En el mundo existe una gran variedad de enfermedades que afectan a los humanos de formas muy distintas, tanto que a veces cuesta imaginar que pudieran estar relacionadas, como es el caso de la depresión y el síntoma físico del dolor.
Por un lado, se tiene conocimiento que la primera es una afectación al estado de animo de las personas, provocando solo un sentimiento, mientras que la segunda la solemos sentir de forma externa, por ejemplo, si recibimos un golpe nos duele y en ocasiones deja una marca.
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Relación entre la depresión y el dolor
Aunque puedan parecer afectaciones lejanas, el dolor y la depresión tienden a ir de la mano, pues algunos pacientes con depresión presentan dolores de cabeza o espalda como primeros síntomas, por su parte, hay algunas afecciones graves que provocan dolor y tienden a hacer que este estado de tristeza sea haga más profundo por lo que se siente.
Esto lo vuelve en un círculo vicios del que es difícil salir, pues si uno aumenta el otro también y así seguirá sucesivamente hasta que una afectación o ambas se traten con un especialista en el área. También en estado de declive suele aparecer en conjunto con la aparición de enfermedades como diabetes, cáncer o enfermedades cardíacas.
La falta de motivación empeora con la ingesta de algunos medicamentos para tratar enfermedades, estos derivados a los efectos secundarios, sin embargo, estos funcionan de manera diferente en cada persona.
¿Qué es la depresión?
La depresión se trata de un trastorno que afecta a las personas que la padecen con síntomas graves como afectar la forma en la que piensa, como se siente y pueden dejar de realizar actividades que llevaba con normalidad como dormir, comer o salir con más personas.
Aunque puede hacerse presente, en cualquier persona sin importar la edad o el género, existen factores como la genética y el ambiente en el que se desarrolla que pueden hacer al individuo más propenso a padecerla.
Algunos de sus síntomas son: sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, pesimismo, irritabilidad, frustración o intranquilidad, culpabilidad, pérdida de interés o placer en las actividades y los pasatiempos, fatiga, disminución de energía, dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones, dificultad para dormir, cambios en el apetito, dolor de cabeza, calambres o problemas digestivos.