/ sábado 9 de septiembre de 2023

Portal Juárez, sede de la primera iglesia de la ciudad | Los tiempos idos

La primera iglesia de la antigua Ciudad de los Ángeles fue erigida a la mitad del portal poniente de la Plaza Mayor, hoy Portal Juárez

Una de las principales funciones de los portales durante el virreinato era el comercio, que en la antigua Ciudad de los Ángeles se realizaba en torno a la Plaza Mayor. Alrededor de ella fueron levantados los poderes coloniales y casas de algunos de los primeros habitantes de la ciudad.

Los vecinos obtuvieron licencia del Cabildo para construir portales delante de sus casas hacia 1533, cuando se comenzó a construir el primero en la actual calle 3 Poniente, esquina con avenida 16 de Septiembre. Hoy se conoce como Portal Juárez y fue el sitio donde se estableció la primera iglesia de la ciudad.


A largo de los años, el portal al poniente del Zócalo capitalino adquirió personalidad e historia. Cambió varias veces de nombre y en torno a él giran sucesos misteriosos.


Vista del Portal de Iturbide con dirección hacia el sur. Se puede observar que el atrio de la Catedral aun no contaba con el enrejado (ca. 1870-1878). Foto: Cortesía Luz del Carmen Brito

Origen de las casas con portales

Las ciudades virreinales de la Nueva España fueron trazadas en torno a una Plaza Mayor que era establecida al centro, en forma de rectángulo, alrededor de la que se levantaban los poderes coloniales (Iglesia, Cabildo y Audiencia) y casas con portales de personajes distinguidos.

Además de cumplir una función ornamental que distinguiría a las capitales novohispanas, una de las principales funciones de los portales durante el virreinato fue el comercio, debido a que sus amplios espacios y el hecho de que estuvieran techados, protegía a mercaderes y transeúntes de las inclemencias del tiempo.

Cuando se fundó la antigua Ciudad de los Ángeles (1531) el comercio se realizaba en la Plaza Mayor (hoy Zócalo) que contaba con una extensión de 200 varas de largo por 100 de ancho. Al frente de ella, hacia el norte, se había establecido el Cabildo.

Dos años después de la fundación, en 1533, el Cabildo dio licencia para que los vecinos que vivían al oriente y poniente de la plaza construyeran sus portales. Para ello tomaron cinco metros y medio de sus solares, por delante de sus casas. A lo largo de los siglos, estos fueron cambiando de nombre de acuerdo a su vocación o a los personajes que los habitaron.

La vida en la ciudad se desarrolló en torno a la Plaza Mayor y al primer templo construido a la mitad del portal, entonces este comenzó a recibir el nombre de Portal de la Iglesia. Foto: Libro Puebla en Imágenes, disponible para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla

El portal de la iglesia mayor

La primera iglesia de la antigua Ciudad de los Ángeles fue erigida a la mitad del portal poniente de la Plaza Mayor. En un inicio se llamó Portal de Mercaderes por los negocios establecidos, hoy es conocido como Portal Juárez.

“No era catedral y estaba dedicada a la Inmaculada Concepción de María. Era una pequeña iglesia de adobes con estructura de madera y techo de paja, lo suficientemente grande como para que los vecinos principales escucharan misa. Tenía su cementerio como todas los templos de la época”, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.


En torno a la Plaza Mayor y al templo se desarrolló la vida en la ciudad, por eso el portal comenzó a recibir el nombre de Portal de la Iglesia.

“La iglesia no duró mucho tiempo porque la ciudad aspiraba a crecer rápidamente. Se comenzó a pensar en construir una catedral cuando se hizo la petición de trasladar la diócesis de Tlaxcala a Puebla, que se efectuó en 1539 con permiso del virrey Antonio de Mendoza. El Cabildo aprobó definitivamente recibir el obispado en 1541, aunque la cédula se emitió en 1543, pero el obispo Julián Garcés, ya estaba aquí”, detalla.

“Cuando esto sucedió ya habían pasado como 10 años de la fundación y ya se habían construido casas al sur de la Plaza Mayor, es decir, en el sitio que hoy ocupa la Catedral. El obispo fray Martín Sarmiento de Ojacastro tenía ahí su casa, en lo que hoy es la esquina de la calle 3 Poniente y avenida 16 de Septiembre, en la parte de lo que ahora es el atrio. El dispuso que se destruyera su casa y ahí se construyera la primera Catedral de la ciudad”, subraya.

La primera Catedral de la ciudad fue edificada por indígenas calpenses, pero fue construida sin la dirección de un arquitecto por lo que desde un inicio presentó problemas en su estructura y más tarde se tuvo que demoler para ser remplazada por la actual.

El Portal de Iturbide era conocido como Portal de Borja porque ahí se estableció una de las primeras imprentas de la ciudad, la de Juan de Borja Infante. Foto: Libro Puebla en Imágenes, disponible para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla

La antigua vocación del portal

A través de los años, cada uno de los portales de la Ciudad de los Ángeles adquirió su propia personalidad e historia de acuerdo a las familias y a los negocios que se establecieron ahí. Así, el antiguo Portal de Mercaderes recibió el nombre de Portal de la Catedral, Portal de Libreros y Portal de Borja, en su historia más reciente, Portal de Iturbide y Portal Juárez. En torno a este giran sucesos misteriosos.

El sitio que había ocupado la Iglesia Mayor al inicio de la fundación de la ciudad, le fue vendido al maestrescuelas (enseña a ciencias eclesiásticas), Juan de Velasco, en 1549. Eran cuatro solares.

“Un día, al abrir un pozo, el hombre encontró varios esqueletos y horrorizado acudió con el obispo a decirle. Este le explicó que el sitio había sido ocupado por la primera iglesia de la ciudad por lo que ahí, en su cementerio, habían sido enterrados los primeros pobladores. No había de qué alarmarse”, relata Ramírez Huitrón.

“Durante la primera mitad el siglo XVII a este portal se le comenzó a llamar Portal de la Catedral porque ya estaba establecida. También se le llamó Portal de Libreros porque se establecieron tres familias de libreros que tenían ahí su negocio. Básicamente esta actividad fue predominante en ese portal hasta la segunda mitad del siglo XIX”, señala.

Refiere que Hugo Leicht en su libro Las calles de Puebla, dice que el librero Diego López vivió en la actual avenida 16 de Septiembre, probablemente en el Portal de la Catedral, desde 1613. Menciona que de 1715 a 1852 se le llamó Portal de Borja porque ahí se estableció uno de las primeras imprentas poblanas, la de Juan de Borja Infante.

Durante el virreinato, la antigua Ciudad de los Ángeles fue una de las ciudades más importantes de la Nueva España, incluso llegó a ser el sostén de la Corona Española, de sus reinos de ultramar. Pero a principios del siglo XIX, durante el movimiento independentista, Puebla fue la primera ciudad de la Nueva España que juró Independencia ante Agustín de Iturbide, el 5 de agosto de 1821. Esto sucedió mucho antes que Iturbide firmara y sellara la independencia con los Tratados de Córdoba y antes que se firmara el Acta de Independencia.


En su ruta hacia Córdoba, Veracruz, en donde Agustín de Iturbide firmaría los tratados que consolidaron y finalizaron el proceso de independencia, fue recibido en Puebla por el obispo. Buscó una imprenta para reproducir el Plan de Iguala pero ninguno de los impresores que estaban establecidos en los portales quiso hacerlo, por miedo.

“El Plan de Iguala se reprodujo en el taller tipográfico de los hermanos filipenses establecido en La Concordia (Patio de los Azulejos) para ser difundido y distribuido en todo el país. Se publicó en el suplemento No. 14 del periódico La Abeja Poblana, editado por el periodista y sacerdote veracruzano, Juan Nepomuceno Troncoso Bueno, junto con su hermano Juan. El portal se comenzó a llamar Portal de Iturbide a partir de 1852”, asegura.

En el siglo XIX, el abogado Joaquín Grajales reformó la casa donde se había construido la primera iglesia de la ciudad, levantó un frontón como 6 u 8 metros de altura sostenido por 6 columnas de estilo griego y rematado con 2 leones. Hoy es conocida como la Casa de los Leones. (ca. 1918). Foto: Cortesía David Ramírez Huitrón

Los tres viejos verdes de La Casa de los Leones

A través de los años, la propiedad que había ocupado la primera iglesia de la ciudad en el antiguo Portal de Mercaderes cambió de dueños hasta que la adquirió el abogado Joaquín Grajales quien la reformó y le colocó en la parte más alta dos esculturas de leones que había traído de Europa.

“Grajales le dio una apariencia neoclásica. Por las fotografías que tenemos sabemos que la planta baja de la casa tenía 4 ventanas con su balcón corrido frente a la plaza y en la parte de arriba había un barandal de piedra. Por encima de todas las construcciones del portal, levantó un frontón como 6 u 8 metros de altura sostenido por unas 6 columnas de estilo griego y rematado con 2 leones. Lo más curioso es que la parte de atrás tenía un mirador con forma de pagoda. Era una casa muy suntuosa”, advierte.


A finales del siglo XIX, el abogado Grajales le vendió la casa a Martín Gómez Ligero quien vivió ahí con sus hijos Ignacio, Ambrosio y Anastasio, y estableció su negocio, “La espléndida cerería”, se llamaba. En el portal había librerías, tiendas de artículos varios como sombreros y también estaba la Cantina El Centenario.

“Los hermanos Gómez Ligero eran tres y toda la vida fueron señoritos, nunca se casaron ni tuvieron hijos, estaban dedicados a su negocio. Tenían una hermana que vivía en la ciudad de México donde tenían otra cerería. Vivieron en la Casa de los Leones durante más de 30 años, hasta que desaparecieron de forma misteriosa en los años veinte del siglo XX. De un día para otro ya no se supo nada de ellos”, asegura.

Cuentan que al último que se vio salir de esa casa fue un criado, quien dijo que los patrones se habían ido a la ciudad de México para arreglar un asunto. Pero jamás se volvió a saber nada de ellos. El edificio conocido como la Casa de los Leones fue abandonado y se convirtió en emblema del portal.

“Dicen que en la época en que se podía subir a la torre de Catedral para ver el paisaje de la ciudad, desde ahí se veía el frontón en el que los Gómez Ligero acostumbraban desayunar y se apreciaba que la mesa estaba servida, así la dejaron. Pasaron los años y en 1933 una inmobiliaria la compró de remate, pero la abrieron hasta los años cincuenta”, señala.

“La casa estaba en pésimas condiciones por la falta de mantenimiento y porque la habían saqueado, habían picado sus paredes buscando oro. Aún estaban los muebles, pero los más espantoso fue que la casa se había quedado tal cual la dejaron y se encontraron esqueletos de animales, dicen que, hasta los restos de los hermanos, pero todo son especulaciones”, aclara.

La casa había estado cerrada tres décadas y estructuralmente estaba en malas condiciones, así que se decidió derribar el edificio y conservar solo las esculturas de los dos leones. El proyecto de reconstrucción estuvo a cargo de los arquitectos Mastretta y Pavón.

El edificio albergó despachos y edificios en la parte alta, y en la parte de abajo se estableció la Taquería La Oriental de la familia Tabe.

En un intento por reordenar el comercio que giraba en torno de la Plaza Mayor, se colocaron estanquillos semifijos en los claros de los portales, conocidos como alacenas. Con el paso del tiempo el comercio se diversificó y provocó aglomeraciones (ca. 1960). Foto: Cortesía Adalberto Luyando

Las alacenas y los comercios del portal

En un intento por reordenar el comercio que giraba en torno de la Plaza Mayor, se colocaron estanquillos semifijos en los claros de los portales, construidos de cemento con azulejos en la parte inferior y en la parte superior de madera con cristal. Con el paso del tiempo el comercio se diversificó y provocó aglomeraciones.

“La gente vendía artículos típicos como figuras de ónix, camotes, muñequitas de trapo, gallinitas de pepita, palanquetas. En uno de eso estanquillos surgieron las famosas Tortas Meche. Para los años 50 había uno por cada arco, se volvieron estorbosas”, dice.

“Hacia finales de la década de los cincuenta, el presidente municipal, Francisco Rodríguez Pacheco, acordó desaparecer por completo las alacenas y reubicar a los comerciantes. Lo que sucedió el 1º de enero de 1960. Mediante un proyecto de mejoramiento se trasformó el Zócalos capitalino y los portales, los pisos fueron remplazados por piedra de Santo Tomás que siguen vigentes hasta ahora, agrega.

Las alacenas fueron trasladadas a la 4 Oriente, frente a la Casa del Alfeñique, donde nació la zona típica del mercado de artesanías El Parián, inaugurado en 1962 para conmemorar el centenario de la Batalla del 5 de Mayo.

Además de quitar las alacenas de los portales, el Zócalo fue embellecido. Fueron removidas las bancas que eran de concreto con azulejos y colocaron de hierro forjado. Quitaron las fuentes, el quiosco, dejaron todo liso y limpio para conmemorar la Batalla del 5 de Mayo. Después regresaron la Fuente de San Miguel y las cuatro musas de las esquinas.

“En el centenario de la muerte de Benito Juárez, en 1972, para honrar al Benemérito de las Américas, el Congreso de la Unión proclamó ese año como el año de Juárez. A un regidor se le ocurrió proponer el cambio de nombre del Portal de Iturbide a Portal Juárez”, concluye el investigador.

Además de la taquería La Oriental y las Tortas Meche que aun cuentan con sucursal en este portal, ahí se encontraba el restaurante La Princesa, que fue un referente en la comida tradicional poblana por más de medio siglo.

Además de la taquería La Oriental y las Tortas Meche ahí se estuvo el restaurante La Princesa. En honor a Benito Juárez, en 1972 cambio de Portal de Iturbide a Portal Juárez. Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla

Una de las principales funciones de los portales durante el virreinato era el comercio, que en la antigua Ciudad de los Ángeles se realizaba en torno a la Plaza Mayor. Alrededor de ella fueron levantados los poderes coloniales y casas de algunos de los primeros habitantes de la ciudad.

Los vecinos obtuvieron licencia del Cabildo para construir portales delante de sus casas hacia 1533, cuando se comenzó a construir el primero en la actual calle 3 Poniente, esquina con avenida 16 de Septiembre. Hoy se conoce como Portal Juárez y fue el sitio donde se estableció la primera iglesia de la ciudad.


A largo de los años, el portal al poniente del Zócalo capitalino adquirió personalidad e historia. Cambió varias veces de nombre y en torno a él giran sucesos misteriosos.


Vista del Portal de Iturbide con dirección hacia el sur. Se puede observar que el atrio de la Catedral aun no contaba con el enrejado (ca. 1870-1878). Foto: Cortesía Luz del Carmen Brito

Origen de las casas con portales

Las ciudades virreinales de la Nueva España fueron trazadas en torno a una Plaza Mayor que era establecida al centro, en forma de rectángulo, alrededor de la que se levantaban los poderes coloniales (Iglesia, Cabildo y Audiencia) y casas con portales de personajes distinguidos.

Además de cumplir una función ornamental que distinguiría a las capitales novohispanas, una de las principales funciones de los portales durante el virreinato fue el comercio, debido a que sus amplios espacios y el hecho de que estuvieran techados, protegía a mercaderes y transeúntes de las inclemencias del tiempo.

Cuando se fundó la antigua Ciudad de los Ángeles (1531) el comercio se realizaba en la Plaza Mayor (hoy Zócalo) que contaba con una extensión de 200 varas de largo por 100 de ancho. Al frente de ella, hacia el norte, se había establecido el Cabildo.

Dos años después de la fundación, en 1533, el Cabildo dio licencia para que los vecinos que vivían al oriente y poniente de la plaza construyeran sus portales. Para ello tomaron cinco metros y medio de sus solares, por delante de sus casas. A lo largo de los siglos, estos fueron cambiando de nombre de acuerdo a su vocación o a los personajes que los habitaron.

La vida en la ciudad se desarrolló en torno a la Plaza Mayor y al primer templo construido a la mitad del portal, entonces este comenzó a recibir el nombre de Portal de la Iglesia. Foto: Libro Puebla en Imágenes, disponible para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla

El portal de la iglesia mayor

La primera iglesia de la antigua Ciudad de los Ángeles fue erigida a la mitad del portal poniente de la Plaza Mayor. En un inicio se llamó Portal de Mercaderes por los negocios establecidos, hoy es conocido como Portal Juárez.

“No era catedral y estaba dedicada a la Inmaculada Concepción de María. Era una pequeña iglesia de adobes con estructura de madera y techo de paja, lo suficientemente grande como para que los vecinos principales escucharan misa. Tenía su cementerio como todas los templos de la época”, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.


En torno a la Plaza Mayor y al templo se desarrolló la vida en la ciudad, por eso el portal comenzó a recibir el nombre de Portal de la Iglesia.

“La iglesia no duró mucho tiempo porque la ciudad aspiraba a crecer rápidamente. Se comenzó a pensar en construir una catedral cuando se hizo la petición de trasladar la diócesis de Tlaxcala a Puebla, que se efectuó en 1539 con permiso del virrey Antonio de Mendoza. El Cabildo aprobó definitivamente recibir el obispado en 1541, aunque la cédula se emitió en 1543, pero el obispo Julián Garcés, ya estaba aquí”, detalla.

“Cuando esto sucedió ya habían pasado como 10 años de la fundación y ya se habían construido casas al sur de la Plaza Mayor, es decir, en el sitio que hoy ocupa la Catedral. El obispo fray Martín Sarmiento de Ojacastro tenía ahí su casa, en lo que hoy es la esquina de la calle 3 Poniente y avenida 16 de Septiembre, en la parte de lo que ahora es el atrio. El dispuso que se destruyera su casa y ahí se construyera la primera Catedral de la ciudad”, subraya.

La primera Catedral de la ciudad fue edificada por indígenas calpenses, pero fue construida sin la dirección de un arquitecto por lo que desde un inicio presentó problemas en su estructura y más tarde se tuvo que demoler para ser remplazada por la actual.

El Portal de Iturbide era conocido como Portal de Borja porque ahí se estableció una de las primeras imprentas de la ciudad, la de Juan de Borja Infante. Foto: Libro Puebla en Imágenes, disponible para su consulta en el Archivo General Municipal de Puebla

La antigua vocación del portal

A través de los años, cada uno de los portales de la Ciudad de los Ángeles adquirió su propia personalidad e historia de acuerdo a las familias y a los negocios que se establecieron ahí. Así, el antiguo Portal de Mercaderes recibió el nombre de Portal de la Catedral, Portal de Libreros y Portal de Borja, en su historia más reciente, Portal de Iturbide y Portal Juárez. En torno a este giran sucesos misteriosos.

El sitio que había ocupado la Iglesia Mayor al inicio de la fundación de la ciudad, le fue vendido al maestrescuelas (enseña a ciencias eclesiásticas), Juan de Velasco, en 1549. Eran cuatro solares.

“Un día, al abrir un pozo, el hombre encontró varios esqueletos y horrorizado acudió con el obispo a decirle. Este le explicó que el sitio había sido ocupado por la primera iglesia de la ciudad por lo que ahí, en su cementerio, habían sido enterrados los primeros pobladores. No había de qué alarmarse”, relata Ramírez Huitrón.

“Durante la primera mitad el siglo XVII a este portal se le comenzó a llamar Portal de la Catedral porque ya estaba establecida. También se le llamó Portal de Libreros porque se establecieron tres familias de libreros que tenían ahí su negocio. Básicamente esta actividad fue predominante en ese portal hasta la segunda mitad del siglo XIX”, señala.

