/ lunes 11 de octubre de 2021

Guerras y su alto impacto en la contaminación mundial

Tan solo en el caso de Estados Unidos, su milicia genera mayor cantidad de gases de carbón que varios países juntos

Dentro de los grandes problemas que originan las guerras en el mundo, uno que podría pasar por desapercibido es el de la contaminación. Sin dejar de lado la cantidad de víctimas, gente desplazada o territorios perdidos por los conflictos bélicos, la huella de carbón que generan deja una preocupación más.

Los llamados gases de efecto invernadero se pueden generar no solo durante la acción en los conflictos, también antes o después de que estos ocurren. La guerra obliga a la producción de mayor cantidad de armas como de transportes, mientras que, al resolverse los problemas, mucho tiempo suele pasar para la recuperación de espacios o actividades.

¿CUÁNDO COMIENZA LA GENERACIÓN DE CONTAMINANTES?

Procesos como los conflictos bélicos incluyen una gran cantidad de problemas indirectos, algo que también se refleja en los contaminantes. Comenzando con la pérdida de la vegetación, ya sea por las personas que se ven obligadas a desplazarse como por aquellas zonas que comienzan a verse afectadas.

En países como Siria este es uno de los fenómenos más comunes, donde la gran cantidad de desplazados llevó a que zonas no habitadas de vegetación fueran destruidas por la búsqueda de refugio o por el simple traslado de la gente a campos de ayuda creados por la guerra.

Hablando de la ayuda humanitaria, esta también suele dejar una huella de carbón importante por la cantidad de personal como de materiales que moviliza. En especial por el uso de combustible, ya que, se estima que en 2017 el cinco por ciento del gasto total de ayuda para países en conflicto se utilizó exclusivamente en combustible. Su uso se dio no solo para transporte, también para el funcionamiento de generadores de electricidad.

Algunos países como Irak, Siria o Libia han visto incrementar su producción de petróleo a causa de la guerra, algo que contribuye directamente en la emisión de gases CO2. Esto también puede llevar a una mayor cantidad de incendios o derrames en los océanos, perdiendo todo tipo de vegetación cercana.

De acuerdo con el Observatorio de Conflictos y Medio ambiente (Ceobs, por sus siglas en inglés), explicó que del 14 al 44 por ciento de los bosques en Vietnam, Camboya y Laos se han perdido tan solo en acciones militares.

Mientras que, la Guerra del Golfo en 1991 generó casi el 2 por ciento del total de las emisiones de CO2 que tuvo ese año. En ese mismo periodo, se estima que la huella de carbón dejada por la guerra fue tres o cuatro veces más grande que la de otros años afectando zonas como la montaña Muztagh Ata y contribuyendo a su descongelamiento.

LA HUELLA CONTAMINANTE POR LAS ARMAS

Una vez que los conflictos se vuelven activos, el uso de las armas es el mayor contribuyente en la contaminación. Se estima que los países de Siria, Libia, Irak y Yemen generaron cerca del 15 por ciento de las emisiones globales en el 2020 debido a las armas.

Dentro de algunas naciones en conflicto, el consumo de energía utilizado para la movilización de tropas como de equipamiento es hasta del 70 por ciento total. Esto se une la quema de grandes cantidades de diversos combustibles como puede ser diésel, utilizando principalmente en transporte aéreo.

Un problema más que se genera es el abandono de tierras y de zonas creadas para la agricultura, que puede incrementar la cantidad de emisiones de CO2. El 23 por ciento de las emisiones de gases de invernadero se generan de la agricultura, la silvicultura, así como del cambio en el uso de la tierra, indicó el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

Debido a la gran quema de combustibles y de contaminación que generan los conflictos, estudios señalan que en años como el 2018, países como Irak y Yemen podrían cumplir con la reducción de emisiones planteada en los Acuerdos de París si abandonaran estas prácticas.

EL CASO PARTICULAR DE ESTADOS UNIDOS

Dentro de las naciones que mayor cantidad de emisiones generan a causa de las acciones militares, Estados Unidos es un caso especial. En un reporte de la Universidad de Brown en 2018 estimó que su cuerpo militar generó 1.212 millones de toneladas métricas de gases de invernadero tan solo en la invasión a Afganistán en 2001.

Para el 2017, los datos de la organización BP Statistical señalaban que la industria militarizada de Estados Unidos produjo 59 millones de toneladas de CO2. Si se trata de un país, se colocaría en el puesto 55 como el productor de mayor cantidad de contaminantes en el mundo.

Se estaría colocando por encima de naciones como Marruecos, Perú, Suecia, Hungría, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega, entre otros. Junto a esto, se estima que en 2017 el Departamento de Defensa gastó al menos 3.5 billones de dólares en la calefacción, refrigeración y generación de electricidad para más de 560 mil edificios.

¿QUÉ PASA TRAS LA GUERRA?

Una vez que los conflictos terminan, la recuperación de las zonas destruidas también lleva a la creación de una mayor cantidad de contaminantes debido a los materiales que deben utilizarse. En particular por la producción de cemento, debido a que esta industria genera el 8 por ciento del total de gases de invernadero en el mundo.

El final de la guerra lleva a varias industrias a usar peores materiales como cambiar de actividad por los desafíos que enfrentan. Ejemplos de esto se pudieron ver en Ucrania, donde la central eléctrica de Luhanska tuvo que cambiar a carbón de baja calidad tras verse interrumpido el suministro de combustible por los conflictos.

Caso similar en otros países donde se siguen utilizando flotas de transporte antiguas o transportes que incumplen con las medidas regulatorias. La guerra se mantiene como un generador de conflictos importante en el mundo, pero la huella de carbón como la generación de contaminantes es algo que podría afectar a muchas más personas en el futuro.


