/ viernes 16 de abril de 2021

Origen y retorno del experimento Eduardo Rivera “fake”

Eduardo Rivera Santamaría se estrenó como virtual candidato a la presidencia municipal de Puebla con un mensaje poco ortodoxo publicado en redes sociales.

Con un tuit, el abanderado del partido Fuerza por México hizo un guiño al gobernador Miguel Barbosa que sorprendió por el descaro con que se puso al servicio del mandatario, emanado de otro partido político, en teoría opositor, en la antesala de una contienda electoral.

“En #Puebla seré el candidato de la 4 Transformación, de la mano del Gobernador @MBarbosaMX seguiremos la ruta de una #puebla próspera, justa y equitativa!”, escribió el empresario venido a político en la cuenta @LaloRiveraSMR.

Las palabras de Rivera Santamaría, o “Lalo fake”, como se le conoce en el círculo rojo, no conmovieron por el reconocimiento público del partido Fuerza por México como apéndice de Morena, un hecho que el respetable ya sabía con antelación, sino por la presunta desvergüenza del personaje para evidenciarlo apenas unas horas después de su destape.

Como en muchos otros casos, sin embargo, las apariencias pueden engañar.

Que Rivera Santamaría esté en la aventura electoral para cumplir el propósito de Gerardo Islas Maldonado, que es hacerla de comparsa de los intereses de Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador, no significa que hará lo mismo para Barbosa, con quien cree tener una factura que cobrar por acontecimientos ocurridos en el pasado, hace apenas unos meses.

La ecuación es simple: la confusión que su nombre provoque entre algunos electores despistados restará votos al panista Eduardo Rivera Pérez y ayudará en consecuencia a Morena, donde la candidata será Claudia Rivera Vivanco y no Gabriel Biestro Medinilla, el alfil caído del gobernador.

Para entender qué pasó y cómo fue que Rivera Santamaría llegó a donde está hay que ir hacia atrás en el tiempo.

A principios de 2020, al operador político de Barbosa, Eric Cotoñeto Carmona, se le ocurrió una “brillante” idea: meter a Rivera Santamaría en la contienda por la alcaldía de Puebla para arrebatarle votos a Rivera Pérez, a quien ya visualizaba como candidato del PAN, en medio de una confusión de nombres que haría que los electores obsequiaran una importante cascada de sufragios a “Lalo fake”.

Como la idea tenía que ser aprobada por el gobernador para ser puesta en marcha, Cotoñeto hizo lo que tenía que hacer: consultarle a su jefe.

Una vez hecho eso y con la aprobación del mandatario en la bolsa, trazó una estrategia que fue mucho más allá de lo que había acordado en un comienzo, que era preparar un candidato de bajo perfil que fuese postulado por un partido pequeño para dedicarse solo a alimentar la confusión entre los votantes, con Rivera Pérez como objetivo.

En lugar de eso, Cotoñeto desplegó un estruendoso plan de promoción personal del precandidato, del que todos los habitantes de la ciudad de Puebla fueron testigos, con el uso y abuso de anuncios espectaculares en estructuras fijas y en unidades del transporte público que emplearon de pretexto (para burlar la ley) un programa de radio conducido por el empresario.

En poco tiempo, la cara de este otro “Lalo Rivera” apareció por todos lados, lo mismo que su nombre, a la vez que se puso a recorrer la ciudad para llevarle regalos a los habitantes de colonias populares, nomás por buena onda.

“Lalo fake” pasó entonces de ser un esbozo de herramienta de distracción electoral a mirarse a sí mismo como el plan b, incluso el plan a, del gobernador Barbosa en la meta de conservar el gobierno de la capital para la cuatroté.

Tan intenso fue el despliegue de promoción personal por aire y tierra que le hicieron los operadores de Cotoñeto que se creyó con más méritos que Biestro y que cualquier otro morenista para competir por ese partido en la contienda electoral.

Después de unos meses ya no quiso ser solo el aliado que sirviera de ariete contra las aspiraciones de Rivera Pérez, sino el candidato del barbosismo para enfrentar al panista con toda la intención de ganar.

Alentado por Cotoñeto, pidió ver al gobernador para mostrarle con encuestas en mano que tenía mejor intención de voto que Biestro.

En otra muestra de auto sobrevaloración aseguró contar con respaldo político y económico del exgobernador José Antonio Gali Fayad para ir a una apuesta electoral exitosa.

Incluso se ofreció a ser puente de comunicación entre el actual inquilino de Casa Aguayo y Gali para que arreglaran sus diferencias.

En resumen, Rivera Santamaría subió a un ladrillo y se mareó.

Además, la excesiva exposición de la marca “Lalo Rivera” tuvo un efecto opuesto al deseado, pues terminó por incrementar el potencial de voto de Eduardo Rivera Pérez.

Entre finales de 2020 y principios de 2021 cayó de la gracia de Casa Aguayo y fue borrado del mapa.

Como usted habrá visto, la propaganda disfrazada de publicidad desapareció y poco o nada se volvió a hablar de él… hasta hace unos días.

Para sorpresa de la clase política, fue rescatado por el partido de Gerardo Islas para hacer el papel que un año atrás le planteó Cotoñeto, pero, y ojo aquí, en otro contexto.

“Lalo fake” fue pensado para ayudar a Biestro.

Sin el diputado en la boleta electoral, como está previsto hasta hoy, sin la respuesta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a su impugnación, la ayuda será para Claudia Rivera, con todo y el disgusto que eso signifique para el gobernador Barbosa.

Por eso no hay que creer literal el tuit de Rivera Santamaría, que, aunque colaboró con el mandatario en las campañas de 2018 y 2019, quedó resentido con él después de sentirse utilizado en su extraña (por decir lo menos) incursión en política.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Eduardo Rivera Santamaría se estrenó como virtual candidato a la presidencia municipal de Puebla con un mensaje poco ortodoxo publicado en redes sociales.

Con un tuit, el abanderado del partido Fuerza por México hizo un guiño al gobernador Miguel Barbosa que sorprendió por el descaro con que se puso al servicio del mandatario, emanado de otro partido político, en teoría opositor, en la antesala de una contienda electoral.

“En #Puebla seré el candidato de la 4 Transformación, de la mano del Gobernador @MBarbosaMX seguiremos la ruta de una #puebla próspera, justa y equitativa!”, escribió el empresario venido a político en la cuenta @LaloRiveraSMR.

Las palabras de Rivera Santamaría, o “Lalo fake”, como se le conoce en el círculo rojo, no conmovieron por el reconocimiento público del partido Fuerza por México como apéndice de Morena, un hecho que el respetable ya sabía con antelación, sino por la presunta desvergüenza del personaje para evidenciarlo apenas unas horas después de su destape.

Como en muchos otros casos, sin embargo, las apariencias pueden engañar.

Que Rivera Santamaría esté en la aventura electoral para cumplir el propósito de Gerardo Islas Maldonado, que es hacerla de comparsa de los intereses de Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador, no significa que hará lo mismo para Barbosa, con quien cree tener una factura que cobrar por acontecimientos ocurridos en el pasado, hace apenas unos meses.

La ecuación es simple: la confusión que su nombre provoque entre algunos electores despistados restará votos al panista Eduardo Rivera Pérez y ayudará en consecuencia a Morena, donde la candidata será Claudia Rivera Vivanco y no Gabriel Biestro Medinilla, el alfil caído del gobernador.

Para entender qué pasó y cómo fue que Rivera Santamaría llegó a donde está hay que ir hacia atrás en el tiempo.

A principios de 2020, al operador político de Barbosa, Eric Cotoñeto Carmona, se le ocurrió una “brillante” idea: meter a Rivera Santamaría en la contienda por la alcaldía de Puebla para arrebatarle votos a Rivera Pérez, a quien ya visualizaba como candidato del PAN, en medio de una confusión de nombres que haría que los electores obsequiaran una importante cascada de sufragios a “Lalo fake”.

Como la idea tenía que ser aprobada por el gobernador para ser puesta en marcha, Cotoñeto hizo lo que tenía que hacer: consultarle a su jefe.

Una vez hecho eso y con la aprobación del mandatario en la bolsa, trazó una estrategia que fue mucho más allá de lo que había acordado en un comienzo, que era preparar un candidato de bajo perfil que fuese postulado por un partido pequeño para dedicarse solo a alimentar la confusión entre los votantes, con Rivera Pérez como objetivo.

En lugar de eso, Cotoñeto desplegó un estruendoso plan de promoción personal del precandidato, del que todos los habitantes de la ciudad de Puebla fueron testigos, con el uso y abuso de anuncios espectaculares en estructuras fijas y en unidades del transporte público que emplearon de pretexto (para burlar la ley) un programa de radio conducido por el empresario.

En poco tiempo, la cara de este otro “Lalo Rivera” apareció por todos lados, lo mismo que su nombre, a la vez que se puso a recorrer la ciudad para llevarle regalos a los habitantes de colonias populares, nomás por buena onda.

“Lalo fake” pasó entonces de ser un esbozo de herramienta de distracción electoral a mirarse a sí mismo como el plan b, incluso el plan a, del gobernador Barbosa en la meta de conservar el gobierno de la capital para la cuatroté.

Tan intenso fue el despliegue de promoción personal por aire y tierra que le hicieron los operadores de Cotoñeto que se creyó con más méritos que Biestro y que cualquier otro morenista para competir por ese partido en la contienda electoral.

Después de unos meses ya no quiso ser solo el aliado que sirviera de ariete contra las aspiraciones de Rivera Pérez, sino el candidato del barbosismo para enfrentar al panista con toda la intención de ganar.

Alentado por Cotoñeto, pidió ver al gobernador para mostrarle con encuestas en mano que tenía mejor intención de voto que Biestro.

En otra muestra de auto sobrevaloración aseguró contar con respaldo político y económico del exgobernador José Antonio Gali Fayad para ir a una apuesta electoral exitosa.

Incluso se ofreció a ser puente de comunicación entre el actual inquilino de Casa Aguayo y Gali para que arreglaran sus diferencias.

En resumen, Rivera Santamaría subió a un ladrillo y se mareó.

Además, la excesiva exposición de la marca “Lalo Rivera” tuvo un efecto opuesto al deseado, pues terminó por incrementar el potencial de voto de Eduardo Rivera Pérez.

Entre finales de 2020 y principios de 2021 cayó de la gracia de Casa Aguayo y fue borrado del mapa.

Como usted habrá visto, la propaganda disfrazada de publicidad desapareció y poco o nada se volvió a hablar de él… hasta hace unos días.

Para sorpresa de la clase política, fue rescatado por el partido de Gerardo Islas para hacer el papel que un año atrás le planteó Cotoñeto, pero, y ojo aquí, en otro contexto.

“Lalo fake” fue pensado para ayudar a Biestro.

Sin el diputado en la boleta electoral, como está previsto hasta hoy, sin la respuesta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a su impugnación, la ayuda será para Claudia Rivera, con todo y el disgusto que eso signifique para el gobernador Barbosa.

Por eso no hay que creer literal el tuit de Rivera Santamaría, que, aunque colaboró con el mandatario en las campañas de 2018 y 2019, quedó resentido con él después de sentirse utilizado en su extraña (por decir lo menos) incursión en política.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx