/ lunes 20 de enero de 2020

¿Encaja Manzanilla en los planes electorales de Barbosa?

Gabriel Biestro Medinilla, Eric Cotoñeto Carmona y en una de esas hasta Olivia Salomón Vibaldo han de haber fruncido el entrecejo al escuchar las palabras de aparente camaradería que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, jefe de todos ellos, le dedicó a su ahora ex secretario de Gobernación, Fernando Manzanilla Prieto.

El viernes, a propósito de la partida del ex funcionario, los reporteros le preguntaron a Barbosa si se había confrontado con Manzanilla y si esperaba que este le fuera desleal ahora que no es uno más de sus subordinados.

“Él seguramente buscará ser candidato dentro de la cuarta transformación. No creo que busque ser candidato por otro partido. No lo creo. O sea, yo no lo veo”, respondió.

“Aunque Genoveva Huerta (presidenta estatal del PAN) quiera, Fernando Manzanilla es de acá, ¿no?”, añadió.

Luego, en un intento por convencer al respetable de que la relación laboral había concluido en los mejores términos, remató con un “créeme (dirigiéndose al reportero que le planteó la interrogante) que no hay una palabra inadecuada pronunciada entre Miguel Barbosa y Fernando Manzanilla. No la hay. Somos dos hombres civilizados”.

A bote pronto, estas palabras fueron interpretadas como una invitación de Barbosa a Manzanilla para sumarse a los comicios intermedios en calidad de candidato a un puesto de elección popular como abanderado de Morena.

Eso es lo que habría provocado un momentáneo dolor de cabeza en Biestro y Cotoñeto, y un gesto de sorpresa en Salomón.

Porque si Manzanilla pretendiera o aceptara ser candidato en 2021, por Morena, lo haría solo nominado a presidente municipal de Puebla o a diputado local, por vía de la representación proporcional, para luego convertirse en representante de bancada en el Congreso del Estado.

La primera opción le pega a Gabriel Biestro y a Olivia Salomón.

El actual presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Poder Legislativo se asume como el virtual abanderado de Morena, pero principalmente de su jefe, a la alcaldía de Puebla, mientras que la secretaria de Economía coquetea con la posibilidad de ser ella, en lugar de Biestro, quien compita por el puesto.

La segunda atenta contra Eric Cotoñeto.

El colaborador de todas las confianzas del gobernador, que diseña la estrategia electoral del barbosismo desde la misma casa en la que despachaba Barbosa hasta antes de ganar la elección de 2019, en la colonia Bellavista, pretende ser candidato a legislador local para luego convertirse en el mandamás de ese poder en favor de los intereses de su jefe.

¿Pondría Barbosa a Manzanilla en la antesala de la presidencia municipal de Puebla o del Congreso, para que sea líder de los diputados de Morena y sus partidos aliados, y después pueda construir, desde cualquiera de esas dos posiciones, su candidatura al gobierno del estado?

¿Le daría no solo el aval sino el respaldo, con el riesgo de que, una vez instalado en el Poder Ejecutivo, saque de sus archivos las viejas cuentas por cobrar, y las cobre?

No parece ser ese el fondo de las respuestas que dio el gobernador a los periodistas en la entrevista del viernes.

Las expresiones usadas no tuvieron el tono de una invitación cordial para sumar fuerzas en la guerra electoral que se avecina contra el PAN.

Las palabras del gobernador parecieron más bien un reto a Manzanilla a demostrar que no fue aliado de la presidenta del Comité Directivo Estatal del blanquiazul, Genoveva Huerta, mientras fue secretario de Gobernación 12 meses, primero con Guillermo Pacheco Pulido y después con él, y que esa presumible alianza no tuvo como propósito infiltrar al partido para usarlo en beneficio propio.

“Aunque Genoveva Huerta quiera, Fernando Manzanilla es de acá.”

Parte de la andanada política y mediática contra Manzanilla tuvo que ver precisamente con esa presunta oscura relación que mantuvo con la dirigente del PAN a espaldas de su entonces jefe.

Si Barbosa sacó el nombre de la dirigente blanquiazul fue porque está convencido de que así fue, de que su otrora subordinado jugó a dos o más bandas.

“¿No?”, dijo al final de la frase, confirmando el reto.

Calmados pues todos los barbosistas.

Hoy por hoy, el ex secretario no podría encajar en los planes electorales del grupo.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Gabriel Biestro Medinilla, Eric Cotoñeto Carmona y en una de esas hasta Olivia Salomón Vibaldo han de haber fruncido el entrecejo al escuchar las palabras de aparente camaradería que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, jefe de todos ellos, le dedicó a su ahora ex secretario de Gobernación, Fernando Manzanilla Prieto.

El viernes, a propósito de la partida del ex funcionario, los reporteros le preguntaron a Barbosa si se había confrontado con Manzanilla y si esperaba que este le fuera desleal ahora que no es uno más de sus subordinados.

“Él seguramente buscará ser candidato dentro de la cuarta transformación. No creo que busque ser candidato por otro partido. No lo creo. O sea, yo no lo veo”, respondió.

“Aunque Genoveva Huerta (presidenta estatal del PAN) quiera, Fernando Manzanilla es de acá, ¿no?”, añadió.

Luego, en un intento por convencer al respetable de que la relación laboral había concluido en los mejores términos, remató con un “créeme (dirigiéndose al reportero que le planteó la interrogante) que no hay una palabra inadecuada pronunciada entre Miguel Barbosa y Fernando Manzanilla. No la hay. Somos dos hombres civilizados”.

A bote pronto, estas palabras fueron interpretadas como una invitación de Barbosa a Manzanilla para sumarse a los comicios intermedios en calidad de candidato a un puesto de elección popular como abanderado de Morena.

Eso es lo que habría provocado un momentáneo dolor de cabeza en Biestro y Cotoñeto, y un gesto de sorpresa en Salomón.

Porque si Manzanilla pretendiera o aceptara ser candidato en 2021, por Morena, lo haría solo nominado a presidente municipal de Puebla o a diputado local, por vía de la representación proporcional, para luego convertirse en representante de bancada en el Congreso del Estado.

La primera opción le pega a Gabriel Biestro y a Olivia Salomón.

El actual presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Poder Legislativo se asume como el virtual abanderado de Morena, pero principalmente de su jefe, a la alcaldía de Puebla, mientras que la secretaria de Economía coquetea con la posibilidad de ser ella, en lugar de Biestro, quien compita por el puesto.

La segunda atenta contra Eric Cotoñeto.

El colaborador de todas las confianzas del gobernador, que diseña la estrategia electoral del barbosismo desde la misma casa en la que despachaba Barbosa hasta antes de ganar la elección de 2019, en la colonia Bellavista, pretende ser candidato a legislador local para luego convertirse en el mandamás de ese poder en favor de los intereses de su jefe.

¿Pondría Barbosa a Manzanilla en la antesala de la presidencia municipal de Puebla o del Congreso, para que sea líder de los diputados de Morena y sus partidos aliados, y después pueda construir, desde cualquiera de esas dos posiciones, su candidatura al gobierno del estado?

¿Le daría no solo el aval sino el respaldo, con el riesgo de que, una vez instalado en el Poder Ejecutivo, saque de sus archivos las viejas cuentas por cobrar, y las cobre?

No parece ser ese el fondo de las respuestas que dio el gobernador a los periodistas en la entrevista del viernes.

Las expresiones usadas no tuvieron el tono de una invitación cordial para sumar fuerzas en la guerra electoral que se avecina contra el PAN.

Las palabras del gobernador parecieron más bien un reto a Manzanilla a demostrar que no fue aliado de la presidenta del Comité Directivo Estatal del blanquiazul, Genoveva Huerta, mientras fue secretario de Gobernación 12 meses, primero con Guillermo Pacheco Pulido y después con él, y que esa presumible alianza no tuvo como propósito infiltrar al partido para usarlo en beneficio propio.

“Aunque Genoveva Huerta quiera, Fernando Manzanilla es de acá.”

Parte de la andanada política y mediática contra Manzanilla tuvo que ver precisamente con esa presunta oscura relación que mantuvo con la dirigente del PAN a espaldas de su entonces jefe.

Si Barbosa sacó el nombre de la dirigente blanquiazul fue porque está convencido de que así fue, de que su otrora subordinado jugó a dos o más bandas.

“¿No?”, dijo al final de la frase, confirmando el reto.

Calmados pues todos los barbosistas.

Hoy por hoy, el ex secretario no podría encajar en los planes electorales del grupo.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx