Una de las actividades que más opiniones encontradas genera es el consumo de alcohol, pues mientras para algunos es un aliciente para fiesta, la diversión y el entretenimiento, para algunos otros es el detonante de diversos problemas, además de que socialmente para algunas personas su ingesta suele ser mal vista y es común que a quien se le relación más sea a los jóvenes.
Pues en entre los 18 y 30 años se tiene esta autonomía de la mayoría de edad, sin la responsabilidad de una familia e incluso en muchas ocasiones ya se cuenta con un empleo para poder financiar las salidas entre amigos a algún antro cada fin de semana, sin embargo, un reciente estudio llegó a modificar todo lo que pensaba al revelar cual es la generación más sana.
¿Cuál es la generación que menos consume alcohol?
De acuerdo con los datos presentados por Statista Consumer Insights, quienes menos consumen alcohol son los miembros de la generación Z, es decir, aquellos que actualmente se encuentran entre los 23 y 28 años, lo que incluso hace cuestionarse si encontraron una nueva forma de divertirse, esto pese a que por lo menos en Estados Unidos el consumo ha incrementado.
El mismo estudio arrojó que quienes resultaron más bebedores son los millenials, es decir los nacidos entre 1980 y 1994, pues son quienes más frecuentan algún bar y por consiguiente realizan el consumo de estos productos, además de que se presentó una disminución del consumo en la población total, pasando del 70 al 60 por ciento, por lo menos en el país del norte.
Mientras que en le caso de los menores de 28 años que dijeron consumir alcohol, sólo se trata de entre un 18 y 20 por ciento y los productos que consumen son cerveza, vino o algún otro tipo de alcohol, además de que lo hacen con regularidad y si bien los mayores también consumen menos tipos de alcohol, una de las bebidas favoritas en todas las generaciones es la cerveza.
¿Qué problemas implica el consumo de alcohol?
Si bien el consumo de bebidas alcohólicas de manera ocasional no debería implicar un problema, cuando el consumo se da en exceso surgen los riesgos secundarios como la resaca, que es una deshidratación severa, además de otros malestares físicos, pero en situaciones donde ya no se tiene control en su consumo, el cerebro es uno de los órganos que resultan más dañados.
Es aquí cuando se puede dar pie a otros problemas de salud, pues en el caso de bebidas como la cerveza, su efecto es un depresor para el sistema nervioso central, debilitando las funciones del cerebro, complicando la respuesta a estímulos, además de afectar la orientación y el control que se tenga del cuerpo y las emociones, además de tener otros que difícilmente son perceptibles.
Dentro de estos efectos que difícilmente se pueden percibir se encuentra un incremento de la frecuencia cardiaca, alteraciones en la respiración, en la coordinación del sistema musculo esquelético e incluso la presencia de lagunas mentales, que son una respuesta del cerebro para bloquear temporalmente la memoria de corto plazo.