Descubriendo mis sombras, “nunca estuve negada al sexo rudo"

La historia de quien vive el sadomasoquismo

DR. JOAQUÍN ALEJANDRO SOTO CHILACA* / Especial

  · domingo 22 de julio de 2018

“Nunca estuve negada al sexo rudo, sin embargo honestamente, jamás había tenido un acercamiento real a este modo de practicarlo, una parte de mí permanece curiosa a las novedades del sadomasoquismo, pero luego mi parte emocional vino a recordarme que tal vez no era el momento adecuado para curiosear, tal vez era el momento de algo que me ayudara a creer y crecer” decía Mayte en un intento de racionalizar sus experiencias y emociones, como si se tratara de una ecuación con resolución perfecta de sus investigaciones en el postgrado de Ingeniería Física Matemática.

Mayte era una alumna destacada de su área, con un trayectoria implacable, con concursos y premios de por medio, pero en cuanto al amor decía “era todo un desastre” y es que desde los 15 años fue una alumna brillante que participaba en concursos de matemáticas, su pasión según refiere, lo que generó que en la adolescencia no tuviera una vida como la de cualquier otra chica de su edad, saliendo y conociendo gente, pues sus amigos y compañeros la veían como el bicho raro de la clase por sus logros, y la experiencia más relevante que tuvo con una pareja fue producto de una apuesta de la que salió profundamente lastimada.

“En preparatoria tuve una relación fugaz con Martín, ya sabes, el niño popular de la escuela, yo me enganché muy rápido, sentía que por fin alguien podía ver más allá de la Mayte sabelotodo y que por fin me veían como una chica más, pero eso pronto terminó después de que tuvimos nuestra primera experiencia sexual, una vez que lo logró, el teatro se acabó y yo me refugié en mis concursos y proyectos de investigación durante muchos años, no me sentía suficiente para poder corresponder a las necesidades de una pareja.

Pero pronto, a finales del otoño del año pasado, un par de amigos de toda la vida la animaron a inscribirse a Tinder, a lo que Mayte accedió dice por salir de la rutina y por deshacerse un poco de esos complejos de una forma menos agresiva y qué mejor que el uso de la tecnología, en esta red se describió como “Abierta a lo desconocido, experta en descifrar lo indescifrable” haciendo alusión a su perfil profesional, sin embargo no advirtió que ello atraería a Mateo, demasiado guapo y varonil para su gusto, quien en un primer momento atendió al llamado de Mayte mediante el mensaje “Tú con tanto que conocer y yo con tanto que enseñarte, seré tu mejor reto, descíframe”.

Mayte sintió un temblor inusual por todo el cuerpo y al mismo tiempo percibió como sus mejillas se sonrojaban, cerró la conversación y se tomó una semana en decidir su respuesta, pero finalmente la animó el hecho de probar, porque la curiosidad estaba ahí y finalmente no tenía nada que perder, siempre había estado sola y ya había pasado por cosas peores.

“Mateo es el hombre seguro y confiado de sí mismo, sofisticado, elegante y caballeroso, desde el principio me advirtió que ya estaba en una relación abierta en la que se le permitía conocer a más gente, probar sus gustos y ambiciones con otras personas, sin involucrar sentimientos, desde el primer momento noté su inclinación por tener el control, nuestras primeras citas fueron bastante normales, hasta que llegaron las fiestas decembrinas y le pedí que me ayudara a elegir un vestido para una cena que se haría en el centro de investigación en el que trabajaba, confiaba mucho en su buen gusto pese a las escasas dos semanas de conocernos, recuerdo que eligió para mí un vestido carmín ajustado con un escote profundo que yo jamás hubiera elegido, era hermoso pero no me sentía yo, se lo decía mientras me miraba frente al espejo del probador, entonces él se acercó y se posicionó detrás de mí, rodeó mi cintura con una de sus manos mientras me susurraba al oído que podía ver que el vestido no podría lucir mejor en nadie que no fuera yo y que él ya había decidido que ese vestido sería el que usara… comencé a sudar cuando con su otra mano enrolló mi cabello largo, descubrió mi cuello, pensaba que me besaría cuando puso sus labios en él, pero de inmediato sentí un dolor inexplicable luego de una ligera succión acompañada de una mordida, mientras tiraba de mi cabello suave pero consistentemente y presionaba mi vientre hacia atrás, acercándome a su cuerpo, respiraba más rápido, el dejó de morderme, me soltó, acarició y besó mi mejilla diciendo que tendría que usar el cabello recogido y estaría hermosa”. Mayte no veía venir esto, sentía como la adrenalina recorría su cuerpo, pero al mismo tiempo sentí miedo de lo que podría indicar ello.

Sin embargo, Mayte esa noche puso en la balanza la curiosidad y el miedo, decidió darle una oportunidad a la curiosidad, tuvo su primer encuentro sexual sadomasoquista, intenso, único, doloroso pero que despertó más su curiosidad según lo describe. “Mateo solía dejar marcas visibles siempre que nos veíamos, como en un modo de hacer saber quien mandaba, nuestros encuentros eran totalmente dirigidos por él, yo era su sumisa, y hasta cierto punto me gustaba, quería conocer más, todo el tiempo recordaba cada una de las cosas que hacíamos, no podía pensar bien, pero por otro lado, anhelaba ese sentido de cercanía y proximidad después de tener sexo, pero una vez que terminábamos él se vestía y me dejaba en mi departamento, no había besos de despedida, ni mensajes un día después, solo nos comunicábamos para acordar nuestro próximo encuentro, me sentía celosa al pensar que estaba con su novia o alguien más mientras no sabía de él, pero estaba consciente que era parte de un acuerdo inicial la no exclusividad y la falta de sentimientos inmersos, eso por momentos me desanimaba, pero cuando llamaba, todos mis cuestionamientos se esfumaban, y en lo único que pensaba era en volver a verlo, aunque nuestro modo de acercamiento fuera rudo y físico exclusivamente”.

Pero al término del invierno un nuevo investigador se incorporó a su grupo de trabajo, se trataba de Alonso, quien pronto comenzó a cortejar a Mayte, por un momento dudó en corresponderle, sin embargo, en Alonso, Mayte encontraba esa conexión y proximidad emocional que tanto anhelaba con Mateo, “sí, estaba segura de que Mateo me daba esa pasión y alimento a mi curiosidad sexual todo el tiempo, jamás me había sentido tan viva como con él, pero con Alonso encontraba el sentido de comprensión y atención que tanto quería en una relación en tan sólo unas salidas a cenar, estaba en un dilema de permanecer alimentando mi sentido masoquista o darme mi primera oportunidad para sentirme querida”, esas dudas terminaron cuando Mayte y Mateo coincidieron en un centro comercial, pero Mateo estaba acompañado de su novia, “lo vi feliz, con esos ojos de amor que jamás había visto en él cuando me veía a mí, pero supe que era momento de alejarnos cuando no me sentí lastimada, contrariamente, me sentía contenta porque esclarecía que jamás encontraría eso que se llama amor con él, estábamos destinados a seguir con nuestro camino, su misión de abrir mi visión al sadomasoquismo estaba cumplida, tenía la certeza de que me gustaba ser la sumisa, pero no podría vivir con las alas cortadas para volar hacia los horizontes del amor, no estaba enojada con Mateo ni conmigo misma, fue uno de los muchos pasos que me quedaban por dar para volver a sentirme mujer, con todos los deseos y sentimientos que eso implica y ahora el nuevo reto no era nada sencillo: ¿Aventurarme en el amor me daría el mismo sentido de satisfacción?”.


*Médico Psiquiatra, Sexólogo, Psiquiatra Forense y Psicoterapeuta.

Director de Mindful. Expertos en Psiquiatría y Psicología.

www.vivemindful.com