Por el clima de violencia que vive el país, ser mexicana o mexicano se ha vuelto una tarea de alto riesgo, pero este riesgo aumenta si eres joven pues a pesar de que en diversas mañaneras el presidente López Obrador ha presumido una supuesta disminución en la inseguridad, la realidad pinta muy diferente, y sino pregúntenle a las los jóvenes de México, pues es precisamente este sector social el que se ha visto severamente afectado a lo largo de los 5 años que llevamos de cuarta transformación, siendo el peor año el 2022 en donde de acuerdo a datos del INEGI, 15 mil 617 jóvenes de entre 15 y 30 años de edad perdieron la vida a manos del crimen organizado.
De hecho los jóvenes también figuran ampliamente en las listas de personas desaparecidas, pues con base en cifras del Observatorio sobre Desaparición e impunidad en México, actualmente se tienen identificados 36 mil 265 casos de personas desaparecidas de entre las cuales, 15 mil 445 son jóvenes nuevamente de entre 15 y 30 años de edad, lo anterior representa que del total de desapariciones en el país 42% de ellas implican a una persona joven.
Por si las cifras anteriormente expuestas no representaran un escándalo ya, año con año el crimen organizado recluta a la fuerza entre 30 y 35 mil jóvenes obligándolos a llevar a cabo labores de sicarios o halcones, de hecho muchas de las carreteras del país se han vuelto ya una zona en donde la delincuencia acostumbra secuestrar y enrolar o eliminar a sus víctimas, tales son los casos más recientes los ocurridos el 11 de agosto del presente año con 5 jóvenes en Lagos de Moreno y el pasado 4 de diciembre, en donde otro grupo de 5 jóvenes perdió la vida en Celaya Guanajuato.
Estos dos terroríficos casos tienen un común denominador, las infames palabras del presidente de la república en donde al ser preguntado por la prensa respecto al primer caso hizo el gesto de que no escuchaba nada, y procedió a contar un chiste que hacía referencia a alguien que solo escuchaba lo que le convenía, en el segundo caso sin la más mínima evidencia se le hizo sencillo acusar al otro grupo de jóvenes de ser consumidores de drogas y justificar su muerte, argumentando que fueron a comprar estupefacientes a miembros de un cártel rival, esta versión fue posteriormente desmentida por la madre de uno de los jóvenes y la fiscalía de Guanajuato.
La pereza y atrevimiento del presidente de la república en contra de estos dos grupos de jóvenes ante los horrores con los que perdieron la vida, contrasta con la rápida y tersa respuesta en su mañanera de la semana pasada cuando se tocó el tema del fallecimiento de la señora María Consuelo Loera Perezt, madre de uno de los narcotraficantes más sanguinarios en la historia de México. Andrés Manuel López obrador dijo textualmente que todos los familiares de la señora merecían respeto y consideración, palabras que como mínimo hubieran deseado los afectados por las víctimas de feminicidios, la caída de la línea 12 del metro, los muertos por covid, los desaparecidos y las víctimas del narco durante su gobierno.
La estabilidad social de un México en terapia intensiva pende de un hilo y ante el cruento abandono del estado, el pueblo poco a poco empieza a volverse la última línea de defensa entre nuestro país y el crimen organizado, como ejemplo palpable de esto último está el caso ocurrido la semana pasada en Texcaltitlán Estado de México, en donde los pobladores sin garantías de seguridad por parte de las autoridades, se armaron con lo que tuvieron a la mano para enfrentar ellos mismos a miembros del cártel de la familia michoacana.
Con las elecciones del 2024 y la sucesión presidencial a la vuelta de la esquina, aunque las encuestas coloquen a Morena en la cima de las preferencias, es importante considerar ante el hartazgo de la gente, el voto de castigo que ha de darse a este gobierno por el mal manejo de la crisis generada por la violencia.