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Entre milpas secas y tierra removida, fierros retorcidos, pedazos de cristal y hasta restos de artículos y prendas personales, confirman el desplome del helicóptero en el que la exgobernadora Martha Erika Alonso, su esposo el exsenador Rafael Moreno Valle y tres personas más, perdieron la vida el pasado 24 de diciembre.
En el lugar aún se aprecia entre la siembra los cordones amarillos que restringían el paso y las cenizas de las fogatas que elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) hicieron mientras resguardaban el predio, pero un socavón evidencia el punto exacto de la caída de la aeronave.
Es una depresión de más de dos metros de profundidad y de diámetro, cuyas marcas indican el uso de maquinaria pesada para su formación, y, puede suponerse, para buscar restos del aparato.
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Y aunque investigadores recolectaron partes claves del helicóptero e incluso ya están en laboratorios de Canadá, Estados Unidos e Italia, todavía hay muchas evidencias, todas sucias y revueltas entre la tierra, como restos del fuselaje, acrílicos de las ventanillas, fierros retorcidos, tornillos desprendidos, el pedazo de un cinturón de seguridad y una tarjeta electrónica.
Con más atención también se pueden hallar restos de artículos personales, como hojas a medio quemar de un libro de inglés, un calcetín roto del diseñador Tommy Hilfiger y el fragmento de un labial de la prestigiada firma Bobbi Brown.
La escena atrae a curiosos, como Elías Lima, quien no dudó en pasar a ver qué había en la zona y de paso, añadió que Reynaldo Coyotécatl, el propietario del predio, merece una indemnización por los daños en su predio y su cosecha de maíz, lo mismo que otro habitante de la zona, aunque él prefirió permanecer en el anonimato.
