/ miércoles 10 de junio de 2020

Reclama Claudia Rivera la continuación de las hostilidades

¿Recuerda usted a Víctor Manuel Sánchez Ruiz?

En efecto, el contralor estatal del sexenio de Mario Marín que se hacía como el Tío Lolo cada vez que algún representante de la sociedad civil, una asociación o un partido político distinto al PRI le exigía investigar a su propio jefe y al resto de los involucrados en el escándalo Lydia Cacho.

Este personaje, que ahora es auditor especial de la Auditoría Superior del Estado, ya sabe usted gracias a quién, llegó hace un par de semanas al DIF municipal de Puebla para hacerse cargo, personalmente, de las indagatorias que se ordenaron desde el barrio del Alto por la presunta compra irregular de despensas para los damnificados por el parón económico que ha significado la cuarentena.

Se supone que iba a emprender una auditoría preventiva, nada más, pero Sánchez Ruiz se apersonó en plan prepotente, pegó uno que otro grito al personal del DIF e hizo que sacaran de su oficina a Jedpy Blasquez, la jefa de recursos materiales del organismo municipal y encargada de la compra de las famosas despensas.

El hecho, por supuesto, enfureció a la presidenta Claudia Rivera, que junto con sus asesores jurídicos prepara una denuncia en contra de Sánchez Ruiz para impedir que él, o uno de sus asistentes, se vuelva a comportar de esa manera.

Sin hacer una alusión directa, la edil mandó un mensaje a los responsables de la auditoría que se realiza en el DIF para pedirles, otra vez, que le bajen de intensidad a la persecución.

Claudia Rivera no fue ni rijosa ni agresiva. Cuidó las formas para dirigirse al auditor Francisco José Romero Serrano y, por tanto, a su jefe, el gobernador Miguel Barbosa, pero lo hizo de una forma sutil, sin aspavientos, de manera que solo pudieran entenderlo los destinatarios.

Es decir, fue un mensaje para iniciados.

La presidenta municipal de Puebla subió a redes sociales un video en el que se hizo acompañar de su tesorero, Armando Morales, para informar a los habitantes de la ciudad que gobierna que el manejo de los recursos públicos destinados para atender las necesidades de la pandemia, entre las que se encuentra la compra de las despensas, se ha llevado a cabo con claridad y honestidad.

Eso dijo.

“En esta ciudad incluyente”, expuso Rivera, “la transparencia y legalidad son fundamentales. No le temo a auditorías ni mucho menos a cuestionamientos mal intencionados; el dinero es de la gente y debe gastarse con responsabilidad.”

Luego remató: “Sí a la transparencia, no a la persecución.”

Ni por asomo introdujo el incómodo episodio del ex contralor de Marín en su discurso, pero ese incidente fue el que la obligó a tratar de defenderse, nuevamente, de manera pública, de la embestida administrativa y jurídica que le han querido propinar desde la oficina que se ubica en el 1105 de la calle 5 Sur, donde despacha, además de Sánchez Ruiz, Romero Serrano.

Si la atención gubernamental que amerita la crisis sanitaria, derivada del virus venido de China, no fue suficiente para detener el enfrentamiento político del gobernador Barbosa con el rector de la BUAP, Alfonso Esparza, ahora queda claro que tampoco ha servido para frenar el del mismo mandatario estatal con la alcaldesa de Puebla.

Por lo que se ve, en la administración estatal hay tiempo y atención para todo.

Lo que todavía no termina de entenderse es cómo transitará la relación de Barbosa con Rivera en el contexto de la contienda electoral intermedia, cuando, se supone, todos los liderazgos y los personajes de poder público emanados de Morena tendrán que sumar fuerzas para sacar adelante a su partido.

Como están las cosas, sin pacificación de por medio, no parece que vayan a estar muy unidos el gobernador y la presidenta municipal en apoyo de sus candidatos, situación que, en definitiva, terminará por ayudar a la oposición, muy probablemente al panismo.

@jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

¿Recuerda usted a Víctor Manuel Sánchez Ruiz?

En efecto, el contralor estatal del sexenio de Mario Marín que se hacía como el Tío Lolo cada vez que algún representante de la sociedad civil, una asociación o un partido político distinto al PRI le exigía investigar a su propio jefe y al resto de los involucrados en el escándalo Lydia Cacho.

Este personaje, que ahora es auditor especial de la Auditoría Superior del Estado, ya sabe usted gracias a quién, llegó hace un par de semanas al DIF municipal de Puebla para hacerse cargo, personalmente, de las indagatorias que se ordenaron desde el barrio del Alto por la presunta compra irregular de despensas para los damnificados por el parón económico que ha significado la cuarentena.

Se supone que iba a emprender una auditoría preventiva, nada más, pero Sánchez Ruiz se apersonó en plan prepotente, pegó uno que otro grito al personal del DIF e hizo que sacaran de su oficina a Jedpy Blasquez, la jefa de recursos materiales del organismo municipal y encargada de la compra de las famosas despensas.

El hecho, por supuesto, enfureció a la presidenta Claudia Rivera, que junto con sus asesores jurídicos prepara una denuncia en contra de Sánchez Ruiz para impedir que él, o uno de sus asistentes, se vuelva a comportar de esa manera.

Sin hacer una alusión directa, la edil mandó un mensaje a los responsables de la auditoría que se realiza en el DIF para pedirles, otra vez, que le bajen de intensidad a la persecución.

Claudia Rivera no fue ni rijosa ni agresiva. Cuidó las formas para dirigirse al auditor Francisco José Romero Serrano y, por tanto, a su jefe, el gobernador Miguel Barbosa, pero lo hizo de una forma sutil, sin aspavientos, de manera que solo pudieran entenderlo los destinatarios.

Es decir, fue un mensaje para iniciados.

La presidenta municipal de Puebla subió a redes sociales un video en el que se hizo acompañar de su tesorero, Armando Morales, para informar a los habitantes de la ciudad que gobierna que el manejo de los recursos públicos destinados para atender las necesidades de la pandemia, entre las que se encuentra la compra de las despensas, se ha llevado a cabo con claridad y honestidad.

Eso dijo.

“En esta ciudad incluyente”, expuso Rivera, “la transparencia y legalidad son fundamentales. No le temo a auditorías ni mucho menos a cuestionamientos mal intencionados; el dinero es de la gente y debe gastarse con responsabilidad.”

Luego remató: “Sí a la transparencia, no a la persecución.”

Ni por asomo introdujo el incómodo episodio del ex contralor de Marín en su discurso, pero ese incidente fue el que la obligó a tratar de defenderse, nuevamente, de manera pública, de la embestida administrativa y jurídica que le han querido propinar desde la oficina que se ubica en el 1105 de la calle 5 Sur, donde despacha, además de Sánchez Ruiz, Romero Serrano.

Si la atención gubernamental que amerita la crisis sanitaria, derivada del virus venido de China, no fue suficiente para detener el enfrentamiento político del gobernador Barbosa con el rector de la BUAP, Alfonso Esparza, ahora queda claro que tampoco ha servido para frenar el del mismo mandatario estatal con la alcaldesa de Puebla.

Por lo que se ve, en la administración estatal hay tiempo y atención para todo.

Lo que todavía no termina de entenderse es cómo transitará la relación de Barbosa con Rivera en el contexto de la contienda electoral intermedia, cuando, se supone, todos los liderazgos y los personajes de poder público emanados de Morena tendrán que sumar fuerzas para sacar adelante a su partido.

Como están las cosas, sin pacificación de por medio, no parece que vayan a estar muy unidos el gobernador y la presidenta municipal en apoyo de sus candidatos, situación que, en definitiva, terminará por ayudar a la oposición, muy probablemente al panismo.

@jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx