/ martes 16 de abril de 2024

Fundación de Puebla: Una ciudad para españoles después de la Conquista

El valle de Cuetlaxcoapan fue el sitio elegido por Salmerón para fundar la nueva ciudad porque tenía agua en abundancia, había manantiales con agua dulce y era atravesado por tres ríos: Atoyac, Alseseca y San Francisco

Después de la Conquista de México, muchos españoles andaban errantes por el territorio sin recursos o viviendo a costa de los indígenas. En 1530, la reina Isabel de Portugal, le solicitó a la Real Audiencia de la Nueva España buscar un lugar adecuado para fundar una ciudad de españoles para proveerles un futuro promisorio.

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El proyecto tenía como objetivo reclutar a los españoles sin recursos que carecían de ocupación y andaban errantes por el territorio, o los que vivían a costas de los indígenas dándoles malos tratos y malos ejemplos.

La intención era que se dedicaran al trabajo de la tierra, convertirlos en labradores para preservarla. Pensaron que, teniendo una casa y un pedazo de suelo, perderían el deseo de vagar y aprenderían a amar al país en donde tenían propiedades y cultivos.

En enero 1531, el proyecto de la nueva ciudad le fue encomendando en sesión de cabildo al licenciado Juan de Salmerón, oidor de la Segunda Real Audiencia y consejero del rey Carlos V.

Foja de la repartición de tierras. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Un sitio estratégico para la ciudad

Juan de Salmerón buscó un desploblado con tierras suficientes para levantar la nueva ciudad cumpliendo con los requisitos dictados por la Corona. Para que la ciudad prosperara, requería que el sitio contara con clima templado, suelo apto para el cultivo de trigo y tener suficiente agua. El líquido vital era indispensable no solo para su consumo, también para el desarrollo salubre de la ciudad, para el riego y como fuente de energía hidráulica de los molinos.

De esta forma, el oidor de la Segunda Audiencia, encontró una región desierta en varios kilómetros que en tiempo anterior a la Conquista había sido utilizada como campo de batalla para los grupos indígenas vecinos, una especie de tierra de nadie que también era ideal para impedir que los españoles sometieran a los indígenas a su servicio.

El sitio era estratégico, se encontraba entre varios señoríos relevantes: Totimehuacan, Cholula, Tepeaca y Tlaxcala, y además, serviría como pasó o punto de descanso entre la capital del país y el Puerto de Veracruz.

El valle de Cuetlaxcoapan fue el sitio elegido por Salmerón para fundar la nueva ciudad, porque tenía agua en abundancia, había manantiales con agua dulce y era atravesado por tres ríos (Atoyac, Alseseca y San Francisco). Además, contaba con una extensa zona para cultivos, pasto para mantener rebaños, canteras cercanas, estaba rodeado de cerros pequeños que atajarían las fuertes corrientes de viento y una gran cantidad de bosques donde se obtendrían los materiales para la construcción.

La audiencia previó que de este poblamiento surgiría una comunidad agrícola en una región fértil que podría abastecer a toda la Colonia de los frutos y cereales españoles que los indígenas habían sido incapaces de producir hasta ese momento por el desconocimiento de otras técnicas que se les enseñarían, y a su vez, los españoles aprenderían los métodos de cultivo de los naturales.

La Cédula Real fue otorgada por la Reina Isabel. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Se funda la Ciudad de los Ángeles

La fundación de la ciudad de los Ángeles, tuvo lugar el 16 de abril de 1531, con una misa solemne en la que solo estuvieron catorce vecinos. No se sabe con exactitud el número de pobladores que integraron la sociedad naciente, pero si existe una lista que menciona que fueron 34 personas a los que se les repartieron los solares.

Se cree que fray Toribio de Benavente, mejor conocido como “Motolinía”, realizó la misa fundacional en una loma al oriente del río San Francisco que formaba parte del paraje boscoso del Estanque de los Pescaditos y es el sitio que hoy ocupa la capilla de Santa Elena.

Cada uno de los españoles que habían sido elegidos para ser los primeros pobladores de la nueva ciudad, recibió de una y media a dos caballerías de tierra para construir su casa, establecer cultivos y criar ganado, en la zona que hoy ocupa el Paseo de San Francisco.

Los españoles tuvieron que ponerse a trabajar para poner en pie sus casas y propiedades, a cada uno les fueron designados temporalmente 20 indígenas para que les ayudaran en la labor.

Los vecinos tuvieron que sortear las dificultades que se comenzaron a presentar. La fundación se había realizado en primavera y para verano, las primeras lluvias torrenciales se llevaron las casas de los habitantes, algunos abandonaron sus hogares y esto estuvo a punto de arruinar la fundación.

