/ miércoles 7 de marzo de 2018

Morena es para Moreno Valle lo que AN fue para Marín en 2010

Rafael Moreno Valle y el PAN parecen sufrir hoy aquello que Mario Marín Torres y el PRI padecieron en 2010.

Esa vez, la naciente ola morenovallista, combinada con el desprestigio de Marín, resultó tan atractiva para los profesionales de la política que pudo motivar a los aliados del priismo a darles la espalda al entonces gobernador y su candidato, Javier López Zavala.

A partir de una labor meticulosa que Marín Torres no advirtió debido a su exceso de confianza, soberbia dirán algunos, Moreno Valle usó los meses previos a la elección de gobernador para desmembrar el aparato priista que hasta antes de esa contienda funcionaba en automático en favor de los abanderados del tricolor.

Sin que nadie del marinismo se percatara del peligro que asomaba sobre sus intereses, el futuro candidato de la alianza Compromiso por Puebla establecía pactos de mutua conveniencia con los diferentes liderazgos del PRI, partido dominante hasta entonces, para sumarlos a su causa.

La clase política, mayoritariamente priista, desperdigada en los distintos municipios y comunidades del estado, se fue con Moreno Valle, que les ofrecía candidaturas de elección popular y un paraíso que no tendría fin una vez ganado el proceso electoral.

Los tricolores, muchos de ellos relegados y excluidos de los beneficios del poder por el propio Marín y su grupo de colaboradores, aceptaron gustosos.

Traicionaron a Marín, a Zavala y a su partido, y pasaron a engrosar las filas del prometedor candidato de apellido Moreno Valle, que fue arropado, de manera formal, por los partidos PAN, PRD, Convergencia y Nueva Alianza.

Ese fue uno de los varios factores que condujeron a la histórica derrota del tricolor y al relevo de partido en Casa Puebla.

Ocho años después, el fenómeno parece repetirse.

Ahora el PAN de Moreno Valle se mira en el espejo del PRI de Marín, y Morena, el nuevo y reluciente instituto político, en el del PAN.

La ola del 2018 se llama “Andrés Manuel López Obrador” y ha generado tal expectativa entre la población que muchos de los otrora aliados de Moreno Valle han decidido saltar de su barco para treparse al del tabasqueño.

Las razones que llevan al cambio de equipo son similares a las que motivaron a los priistas a abandonar a Marín en 2010.

Pero de entre todas ellas sobresale una sola.

Dada su naturaleza, los políticos suelen pegarse con quien les puede dar mayores garantías de acceso a posiciones de poder.

Aquí es donde aparece el Movimiento Regeneración Nacional.

Gracias al ‘Peje’, Morena se ha convertido en el partido de mayor expectativa de triunfo en la entidad, por lo menos en lo que corresponde a la elección presidencial.

Eso ha hecho que gente de todos los municipios haya decidido sumarse, de una u otra forma, de manera pública o silenciosa, a través de una candidatura o sin ella, a las redes de apoyo de López Obrador, y por tanto, del resto de los abanderados a puestos de elección popular.

Esa es la similitud de la contienda electoral de 2018 con la de 2010.

No obstante, hay que hacer una observación.

A diferencia de Marín, que se asumió invencible y no vio cómo era rebasado por la derecha, Moreno Valle está consciente de lo que sucede.

El ex gobernador poblano ocupa gran parte de su agenda personal para tratar de impedir que le abandonen sus antiguos aliados, y por tanto, que Martha Érika Alonso Hidalgo, su esposa, pierda la gubernatura.

Para ello ha convertido su casa de Las Fuentes en su principal centro de operación política.

El reto es mantener dentro de su equipo a todos quienes le apoyaron en el pasado, incluidos presidentes municipales, diputados locales y federales, dirigentes de partido y liderazgos regionales que aunque no poseen cargo alguno, son factor de influencia en las comunidades donde habitan.

¿Tendrá argumentos para hacerlos permanecer en el lado morenovallista?

La respuesta llegará el 1 de julio.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Rafael Moreno Valle y el PAN parecen sufrir hoy aquello que Mario Marín Torres y el PRI padecieron en 2010.

Esa vez, la naciente ola morenovallista, combinada con el desprestigio de Marín, resultó tan atractiva para los profesionales de la política que pudo motivar a los aliados del priismo a darles la espalda al entonces gobernador y su candidato, Javier López Zavala.

A partir de una labor meticulosa que Marín Torres no advirtió debido a su exceso de confianza, soberbia dirán algunos, Moreno Valle usó los meses previos a la elección de gobernador para desmembrar el aparato priista que hasta antes de esa contienda funcionaba en automático en favor de los abanderados del tricolor.

Sin que nadie del marinismo se percatara del peligro que asomaba sobre sus intereses, el futuro candidato de la alianza Compromiso por Puebla establecía pactos de mutua conveniencia con los diferentes liderazgos del PRI, partido dominante hasta entonces, para sumarlos a su causa.

La clase política, mayoritariamente priista, desperdigada en los distintos municipios y comunidades del estado, se fue con Moreno Valle, que les ofrecía candidaturas de elección popular y un paraíso que no tendría fin una vez ganado el proceso electoral.

Los tricolores, muchos de ellos relegados y excluidos de los beneficios del poder por el propio Marín y su grupo de colaboradores, aceptaron gustosos.

Traicionaron a Marín, a Zavala y a su partido, y pasaron a engrosar las filas del prometedor candidato de apellido Moreno Valle, que fue arropado, de manera formal, por los partidos PAN, PRD, Convergencia y Nueva Alianza.

Ese fue uno de los varios factores que condujeron a la histórica derrota del tricolor y al relevo de partido en Casa Puebla.

Ocho años después, el fenómeno parece repetirse.

Ahora el PAN de Moreno Valle se mira en el espejo del PRI de Marín, y Morena, el nuevo y reluciente instituto político, en el del PAN.

La ola del 2018 se llama “Andrés Manuel López Obrador” y ha generado tal expectativa entre la población que muchos de los otrora aliados de Moreno Valle han decidido saltar de su barco para treparse al del tabasqueño.

Las razones que llevan al cambio de equipo son similares a las que motivaron a los priistas a abandonar a Marín en 2010.

Pero de entre todas ellas sobresale una sola.

Dada su naturaleza, los políticos suelen pegarse con quien les puede dar mayores garantías de acceso a posiciones de poder.

Aquí es donde aparece el Movimiento Regeneración Nacional.

Gracias al ‘Peje’, Morena se ha convertido en el partido de mayor expectativa de triunfo en la entidad, por lo menos en lo que corresponde a la elección presidencial.

Eso ha hecho que gente de todos los municipios haya decidido sumarse, de una u otra forma, de manera pública o silenciosa, a través de una candidatura o sin ella, a las redes de apoyo de López Obrador, y por tanto, del resto de los abanderados a puestos de elección popular.

Esa es la similitud de la contienda electoral de 2018 con la de 2010.

No obstante, hay que hacer una observación.

A diferencia de Marín, que se asumió invencible y no vio cómo era rebasado por la derecha, Moreno Valle está consciente de lo que sucede.

El ex gobernador poblano ocupa gran parte de su agenda personal para tratar de impedir que le abandonen sus antiguos aliados, y por tanto, que Martha Érika Alonso Hidalgo, su esposa, pierda la gubernatura.

Para ello ha convertido su casa de Las Fuentes en su principal centro de operación política.

El reto es mantener dentro de su equipo a todos quienes le apoyaron en el pasado, incluidos presidentes municipales, diputados locales y federales, dirigentes de partido y liderazgos regionales que aunque no poseen cargo alguno, son factor de influencia en las comunidades donde habitan.

¿Tendrá argumentos para hacerlos permanecer en el lado morenovallista?

La respuesta llegará el 1 de julio.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx