El elogio que le expresó el presidente López Obrador al gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina ayer en el barrio de San Antonio, donde se hizo la presentación de los avances del programa de restauración de inmuebles históricos dañados por el sismo de 2017, pudo haber tenido su origen en el compromiso político y electoral hecho público minutos antes por el propio ejecutivo local.
“Sergio Salomón es un extraordinario gobernador. No crean que le estoy haciendo la barba, ¡eh! Es muy bueno, pero muy bueno. Muchas felicidades porque tienen un extraordinario gobernador”, dijo el mandatario mexicano en su turno al micrófono, lo que desató las porras a favor del gobernador nacido en Tepeaca.
Esa no era la primera vez que López Obrador se expresaba en buenos términos de su anfitrión poblano, pero sí fue la más emotiva.
¿Por qué habrá sido?, se preguntará el respetable.
La respuesta, tal vez, se halla en lo que, por su parte, declaró Céspedes Peregrina en el mismo templete, en su oportunidad al micrófono.
Haciéndolo con cuidado, para no incurrir en un delito electoral, Sergio Salomón afirmó que la entidad será uno de los estados más leales, en alusión al proceso comicial en curso, donde están más de 2 mil cargos en disputa, entre ellos la gubernatura, diputaciones locales y federales, así como senadurías y ayuntamientos.
“Le refrendo hasta el último minuto: Puebla seguirá siendo el estado más fiel y proactivo en este proceso que estamos viviendo, de una transformación profunda”, sostuvo el gobernador.
Un compromiso de esa naturaleza, en el trascendente momento político que se vive, merecía una reacción como la que López Obrador tuvo con Céspedes Peregrina, que además, debe ser sincera. Eso piensa el presidente del gobernador.
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Una mini protesta llamó la atención ayer domingo en el marco del evento encabezado por el presidente López Obrador en el barrio de San Antonio.
Antes de que llegara el presidente, unas 10 personas estuvieron afuera del evento portando pancartas relacionadas con la postulación de José Chedraui Budib como candidato a presidente municipal de Puebla.
“Las bases de Morena estamos en contra de la postulación de Pepe Chedraui”, decían las cartulinas.
Durante el acto protocolario estuvieron muy tranquilas, no le lanzaron consignas a nadie ni intentaron llamar la atención de los gobernantes, pero, cuando se fueron López Obrador y Céspedes Peregrina las cosas cambiaron.
Entonces comenzaron a preguntar, a grito pelado, dónde estaban las Rivera, que supuestamente iban a defender a la base del partido y no lo hicieron. Se referían, por supuesto, a Claudia y Mayté Rivera Vivanco.
En su camino se encontraron al diputado local Iván Herrera Villagómez, a quien le recriminaron lo mismo y le llamaron traidor.
La protesta, pues, no fue contra el flamante recién encumbrado precandidato, sino contra aquellas obradoristas que lo permitieron.
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Antes de que el presidente arribara al centro de la ciudad de Puebla, en ese mismo sitio se desarrolló la marcha de miles de poblanos a favor de la democracia y en contra de las reformas constitucionales promovidas por López Obrador, con las que, según la opinión de muchos especialistas, quiere socavar la autonomía de los organismos electorales.
Puebla se sumó a la protesta nacional y a solo unos metros, y en diferente horario, del evento oficial protagonizado por el origen de esa movilización: el mismísimo presidente.
Extraño.
Algunos miles caminaron desde el Paso Bravo hasta el zócalo en la ciudad capital, en un evento que, también hay que decirlo, contó con la participación relevante de algunos de los candidatos más importantes de los partidos de oposición, como Eduardo Rivera Pérez, Mario Riestra Piña y Néstor Camarillo Medina.
La marcha fue capitalizada por la oposición, pero no por eso dejó de ser genuina y obedecer a una molestia auténtica de un sector de la sociedad con el presidente.
Fuera del municipio de Puebla también hubo protestas.
