/ sábado 13 de marzo de 2021

La jefa Irma, la enfermera que ocultó su misión contra la Covid-19

Con 37 años de experiencia, la trabajadora del ISSSTEP ha aprendido a equilibrar el servicio médico y la vida personal

“En este trabajo hay hora de entrada, pero no de salida”, comparte la jefa Irma, como le llaman a Irma González Guarneros desde doctores, personal administrativo y pacientes a la directora de enfermeras del ISSSTEP, toda una eminencia en su oficio, pero una incógnita para compañeros y conocidos cuando se trata de temas personales.

La responsable de prensa del hospital inclusive le ha advertido a El Sol de Puebla sobre lo reservada de Irma, “hay que pelarla como una cebolla”.

Pero este diario está a punto de redescubrir a la jefa cuando charla con ella por motivo a los festejos del Día Internacional de la Mujer, encontrándose sí, a una persona disciplinada, aunque llena de sensibilidad cuando a lo largo de sus 37 años de trayectoria ha antepuesto la figura de los demás a la propia.

Si bien se siente orgullosa por eso, sabe que ha quedado a deber por momentos con la familia, la cual entiende su trabajo, pero también la demanda para sí como se haría con cualquier ser querido con un oficio tan complicado como el de Irma en plena pandemia, pues sólo hasta mayo del 2020, México era uno de los países con más personal médico víctima del virus con 11 mil 394 contagiados.

“He aprendido a dividir lo personal de lo profesional. Acá los pacientes son la prioridad, pero en la casa lo es tu pareja, hijos o nietos”, dice relajada, dándose tiempo para hablar por primera vez en mucho tiempo de ella misma.

Y es que en el último año el trabajo se desbordó por completo, el hospital necesitaba quién organizara a las enfermeras ante la nueva patología, pero sin dejar de atender al resto de los pacientes.

La experiencia de Irma resultaba vital para hacer frente a un mal que hace de las personas mayores a sus presas predilectas. La familia, cuando se enteró, le pidió por dicha situación dejar en manos de alguien más la tarea de reorganización; pero al final, al final Irma se salió con la suya, “negoció” uno o dos meses de trabajo con los suyos, pero acabó cumpliendo de punta a cola el año de pandemia en el hospital.

“Se estaba ante la tarea de reconvertir ciertas áreas del hospital y sin nada escrito o con pocos conocimientos de la enfermedad (COVID-19). Se necesitaba de hacer escuela y alguien tenía que cumplir con dicha labor”, expone.

“Al principio iba a estar un mes o máximo dos aquí, pero ya pasó un año y no veo para cuándo (terminar con la misión). Pero la realidad es que los pacientes necesitan quién los acompañe, esté con ellos porque muchos entran con la zozobra de no saber si van a volver a ver a un rostro conocido y eso te transmiten cuando están contigo”, agrega.

GUARDAR LA IDENTIDAD

Los suyos tras la revelación hecha a El Sol de Puebla cree la van a “colgar” porque una vez más su otra vida, la de heroína, parece sigue llegando primero. Aunque la realidad no es así.

Como si se tratase de un súper héroe debió de ocultarles su nueva misión en el ISSSTEP con el objetivo de no preocuparlos. Sin embargo, la familia acabó por enterarse, inquietarse, pero entendiendo la situación, tanto así que uno de sus nietos le expresó de forma reciente su admiración como si tratara con una heroína de carne y hueso.

“Al principio no les dije qué iba a hacer en el hospital, pero al final se dieron cuenta cuando me fui alejando de ellos poco a poco para no exponerlos, para exentarlos de riesgo. Después les compartí lo que estoy haciendo y lo han entendido poco a poco porque de verdad aún hay mucho por hacer y hay que entrarle”, explica.

“Hace poco uno de mis nietos me dijo: ‘abuela estoy orgulloso de ti porque estás combatiendo el COVID’. Eso me hizo sentir increíble porque mi mundo se equilibró por completo”, añade tras recargar gasolina el tanque nada más al expresar eso.

Segundos después la jefa Irma dimensiona y con una revelación, como si a esas alturas de la charla le hiciera falta, deja en claro una vez más quién es como persona: disciplina, discreción y profesionalismo, donde cada aspecto siempre y cuando se sepa atender, presume su tiempo.

“Cuando estoy con la familia desconecto, si son vacaciones, es eso. Todo, aunque parezca todo lo contrario, tiene su tiempo y mira… ahora me doy este permiso de hablar contigo”, dice entre risas transmitiendo tranquilidad.

La jefa Irma sigue desde su trinchera luchando para aliviar o descansar a los enfermos, mientras en su identidad secreta es madre, pareja y abuela porque sin ninguno de esos roles… no estaría llena.


“En este trabajo hay hora de entrada, pero no de salida”, comparte la jefa Irma, como le llaman a Irma González Guarneros desde doctores, personal administrativo y pacientes a la directora de enfermeras del ISSSTEP, toda una eminencia en su oficio, pero una incógnita para compañeros y conocidos cuando se trata de temas personales.

La responsable de prensa del hospital inclusive le ha advertido a El Sol de Puebla sobre lo reservada de Irma, “hay que pelarla como una cebolla”.

Pero este diario está a punto de redescubrir a la jefa cuando charla con ella por motivo a los festejos del Día Internacional de la Mujer, encontrándose sí, a una persona disciplinada, aunque llena de sensibilidad cuando a lo largo de sus 37 años de trayectoria ha antepuesto la figura de los demás a la propia.

Si bien se siente orgullosa por eso, sabe que ha quedado a deber por momentos con la familia, la cual entiende su trabajo, pero también la demanda para sí como se haría con cualquier ser querido con un oficio tan complicado como el de Irma en plena pandemia, pues sólo hasta mayo del 2020, México era uno de los países con más personal médico víctima del virus con 11 mil 394 contagiados.

“He aprendido a dividir lo personal de lo profesional. Acá los pacientes son la prioridad, pero en la casa lo es tu pareja, hijos o nietos”, dice relajada, dándose tiempo para hablar por primera vez en mucho tiempo de ella misma.

Y es que en el último año el trabajo se desbordó por completo, el hospital necesitaba quién organizara a las enfermeras ante la nueva patología, pero sin dejar de atender al resto de los pacientes.

La experiencia de Irma resultaba vital para hacer frente a un mal que hace de las personas mayores a sus presas predilectas. La familia, cuando se enteró, le pidió por dicha situación dejar en manos de alguien más la tarea de reorganización; pero al final, al final Irma se salió con la suya, “negoció” uno o dos meses de trabajo con los suyos, pero acabó cumpliendo de punta a cola el año de pandemia en el hospital.

“Se estaba ante la tarea de reconvertir ciertas áreas del hospital y sin nada escrito o con pocos conocimientos de la enfermedad (COVID-19). Se necesitaba de hacer escuela y alguien tenía que cumplir con dicha labor”, expone.

“Al principio iba a estar un mes o máximo dos aquí, pero ya pasó un año y no veo para cuándo (terminar con la misión). Pero la realidad es que los pacientes necesitan quién los acompañe, esté con ellos porque muchos entran con la zozobra de no saber si van a volver a ver a un rostro conocido y eso te transmiten cuando están contigo”, agrega.

GUARDAR LA IDENTIDAD

Los suyos tras la revelación hecha a El Sol de Puebla cree la van a “colgar” porque una vez más su otra vida, la de heroína, parece sigue llegando primero. Aunque la realidad no es así.

Como si se tratase de un súper héroe debió de ocultarles su nueva misión en el ISSSTEP con el objetivo de no preocuparlos. Sin embargo, la familia acabó por enterarse, inquietarse, pero entendiendo la situación, tanto así que uno de sus nietos le expresó de forma reciente su admiración como si tratara con una heroína de carne y hueso.

“Al principio no les dije qué iba a hacer en el hospital, pero al final se dieron cuenta cuando me fui alejando de ellos poco a poco para no exponerlos, para exentarlos de riesgo. Después les compartí lo que estoy haciendo y lo han entendido poco a poco porque de verdad aún hay mucho por hacer y hay que entrarle”, explica.

“Hace poco uno de mis nietos me dijo: ‘abuela estoy orgulloso de ti porque estás combatiendo el COVID’. Eso me hizo sentir increíble porque mi mundo se equilibró por completo”, añade tras recargar gasolina el tanque nada más al expresar eso.

Segundos después la jefa Irma dimensiona y con una revelación, como si a esas alturas de la charla le hiciera falta, deja en claro una vez más quién es como persona: disciplina, discreción y profesionalismo, donde cada aspecto siempre y cuando se sepa atender, presume su tiempo.

“Cuando estoy con la familia desconecto, si son vacaciones, es eso. Todo, aunque parezca todo lo contrario, tiene su tiempo y mira… ahora me doy este permiso de hablar contigo”, dice entre risas transmitiendo tranquilidad.

La jefa Irma sigue desde su trinchera luchando para aliviar o descansar a los enfermos, mientras en su identidad secreta es madre, pareja y abuela porque sin ninguno de esos roles… no estaría llena.


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