/ lunes 18 de junio de 2018

La elección no es un partido del Mundial, que no le mientan

No, quien pregone que la contienda electoral será una réplica del resultado que logró ayer la selección mexicana de futbol en Rusia, que doblegó con marcador de un gol contra cero a los alemanes en un partido que ni los más entusiastas esperaban así, está equivocado.

En efecto, el equipo dirigido por Juan Carlos Osorio protagonizó una hazaña, derrotó al campeón del mundo y dio al traste con todos los pronósticos, que anticipaban derrotados a los mexicanos incluso por goleada.

Eso no pasó.

La ambición y el magistral desempeño de 14 jugadores, 11 en la alineación original y tres de cambio, hicieron trizas las previsiones y confirmaron aquella máxima que asegura que en el futbol –como en algunos otros deportes—no hay rival pequeño.

México, último en las expectativas de analistas, apostadores y fanáticos en general, venció a Alemania, primero en todo hasta antes del silbatazo inicial.

Un resultado elogiable y digno de reconocimiento por donde se le vea.

Pero ningún partido de futbol es igual a una contienda electoral.

Quienes esperen o afirmen que los candidatos del PRI correrán con la misma suerte que los tricolores apostados en Rusia, que pasarán por encima de los enemigos en apariencia invencibles para alzarse con la victoria en las urnas, en el cada vez más cercano primero de julio, cometen un error.

De entrada, no hay manera de medir las probabilidades de éxito de un equipo de futbol más que con la revisión de estadísticas, antecedentes históricos y el perfil de sus jugadores vigentes.

La camiseta pesa, pero nunca es definitiva.

Gracias a las encuestas y los estudios de opinión, en una disputa electoral sí hay manera de medir esas probabilidades.

En un partido de futbol intervienen, además de la historia, factores y circunstancias externas que escapan al control de los equipos, como el estado de ánimo, la fuerza y la concentración de los rivales.

Las elecciones, sin embargo, difícilmente son vulnerables a condiciones no previstas en el cuarto de guerra de los partidos y sus candidatos.

Si los estudios de opinión indican que el PRI es el partido de mayor rechazo entre los eventuales electores y si sus abanderados, en una amplia mayoría, se ubican en tercer lugar de las preferencias, muy lejanos del primer sitio, no hay manera de anticipar una explosión de genialidad –como la de Hirving Lozano en la capital rusa—para voltear el marcador.

Que no le tomen el pelo.

Menos si, como se ha exhibido, algunos de los candidatos del partido tricolor en Puebla, al más alto nivel, traen acuerdos con el ex gobernador Rafael Moreno Valle para “no hacerla de jamón”.

Del abanderado presidencial ya ni hablar.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

No, quien pregone que la contienda electoral será una réplica del resultado que logró ayer la selección mexicana de futbol en Rusia, que doblegó con marcador de un gol contra cero a los alemanes en un partido que ni los más entusiastas esperaban así, está equivocado.

En efecto, el equipo dirigido por Juan Carlos Osorio protagonizó una hazaña, derrotó al campeón del mundo y dio al traste con todos los pronósticos, que anticipaban derrotados a los mexicanos incluso por goleada.

Eso no pasó.

La ambición y el magistral desempeño de 14 jugadores, 11 en la alineación original y tres de cambio, hicieron trizas las previsiones y confirmaron aquella máxima que asegura que en el futbol –como en algunos otros deportes—no hay rival pequeño.

México, último en las expectativas de analistas, apostadores y fanáticos en general, venció a Alemania, primero en todo hasta antes del silbatazo inicial.

Un resultado elogiable y digno de reconocimiento por donde se le vea.

Pero ningún partido de futbol es igual a una contienda electoral.

Quienes esperen o afirmen que los candidatos del PRI correrán con la misma suerte que los tricolores apostados en Rusia, que pasarán por encima de los enemigos en apariencia invencibles para alzarse con la victoria en las urnas, en el cada vez más cercano primero de julio, cometen un error.

De entrada, no hay manera de medir las probabilidades de éxito de un equipo de futbol más que con la revisión de estadísticas, antecedentes históricos y el perfil de sus jugadores vigentes.

La camiseta pesa, pero nunca es definitiva.

Gracias a las encuestas y los estudios de opinión, en una disputa electoral sí hay manera de medir esas probabilidades.

En un partido de futbol intervienen, además de la historia, factores y circunstancias externas que escapan al control de los equipos, como el estado de ánimo, la fuerza y la concentración de los rivales.

Las elecciones, sin embargo, difícilmente son vulnerables a condiciones no previstas en el cuarto de guerra de los partidos y sus candidatos.

Si los estudios de opinión indican que el PRI es el partido de mayor rechazo entre los eventuales electores y si sus abanderados, en una amplia mayoría, se ubican en tercer lugar de las preferencias, muy lejanos del primer sitio, no hay manera de anticipar una explosión de genialidad –como la de Hirving Lozano en la capital rusa—para voltear el marcador.

Que no le tomen el pelo.

Menos si, como se ha exhibido, algunos de los candidatos del partido tricolor en Puebla, al más alto nivel, traen acuerdos con el ex gobernador Rafael Moreno Valle para “no hacerla de jamón”.

Del abanderado presidencial ya ni hablar.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx