/ viernes 6 de diciembre de 2019

Escala pleito gobernador-rector; del discurso al contacto físico

La llegada de Francisco José Romero Serrano a la Auditoría Superior del Estado llevó a otro nivel la confrontación del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta con el rector de la BUAP, Alfonso Esparza Ortiz, quien usó la tribuna del Consejo Universitario para acusar el inicio de dos procesos de fiscalización, a los que llamó inusuales, por parte del nuevo auditor estatal.

El diferendo del mandatario con el responsable de la máxima casa de estudios pasó así del pleito discursivo al contacto físico, en un duelo de poder de consecuencias por ahora impredecibles, del que no se sabe qué tan lejos llegará cada uno de estos dos personajes en medio de una disputa que puede irse en espiral, hacia arriba, y volverse cada vez más grande.

Para tratar de prever el desarrollo de este encontronazo es necesario indagar en las intenciones de las partes.

Y para encaminarse en esa ruta hay que hacer las preguntas obligadas.

¿Llega Romero Serrano a la BUAP con la encomienda de encontrar irregularidades en la gestión de Esparza para emprender procedimientos administrativos que deriven en denuncias formales y hasta penales?

¿Pretende el nuevo auditor meterle un susto al rector para que este reconsidere sus maneras de dirigirse al gobernador y lo busque para ofrecerle disculpas por lo que sea que le hayan dicho de él y se ponga a sus órdenes?

¿Responderá Esparza con una misión de paz que trate de operar tras bambalinas una reconciliación que desaparezca las tensiones y deje todo el asunto en un simple malentendido?

¿Intentará contestar las observaciones de los sabuesos del auditor en términos estrictamente técnicos, olvidándose de interpretaciones políticas y dejando de lado las hipótesis que le susurran que Romero Serrano no se apareció en la institución por iniciativa propia?

¿Llevará la universidad a la revuelta para defender una autonomía malherida y con ello llamar la atención de los responsables de la estabilidad política en el país, como los que despachan en la Secretaría de Gobernación federal?

Una última:

¿Intervendrá una tercera fuerza, superior, por supuesto, para sentarlos a los dos y pedirles que resuelvan el diferendo, el que sea que haya y del que nadie da cuenta con exactitud, por la vía pacífica, sin alterar la gobernabilidad del estado, tan necesaria en un contexto social dominado por la inseguridad pública y el estancamiento económico?

No se preocupe usted por la imposibilidad de responder en este momento a todas estas interrogantes.

Las respuestas vendrán después, de manera natural, y serán públicas.

Por ahora está claro que el gobernador y el rector no han podido establecer puentes de comunicación que les permitan transitar por una relación, si no amistosa, al menos respetuosa y cordial.

Ese es un asunto, pero hay más.

Otro mensaje que deja la repentina intervención en la BUAP tiene que ver con el nuevo auditor.

Romero Serrano es de acción rápida y visto está que no tiene problemas en mostrarse como instrumento de quien lo encumbró.

Para que tomen nota en el Partido Acción Nacional, donde brotan ansias por ir a una contienda electoral intermedia en la que depositan amplias y muy optimistas expectativas.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

La llegada de Francisco José Romero Serrano a la Auditoría Superior del Estado llevó a otro nivel la confrontación del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta con el rector de la BUAP, Alfonso Esparza Ortiz, quien usó la tribuna del Consejo Universitario para acusar el inicio de dos procesos de fiscalización, a los que llamó inusuales, por parte del nuevo auditor estatal.

El diferendo del mandatario con el responsable de la máxima casa de estudios pasó así del pleito discursivo al contacto físico, en un duelo de poder de consecuencias por ahora impredecibles, del que no se sabe qué tan lejos llegará cada uno de estos dos personajes en medio de una disputa que puede irse en espiral, hacia arriba, y volverse cada vez más grande.

Para tratar de prever el desarrollo de este encontronazo es necesario indagar en las intenciones de las partes.

Y para encaminarse en esa ruta hay que hacer las preguntas obligadas.

¿Llega Romero Serrano a la BUAP con la encomienda de encontrar irregularidades en la gestión de Esparza para emprender procedimientos administrativos que deriven en denuncias formales y hasta penales?

¿Pretende el nuevo auditor meterle un susto al rector para que este reconsidere sus maneras de dirigirse al gobernador y lo busque para ofrecerle disculpas por lo que sea que le hayan dicho de él y se ponga a sus órdenes?

¿Responderá Esparza con una misión de paz que trate de operar tras bambalinas una reconciliación que desaparezca las tensiones y deje todo el asunto en un simple malentendido?

¿Intentará contestar las observaciones de los sabuesos del auditor en términos estrictamente técnicos, olvidándose de interpretaciones políticas y dejando de lado las hipótesis que le susurran que Romero Serrano no se apareció en la institución por iniciativa propia?

¿Llevará la universidad a la revuelta para defender una autonomía malherida y con ello llamar la atención de los responsables de la estabilidad política en el país, como los que despachan en la Secretaría de Gobernación federal?

Una última:

¿Intervendrá una tercera fuerza, superior, por supuesto, para sentarlos a los dos y pedirles que resuelvan el diferendo, el que sea que haya y del que nadie da cuenta con exactitud, por la vía pacífica, sin alterar la gobernabilidad del estado, tan necesaria en un contexto social dominado por la inseguridad pública y el estancamiento económico?

No se preocupe usted por la imposibilidad de responder en este momento a todas estas interrogantes.

Las respuestas vendrán después, de manera natural, y serán públicas.

Por ahora está claro que el gobernador y el rector no han podido establecer puentes de comunicación que les permitan transitar por una relación, si no amistosa, al menos respetuosa y cordial.

Ese es un asunto, pero hay más.

Otro mensaje que deja la repentina intervención en la BUAP tiene que ver con el nuevo auditor.

Romero Serrano es de acción rápida y visto está que no tiene problemas en mostrarse como instrumento de quien lo encumbró.

Para que tomen nota en el Partido Acción Nacional, donde brotan ansias por ir a una contienda electoral intermedia en la que depositan amplias y muy optimistas expectativas.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx