/ lunes 15 de febrero de 2021

Embisten a Eduardo Rivera desde dos frentes

Quien crea que el poder político es un instrumento inequívoco de alegría y satisfacción para los hombres y las mujeres que lo poseen solo tiene que echar un vistazo a lo que ocurre en estos días con Eduardo Rivera Pérez para saber que no siempre es así, o que, en el menos peor de los casos, el camino hacia el encumbramiento está colmado de dificultades y padecimientos que hacen poco placentero el recorrido.

Rivera Pérez, sin ser todavía candidato del PAN a la presidencia municipal de Puebla, recibe doble metralla precisamente por ser el aspirante más aventajado de ese partido político al cargo de elección popular de mayor relevancia en esta contienda.

En la semana que terminó, y seguramente así ocurrirá en la que comienza, el panista fue blanco de críticas y descalificaciones por parte del grupo en el poder por la presunta comisión de hechos ilícitos o irregulares que habría cometido a su paso por el ayuntamiento de Puebla en el periodo 2011-2014.

Mientras algunos medios se ocupan en afirmar que Rivera Pérez libró el fuerte brazo de la justicia gracias a la benevolencia del fallecido Rafael Moreno Valle, quien le habría “perdonado” en el contexto de los acuerdos celebrados al interior del PAN para la contienda electoral de 2018, el gobernador Miguel Barbosa asienta, refuerza y dice que “sí”, que “cómo no”, que lo agregará a su larga lista de servidores públicos investigados por sospechas de corrupción.

Entre las publicaciones y el amago para indagar en su pasado, el mandatario, emanado de Morena y aliado de uno de los principales aspirantes a la alcaldía de Puebla por ese partido, Gabriel Biestro Medinilla, le da a Eduardo Rivera una probadita de lo que está por venir, para que sepa de una vez que la elección será de a de veras (siempre y cuando el abanderado sea el líder del Congreso) y que para todos hay un expediente guardado en el cajón.

Rivera fue perseguido de Moreno Valle, pero eso no importa hoy, sino resucitar un proceso que arrancó para frenar sus aspiraciones políticas de entonces.

Los hechos debían servir a Rivera Pérez para desterrar esa versión malintencionada que lo quiso poner como candidato de Barbosa para la presidencia municipal, frente al descenso del partido lopezobradorista en el ánimo de los ciudadanos, el escaso empuje de Biestro en las encuestas sobre preferencia electoral y la posibilidad de que sea Claudia Rivera Vivanco la candidata y no el diputado.

Sin embargo, ya nadie recuerda de esa acusación en el escenario de las actuales discusiones políticas.

Hoy, el debate en torno a Eduardo Rivera se centra en la supuesta soberbia para ceder por adelantado los espacios que le demandan Genoveva Huerta y otros liderazgos panistas en la planilla de regidores y en un ayuntamiento que aún no se gana.

Y justo aquí es donde viene la segunda metralla.

A la presidenta estatal del blanquiazul se suma este día un grupo de más de 40 panistas que desacreditan la actuación de Rivera Pérez en las negociaciones para definir abanderado.

Personajes como Jorge Aguilar, Carolina Beauregard, Francisco Rodríguez, Eduardo Morales, Oswaldo Jiménez, Mónica Rodríguez, Blanca Jiménez, Jacobo Ordaz y Verónica Sobrado, entre otros, piden a su dirigente nacional, Marko Cortés Mendoza, que abra el abanico de búsqueda de candidato a otros aspirantes, incluso más allá del PAN.

El argumento del bloque, que publica este lunes una carta en EL SOL DE PUEBLA con ese propósito, es que Rivera ha recurrido al chantaje y la manipulación para poner obstáculos a los intentos de inclusión que otros grupos, panistas y no panistas, demandan.

El documento no menciona de manera explícita al aspirante, pero desde las primeras líneas queda claro que se refiere a él.

La pugna, entonces, ya no es de Genoveva contra Eduardo, sino de muchos contra Eduardo, lo que viene a complicar más el panorama para un partido y un aspirante que no han podido conciliar deseos particulares en beneficio de un objetivo mayor: la supervivencia.

¿Quién estaría feliz hoy en los zapatos de Rivera, metido entre dos líneas de fuego?

Nadie que no haya sido formado para vivir en guerra permanente.

El expresidente municipal es asediado por sus rivales como si ya fuera el elegido del panismo para ir otra vez a las urnas, pero, cosa curiosa, no lo es, y ahora mismo ya no se sabe si lo será.

Pese a todo, queda una esperanza para el PAN, sus militantes y simpatizantes.

Las modificaciones realizadas al calendario electoral permitirán postular candidatos hasta el 3 de abril, lo mismo que registrar acuerdos entre partidos para llevar candidaturas comunes.

Mes y medio será tiempo suficiente para que, ahora sí, todos los blanquiazules involucrados puedan llegar a un buen arreglo.

De lo contrario, como advirtió este domingo Genoveva Huerta, habrá designación a cargo de la Comisión Permanente Estatal.

Twitter: @jorgerdz

jrodriguez@elsoldepueba.com.mx

Quien crea que el poder político es un instrumento inequívoco de alegría y satisfacción para los hombres y las mujeres que lo poseen solo tiene que echar un vistazo a lo que ocurre en estos días con Eduardo Rivera Pérez para saber que no siempre es así, o que, en el menos peor de los casos, el camino hacia el encumbramiento está colmado de dificultades y padecimientos que hacen poco placentero el recorrido.

Rivera Pérez, sin ser todavía candidato del PAN a la presidencia municipal de Puebla, recibe doble metralla precisamente por ser el aspirante más aventajado de ese partido político al cargo de elección popular de mayor relevancia en esta contienda.

En la semana que terminó, y seguramente así ocurrirá en la que comienza, el panista fue blanco de críticas y descalificaciones por parte del grupo en el poder por la presunta comisión de hechos ilícitos o irregulares que habría cometido a su paso por el ayuntamiento de Puebla en el periodo 2011-2014.

Mientras algunos medios se ocupan en afirmar que Rivera Pérez libró el fuerte brazo de la justicia gracias a la benevolencia del fallecido Rafael Moreno Valle, quien le habría “perdonado” en el contexto de los acuerdos celebrados al interior del PAN para la contienda electoral de 2018, el gobernador Miguel Barbosa asienta, refuerza y dice que “sí”, que “cómo no”, que lo agregará a su larga lista de servidores públicos investigados por sospechas de corrupción.

Entre las publicaciones y el amago para indagar en su pasado, el mandatario, emanado de Morena y aliado de uno de los principales aspirantes a la alcaldía de Puebla por ese partido, Gabriel Biestro Medinilla, le da a Eduardo Rivera una probadita de lo que está por venir, para que sepa de una vez que la elección será de a de veras (siempre y cuando el abanderado sea el líder del Congreso) y que para todos hay un expediente guardado en el cajón.

Rivera fue perseguido de Moreno Valle, pero eso no importa hoy, sino resucitar un proceso que arrancó para frenar sus aspiraciones políticas de entonces.

Los hechos debían servir a Rivera Pérez para desterrar esa versión malintencionada que lo quiso poner como candidato de Barbosa para la presidencia municipal, frente al descenso del partido lopezobradorista en el ánimo de los ciudadanos, el escaso empuje de Biestro en las encuestas sobre preferencia electoral y la posibilidad de que sea Claudia Rivera Vivanco la candidata y no el diputado.

Sin embargo, ya nadie recuerda de esa acusación en el escenario de las actuales discusiones políticas.

Hoy, el debate en torno a Eduardo Rivera se centra en la supuesta soberbia para ceder por adelantado los espacios que le demandan Genoveva Huerta y otros liderazgos panistas en la planilla de regidores y en un ayuntamiento que aún no se gana.

Y justo aquí es donde viene la segunda metralla.

A la presidenta estatal del blanquiazul se suma este día un grupo de más de 40 panistas que desacreditan la actuación de Rivera Pérez en las negociaciones para definir abanderado.

Personajes como Jorge Aguilar, Carolina Beauregard, Francisco Rodríguez, Eduardo Morales, Oswaldo Jiménez, Mónica Rodríguez, Blanca Jiménez, Jacobo Ordaz y Verónica Sobrado, entre otros, piden a su dirigente nacional, Marko Cortés Mendoza, que abra el abanico de búsqueda de candidato a otros aspirantes, incluso más allá del PAN.

El argumento del bloque, que publica este lunes una carta en EL SOL DE PUEBLA con ese propósito, es que Rivera ha recurrido al chantaje y la manipulación para poner obstáculos a los intentos de inclusión que otros grupos, panistas y no panistas, demandan.

El documento no menciona de manera explícita al aspirante, pero desde las primeras líneas queda claro que se refiere a él.

La pugna, entonces, ya no es de Genoveva contra Eduardo, sino de muchos contra Eduardo, lo que viene a complicar más el panorama para un partido y un aspirante que no han podido conciliar deseos particulares en beneficio de un objetivo mayor: la supervivencia.

¿Quién estaría feliz hoy en los zapatos de Rivera, metido entre dos líneas de fuego?

Nadie que no haya sido formado para vivir en guerra permanente.

El expresidente municipal es asediado por sus rivales como si ya fuera el elegido del panismo para ir otra vez a las urnas, pero, cosa curiosa, no lo es, y ahora mismo ya no se sabe si lo será.

Pese a todo, queda una esperanza para el PAN, sus militantes y simpatizantes.

Las modificaciones realizadas al calendario electoral permitirán postular candidatos hasta el 3 de abril, lo mismo que registrar acuerdos entre partidos para llevar candidaturas comunes.

Mes y medio será tiempo suficiente para que, ahora sí, todos los blanquiazules involucrados puedan llegar a un buen arreglo.

De lo contrario, como advirtió este domingo Genoveva Huerta, habrá designación a cargo de la Comisión Permanente Estatal.

Twitter: @jorgerdz

jrodriguez@elsoldepueba.com.mx