¿Te imaginas un encuentro sexual con tu pareja, pero sin coito? Aunque para muchas personas la “penetración” es una parte fundamental de la sexualidad, no significa que sea elemental durante las relaciones íntimas, pues desde el plano sexual cada juego y forma de experimentar tiene su nombre.
Un claro ejemplo de esto es el famoso “King Out” o “el rey fuera”, una tendencia que fue utilizada en la década de los 70 y que hasta hace algunos años se volvió a poner de moda entre las parejas, pero ¿de qué se trata esta práctica sexual?
El King Out se trata de un encuentro con la pareja en el que solo son permitidos los besos, las caricias y el roce, que permiten alcanzar orgasmos intensos, pero con una sola condición: el rey permanecerá fuera; en pocas palabras, aquí está prohibido el coito.
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Para darte una idea más específica, es algo así como regresar a la adolescencia o a las relaciones light de años atrás, en donde solo existían los famosos “fajes”, incluso algunos sexólogos la han recomendado como una manera para recuperar la pasión o llevar el deseo al extremo sin llegar a la penetración.
Anteriormente esta tendencia se llamaba “petting”, que proviene del verbo “to pet” (que se traduce como: acariciar, mimar, besuquear); hoy en día el “King out” sugiere sesiones largas y hot, donde la excitación se logra con únicamente contacto físico o la masturbación mutua, pero ¡hasta ahí!
Asimismo, científicamente a esta experiencia se le conoce como “trobofila”, es decir, el gusto por acariciar, y con los objetivos específicos de aumentar el deseo, fortalecer la libido y, sobre todo, salir de la rutina.
¿POR QUÉ NO LLEGAR HASTA EL FINAL?
Según los expertos, este tipo de prácticas permiten mejorar la comunicación entre la pareja, expresar los sentimientos y redescubrir la llama de la pasión, aunque para ellos, las caricias de por sí, son un comportamiento sexual que durante la historia ha acompañado el placer del ser humano.
De acuerdo a Carolina Londoño, sexóloga clínica del Centro Psicopedagógico Integrado (CEPI) de Medellín, “es recomendable llevar a cabo estos comportamientos para no poner la responsabilidad del placer sólo en los órganos genitales, para que la pareja logre la reconexión de las neuronas sexuales y para enseñarles a los sentidos a escanear el cuerpo del otro y así generar memorias corporales que lleven a un mayor entendimiento mutuo”.
Muchos han llegado a considerar que las mujeres son las que más provecho logran sacar de esta práctica sexual, debido a que suelen ser más receptivas a momentos de sólo caricias y están, por lo general, más acostumbradas a experimentar placer a través del consentimiento de su propio cuerpo.
No obstante, para Londoño los hombres también pueden disfrutar de esta técnica si se dan el permiso de sentir. “La clave está en que intenten desarrollar su capacidad sensitiva para poder disfrutar y experimentar placer en algo más que el coito. El erotismo es el permiso que todo ser humano debe darse”, agregó.