Refiere que Hugo Leicht en su libro Las calles de Puebla, dice que el librero Diego López vivió en la actual avenida 16 de Septiembre, probablemente en el Portal de la Catedral, desde 1613. Menciona que de 1715 a 1852 se le llamó Portal de Borja porque ahí se estableció uno de las primeras imprentas poblanas, la de Juan de Borja Infante.

Durante el virreinato, la antigua Ciudad de los Ángeles fue una de las ciudades más importantes de la Nueva España, incluso llegó a ser el sostén de la Corona Española, de sus reinos de ultramar. Pero a principios del siglo XIX, durante el movimiento independentista, Puebla fue la primera ciudad de la Nueva España que juró Independencia ante Agustín de Iturbide, el 5 de agosto de 1821. Esto sucedió mucho antes que Iturbide firmara y sellara la independencia con los Tratados de Córdoba y antes que se firmara el Acta de Independencia.


En su ruta hacia Córdoba, Veracruz, en donde Agustín de Iturbide firmaría los tratados que consolidaron y finalizaron el proceso de independencia, fue recibido en Puebla por el obispo. Buscó una imprenta para reproducir el Plan de Iguala pero ninguno de los impresores que estaban establecidos en los portales quiso hacerlo, por miedo.

“El Plan de Iguala se reprodujo en el taller tipográfico de los hermanos filipenses establecido en La Concordia (Patio de los Azulejos) para ser difundido y distribuido en todo el país. Se publicó en el suplemento No. 14 del periódico La Abeja Poblana, editado por el periodista y sacerdote veracruzano, Juan Nepomuceno Troncoso Bueno, junto con su hermano Juan. El portal se comenzó a llamar Portal de Iturbide a partir de 1852”, asegura.

En el siglo XIX, el abogado Joaquín Grajales reformó la casa donde se había construido la primera iglesia de la ciudad, levantó un frontón como 6 u 8 metros de altura sostenido por 6 columnas de estilo griego y rematado con 2 leones. Hoy es conocida como la Casa de los Leones. (ca. 1918). Foto: Cortesía David Ramírez Huitrón

Los tres viejos verdes de La Casa de los Leones

A través de los años, la propiedad que había ocupado la primera iglesia de la ciudad en el antiguo Portal de Mercaderes cambió de dueños hasta que la adquirió el abogado Joaquín Grajales quien la reformó y le colocó en la parte más alta dos esculturas de leones que había traído de Europa.

“Grajales le dio una apariencia neoclásica. Por las fotografías que tenemos sabemos que la planta baja de la casa tenía 4 ventanas con su balcón corrido frente a la plaza y en la parte de arriba había un barandal de piedra. Por encima de todas las construcciones del portal, levantó un frontón como 6 u 8 metros de altura sostenido por unas 6 columnas de estilo griego y rematado con 2 leones. Lo más curioso es que la parte de atrás tenía un mirador con forma de pagoda. Era una casa muy suntuosa”, advierte.


A finales del siglo XIX, el abogado Grajales le vendió la casa a Martín Gómez Ligero quien vivió ahí con sus hijos Ignacio, Ambrosio y Anastasio, y estableció su negocio, “La espléndida cerería”, se llamaba. En el portal había librerías, tiendas de artículos varios como sombreros y también estaba la Cantina El Centenario.

“Los hermanos Gómez Ligero eran tres y toda la vida fueron señoritos, nunca se casaron ni tuvieron hijos, estaban dedicados a su negocio. Tenían una hermana que vivía en la ciudad de México donde tenían otra cerería. Vivieron en la Casa de los Leones durante más de 30 años, hasta que desaparecieron de forma misteriosa en los años veinte del siglo XX. De un día para otro ya no se supo nada de ellos”, asegura.

Cuentan que al último que se vio salir de esa casa fue un criado, quien dijo que los patrones se habían ido a la ciudad de México para arreglar un asunto. Pero jamás se volvió a saber nada de ellos. El edificio conocido como la Casa de los Leones fue abandonado y se convirtió en emblema del portal.

“Dicen que en la época en que se podía subir a la torre de Catedral para ver el paisaje de la ciudad, desde ahí se veía el frontón en el que los Gómez Ligero acostumbraban desayunar y se apreciaba que la mesa estaba servida, así la dejaron. Pasaron los años y en 1933 una inmobiliaria la compró de remate, pero la abrieron hasta los años cincuenta”, señala.

“La casa estaba en pésimas condiciones por la falta de mantenimiento y porque la habían saqueado, habían picado sus paredes buscando oro. Aún estaban los muebles, pero los más espantoso fue que la casa se había quedado tal cual la dejaron y se encontraron esqueletos de animales, dicen que, hasta los restos de los hermanos, pero todo son especulaciones”, aclara.

La casa había estado cerrada tres décadas y estructuralmente estaba en malas condiciones, así que se decidió derribar el edificio y conservar solo las esculturas de los dos leones. El proyecto de reconstrucción estuvo a cargo de los arquitectos Mastretta y Pavón.

El edificio albergó despachos y edificios en la parte alta, y en la parte de abajo se estableció la Taquería La Oriental de la familia Tabe.

En un intento por reordenar el comercio que giraba en torno de la Plaza Mayor, se colocaron estanquillos semifijos en los claros de los portales, conocidos como alacenas. Con el paso del tiempo el comercio se diversificó y provocó aglomeraciones (ca. 1960). Foto: Cortesía Adalberto Luyando

Las alacenas y los comercios del portal

En un intento por reordenar el comercio que giraba en torno de la Plaza Mayor, se colocaron estanquillos semifijos en los claros de los portales, construidos de cemento con azulejos en la parte inferior y en la parte superior de madera con cristal. Con el paso del tiempo el comercio se diversificó y provocó aglomeraciones.

“La gente vendía artículos típicos como figuras de ónix, camotes, muñequitas de trapo, gallinitas de pepita, palanquetas. En uno de eso estanquillos surgieron las famosas Tortas Meche. Para los años 50 había uno por cada arco, se volvieron estorbosas”, dice.

“Hacia finales de la década de los cincuenta, el presidente municipal, Francisco Rodríguez Pacheco, acordó desaparecer por completo las alacenas y reubicar a los comerciantes. Lo que sucedió el 1º de enero de 1960. Mediante un proyecto de mejoramiento se trasformó el Zócalos capitalino y los portales, los pisos fueron remplazados por piedra de Santo Tomás que siguen vigentes hasta ahora, agrega.

Las alacenas fueron trasladadas a la 4 Oriente, frente a la Casa del Alfeñique, donde nació la zona típica del mercado de artesanías El Parián, inaugurado en 1962 para conmemorar el centenario de la Batalla del 5 de Mayo.

Además de quitar las alacenas de los portales, el Zócalo fue embellecido. Fueron removidas las bancas que eran de concreto con azulejos y colocaron de hierro forjado. Quitaron las fuentes, el quiosco, dejaron todo liso y limpio para conmemorar la Batalla del 5 de Mayo. Después regresaron la Fuente de San Miguel y las cuatro musas de las esquinas.

“En el centenario de la muerte de Benito Juárez, en 1972, para honrar al Benemérito de las Américas, el Congreso de la Unión proclamó ese año como el año de Juárez. A un regidor se le ocurrió proponer el cambio de nombre del Portal de Iturbide a Portal Juárez”, concluye el investigador.

Además de la taquería La Oriental y las Tortas Meche que aun cuentan con sucursal en este portal, ahí se encontraba el restaurante La Princesa, que fue un referente en la comida tradicional poblana por más de medio siglo.

Además de la taquería La Oriental y las Tortas Meche ahí se estuvo el restaurante La Princesa. En honor a Benito Juárez, en 1972 cambio de Portal de Iturbide a Portal Juárez. Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla

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