Los 12 frailes franciscanos que llegaron a a evangelizar la Nueva Esoaña. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Incluso, los habitantes de la ciudad de México comenzaron a poner trabas para que el proyecto de la nueva ciudad de españoles no prosperara por miedo a que perjudicara sus intereses comerciales. Pero la enérgica actitud de la Segunda Real Audiencia y la intervención fray Julián Garcés, primer obispo de la Nueva España, impidieron su ruina.

La urbe virreinal

La ciudad se había establecido del lado oriente del río San Francisco porque la zona contaba con agua dulce. Pero debido a las características del suelo hubo que trasladarse al lado poniente del río, lugar en el que la ciudad se estableció de forma definitiva.

Una vez elegido el sitio del lado poniente en donde se ubicaría de forma definitiva la ciudad, se trazó a partir de las cuatro esquinas del zócalo. Fue una traza rectangular dividida en calles rectas con cierta desviación y con manzanas de 200 por 100 varas, cada una dividida en 8 solares.

Como en todas las urbes virreinales, lo primero que se estableció fue la Plaza Mayor (zócalo) frente a ella el Edificio de La Audiencia, con el Cabildo, la cárcel, el corral, la alhóndiga y archivo de la ciudad; y a los lados, la primera iglesia de la ciudad y casas con portales de los vecinos más destacados.

La antigua Ciudad de los Ángeles quedó delimitada, al oriente por el río de San Francisco, al lado poniente por la 7 Norte-Sur, hacia el sur se extendió hasta la 13 Oriente-Poniente, y al norte hasta la 20 Oriente-Poniente.

Entonces se llevó a cabo la fundación civil de la ciudad, el 29 de septiembre de 1531, día de San Miguel Arcángel, por lo que se convirtió en el Santo Patrono. El acto lo sancionó el obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal, quien era el presidente de la segunda real audiencia (organismo creado por el rey Carlos V para hacer cumplir sus órdenes en el reino).

El sostén de la Corona española

En marzo de 1532, a seis meses de la fundación civil, la reina Isabel de Portugal le dió el título de “Ciudad de los Ángeles” a través de una real cédula, reconociendo así que se había fundado el día de San Miguel Arcángel.


En la parte de abajo de la real cédula, se menciona que se le daba ese nombre a 'la Puebla' (por la acción de poblar) de Los Ángeles. Fue hasta mediados del siglo XVII que Juan de Palafox y Mendoza la empezó a llamar: Puebla de los Ángeles, y así recibió su nombre actual.

Lo que consolidó a la Angelópolis fue el hecho de que recibió el título de “ciudad” directamente por la reina y de forma inmediata. Eso fue de suma importancia porque para que un territorio se volviera ciudad se pasaba por muchos procesos y años, tal vez siglos.

Para garantizar esto aún más y asegurar el éxito de la Puebla de los Ángeles, a los siete años de la fundación, el 30 de julio de 1538, el rey Carlos V ennobleció a la ciudad al concederle la real provisión del escudo de armas.

El proceso de fundación fue largo, de 1531 hasta 1534, año en el que el oidor de la Segunda Audiencia, Juan de Salmerón, abandonó la Angelpólis con un Cabildo bien establecido y sabiendo que el triunfo de la nueva ciudad era inminente.

Así fue trazado el zócalo de Puebla. Foto: Hemeroteca / El Sol de Puebla

La capital más importante de la Nueva España

La Puebla de los Ángeles se convirtió en una de las capitales más importantes de la Nueva España al concentrar gran parte de la riqueza económica y cultural del país.

Durante la época colonial, fue el sostén de la Corona española, de sus reinos de ultramar. Su riqueza era mucha y crecía constantemente porque sus tierras eran fértiles para la producción agrícola, la crianza de ganado y además, gozaba de una industria boyante.


Cuando el reino necesitaba dinero Puebla aportaba grandes cantidades y esto le fue recompensado, primero con su nombre, después con diferentes títulos como “noble Ciudad de los Ángeles”, “muy noble Ciudad de los Ángeles”, el último fue el de “la muy noble y muy leal Ciudad de los Ángeles”.

Hacia el primer centenario de su fundación, Puebla ya tenía una cantidad importante de habitantes, alrededor de 33 mil. Era una ciudad muy pujante que se distinguía por sus iglesias, colegios, conventos y casas señoriales. El comercio se trataba y mercaba aquí antes de llegar a la capital del país.

Así fue como el experimento social de la Corona española, la Puebla de los Ángeles, se convirtió en una ciudad próspera que, durante los trescientos años que duró el virreinato, de 1531 a 1821, fue la capital más importante de la Nueva España y compitió en importancia con la ciudad de México.

Después de la Conquista de México, muchos españoles andaban errantes por el territorio sin recursos o viviendo a costa de los indígenas. En 1530, la reina Isabel de Portugal, le solicitó a la Real Audiencia de la Nueva España buscar un lugar adecuado para fundar una ciudad de españoles para proveerles un futuro promisorio.

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El proyecto tenía como objetivo reclutar a los españoles sin recursos que carecían de ocupación y andaban errantes por el territorio, o los que vivían a costas de los indígenas dándoles malos tratos y malos ejemplos.

La intención era que se dedicaran al trabajo de la tierra, convertirlos en labradores para preservarla. Pensaron que, teniendo una casa y un pedazo de suelo, perderían el deseo de vagar y aprenderían a amar al país en donde tenían propiedades y cultivos.

En enero 1531, el proyecto de la nueva ciudad le fue encomendando en sesión de cabildo al licenciado Juan de Salmerón, oidor de la Segunda Real Audiencia y consejero del rey Carlos V.

Foja de la repartición de tierras. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Un sitio estratégico para la ciudad

Juan de Salmerón buscó un desploblado con tierras suficientes para levantar la nueva ciudad cumpliendo con los requisitos dictados por la Corona. Para que la ciudad prosperara, requería que el sitio contara con clima templado, suelo apto para el cultivo de trigo y tener suficiente agua. El líquido vital era indispensable no solo para su consumo, también para el desarrollo salubre de la ciudad, para el riego y como fuente de energía hidráulica de los molinos.

De esta forma, el oidor de la Segunda Audiencia, encontró una región desierta en varios kilómetros que en tiempo anterior a la Conquista había sido utilizada como campo de batalla para los grupos indígenas vecinos, una especie de tierra de nadie que también era ideal para impedir que los españoles sometieran a los indígenas a su servicio.

El sitio era estratégico, se encontraba entre varios señoríos relevantes: Totimehuacan, Cholula, Tepeaca y Tlaxcala, y además, serviría como pasó o punto de descanso entre la capital del país y el Puerto de Veracruz.

El valle de Cuetlaxcoapan fue el sitio elegido por Salmerón para fundar la nueva ciudad, porque tenía agua en abundancia, había manantiales con agua dulce y era atravesado por tres ríos (Atoyac, Alseseca y San Francisco). Además, contaba con una extensa zona para cultivos, pasto para mantener rebaños, canteras cercanas, estaba rodeado de cerros pequeños que atajarían las fuertes corrientes de viento y una gran cantidad de bosques donde se obtendrían los materiales para la construcción.

La audiencia previó que de este poblamiento surgiría una comunidad agrícola en una región fértil que podría abastecer a toda la Colonia de los frutos y cereales españoles que los indígenas habían sido incapaces de producir hasta ese momento por el desconocimiento de otras técnicas que se les enseñarían, y a su vez, los españoles aprenderían los métodos de cultivo de los naturales.

La Cédula Real fue otorgada por la Reina Isabel. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Se funda la Ciudad de los Ángeles

La fundación de la ciudad de los Ángeles, tuvo lugar el 16 de abril de 1531, con una misa solemne en la que solo estuvieron catorce vecinos. No se sabe con exactitud el número de pobladores que integraron la sociedad naciente, pero si existe una lista que menciona que fueron 34 personas a los que se les repartieron los solares.

Se cree que fray Toribio de Benavente, mejor conocido como “Motolinía”, realizó la misa fundacional en una loma al oriente del río San Francisco que formaba parte del paraje boscoso del Estanque de los Pescaditos y es el sitio que hoy ocupa la capilla de Santa Elena.

Cada uno de los españoles que habían sido elegidos para ser los primeros pobladores de la nueva ciudad, recibió de una y media a dos caballerías de tierra para construir su casa, establecer cultivos y criar ganado, en la zona que hoy ocupa el Paseo de San Francisco.

Los españoles tuvieron que ponerse a trabajar para poner en pie sus casas y propiedades, a cada uno les fueron designados temporalmente 20 indígenas para que les ayudaran en la labor.

Los vecinos tuvieron que sortear las dificultades que se comenzaron a presentar. La fundación se había realizado en primavera y para verano, las primeras lluvias torrenciales se llevaron las casas de los habitantes, algunos abandonaron sus hogares y esto estuvo a punto de arruinar la fundación.

