/ miércoles 3 de julio de 2019

Revivir a Morena, la misión política de Barbosa

En medio de malas experiencias de arranque de gobierno, obsequiadas por el Movimiento Regeneración Nacional y la 4T, las expectativas del respetable poblano ocupan ahora un especial interés en la futura actuación, el desempeño y los resultados de Luis Miguel Barbosa Huerta como mandatario en funciones.

La incógnita sobre los alcances del trabajo que realizará el próximo gobernador crece en la medida que se incrementa el desencanto de ese sector del electorado que mira con enfado y frustración la inexistencia de logros tangibles por parte de aquellos servidores públicos, hombres y mujeres por igual, a quienes dio su voto de confianza hace apenas un año.

Andrés Manuel López Obrador no ha sido igual de eficaz como presidente que como aspirante y candidato.

En siete meses de gobierno, el tabasqueño acumula una pila de críticas por su política de recortes al presupuesto y un sinfín de quejas por su escasa planeación en la toma de decisiones, que lo ha llevado a contradecirse en más de una ocasión con sus colaboradores de primer nivel.

Si recibe un solo cuestionamiento, por pequeño que sea, exhibe su versión más intolerante: llama “adversario” a quien realiza el atrevimiento y le despoja de toda calidad moral frente al jurado implacable que le rinde tributo y pleitesía (el pueblo “bueno y sabio”, según sus palabras).

El presidente López Obrador sigue en inacabable campaña, con el reto cada vez mayor de emparejar esa narrativa esperanzadora, y maniquea, con la realidad.

Los alcaldes de los principales municipios del estado, con Claudia Rivera Vivanco, de Puebla, a la cabeza, han actuado peor.

Ellos llevan ocho meses y medio en funciones y no han podido materializar ninguna de las promesas de la 4T.

Los problemas que ofrecieron erradicar siguen ahí, vigentes y en ascenso.

Pero ese no es el punto, que continúen, sino que no se hayan mostrado hasta hoy esfuerzos y estrategias serias y razonables, tendientes a terminar con ellos incluso en el mediano y largo plazo.

La participación de los electores en la contienda extraordinaria del 2 de junio reflejó este ambiente de desencanto, que no es mayoritario aún pero que sí existe.

Unos votantes prefirieron sufragar por partidos diferentes a los que enarbolan la 4T y otros optaron por quedarse en casa.

El arranque de Morena en el gobierno de la república y en las administraciones municipales del estado se acerca más al fracaso que al éxito, lo que obliga, en el caso concreto de Puebla, donde se alteró el ciclo político y gubernamental por la muerte de Martha Erika Alonso Hidalgo, a poner la mirada y las expectativas en un tercer escenario, que está por comenzar.

¿Será Miguel Barbosa distinto a López Obrador y a ediles como Claudia Rivera y Karina Pérez Popoca, de San Andrés Cholula, entre otros?

¿Será mejor que ellos?

Esas son preguntas que rondan entre analistas y representantes de los distintos sectores del estado, principalmente el económico.

La respuesta que ellos mismos se dan es unánime:

Esperan y desean que sí, que su gobierno supere con creces a los otros, que, al menos en el comienzo, se han visto ineficaces e inexpertos.

Ahí radica la misión política e histórica del próximo gobernador.

Frente a la decepción creciente, Barbosa tendrá la tarea de convencer a los poblanos de que no fue un error haber votado por Morena y sus partidos aliados.

Para ello no habrá varita mágica que sirva.

Solo el trabajo eficiente le ayudará a conseguir ese objetivo.

Resultados tangibles y medibles evitarán que Morena se conduzca al precipicio y le dotarán del oxígeno que requiere para arribar a las elecciones intermedias con un importante nivel de competitividad.

El gobernador electo lo sabe bien.

Cerca de la media noche del 2 de junio, unas horas después de terminada la contienda electoral, Barbosa llamó a los militantes de los partidos que lo postularon a mejorar lo que se había hecho hasta ese día, con la advertencia previa de que el resultado conseguido en municipios como la capital le acababa de otorgar nuevas expectativas de competencia al PAN, que desde ese momento comenzaba a prepararse para disputar, en 2021, lo que había perdido.

Morena necesita recobrar la esperanza de los electores, por bien de su sobrevivencia.

***

Fernando Manzanilla Prieto es el más extrañado con las versiones periodísticas que lo pretenden colocar como el “gran elector” al interior del PAN.

El titular de la Secretaría General de Gobierno no ha movido los hilos para poner consejeros en ese partido ni para promover a incipientes dirigentes, como se ha escrito.

Las versiones parten de la disputa interna que sostienen en el blanquiazul dos grupos políticos muy bien identificados: el de los panistas tradicionales y el de los morenovallistas (que todavía quedan algunos).

