/ miércoles 8 de marzo de 2023

8M: Mujeres serranas emprenden acciones para impulsar la igualdad de género

En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, presentamos historias de lideresas que han contribuido al empoderamiento y la igualdad social

Cada día son más las mujeres que se convierten en líderes en sus comunidades, aquellas que emprenden acciones colectivas para buscar la igualdad de género, que logran romper el molde impuesto donde ellas no deben ir a la escuela o trabajar de manera independiente y su deber se reduce a ser madres, cuidar el hogar y a los hijos.

Una de ellas es Martha Bautista, de Cuetzalan, quien ha enseñado a las comunidades, en especial a las mujeres, a ser autónomas mediante la elaboración de artesanías. Otra es Kelly Suárez, de Ixtacamaxtitlán, quien es parte de la primera línea de defensa de los pobladores de ese municipio serrano contra la tala ilegal en la zona.

Una más es María del Carmen Olvera, de Zacatlán, quien cuenta historias y embellece al municipio, de la mano de jóvenes, mediante la elaboración de vitromurales. Por último está Carmen Pérez, de Huauchinango, la sanadora del pueblo y la líder de su familia nuclear.

En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, que se realiza hoy, El Sol de Puebla le da un espacio a las que no suelen tener voz, pero que desde sus cotidianidades generan cambios y contribuyen al empoderamiento de las mujeres e igualdad social.

Martha Bautista, la artesana que representa a Cuetzalan

A Martha Bautista le gusta hablar en plural. No dice “mi trabajo”, sino “nuestro”. No cree que lo abonado al interior y exterior de su comunidad sea labor individual, sino que incluye a sus hermanas Anastasia y Martina, con quienes tiene un taller para enseñar a más personas a crear prendas con hilos de algodón tejidos en telar de cintura.

La mujer indígena, de 61 años, empezó a tener contacto con textiles desde muy temprana edad, pues quería lucir como su madre Francisca, una mujer que porta su huipil de un blanco impecable con destellos de bordados coloridos, sandalias y su cabello trenzado. Por su mente no pasaba la idea de que el deseo de una niña de vestir las mejores y auténticas prendas tradicionales de su región lo haya llevado a conocer nuevos horizontes, tejer historias y generar un cambio en la vida de los demás.

Movida por el deseo de contribuir en la economía del hogar, decidió acompañar a su tía a vender huipiles en diferentes puntos de Cuetzalán. En su vendimia se encontraron con un hombre que las invitó a acudir a la Cooperativa Tosepan para que comercializaran sus prendas, pues se encuentra en el centro del municipio y era atractivo para los turistas. Fue ahí donde “empezó todo”.

Leer más: Activistas poblanas se enfrentan a diversas barreras para defender sus luchas: Ibero


“Todo lo que llevábamos nos lo compraban y nos daban buen dinero. De esa reunión cada ocho días se participaba y empezaron a hacer pedidos para México y de ahí seguimos trabajando, más mujeres empezaron a involucrarse y fue creciendo”, cuenta.

Así, Martha siguió con la fabricación de estas prendas tradicionales, tratando de darle un toque de innovación en el diseño que expresa su visión acerca del mundo a través de la imaginación y sus bordados, y también prendas prehispánicas de rescate, estas últimas la hicieron merecedora de un reconocimiento de la Secretaría de Cultura federal a través del Programa de Acciones Culturales Multilingües y Comunitarias (PACMYC) en 2010.

Poco tiempo después se convirtió en referente de la región y de empresas privadas, así como dependencias gubernamentales de diferentes estados comenzaron a llamarla para mostrar sus tejidos.

“Siempre fue una emoción y privilegio que me llamaran para ir a lugares como Puebla, Monterey, Querétaro, pues agarras experiencias, conocimientos, también compartimos lo que hacemos y es muy bonito”, expresa.

Gracias a su reconocimiento, las hermanas Bautista crearon un espacio familiar denominado “ichcaxochitl”, flor de algodón en náhuatl, en el que elaboran sus prendas y enseñan a infantes, mujeres y hombres el arte del tejido. No obstante, reconoce que, como mujeres indígenas, se han encontrado con algunos retos como la falta de apoyo por impulsar proyectos.