Los 12 frailes franciscanos que llegaron a a evangelizar la Nueva Esoaña. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Incluso, los habitantes de la ciudad de México comenzaron a poner trabas para que el proyecto de la nueva ciudad de españoles no prosperara por miedo a que perjudicara sus intereses comerciales. Pero la enérgica actitud de la Segunda Real Audiencia y la intervención fray Julián Garcés, primer obispo de la Nueva España, impidieron su ruina.

La urbe virreinal

La ciudad se había establecido del lado oriente del río San Francisco porque la zona contaba con agua dulce. Pero debido a las características del suelo hubo que trasladarse al lado poniente del río, lugar en el que la ciudad se estableció de forma definitiva.

Una vez elegido el sitio del lado poniente en donde se ubicaría de forma definitiva la ciudad, se trazó a partir de las cuatro esquinas del zócalo. Fue una traza rectangular dividida en calles rectas con cierta desviación y con manzanas de 200 por 100 varas, cada una dividida en 8 solares.

Como en todas las urbes virreinales, lo primero que se estableció fue la Plaza Mayor (zócalo) frente a ella el Edificio de La Audiencia, con el Cabildo, la cárcel, el corral, la alhóndiga y archivo de la ciudad; y a los lados, la primera iglesia de la ciudad y casas con portales de los vecinos más destacados.

La antigua Ciudad de los Ángeles quedó delimitada, al oriente por el río de San Francisco, al lado poniente por la 7 Norte-Sur, hacia el sur se extendió hasta la 13 Oriente-Poniente, y al norte hasta la 20 Oriente-Poniente.

Entonces se llevó a cabo la fundación civil de la ciudad, el 29 de septiembre de 1531, día de San Miguel Arcángel, por lo que se convirtió en el Santo Patrono. El acto lo sancionó el obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal, quien era el presidente de la segunda real audiencia (organismo creado por el rey Carlos V para hacer cumplir sus órdenes en el reino).

El sostén de la Corona española

En marzo de 1532, a seis meses de la fundación civil, la reina Isabel de Portugal le dió el título de “Ciudad de los Ángeles” a través de una real cédula, reconociendo así que se había fundado el día de San Miguel Arcángel.


En la parte de abajo de la real cédula, se menciona que se le daba ese nombre a 'la Puebla' (por la acción de poblar) de Los Ángeles. Fue hasta mediados del siglo XVII que Juan de Palafox y Mendoza la empezó a llamar: Puebla de los Ángeles, y así recibió su nombre actual.

Lo que consolidó a la Angelópolis fue el hecho de que recibió el título de “ciudad” directamente por la reina y de forma inmediata. Eso fue de suma importancia porque para que un territorio se volviera ciudad se pasaba por muchos procesos y años, tal vez siglos.

Para garantizar esto aún más y asegurar el éxito de la Puebla de los Ángeles, a los siete años de la fundación, el 30 de julio de 1538, el rey Carlos V ennobleció a la ciudad al concederle la real provisión del escudo de armas.

El proceso de fundación fue largo, de 1531 hasta 1534, año en el que el oidor de la Segunda Audiencia, Juan de Salmerón, abandonó la Angelpólis con un Cabildo bien establecido y sabiendo que el triunfo de la nueva ciudad era inminente.

Así fue trazado el zócalo de Puebla. Foto: Hemeroteca / El Sol de Puebla

La capital más importante de la Nueva España

La Puebla de los Ángeles se convirtió en una de las capitales más importantes de la Nueva España al concentrar gran parte de la riqueza económica y cultural del país.

Durante la época colonial, fue el sostén de la Corona española, de sus reinos de ultramar. Su riqueza era mucha y crecía constantemente porque sus tierras eran fértiles para la producción agrícola, la crianza de ganado y además, gozaba de una industria boyante.


Cuando el reino necesitaba dinero Puebla aportaba grandes cantidades y esto le fue recompensado, primero con su nombre, después con diferentes títulos como “noble Ciudad de los Ángeles”, “muy noble Ciudad de los Ángeles”, el último fue el de “la muy noble y muy leal Ciudad de los Ángeles”.

Hacia el primer centenario de su fundación, Puebla ya tenía una cantidad importante de habitantes, alrededor de 33 mil. Era una ciudad muy pujante que se distinguía por sus iglesias, colegios, conventos y casas señoriales. El comercio se trataba y mercaba aquí antes de llegar a la capital del país.

Así fue como el experimento social de la Corona española, la Puebla de los Ángeles, se convirtió en una ciudad próspera que, durante los trescientos años que duró el virreinato, de 1531 a 1821, fue la capital más importante de la Nueva España y compitió en importancia con la ciudad de México.

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