Nunca más el 19 de septiembre se vivirá igual que antes, pues, al igual que en 1985 y 2017, un terremoto de escala superior a siete grados sacudió a Puebla una vez más. La diferencia fue que ahora nadie lamentó pérdidas humanas ni materiales, pues, aunque el Servicio Sismológico Nacional (SSN) fijó la magnitud del tremor en 7.7, con epicentro en Coalcomán, Michoacán, las autoridades estatales descartaron afectaciones.
Ni una hora había transcurrido después del simulacro nacional en el que participaron, según la Coordinación Estatal de Protección Civil (PC), 1 millón 216 mil 779 personas en el territorio poblano, cuando los sistemas de alertamiento sísmico se activaron de forma sorpresiva para la ciudadanía.
Ante ello, el gobernador Miguel Barbosa Huerta expuso, a través de un mensaje directo transmitido a través de redes sociales, su asombro ante la casualidad de los eventos y su relación cronológica, por lo que indicó que el día quedará marcado como una fecha sensible para la población.
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“[Hubo] una participación enorme en Puebla, porque Puebla es un lugar de alta sismicidad (...) El día de hoy (ayer) a las 13 horas con 6 minutos ocurre otro sismo [y] escuchamos una de esas terroríficas [alarmas] ¿verdad? Pero que ya la [tomamos] con mucha calma y salimos (...) Reaccionamos bien ante el hecho real, 19 de septiembre, [es] una fecha muy complicada de entender ya para todos los mexicanos”, declaró Barbosa Huerta.
Detalló que los únicos eventos adversos reportados en la entidad fueron crisis nerviosas, por lo que excluyó inmediatamente la posibilidad de que los servicios públicos de salud y educativos fueran menoscabados.
Informó que sugirió al alcalde de Puebla capital, Eduardo Rivera Pérez, el retiro de una publicación que hizo el Departamento de Protección Civil municipal a través de su cuenta de Twitter, en la cual mostró imágenes del simulacro realizado por el organismo momentos antes del tremor y en las cuales se observó un supuesto escenario devastador en el distribuidor vial Juárez-Serdán.
“No hay que crear esas imágenes no ciertas porque provocan confusión y provocan miedo. Ya hablé con el alcalde para pedirle y me dijo que ya lo ordenó también. Hay que tener mucha mayor sensibilidad y responsabilidad”, indicó.
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La espantosa coincidencia
Además de las fechas, la magnitud de los movimientos telúricos y las horas de ocurrencia, han sido una casualidad poco comprensible e inquietante para los mexicanos.
En 1985, un sismo de 8.1 grados impactó las costas del Pacífico; el 7 de septiembre de 2017 ocurrió un evento de 8.2 grados y, 12 días después, el 19 de septiembre sucedió un terremoto de 7.1 grados.
En 2021, también el 7 de septiembre, la tierra se sacudió con un movimiento de 7.1 grados; mientras que el 19 de septiembre, pero ahora del presente año, el patrón estremecedor se hizo presente y se generó un terremoto de 7.7 grados.
Los terremotos registrados entre 2017 y 2022 tuvieron una diferencia de tan solo nueve minutos, algo que resulta difícil de asimilar para los mexicanos que esperaban con asombro el 19 de septiembre.
Durante el evento de hace 37 años, los estropicios materiales y humanos se focalizaron principalmente en la capital del país, no obstante, Puebla no quedó aislada y su población sintió uno de los momentos más estremecedores de su historia.
De acuerdo con registros periodísticos de esta casa editorial, el periodismo poblano atestiguó no sólo la solidaridad inmediata de la ciudadanía, sino también la vulnerabilidad de la estructura de diversos inmuebles.
Uno de ellos fue el hoy demolido Hospital de San Alejandro, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el cual sufrió la destrucción de cristales y agrietamiento de paredes. El pánico predominó entre los pacientes y médicos que se encontraban en la Sala de Cirugía, pues su estructura quedó delicada.
Otra de las caras de la tragedia fue el heroico involucramiento de los servicios de emergencia poblanos que acudieron en auxilio de los capitalinos. De acuerdo con la narración de la periodista Martha Benítez, un equipo de 20 brigadistas integrados por médicos poblanos adscritos al IMSS partió de inmediato al Distrito Federal.
Aunque en ese momento, la Angelópolis se mantuvo básicamente como espectadora ante los heridos y fallecidos, el escenario cambió en 2017, cuando, ante el sobresalto de todos, un terremoto con epicentro en Axochiapan, Morelos, impactó el suelo terrestre a la 1 de la tarde con 14 minutos.
Los primeros reportes publicados en este medio fueron escalofriantes. A primera hora del día siguiente, ya se habían contabilizado 43 personas fallecidas y otras 27 seguían sin ser localizadas. Inclusive, las aglutinadas calles del Centro Histórico fueron cerradas al tránsito, lo cual, a la par del temor, provocó uno de los escenarios más lúgubres en la demarcación.
Sobre la 11 Sur y la 11 Poniente, en Puebla capital, yacían dos de las primeras víctimas mortales: una madre y su hija que caminaban al salir de la escuela y cuyos cuerpos fueron prensados por escombros.
Tan sólo horas después de ocurrido el sismo, elementos de todos los servicios públicos, así como una vasta cantidad de voluntarios se organizaron para recuperar las lastimadas calles poblanas.
Pese a ello, la capital del estado no fue la más afligida. Los pobladores de Atzala vivieron una tragedia que nunca olvidarán, pues uno de sus templos religiosos más sagrados se desplomó y ello provocó la muerte instantánea de 11 personas.
Asimismo, según relató la periodista Pilar Pérez, el Hospital de San Alejandro fue una vez más motivo de conmoción para los que ahí se encontraban durante los minutos del temblor. La situación provocó el desalojo de 392 pacientes, quienes nunca más volvieron a ese nosocomio, ya que, debido a los desperfectos que sufrió, fue cerrado al público y demolido meses después.
La crisis fue tal que la Secretaría de Gobernación (Segob) declaró en estado de emergencia a un total de 112 municipios. Producto de esta acción, fueron activados los recursos del Fondo para la Atención de Emergencias (Fonden). Inclusive, las clases se suspendieron inmediatamente en todos los niveles.
No obstante, otro de los puntos a considerar es la cantidad de personas que se comprometió a restablecer la vida en la entidad, no sólo mediante el apoyo en especie, sino también mediante el cariño, fuerza y hermandad.
Ante ese contexto lleno de coincidencias inexplicables, la hesitación de la población creció y el futuro se volvió aún más incierto. Septiembre, el ya denominado “mes de los temblores”, tendrá, además de una vasta carga emocional para los mexicanos, nunca será igual que antes y, tal como dijo una de las mujeres que se soltó en lágrimas minutos después de concluido el temor en la explanada del zócalo, “hoy es momento de agradecer”, pero también de prepararse y nunca desestimar las medidas de prevención de siniestros naturales.
Cuando sucede lo imposible
A la 1 de la tarde en punto, muchas de las personas que participaron en el simulacro programado a las 12 horas con 19 minutos aún permanecían a las afueras de los inmuebles evacuados previamente, pues, tal como marca el protocolo, debe realizarse una exhaustiva revisión de inmuebles. Tal fue el caso de la comunidad estudiantil, docente y administrativa del Centro Escolar Aparicio, que está situado en el Barrio El Alto.
El ánimo de los asistentes cambió cinco minutos después de esa hora cuando, estando todos en el exterior, el fuerte sonido que dice “alerta sísmica” se activó de forma abrupta. “Esto sí es real”, exclamó con sorpresa una profesora a sus alumnos.
No sólo el desconcierto imperó en las calles, sino también el terror, pues las almas ya sugestionadas de los poblanos revivieron los momentos de terror e incertidumbre vividos hace apenas un lustro. Para varios, el escenario de ver a las multitudes en las calles y a las afueras de los inmuebles, ya superado el simulacro, fue angustiante y poco creíble.
Tras un recorrido hecho por El Sol de Puebla en diversas calles de la capital del estado, se constató que, aunque el ímpetu de la población era inquietante, la disposición de cooperar con las autoridades de Protección Civil para salvaguardar las vidas fue indiscutible.
Una brigadista que pidió mantenerse en el anonimato aseguró que los simulacros realizados son una de las dos herramientas más importantes con las que cuentan los poblanos, la primera es la solidaridad, refirió.
En otro punto de la ciudad, en el zócalo, los ciudadanos salieron de sus lugares de trabajo, hogares, comercios y demás establecimientos que se congregaron en puntos de reunión a fin de evitar accidentes, mientras esperaban que finalizara el temblor.
Ahí mismo, Rivera Pérez pidió a los ciudadanos mantener la calma y seguir con los protocolos de seguridad.
Alrededor de 847 personas fueron evacuadas de los diferentes edificios gubernamentales y sonaron 45 alarmas en diversos puntos de la capital como juntas auxiliares, unidades habitacionales y colonias.
“Afortunadamente les informo a todos los trabajadores, trabajadoras que se encuentran aquí junto con nosotros que tenemos un reporte de saldo blanco, de parte del área de Protección Civil me informan que fueron 847 personas evacuadas de los diferentes edificios. Regidores, Palacio, Reforma 113, Reforma 126 y Gobernación se encuentran en buenas condiciones”, declaró el edil.