Los primeros, con personajes como Francisco Fraile García y Eduardo Rivera Pérez en primera línea, intentan desacreditar el trabajo de su dirigente, Genoveva Huerta Villegas, y para eso utilizan la especie de que se ha apostado por perfiles “sugeridos” o “recomendados” desde la oficina principal de Casa Aguayo.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

En medio de malas experiencias de arranque de gobierno, obsequiadas por el Movimiento Regeneración Nacional y la 4T, las expectativas del respetable poblano ocupan ahora un especial interés en la futura actuación, el desempeño y los resultados de Luis Miguel Barbosa Huerta como mandatario en funciones.

La incógnita sobre los alcances del trabajo que realizará el próximo gobernador crece en la medida que se incrementa el desencanto de ese sector del electorado que mira con enfado y frustración la inexistencia de logros tangibles por parte de aquellos servidores públicos, hombres y mujeres por igual, a quienes dio su voto de confianza hace apenas un año.

Andrés Manuel López Obrador no ha sido igual de eficaz como presidente que como aspirante y candidato.

En siete meses de gobierno, el tabasqueño acumula una pila de críticas por su política de recortes al presupuesto y un sinfín de quejas por su escasa planeación en la toma de decisiones, que lo ha llevado a contradecirse en más de una ocasión con sus colaboradores de primer nivel.

Si recibe un solo cuestionamiento, por pequeño que sea, exhibe su versión más intolerante: llama “adversario” a quien realiza el atrevimiento y le despoja de toda calidad moral frente al jurado implacable que le rinde tributo y pleitesía (el pueblo “bueno y sabio”, según sus palabras).

El presidente López Obrador sigue en inacabable campaña, con el reto cada vez mayor de emparejar esa narrativa esperanzadora, y maniquea, con la realidad.

Los alcaldes de los principales municipios del estado, con Claudia Rivera Vivanco, de Puebla, a la cabeza, han actuado peor.

Ellos llevan ocho meses y medio en funciones y no han podido materializar ninguna de las promesas de la 4T.

Los problemas que ofrecieron erradicar siguen ahí, vigentes y en ascenso.

Pero ese no es el punto, que continúen, sino que no se hayan mostrado hasta hoy esfuerzos y estrategias serias y razonables, tendientes a terminar con ellos incluso en el mediano y largo plazo.

La participación de los electores en la contienda extraordinaria del 2 de junio reflejó este ambiente de desencanto, que no es mayoritario aún pero que sí existe.

Unos votantes prefirieron sufragar por partidos diferentes a los que enarbolan la 4T y otros optaron por quedarse en casa.

El arranque de Morena en el gobierno de la república y en las administraciones municipales del estado se acerca más al fracaso que al éxito, lo que obliga, en el caso concreto de Puebla, donde se alteró el ciclo político y gubernamental por la muerte de Martha Erika Alonso Hidalgo, a poner la mirada y las expectativas en un tercer escenario, que está por comenzar.

¿Será Miguel Barbosa distinto a López Obrador y a ediles como Claudia Rivera y Karina Pérez Popoca, de San Andrés Cholula, entre otros?

¿Será mejor que ellos?

Esas son preguntas que rondan entre analistas y representantes de los distintos sectores del estado, principalmente el económico.

La respuesta que ellos mismos se dan es unánime:

Esperan y desean que sí, que su gobierno supere con creces a los otros, que, al menos en el comienzo, se han visto ineficaces e inexpertos.

Ahí radica la misión política e histórica del próximo gobernador.

Frente a la decepción creciente, Barbosa tendrá la tarea de convencer a los poblanos de que no fue un error haber votado por Morena y sus partidos aliados.

Para ello no habrá varita mágica que sirva.

Solo el trabajo eficiente le ayudará a conseguir ese objetivo.

Resultados tangibles y medibles evitarán que Morena se conduzca al precipicio y le dotarán del oxígeno que requiere para arribar a las elecciones intermedias con un importante nivel de competitividad.

El gobernador electo lo sabe bien.

Cerca de la media noche del 2 de junio, unas horas después de terminada la contienda electoral, Barbosa llamó a los militantes de los partidos que lo postularon a mejorar lo que se había hecho hasta ese día, con la advertencia previa de que el resultado conseguido en municipios como la capital le acababa de otorgar nuevas expectativas de competencia al PAN, que desde ese momento comenzaba a prepararse para disputar, en 2021, lo que había perdido.

Morena necesita recobrar la esperanza de los electores, por bien de su sobrevivencia.

***

Fernando Manzanilla Prieto es el más extrañado con las versiones periodísticas que lo pretenden colocar como el “gran elector” al interior del PAN.

El titular de la Secretaría General de Gobierno no ha movido los hilos para poner consejeros en ese partido ni para promover a incipientes dirigentes, como se ha escrito.

Las versiones parten de la disputa interna que sostienen en el blanquiazul dos grupos políticos muy bien identificados: el de los panistas tradicionales y el de los morenovallistas (que todavía quedan algunos).

Los primeros, con personajes como Francisco Fraile García y Eduardo Rivera Pérez en primera línea, intentan desacreditar el trabajo de su dirigente, Genoveva Huerta Villegas, y para eso utilizan la especie de que se ha apostado por perfiles “sugeridos” o “recomendados” desde la oficina principal de Casa Aguayo.

Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx