/ viernes 6 de diciembre de 2019

Regresión

Siguiendo las huellas de un falso dios hemos considerado como extraños y enemigos a todos cuantos no alcanzábamos a comprender.

No llegando a entender unos y otros nuestras respectivas políticas, culturas y subculturas, a menudo basadas en una diferente visión del mundo, ponemos en duda las motivaciones de los demás, es decir, nos negamos recíprocamente nuestra respectiva humanidad. Y hemos dejado de ver lo más evidente: la mayoría de la gente quiere vivir en paz, en salud, con trabajo productivo y en plenitud, sea cual sea la filosofía que cada uno tenga para estar ahí. Si unos a otros nos consideramos como un obstáculo para avanzar, eso se constituye en el principal y más poderoso obstáculo. La desconfianza es una profecía que se cumple a sí misma.

La política de la polarización (los buenos y los malos, los fifís y los chairos, los progresistas y los conservadores) nos está corroyendo, nos está separando, nos está asfixiando y nos está regresando al pasado que ya vivimos en la década de los 70. El 1º de diciembre volvimos a presenciar, como una fotografía del pasado, grupos de manifestantes con visiones contrastadas, en función de una política de desunión y de confrontación que nada abona a nuestra convivencia y progreso.

Desgraciadamente esta semilla de odio está fructificando en el mundo y en diversos países. Nuestro continente lo está viviendo desde el norte hasta el extremo sur. Independientemente de los debates electorales, en donde es casi natural y obvio la confrontación y el cuestionamiento. Tal parece que el mundo se detuvo y empezó en regresión, los nacionalismos a ultranza vuelven a ser ondeados como banderas, se vuelve a hablar de socialismo y se vuelve a cuestionar al capital, tal parece que el marxismo renace en una versión moderna de la lucha de clases. ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Por qué esta regresión al pasado?

La séptima ley Hermética nos habla del Principio de Correspondencia, diciéndonos que “Como es arriba es abajo”; “Como es adentro es afuera”. Viendo cómo es el estado de nuestro exterior, de nuestro mundo físico, así es el estado de nuestro mundo interior, así de exacto, así de preciso. Es una ley. En la naturaleza no tienen cabida los disfraces. Hoy estamos viviendo en una sociedad de odio y de egoísmo brutal, centrada fundamentalmente en aspectos materiales que buscan el poder y el dinero a toda costa. El ser humano está reducido a objeto y a valor de cambio: “tanto tienes tanto vales”. Hemos perdido la verdadera dimensión del Ser Humano y por lo tanto revelamos en nuestro exterior el infierno y la animalidad que llevamos dentro. Los gobiernos están constituidos por personas de nuestra realidad y de nuestro medio, no son extraterrestres, y en consecuencia muestran lo que viven dentro de ellos y reflejan lo que nosotros vivimos adentro y afuera.

Contrastando con esa triste realidad, la evolución espiritual de la humanidad nos ha dado a entender que hay cada vez más gente que está transformando sus miedos y se está vinculando al resto de la humanidad unida a ella en aspiraciones comunes. Este desarrollo de conciencia es toda una revolución trascendental, que hace que en vez de ver enemigos por todas partes empecemos a ver aliados por doquier. Bajo los emblemas y atavíos culturales yace un mundo totalmente distinto, y cuando lo comprendamos cambiará de forma radical nuestra idea de la naturaleza humana.

Y debemos cambiar porque necesitamos hacerlo, no necesitamos esperar a que alguien nos dirija. Nuestro caminar es hacia adelante, nunca hacia atrás. Podemos empezar a introducir el cambio en cualquier punto de un sistema: la vida humana, la familia, la nación. ¿Queremos un mundo de paz?, empecemos por tenerla o lograrla nosotros mismos.

Gracias Puebla.

Siguiendo las huellas de un falso dios hemos considerado como extraños y enemigos a todos cuantos no alcanzábamos a comprender.

No llegando a entender unos y otros nuestras respectivas políticas, culturas y subculturas, a menudo basadas en una diferente visión del mundo, ponemos en duda las motivaciones de los demás, es decir, nos negamos recíprocamente nuestra respectiva humanidad. Y hemos dejado de ver lo más evidente: la mayoría de la gente quiere vivir en paz, en salud, con trabajo productivo y en plenitud, sea cual sea la filosofía que cada uno tenga para estar ahí. Si unos a otros nos consideramos como un obstáculo para avanzar, eso se constituye en el principal y más poderoso obstáculo. La desconfianza es una profecía que se cumple a sí misma.

La política de la polarización (los buenos y los malos, los fifís y los chairos, los progresistas y los conservadores) nos está corroyendo, nos está separando, nos está asfixiando y nos está regresando al pasado que ya vivimos en la década de los 70. El 1º de diciembre volvimos a presenciar, como una fotografía del pasado, grupos de manifestantes con visiones contrastadas, en función de una política de desunión y de confrontación que nada abona a nuestra convivencia y progreso.

Desgraciadamente esta semilla de odio está fructificando en el mundo y en diversos países. Nuestro continente lo está viviendo desde el norte hasta el extremo sur. Independientemente de los debates electorales, en donde es casi natural y obvio la confrontación y el cuestionamiento. Tal parece que el mundo se detuvo y empezó en regresión, los nacionalismos a ultranza vuelven a ser ondeados como banderas, se vuelve a hablar de socialismo y se vuelve a cuestionar al capital, tal parece que el marxismo renace en una versión moderna de la lucha de clases. ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Por qué esta regresión al pasado?

La séptima ley Hermética nos habla del Principio de Correspondencia, diciéndonos que “Como es arriba es abajo”; “Como es adentro es afuera”. Viendo cómo es el estado de nuestro exterior, de nuestro mundo físico, así es el estado de nuestro mundo interior, así de exacto, así de preciso. Es una ley. En la naturaleza no tienen cabida los disfraces. Hoy estamos viviendo en una sociedad de odio y de egoísmo brutal, centrada fundamentalmente en aspectos materiales que buscan el poder y el dinero a toda costa. El ser humano está reducido a objeto y a valor de cambio: “tanto tienes tanto vales”. Hemos perdido la verdadera dimensión del Ser Humano y por lo tanto revelamos en nuestro exterior el infierno y la animalidad que llevamos dentro. Los gobiernos están constituidos por personas de nuestra realidad y de nuestro medio, no son extraterrestres, y en consecuencia muestran lo que viven dentro de ellos y reflejan lo que nosotros vivimos adentro y afuera.

Contrastando con esa triste realidad, la evolución espiritual de la humanidad nos ha dado a entender que hay cada vez más gente que está transformando sus miedos y se está vinculando al resto de la humanidad unida a ella en aspiraciones comunes. Este desarrollo de conciencia es toda una revolución trascendental, que hace que en vez de ver enemigos por todas partes empecemos a ver aliados por doquier. Bajo los emblemas y atavíos culturales yace un mundo totalmente distinto, y cuando lo comprendamos cambiará de forma radical nuestra idea de la naturaleza humana.

Y debemos cambiar porque necesitamos hacerlo, no necesitamos esperar a que alguien nos dirija. Nuestro caminar es hacia adelante, nunca hacia atrás. Podemos empezar a introducir el cambio en cualquier punto de un sistema: la vida humana, la familia, la nación. ¿Queremos un mundo de paz?, empecemos por tenerla o lograrla nosotros mismos.

Gracias Puebla.