

La anécdota del viaje me la contó, en casa de Enoé González, la profesora Julieta Marín Torres, hermana mayor que obligó a Mario a seguir sus estudios.

Para motivarlo lo llevó de viaje a Guelatao, Oaxaca, la tierra de don Benito Juárez.

Mario Marín, indígena popoloca, decidió ser abogado y por qué no, un día Presidente de México.

Por eso no fue extraño que en el primer año de su gestión como gobernador disfrutara que sus fieles seguidores lo compararan con el Benemérito de las Américas.

Acariciaba su sueño, ser un nuevo Benito Juárez.

Aquel 14 de febrero de 2006, apenas un año después de su unción como gobernador de Puebla, despertó con la publicación del audio de su plática con Kamel Nacif, que confirmó su colusión para agredir y tratar como delincuente a una periodista.

Nada volvió a ser igual.

El sueño se esfumó.