El miedo no define ni acompaña a las defensoras de la naturaleza en Puebla. Cobijadas por la valentía e indignadas por el daño que atraviesa el medio ambiente y los animales, existen mujeres resistiendo y encabezando luchas históricas en el estado.
A propósito del Día Internacional de la Mujer, conmemorado este 8 de marzo, El Sol de Puebla presenta cuatro historias de mujeres en la entidad que han encabezado luchas históricas por la defensa de aquellas vidas que, sin su valentía, estarían apagadas.
Ser mujer y activista es navegar contracorriente, así lo definen. Es hacerse escuchar una y otra vez para no condenarse a la impunidad e ignorar los señalamientos y críticas con discursos machistas.
Ser defensora en una sociedad sin empatía, señalan, es dejar a un lado las amenazas de quienes no están a favor de tu lucha. Incluso, es poner en riesgo tu propia vida, pero esto no es una barrera, porque el temor lo desconocen.
Elena Larrea, primera defensora de los equinos en el país
“Nunca pensé que rescatar caballos fuera un trabajo de alto riesgo”, narra Elena Larrea, quien fundó la primera organización en México dedicada al rescate y rehabilitación de equinos, Cuacolandia.
Con sede en el municipio poblano de Atlixco, este lugar fundado en el año 2019 ha recibido alrededor de 350 equinos de todo el país que han sido víctimas de maltrato o explotación.
Por esta labor, Elena se ha enfrentado a una serie de desafíos económicos, físicos y emocionales. Por cada caballo, mula, potranca, yegua o burro que ha rescatado, ha dado un seguimiento legal a cada uno de ellos para exigir justicia y sanción para el agresor, lo que se traduce en un cansado proceso ante los sistemas de procuración de justicia para que no dejen en la impunidad, ni en el olvido, dichos casos.
Esto le ha costado críticas, amenazas de muerte, problemas legales, señalamientos en redes sociales y comentarios despectivos hacia su labor. Pero esto la tiene sin cuidado, su lucha no se detiene por eso. “Ya me acostumbré, ahora tengo piel de cocodrilo”, afirma.
Gracias a su persistencia, logró hacer historia en el país al retirar al primer caballo de charrería, Rompope, tras ser víctima de agresiones. También logró que, por primera vez, se judicializara una carpeta por maltrato animal a una potranca en Puebla.
“Gracias a la personalidad que tengo nunca me he dejado pisotear, al contrario, dime qué no puedo hacer, para demostrarte que sí puedo y tres veces más, por eso sigo aquí parada”, sostiene.
Además, ella se hace cargo de los gastos de alimentación, cuidado, traslados y demás gastos que generan los equinos. Sin contar el pago de la renta del rancho en el que habitan y los especialistas veterinarios que deben consultar a los animales en casos severos de maltrato.
Para sostener estos gastos, Elena se apoya de la plataforma de contenido para adultos Only Fans, sin embargo, esto también atrajo una serie de señalamientos negativos en su contra, incluso misóginos, al considerar que, por ser modelo, no es capaz de encabezar este santuario o, peor aún, que su lucha no es legítima.
Larrea sigue sin miedo, de frente y con un objetivo claro: erradicar la violencia en contra de los animales.
Artemali Ocoxal, las protectoras de La Malinche
Mujeres que nacieron con el deber de proteger a La Malinche, uno de los volcanes más altos del país, rodeado de un extenso bosque que ha sido víctima de la tala clandestina en los últimos años. Así es como se describen las artesanas de la empresa comunitaria Artemali Ocoxal, ubicada en el municipio poblano de Tepatlaxco de Hidalgo.
Gracias a las acículas de pino que brotan de este bosque ellas han podido realizar diversas artesanías para tener una fuente de ingresos. En agradecimiento por la materia prima que les da la montaña, ellas luchan contra la tala inmoderada, la contaminación y la apropiación de esta zona natural.
Ellas suben regularmente al bosque no solo para recoger estas acículas, sino también para recoger la basura que dejan algunas personas. No son especialistas, pero aprendieron a sofocar incendios con base en su experiencia, y pese a no contar con ningún tipo de protección, se han enfrentado a los talamontes que se encuentran en el camino, comparte Socorro García, artesana.
No tienen miedo de alzar la voz, mucho menos de defender el bosque. Hace al menos un mes evidenciaron la tala ilegal disfrazada de saneamiento que está sucediendo en el paraje El Ameyalco, en esta montaña. Hoy, luchan por detener los permisos de tala que emite la Comisión Nacional Forestal (Conafor) para no perder ni un árbol más.
“La montaña nos unió, estamos juntas a pesar de las amenazas. Sabemos que nuestra labor se escucha, nos ven, estamos aquí”, agrega Reynalda Martínez.
Al igual que en las demás historias, este trabajo les ha costado un desgaste físico y mental. Por visibilizar su lucha y defender el pulmón de la ciudad, como ellas definen a la montaña, han enfrentado diversos problemas con autoridades federales, que parecen no tener fin, comparte Lourdes García.
“Sentimos la impotencia y la inseguridad porque sin el bosque nos vamos a quedar sin agua, sin oxígeno, sin las especies de animales que ahí habitan y que nos encontramos cuando subirnos a vigilar el bosque”, insiste Lorena Aquino.
Resisten, pero no toleran el daño que sufre la montaña. Son mujeres que rompen las barreras de género en la lucha medioambiental. “Las guerreras somos nosotras, no los hombres, y si tenemos que morir en la lucha, ahí quedaremos”, afirma Ana Luisa Morales.
Abogadas animalistas, la lucha legal por los seres vivos
¿Qué sería de la lucha por la defensa de los seres vivos sin la justicia? La impunidad no debe ser la respuesta ante el maltrato animal, comparte Esther Martínez, representante de la organización Abogados Animalistas de Puebla, que ayuda a denunciar y dar seguimiento a los casos de este delito en la entidad.
Los maltratadores de animales deben entender que sus actos tienen consecuencias, que no pueden ejercer violencia sin recibir una sanción, o peor aún, que pueden replicar esas conductas con el consentimiento de los sistemas de procuración de justicia, alerta.
Ser mujer y abogada animalista es un reto que nace desde la universidad, toda vez que la carrera en Derecho es elegida, en su mayoría, por hombres, resalta. El transitar satisfactoriamente por esta etapa es un reto por sí mismo difícil, porque debes resistir a los comentarios que cuestionan la capacidad de una mujer por ser una abogada, lamenta.
La también doctora en Derecho señala que, otra barrera de su labor, es resistir ante la falta de sensibilidad de algunos organismos por la búsqueda de justicia para animales que han sido golpeados, torturados o asesinados.
“Es común escuchar ‘¿para qué lo defiendes? Si solo es un animal?’ Para nosotras es mucho más que eso, es dar el mensaje a la sociedad de que el maltrato animal está mal, y es preocupante”, expresa.
Ella, al igual que las demás mujeres que se han unido a esta agrupación, otorgan este acompañamiento legal de forma gratuita para las personas que buscan denunciar algún caso de maltrato animal.
Enseñar que la justicia no es un derecho aislado para los animales es la misión de estas mujeres. En Puebla, los casos más comunes por los que presentan denuncias ante la Fiscalía General del Estado (FGE) son asesinatos con extrema crueldad de animales domésticos, así como agresiones y atropellamientos a perros callejeros.
Movimiento Animalista, dar voz a quienes no pueden defenderse
Blanca Olivera, representante del Movimiento Animalista de Puebla, inició esta labor por la preocupación de que los animales, de cualquier especie, no pudieran defenderse.
Gracias a esta organización se han logrado frenar corridas de toros y se han evidenciado agresiones severas cometidas en contra de diversos animales en todo el estado.
También, esta organización fue una pieza fundamental en el impulso de una Ley de Bienestar Animal en la entidad y de la reciente tipificación de la zoofilia como un delito que puede sancionarse hasta con tres años de prisión en Puebla.
“Ser mujer y animalista nos hace ser perseverantes, nos hace ser intensas, apasionadas, y nos hace poner el corazón en la defensa del bienestar animal porque somos resilientes”, comparte.
Pese a que esta lucha no termina, incluso parece aumentar cada día, Blanca afirma que vale la pena continuar. Las marchas, manifestaciones y demás expresiones de inconformidad de estos maltratos son solo una parte de todo el trabajo que realizan en esta organización.
“Cuando vemos que nos dan atole con el dedo otra vez en la búsqueda de justicia no queda otra que arremangarnos y volver a luchar (…) Vamos a seguir haciendo historia, ya lo hemos hecho antes”, concluye.