“Recuerdo que conocí a una persona que me decía que era una india, primero lloraba, pero después levanté la cara. Ser mujer aquí (en Cuetzalan) hay que dominar la pena, la humillación, hay que enfrentar todo con la frente en alto, ser fuerte, valiente porque si me agacho, no me van a hacer caso. Hay que hablar, expresar lo que uno siente como mujer y no hay que mirar para abajo, hay que ser fuertes”, dice.

A pesar de lo que ha enfrentado, la tejedora no ve barreras y todavía tiene planes para que la elaboración de prendas tradicionales siga creciendo. Subraya que su deseo es tener un taller en la entidad para dar pláticas y enseñar a más personas sobre esta pasión, sin embargo, el recurso económico es el principal impedimento, por ahora, para alcanzarlo, ya que las ventas no están fluyendo como quisiera desde que arrancó la crisis sanitaria por coronavirus.

Con la sonrisa en su rostro, asegura que existe una Martha antes y una después. En el pasado se recuerda como una mujer sumisa, que a todo obedecía y que desconocía la palabra “no”. En el presente, después de complicaciones médicas derivadas de problemas familiares, se considera una mujer alegre, trabajadora, independiente y autosuficiente.

Kelly, la estratega para combatir a los ‘talamontes’

Ixtacamaxtitlán es un municipio de climas fríos en sus bosques y cálidos en el centro. La condición de supremacía del hombre y la cláusula de inferioridad de la mujer están vigentes.

Kelly Suárez lleva inmersa en el grupo en defensa de Ixtacamaxtitlán desde sus inicios en la defensa contra la tala de árboles. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


Adentrándose al municipio se encuentra la comunidad de Mexcaltepec, un pequeño pueblo con no más de 500 habitantes, quienes hacen frente a la tala irregular de árboles tipo Oyamel y Ayacahuite. Es el caso de Kelly Suárez, quien desde hace dos años forma parte de la línea de defensa del bosque.

Con 22 años, Kelly vive con su familia en una casa cerca del bosque. Está por finalizar su licenciatura en Psicología, al mismo tiempo que planea las estrategias para hacer frente a los ‘talamontes’. Lleva inmersa en el grupo en defensa de Ixtacamaxtitlán desde sus inicios y cuenta cómo ha sido su papel y las agresiones a las que se ha enfrentado.

“Somos dos mujeres las que estamos en el grupo y creamos las cuestiones estratégicas para subir al monte. Si se va a subir, tenemos que hacer una estrategia para los que suben, los que se quedan abajo monitoreando y los que esperan a su regreso. Nosotras nos encargamos de delegar las cuestiones de cada persona de la comunidad y cómo se les va a apoyar”, explica.

También ha subido al monte para enfrentarse con los taladores, pues no considera que la mujer sea el ‘punto débil’ de la comunidad, sin embargo, ha puesto en peligro su integridad al recibir golpes y empujones.

La mentalidad de Kelly es diferente dentro de la comunidad, ya que en las áreas rurales la tendencia es que las mujeres no deben ir a la escuela o a trabajar de manera independiente. Según esa manera de pensar, contra la que lucha diariamente, su deber reside en el cuidado del hogar y de los hijos.

Aunque comenta que sus padres han ‘roto’ con esta ideología, reconoce que en la comunidad aún persisten comentarios machistas en “menor cantidad”.

“En el pueblo todavía se escucha o te das cuenta de que algunas mujeres menores de edad se siguen casando. Aquí algunas chicas se han revelado, por decirlo así, porque estudiamos y tenemos una carrera. Por ser mujer se te considera vulnerable, débil o de un rango menor y la verdad es que no es así”, comenta.

Kelly no duda en que las mujeres puedan destacar sin la necesidad de depender de un hombre. Lo importante es priorizar objetivos, ser consciente de las capacidades propias y “no dejarse de los pensamientos de servir”, asienta.

La meta de la joven es finalizar su carrera, radicar en la capital poblana y trabajar al interior de una organización, sin dejar a un lado la defensa del bosque.

Carmen Olvera, la creadora de los vitromurales en Zacatlán

Los muros de los alrededores del paseo de la Barranca de los Jilgueros, en el Pueblo Mágico de Zacatlán, cuentan un sinfín de historias a través de vidrio y talavera que se fusionan para crear vitromurales. Con trozos de diferentes tamaños de estos materiales, María del Carmen Olvera, junto con jóvenes artistas de diferentes regiones, es la artífice de darle color y brillo a las calles emblemáticas de la zona.

María del Carmen Olvera, de Zacatlán, embellece al municipio, de la mano de jóvenes, mediante la elaboración de vitromurales. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


Mary, como la conocen en el municipio, ha creado el gran pliego de vitromurales que representan desde el origen del universo, el pasaje bíblico de Adán y Eva, los estados del país, hasta la vida cotidiana del Pueblo Mágico.

La mujer de 67 años cuenta que la creación de estos murales surgió de una recomendación hecha por el ciudadano estadounidense Dick Davis, impulsor del arte urbano a través de la organización Wilmette Art Guild de Chicago, quien en alguna de sus visitas al municipio promovió el primer mosaico en homenaje al maíz.

En ese momento Mary reconoció la belleza de Zacatlán y las áreas de oportunidad para hacerlas visibles, por lo que decidió seguir con los murales.

Es así que, desde hace más de ocho años, Mary reunió a varios artistas y les sembró la idea de realizar vitromurales que mostraran a las personas que recorren las calles la cultura del municipio productor de manzanas.

Aunque ella origina las ideas, son jóvenes, algunas víctimas de violencia o con problemas emocionales, quienes se encargan de plasmarlo en los murales, al mismo tiempo que se olvidan un poco de sus contextos, pues en esta actividad encuentran una terapia, ya que “cada pieza tiene energía, tiempo, esfuerzo, corazón y visión”.

En la obra “México lindo y querido”, que aún trabajan, Olvera plasma la multiculturalidad que hay en el país. La mariposa monarca de Michoacán, los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl de Puebla, la montaña del Cerro de la Silla en Monterrey y La Quebrada en Acapulco dan muestra de su amor por México y la necesidad de plasmar la belleza de cada rincón el país mediante el rostro de algunas “reinas de la manzana”.

“No solo son rostros porque son hermosas. Cada una de sus imágenes cuenta una historia, algunas de ellas salen con su padre, pareja o hijo. Ellas dieron una cooperación para que se hiciera su mural y cuando están listas se les invita a que coloquen su rostro. Es un proyecto que llama la atención para el turismo nacional porque buscan su estado y para el turismo internacional vamos a poner los trajes típicos de los países que nos han visitado”, revela.

Con la intención de seguir creciendo esta expresión artística creó la “Casa del VitroMuralista”, un pequeño espacio que funge como una galería de arte, así como un taller, para las personas que se encargan de hacer tangibles las historias.

“Es muy satisfactorio ver a esta generación de artistas que han utilizado los murales como una terapia, que llegan y les cambia la mecánica, porque eso hace el arte. Ver los murales me genera mucha emoción, satisfacción y agradecimiento a todos los artistas que han participado”, puntualiza.

En el marco del Día Internacional de la Mujer (8M), la artista de Zacatlán manda un mensaje a todas las integrantes del género femenino: “La vida les puede dar los peores momentos, pero no estamos para quedarnos tiradas, nos tenemos que levantar con más fuerza; las oportunidades siempre están, sólo depende que abras tu mente, tu corazón y alma para recibir todo aquello que te da la vida. Depende de cada una de nosotras”.

Carmen, la curandera de Huauchinango

En “la tierra de los curanderos” una mujer es la que posee ‘el don’ para sanar y proteger a quien llegue a su hogar en busca de ayuda. De domingo a lunes, hombres y mujeres se reúnen en el patio de una vivienda ubicada en el pueblo nahua de Cuacuila, en el municipio de Huauchinango. Los visitantes esperan sentados o de pie frente a una pequeña puerta. La persona a la que esperan, Carmen Pérez, mejor conocida como la heredera de José Mata- quien fue uno de los mejores curanderos nahuas de la Sierra Norte del estado- sale a su patio, seguida por una pequeña niña, su hija, y se conduce a su espacio de trabajo.

Carmen Pérez es la heredera de uno de los mejores curanderos nahuas de la Sierra Norte del estado. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Carmen es de estatura pequeña y viste prendas tradicionales de la región. A sus 32 años es una respetada curandera, pues los pobladores dicen que sólo ella tiene ‘el don’, una sanadora que lleva más de una década ofreciendo alivio espiritual y físico.



Sin embargo, platica que para la comunidad no fue sencillo aceptar que una mujer y, además, joven, fuera la heredera del mejor curandero de la zona. Incluso, fue víctima de agresiones vía digital donde la acusaron de engañar a la gente, situación que le afectó emocionalmente, a tal grado de que pensó dejar de ayudar a la gente.

“A mi me veían joven y dudaban que yo curara, la gente cree que estar con una persona grande (es mejor), ven que tiene experiencia, pero en realidad no sabe, no trae el don. José Mata confió en una mujer para ser su guía y eso tampoco lo aceptaban”, narra.

Los clientes llegan con Carmen por referencias de gente agradecida que fue curada o vio cómo cambió su suerte gracias a sus oraciones y su sanación. El pequeño cuarto está en el patio de su casa. Hay una banca donde los pacientes se sientan, Carmen se sitúa en una silla de plástico, un regalo de un paciente, a un lado de una mesa de madera rodeada de velas, flores, inciensos, figuras de piedra y cerámica en donde todos los elementos tienen un significado.

Carmen empieza a trabajar muy temprano y termina muy tarde pues dice que “la gente necesita ayuda y esperanza”. Sus ratos libres los ocupa para cuidar a sus hijas, despejar su mente y apoyar a más mujeres de la comunidad que se dedican a la elaboración de tamales, pues les ayuda económicamente.

La curandera habla sobre cómo es ser mujer en Huauchinango y dice que se necesita tener valor, energía y amor para hacer frente a las adversidades de la vida cotidiana:

“Ser mujer en Huauchinango es amar lo que haces; trabajo por mis hijas, por mi salud. En ocasiones yo quiero ir a una fiesta, salir a pasear pero yo dejo eso por amor a mis pacientes, mis hijas. Estoy orgullosa de ser curandera, estoy agradecida con la gente que confía en mí, me siento bendecida por la gente que me reconoce; antes me agachaba, me daba pena, pero ya aprendí a que lo que tengo vale mucho, muchos hubieran querido tener al maestro que yo tuve y no fue así”.

Finalmente, en el marco del 8 de marzo, Carmen Pérez lanza un mensaje a las mujeres en donde les pide “no dejarse pisotear por nadie” y tener amor propio, pues con ello pueden salir adelante.

“El amor por nosotras es lo que más vale, eso hará que nosotras nos levantemos y nos convirtamos en la luz, porque si no nos tenemos amor, nos apagamos, nos dejamos en el piso”, concluye.


Cada día son más las mujeres que se convierten en líderes en sus comunidades, aquellas que emprenden acciones colectivas para buscar la igualdad de género, que logran romper el molde impuesto donde ellas no deben ir a la escuela o trabajar de manera independiente y su deber se reduce a ser madres, cuidar el hogar y a los hijos.

Una de ellas es Martha Bautista, de Cuetzalan, quien ha enseñado a las comunidades, en especial a las mujeres, a ser autónomas mediante la elaboración de artesanías. Otra es Kelly Suárez, de Ixtacamaxtitlán, quien es parte de la primera línea de defensa de los pobladores de ese municipio serrano contra la tala ilegal en la zona.

Una más es María del Carmen Olvera, de Zacatlán, quien cuenta historias y embellece al municipio, de la mano de jóvenes, mediante la elaboración de vitromurales. Por último está Carmen Pérez, de Huauchinango, la sanadora del pueblo y la líder de su familia nuclear.

En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, que se realiza hoy, El Sol de Puebla le da un espacio a las que no suelen tener voz, pero que desde sus cotidianidades generan cambios y contribuyen al empoderamiento de las mujeres e igualdad social.

Martha Bautista, la artesana que representa a Cuetzalan

A Martha Bautista le gusta hablar en plural. No dice “mi trabajo”, sino “nuestro”. No cree que lo abonado al interior y exterior de su comunidad sea labor individual, sino que incluye a sus hermanas Anastasia y Martina, con quienes tiene un taller para enseñar a más personas a crear prendas con hilos de algodón tejidos en telar de cintura.

La mujer indígena, de 61 años, empezó a tener contacto con textiles desde muy temprana edad, pues quería lucir como su madre Francisca, una mujer que porta su huipil de un blanco impecable con destellos de bordados coloridos, sandalias y su cabello trenzado. Por su mente no pasaba la idea de que el deseo de una niña de vestir las mejores y auténticas prendas tradicionales de su región lo haya llevado a conocer nuevos horizontes, tejer historias y generar un cambio en la vida de los demás.

