/ lunes 23 de marzo de 2020

Los frentes abiertos de Miguel Barbosa

La próxima vez que Luis Miguel Barbosa dicte una carta aclaratoria en la que asegure que detrás de las críticas a su administración se encuentran el rector Alfonso Esparza o el diputado federal Fernando Manzanilla, como hizo con la revista Proceso, tendrá que agregar a la presidenta municipal Claudia Rivera y en una de esas hasta Aquiles Córdova, el líder del Movimiento Antorchista al que las autoridades electorales del estado le han negado la formalización de su partido político.

El gobernador lleva un récord de cuatro frentes abiertos en tan solo siete meses de gestión, lo que no es poco si se recuerda que en la campaña de 2019 ofreció devolver la paz social a los poblanos, después de un 2018 convulso debido al proceso electoral, y si se toma en cuenta que el estado aún se ubica lejos de los comicios intermedios, que seguramente incendiarán los ánimos y lo llevarán a la confrontación política con sus principales adversarios de oposición.

Después de hacerlo primero con el rector de la BUAP y el ex secretario de Gobernación, Barbosa se ha liado ahora en una guerra política con la presidenta municipal de Puebla y con el líder nacional de los antorchos, quienes han optado por levantar la voz y armar a sus leales para tratar de defender aquellos que consideran derechos legítimos.

Rivera lo ha hecho evidente en la última semana y no ha parado.

Lanzó tres golpes mediáticos consecutivos para subrayar que defenderá la autonomía municipal y acusar el intento de intromisión con emisarios del pasado que poco o nada hicieron contra la delincuencia en los primeros años del morenovallismo.

Córdova está a la espera de que pase la contingencia sanitaria por el coronavirus para recurrir al mejor de sus recursos: la movilización en las calles.

Quienes conocen al mandatario estatal aseguran que gusta de las guerras, que no se amilana y que va hacia ellas con singular emoción.

“La lucha fue a machetazos, porque nos querían extinguir”, dijo el 9 de octubre de 2019 desde Huejotzingo, segundos antes del famoso “pero los castigó dios”, en alusión a la contienda electoral que protagonizó con Martha Erika Alonso y que terminó con una competencia extraordinaria un año después, por los motivos que usted bien conoce.

El problema de ese espíritu combativo, que arremete con todo y contra todo porque halla en el conflicto y la confrontación la mejor manera de autodefinirse a sí mismo, es que le lleva a la inevitable comparación en estilo y personalidad con Rafael Moreno Valle, aquel que, se supone, fue la antítesis de sus dos campañas por la gubernatura y la antítesis general de la 4T poblana, como bien argumenta Claudia Rivera en su discurso de resistencia.

El supuesto nuevo héroe comienza a parecerse al villano que metió a Puebla en una espiral de autoritarismo que nadie, fuera de los convenencieros aduladores, quiere de vuelta.

Y eso que apenas están por cumplirse los primeros ocho meses de gobierno.

La BUAP, la bancada del PES en la cámara de diputados, el ayuntamiento de Puebla y Antorcha no deberían estar en el conjunto de los enemigos de la administración estatal cuando hay asuntos de verdadera relevancia como la inseguridad, la emergencia sanitaria y todos los males que de esta se derivarán en el futuro inmediato, como la crisis económica y de empleo que ya se prevén.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

La próxima vez que Luis Miguel Barbosa dicte una carta aclaratoria en la que asegure que detrás de las críticas a su administración se encuentran el rector Alfonso Esparza o el diputado federal Fernando Manzanilla, como hizo con la revista Proceso, tendrá que agregar a la presidenta municipal Claudia Rivera y en una de esas hasta Aquiles Córdova, el líder del Movimiento Antorchista al que las autoridades electorales del estado le han negado la formalización de su partido político.

El gobernador lleva un récord de cuatro frentes abiertos en tan solo siete meses de gestión, lo que no es poco si se recuerda que en la campaña de 2019 ofreció devolver la paz social a los poblanos, después de un 2018 convulso debido al proceso electoral, y si se toma en cuenta que el estado aún se ubica lejos de los comicios intermedios, que seguramente incendiarán los ánimos y lo llevarán a la confrontación política con sus principales adversarios de oposición.

Después de hacerlo primero con el rector de la BUAP y el ex secretario de Gobernación, Barbosa se ha liado ahora en una guerra política con la presidenta municipal de Puebla y con el líder nacional de los antorchos, quienes han optado por levantar la voz y armar a sus leales para tratar de defender aquellos que consideran derechos legítimos.

Rivera lo ha hecho evidente en la última semana y no ha parado.

Lanzó tres golpes mediáticos consecutivos para subrayar que defenderá la autonomía municipal y acusar el intento de intromisión con emisarios del pasado que poco o nada hicieron contra la delincuencia en los primeros años del morenovallismo.

Córdova está a la espera de que pase la contingencia sanitaria por el coronavirus para recurrir al mejor de sus recursos: la movilización en las calles.

Quienes conocen al mandatario estatal aseguran que gusta de las guerras, que no se amilana y que va hacia ellas con singular emoción.

“La lucha fue a machetazos, porque nos querían extinguir”, dijo el 9 de octubre de 2019 desde Huejotzingo, segundos antes del famoso “pero los castigó dios”, en alusión a la contienda electoral que protagonizó con Martha Erika Alonso y que terminó con una competencia extraordinaria un año después, por los motivos que usted bien conoce.

El problema de ese espíritu combativo, que arremete con todo y contra todo porque halla en el conflicto y la confrontación la mejor manera de autodefinirse a sí mismo, es que le lleva a la inevitable comparación en estilo y personalidad con Rafael Moreno Valle, aquel que, se supone, fue la antítesis de sus dos campañas por la gubernatura y la antítesis general de la 4T poblana, como bien argumenta Claudia Rivera en su discurso de resistencia.

El supuesto nuevo héroe comienza a parecerse al villano que metió a Puebla en una espiral de autoritarismo que nadie, fuera de los convenencieros aduladores, quiere de vuelta.

Y eso que apenas están por cumplirse los primeros ocho meses de gobierno.

La BUAP, la bancada del PES en la cámara de diputados, el ayuntamiento de Puebla y Antorcha no deberían estar en el conjunto de los enemigos de la administración estatal cuando hay asuntos de verdadera relevancia como la inseguridad, la emergencia sanitaria y todos los males que de esta se derivarán en el futuro inmediato, como la crisis económica y de empleo que ya se prevén.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx