/ viernes 10 de abril de 2020

Viernes Santo

Hoy no debo salir de mi casa, debo cuidarme de cualquier contagio de este virus mortal que ya ha matado en México a 141 personas y tiene a 6295 sospechosos. Mi Puebla es el tercer estado de la República con más contagios (156) y ya tenemos 2 decesos, y ahora nos hablan de que en los próximos días los contagios serán exponenciales y estaremos entrando a la fase 3 de la pandemia.

Todo es inédito y desconcertante en esta Semana Santa, los templos están cerrados y muchos negocios han bajado sus cortinas; las calles lucen semivacías y solo en los mercados y tiendas de autoservicio se ve movimiento escaso la mayoría de gente anda enmascarada o con cubre bocas.

Parece una película de ciencia ficción, ¿o se trata de una guerra?, ¿contra quién?, ¿quién es el enemigo? Parecemos soldados de una guerra contra lo invisible, soldados sin armas y sin uniforme, salvo la mascarilla o el cubre boca, aguardando un ataque imprevisto. Es una guerra sin generales pero con tantos responsables como el poder decida. Es la guerra de la cifra loca y de la culpa absurda.

Quién diría, antes un acto sexual sin preservativo podía conducir a la muerte; hoy, un beso o un abrazo pueden hacer lo mismo en cuestión de días. La tecnología nos separó del otro, y ahora es obligatorio hacerlo. Nuestras casas muchas veces eran como hoteles, donde solo veníamos a dormir, ahora obligadamente tenemos que estar dentro de ellas las 24 horas. Y qué ironía, antes nunca teníamos tiempo para nosotros, siempre alegábamos la prisa, hoy tenemos tanto tiempo para la introspección personal, pero no sabemos cómo hacerlo.

No habrá procesión en las calles del centro y el Nazareno se quedará guardado en su iglesia; no podré ver al Rey de Reyes, al milagroso Jesús de las Maravillas, que quizá está vestido de médico o de enfermero, asistiendo en los hospitales junto a los médicos y enfermeras a los muchos enfermos y dolientes.

Hoy, me contentaré con postrarme ante mi Cristo y recordar su pasión y muerte en el Calvario, y recordaré y meditaré cada una de sus siete palabras: 1. PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN (Lucas 23,34); 2. HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO (Lucas 23,43); 3. HÉ AQUÍ A TU HIJO. HE AQUÍ A TU MADRE; 4. DIOS MÍO ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO? (mateo 27,46); 5. TENGO SED (Juan 19,28); 6. TODO ESTÁ CUMPLIDO (Juan 1930), y 7. EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU (Lucas 23,46).

Y creo que no le pediré nada, pese a que lo necesito tanto, porque recordé el verso “Oración al Cristo del Calvario” de la egregia poetisa Gabriela Mistral, que dice: En esta tarde, Cristo del Calvario/ vine a rogarte por mi carne enferma;/ pero, al verte, mis ojos van y vienen/ de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza. ¿Cómo quejarme de mis pies cansados cuando veo los tuyos destrozados?/ ¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas? ¿Cómo explicarte a ti mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo estás?/ ¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón? Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias./ El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña./ Y sólo pido no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta, ir aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta. AMÉN… y sólo diré ¡PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS!

Gracias Puebla, escúchame mañana en mi programa CONVERSACIONES en ABC Radio, 12.80 de AM a las 9 hrs. Te recuerdo, ahora más que nunca: “LO QUE CUESTA DINERO VALE LOCO”

Hoy no debo salir de mi casa, debo cuidarme de cualquier contagio de este virus mortal que ya ha matado en México a 141 personas y tiene a 6295 sospechosos. Mi Puebla es el tercer estado de la República con más contagios (156) y ya tenemos 2 decesos, y ahora nos hablan de que en los próximos días los contagios serán exponenciales y estaremos entrando a la fase 3 de la pandemia.

Todo es inédito y desconcertante en esta Semana Santa, los templos están cerrados y muchos negocios han bajado sus cortinas; las calles lucen semivacías y solo en los mercados y tiendas de autoservicio se ve movimiento escaso la mayoría de gente anda enmascarada o con cubre bocas.

Parece una película de ciencia ficción, ¿o se trata de una guerra?, ¿contra quién?, ¿quién es el enemigo? Parecemos soldados de una guerra contra lo invisible, soldados sin armas y sin uniforme, salvo la mascarilla o el cubre boca, aguardando un ataque imprevisto. Es una guerra sin generales pero con tantos responsables como el poder decida. Es la guerra de la cifra loca y de la culpa absurda.

Quién diría, antes un acto sexual sin preservativo podía conducir a la muerte; hoy, un beso o un abrazo pueden hacer lo mismo en cuestión de días. La tecnología nos separó del otro, y ahora es obligatorio hacerlo. Nuestras casas muchas veces eran como hoteles, donde solo veníamos a dormir, ahora obligadamente tenemos que estar dentro de ellas las 24 horas. Y qué ironía, antes nunca teníamos tiempo para nosotros, siempre alegábamos la prisa, hoy tenemos tanto tiempo para la introspección personal, pero no sabemos cómo hacerlo.

No habrá procesión en las calles del centro y el Nazareno se quedará guardado en su iglesia; no podré ver al Rey de Reyes, al milagroso Jesús de las Maravillas, que quizá está vestido de médico o de enfermero, asistiendo en los hospitales junto a los médicos y enfermeras a los muchos enfermos y dolientes.

Hoy, me contentaré con postrarme ante mi Cristo y recordar su pasión y muerte en el Calvario, y recordaré y meditaré cada una de sus siete palabras: 1. PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN (Lucas 23,34); 2. HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO (Lucas 23,43); 3. HÉ AQUÍ A TU HIJO. HE AQUÍ A TU MADRE; 4. DIOS MÍO ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO? (mateo 27,46); 5. TENGO SED (Juan 19,28); 6. TODO ESTÁ CUMPLIDO (Juan 1930), y 7. EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU (Lucas 23,46).

Y creo que no le pediré nada, pese a que lo necesito tanto, porque recordé el verso “Oración al Cristo del Calvario” de la egregia poetisa Gabriela Mistral, que dice: En esta tarde, Cristo del Calvario/ vine a rogarte por mi carne enferma;/ pero, al verte, mis ojos van y vienen/ de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza. ¿Cómo quejarme de mis pies cansados cuando veo los tuyos destrozados?/ ¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas? ¿Cómo explicarte a ti mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo estás?/ ¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón? Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias./ El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña./ Y sólo pido no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta, ir aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta. AMÉN… y sólo diré ¡PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS!

Gracias Puebla, escúchame mañana en mi programa CONVERSACIONES en ABC Radio, 12.80 de AM a las 9 hrs. Te recuerdo, ahora más que nunca: “LO QUE CUESTA DINERO VALE LOCO”