Dentro de los grandes problemas que originan las guerras en el mundo, uno que podría pasar por desapercibido es el de la contaminación. Sin dejar de lado la cantidad de víctimas, gente desplazada o territorios perdidos por los conflictos bélicos, la huella de carbón que generan deja una preocupación más.

Los llamados gases de efecto invernadero se pueden generar no solo durante la acción en los conflictos, también antes o después de que estos ocurren. La guerra obliga a la producción de mayor cantidad de armas como de transportes, mientras que, al resolverse los problemas, mucho tiempo suele pasar para la recuperación de espacios o actividades.

¿CUÁNDO COMIENZA LA GENERACIÓN DE CONTAMINANTES?

Procesos como los conflictos bélicos incluyen una gran cantidad de problemas indirectos, algo que también se refleja en los contaminantes. Comenzando con la pérdida de la vegetación, ya sea por las personas que se ven obligadas a desplazarse como por aquellas zonas que comienzan a verse afectadas.

En países como Siria este es uno de los fenómenos más comunes, donde la gran cantidad de desplazados llevó a que zonas no habitadas de vegetación fueran destruidas por la búsqueda de refugio o por el simple traslado de la gente a campos de ayuda creados por la guerra.

Hablando de la ayuda humanitaria, esta también suele dejar una huella de carbón importante por la cantidad de personal como de materiales que moviliza. En especial por el uso de combustible, ya que, se estima que en 2017 el cinco por ciento del gasto total de ayuda para países en conflicto se utilizó exclusivamente en combustible. Su uso se dio no solo para transporte, también para el funcionamiento de generadores de electricidad.

Algunos países como Irak, Siria o Libia han visto incrementar su producción de petróleo a causa de la guerra, algo que contribuye directamente en la emisión de gases CO2. Esto también puede llevar a una mayor cantidad de incendios o derrames en los océanos, perdiendo todo tipo de vegetación cercana.

De acuerdo con el Observatorio de Conflictos y Medio ambiente (Ceobs, por sus siglas en inglés), explicó que del 14 al 44 por ciento de los bosques en Vietnam, Camboya y Laos se han perdido tan solo en acciones militares.

Mientras que, la Guerra del Golfo en 1991 generó casi el 2 por ciento del total de las emisiones de CO2 que tuvo ese año. En ese mismo periodo, se estima que la huella de carbón dejada por la guerra fue tres o cuatro veces más grande que la de otros años afectando zonas como la montaña Muztagh Ata y contribuyendo a su descongelamiento.

LA HUELLA CONTAMINANTE POR LAS ARMAS

Una vez que los conflictos se vuelven activos, el uso de las armas es el mayor contribuyente en la contaminación. Se estima que los países de Siria, Libia, Irak y Yemen generaron cerca del 15 por ciento de las emisiones globales en el 2020 debido a las armas.

Dentro de algunas naciones en conflicto, el consumo de energía utilizado para la movilización de tropas como de equipamiento es hasta del 70 por ciento total. Esto se une la quema de grandes cantidades de diversos combustibles como puede ser diésel, utilizando principalmente en transporte aéreo.

Un problema más que se genera es el abandono de tierras y de zonas creadas para la agricultura, que puede incrementar la cantidad de emisiones de CO2. El 23 por ciento de las emisiones de gases de invernadero se generan de la agricultura, la silvicultura, así como del cambio en el uso de la tierra, indicó el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

Debido a la gran quema de combustibles y de contaminación que generan los conflictos, estudios señalan que en años como el 2018, países como Irak y Yemen podrían cumplir con la reducción de emisiones planteada en los Acuerdos de París si abandonaran estas prácticas.

EL CASO PARTICULAR DE ESTADOS UNIDOS

Dentro de las naciones que mayor cantidad de emisiones generan a causa de las acciones militares, Estados Unidos es un caso especial. En un reporte de la Universidad de Brown en 2018 estimó que su cuerpo militar generó 1.212 millones de toneladas métricas de gases de invernadero tan solo en la invasión a Afganistán en 2001.

Para el 2017, los datos de la organización BP Statistical señalaban que la industria militarizada de Estados Unidos produjo 59 millones de toneladas de CO2. Si se trata de un país, se colocaría en el puesto 55 como el productor de mayor cantidad de contaminantes en el mundo.

Se estaría colocando por encima de naciones como Marruecos, Perú, Suecia, Hungría, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega, entre otros. Junto a esto, se estima que en 2017 el Departamento de Defensa gastó al menos 3.5 billones de dólares en la calefacción, refrigeración y generación de electricidad para más de 560 mil edificios.

¿QUÉ PASA TRAS LA GUERRA?

Una vez que los conflictos terminan, la recuperación de las zonas destruidas también lleva a la creación de una mayor cantidad de contaminantes debido a los materiales que deben utilizarse. En particular por la producción de cemento, debido a que esta industria genera el 8 por ciento del total de gases de invernadero en el mundo.

El final de la guerra lleva a varias industrias a usar peores materiales como cambiar de actividad por los desafíos que enfrentan. Ejemplos de esto se pudieron ver en Ucrania, donde la central eléctrica de Luhanska tuvo que cambiar a carbón de baja calidad tras verse interrumpido el suministro de combustible por los conflictos.

Caso similar en otros países donde se siguen utilizando flotas de transporte antiguas o transportes que incumplen con las medidas regulatorias. La guerra se mantiene como un generador de conflictos importante en el mundo, pero la huella de carbón como la generación de contaminantes es algo que podría afectar a muchas más personas en el futuro.


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