Movida por el deseo de contribuir en la economía del hogar, decidió acompañar a su tía a vender huipiles en diferentes puntos de Cuetzalán. En su vendimia se encontraron con un hombre que las invitó a acudir a la Cooperativa Tosepan para que comercializaran sus prendas, pues se encuentra en el centro del municipio y era atractivo para los turistas. Fue ahí donde “empezó todo”.

Leer más: Activistas poblanas se enfrentan a diversas barreras para defender sus luchas: Ibero


“Todo lo que llevábamos nos lo compraban y nos daban buen dinero. De esa reunión cada ocho días se participaba y empezaron a hacer pedidos para México y de ahí seguimos trabajando, más mujeres empezaron a involucrarse y fue creciendo”, cuenta.

Así, Martha siguió con la fabricación de estas prendas tradicionales, tratando de darle un toque de innovación en el diseño que expresa su visión acerca del mundo a través de la imaginación y sus bordados, y también prendas prehispánicas de rescate, estas últimas la hicieron merecedora de un reconocimiento de la Secretaría de Cultura federal a través del Programa de Acciones Culturales Multilingües y Comunitarias (PACMYC) en 2010.

Poco tiempo después se convirtió en referente de la región y de empresas privadas, así como dependencias gubernamentales de diferentes estados comenzaron a llamarla para mostrar sus tejidos.

“Siempre fue una emoción y privilegio que me llamaran para ir a lugares como Puebla, Monterey, Querétaro, pues agarras experiencias, conocimientos, también compartimos lo que hacemos y es muy bonito”, expresa.

Gracias a su reconocimiento, las hermanas Bautista crearon un espacio familiar denominado “ichcaxochitl”, flor de algodón en náhuatl, en el que elaboran sus prendas y enseñan a infantes, mujeres y hombres el arte del tejido. No obstante, reconoce que, como mujeres indígenas, se han encontrado con algunos retos como la falta de apoyo por impulsar proyectos.

“Recuerdo que conocí a una persona que me decía que era una india, primero lloraba, pero después levanté la cara. Ser mujer aquí (en Cuetzalan) hay que dominar la pena, la humillación, hay que enfrentar todo con la frente en alto, ser fuerte, valiente porque si me agacho, no me van a hacer caso. Hay que hablar, expresar lo que uno siente como mujer y no hay que mirar para abajo, hay que ser fuertes”, dice.

A pesar de lo que ha enfrentado, la tejedora no ve barreras y todavía tiene planes para que la elaboración de prendas tradicionales siga creciendo. Subraya que su deseo es tener un taller en la entidad para dar pláticas y enseñar a más personas sobre esta pasión, sin embargo, el recurso económico es el principal impedimento, por ahora, para alcanzarlo, ya que las ventas no están fluyendo como quisiera desde que arrancó la crisis sanitaria por coronavirus.

Con la sonrisa en su rostro, asegura que existe una Martha antes y una después. En el pasado se recuerda como una mujer sumisa, que a todo obedecía y que desconocía la palabra “no”. En el presente, después de complicaciones médicas derivadas de problemas familiares, se considera una mujer alegre, trabajadora, independiente y autosuficiente.

Kelly, la estratega para combatir a los ‘talamontes’

Ixtacamaxtitlán es un municipio de climas fríos en sus bosques y cálidos en el centro. La condición de supremacía del hombre y la cláusula de inferioridad de la mujer están vigentes.

Kelly Suárez lleva inmersa en el grupo en defensa de Ixtacamaxtitlán desde sus inicios en la defensa contra la tala de árboles. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


Adentrándose al municipio se encuentra la comunidad de Mexcaltepec, un pequeño pueblo con no más de 500 habitantes, quienes hacen frente a la tala irregular de árboles tipo Oyamel y Ayacahuite. Es el caso de Kelly Suárez, quien desde hace dos años forma parte de la línea de defensa del bosque.

Con 22 años, Kelly vive con su familia en una casa cerca del bosque. Está por finalizar su licenciatura en Psicología, al mismo tiempo que planea las estrategias para hacer frente a los ‘talamontes’. Lleva inmersa en el grupo en defensa de Ixtacamaxtitlán desde sus inicios y cuenta cómo ha sido su papel y las agresiones a las que se ha enfrentado.

“Somos dos mujeres las que estamos en el grupo y creamos las cuestiones estratégicas para subir al monte. Si se va a subir, tenemos que hacer una estrategia para los que suben, los que se quedan abajo monitoreando y los que esperan a su regreso. Nosotras nos encargamos de delegar las cuestiones de cada persona de la comunidad y cómo se les va a apoyar”, explica.

También ha subido al monte para enfrentarse con los taladores, pues no considera que la mujer sea el ‘punto débil’ de la comunidad, sin embargo, ha puesto en peligro su integridad al recibir golpes y empujones.

La mentalidad de Kelly es diferente dentro de la comunidad, ya que en las áreas rurales la tendencia es que las mujeres no deben ir a la escuela o a trabajar de manera independiente. Según esa manera de pensar, contra la que lucha diariamente, su deber reside en el cuidado del hogar y de los hijos.

Aunque comenta que sus padres han ‘roto’ con esta ideología, reconoce que en la comunidad aún persisten comentarios machistas en “menor cantidad”.

“En el pueblo todavía se escucha o te das cuenta de que algunas mujeres menores de edad se siguen casando. Aquí algunas chicas se han revelado, por decirlo así, porque estudiamos y tenemos una carrera. Por ser mujer se te considera vulnerable, débil o de un rango menor y la verdad es que no es así”, comenta.

Kelly no duda en que las mujeres puedan destacar sin la necesidad de depender de un hombre. Lo importante es priorizar objetivos, ser consciente de las capacidades propias y “no dejarse de los pensamientos de servir”, asienta.

La meta de la joven es finalizar su carrera, radicar en la capital poblana y trabajar al interior de una organización, sin dejar a un lado la defensa del bosque.

Carmen Olvera, la creadora de los vitromurales en Zacatlán

Los muros de los alrededores del paseo de la Barranca de los Jilgueros, en el Pueblo Mágico de Zacatlán, cuentan un sinfín de historias a través de vidrio y talavera que se fusionan para crear vitromurales. Con trozos de diferentes tamaños de estos materiales, María del Carmen Olvera, junto con jóvenes artistas de diferentes regiones, es la artífice de darle color y brillo a las calles emblemáticas de la zona.

María del Carmen Olvera, de Zacatlán, embellece al municipio, de la mano de jóvenes, mediante la elaboración de vitromurales. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


Mary, como la conocen en el municipio, ha creado el gran pliego de vitromurales que representan desde el origen del universo, el pasaje bíblico de Adán y Eva, los estados del país, hasta la vida cotidiana del Pueblo Mágico.

La mujer de 67 años cuenta que la creación de estos murales surgió de una recomendación hecha por el ciudadano estadounidense Dick Davis, impulsor del arte urbano a través de la organización Wilmette Art Guild de Chicago, quien en alguna de sus visitas al municipio promovió el primer mosaico en homenaje al maíz.

En ese momento Mary reconoció la belleza de Zacatlán y las áreas de oportunidad para hacerlas visibles, por lo que decidió seguir con los murales.

Es así que, desde hace más de ocho años, Mary reunió a varios artistas y les sembró la idea de realizar vitromurales que mostraran a las personas que recorren las calles la cultura del municipio productor de manzanas.

Aunque ella origina las ideas, son jóvenes, algunas víctimas de violencia o con problemas emocionales, quienes se encargan de plasmarlo en los murales, al mismo tiempo que se olvidan un poco de sus contextos, pues en esta actividad encuentran una terapia, ya que “cada pieza tiene energía, tiempo, esfuerzo, corazón y visión”.

En la obra “México lindo y querido”, que aún trabajan, Olvera plasma la multiculturalidad que hay en el país. La mariposa monarca de Michoacán, los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl de Puebla, la montaña del Cerro de la Silla en Monterrey y La Quebrada en Acapulco dan muestra de su amor por México y la necesidad de plasmar la belleza de cada rincón el país mediante el rostro de algunas “reinas de la manzana”.

“No solo son rostros porque son hermosas. Cada una de sus imágenes cuenta una historia, algunas de ellas salen con su padre, pareja o hijo. Ellas dieron una cooperación para que se hiciera su mural y cuando están listas se les invita a que coloquen su rostro. Es un proyecto que llama la atención para el turismo nacional porque buscan su estado y para el turismo internacional vamos a poner los trajes típicos de los países que nos han visitado”, revela.

Con la intención de seguir creciendo esta expresión artística creó la “Casa del VitroMuralista”, un pequeño espacio que funge como una galería de arte, así como un taller, para las personas que se encargan de hacer tangibles las historias.

“Es muy satisfactorio ver a esta generación de artistas que han utilizado los murales como una terapia, que llegan y les cambia la mecánica, porque eso hace el arte. Ver los murales me genera mucha emoción, satisfacción y agradecimiento a todos los artistas que han participado”, puntualiza.

En el marco del Día Internacional de la Mujer (8M), la artista de Zacatlán manda un mensaje a todas las integrantes del género femenino: “La vida les puede dar los peores momentos, pero no estamos para quedarnos tiradas, nos tenemos que levantar con más fuerza; las oportunidades siempre están, sólo depende que abras tu mente, tu corazón y alma para recibir todo aquello que te da la vida. Depende de cada una de nosotras”.

Carmen, la curandera de Huauchinango

En “la tierra de los curanderos” una mujer es la que posee ‘el don’ para sanar y proteger a quien llegue a su hogar en busca de ayuda. De domingo a lunes, hombres y mujeres se reúnen en el patio de una vivienda ubicada en el pueblo nahua de Cuacuila, en el municipio de Huauchinango. Los visitantes esperan sentados o de pie frente a una pequeña puerta. La persona a la que esperan, Carmen Pérez, mejor conocida como la heredera de José Mata- quien fue uno de los mejores curanderos nahuas de la Sierra Norte del estado- sale a su patio, seguida por una pequeña niña, su hija, y se conduce a su espacio de trabajo.

Carmen Pérez es la heredera de uno de los mejores curanderos nahuas de la Sierra Norte del estado. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Carmen es de estatura pequeña y viste prendas tradicionales de la región. A sus 32 años es una respetada curandera, pues los pobladores dicen que sólo ella tiene ‘el don’, una sanadora que lleva más de una década ofreciendo alivio espiritual y físico.



Sin embargo, platica que para la comunidad no fue sencillo aceptar que una mujer y, además, joven, fuera la heredera del mejor curandero de la zona. Incluso, fue víctima de agresiones vía digital donde la acusaron de engañar a la gente, situación que le afectó emocionalmente, a tal grado de que pensó dejar de ayudar a la gente.

“A mi me veían joven y dudaban que yo curara, la gente cree que estar con una persona grande (es mejor), ven que tiene experiencia, pero en realidad no sabe, no trae el don. José Mata confió en una mujer para ser su guía y eso tampoco lo aceptaban”, narra.

Los clientes llegan con Carmen por referencias de gente agradecida que fue curada o vio cómo cambió su suerte gracias a sus oraciones y su sanación. El pequeño cuarto está en el patio de su casa. Hay una banca donde los pacientes se sientan, Carmen se sitúa en una silla de plástico, un regalo de un paciente, a un lado de una mesa de madera rodeada de velas, flores, inciensos, figuras de piedra y cerámica en donde todos los elementos tienen un significado.

Carmen empieza a trabajar muy temprano y termina muy tarde pues dice que “la gente necesita ayuda y esperanza”. Sus ratos libres los ocupa para cuidar a sus hijas, despejar su mente y apoyar a más mujeres de la comunidad que se dedican a la elaboración de tamales, pues les ayuda económicamente.

La curandera habla sobre cómo es ser mujer en Huauchinango y dice que se necesita tener valor, energía y amor para hacer frente a las adversidades de la vida cotidiana:

“Ser mujer en Huauchinango es amar lo que haces; trabajo por mis hijas, por mi salud. En ocasiones yo quiero ir a una fiesta, salir a pasear pero yo dejo eso por amor a mis pacientes, mis hijas. Estoy orgullosa de ser curandera, estoy agradecida con la gente que confía en mí, me siento bendecida por la gente que me reconoce; antes me agachaba, me daba pena, pero ya aprendí a que lo que tengo vale mucho, muchos hubieran querido tener al maestro que yo tuve y no fue así”.

Finalmente, en el marco del 8 de marzo, Carmen Pérez lanza un mensaje a las mujeres en donde les pide “no dejarse pisotear por nadie” y tener amor propio, pues con ello pueden salir adelante.

“El amor por nosotras es lo que más vale, eso hará que nosotras nos levantemos y nos convirtamos en la luz, porque si no nos tenemos amor, nos apagamos, nos dejamos en el piso”, concluye.


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