El olor a cempasúchil invadió los panteones de las juntas auxiliares de Puebla y el sentimiento de volver a tener cerca a los familiares que fallecieron -aunque sea de espíritu- fue lo que imperó en los visitantes. Desde este 1 de noviembre, la algarabía se hizo presente en los cementerios y la música, así como la comida no pudieron faltar.
El Sol de Puebla realizó un recorrido en cuatro cementerios ubicados en la capital poblana, cada uno de ellos con sus peculiaridades, pero con algo en común: la tradición. Esa tradición de Día de Muertos que hace que las familias se reúnan, que recuerden lo que es ser mexicano y que se viva el sentimiento de no tenerle miedo a la muerte, al contrario, se le respeta y se vive con ella.
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Los poblanos lloraron al recordar a sus fallecidos, pero también les cantaron, bebieron con ellos, les llevaron comida, sus recuerdos y todo lo que en vida los hizo disfrutar. El 1 y 2 de noviembre, son los días (después del 10 de mayo) en donde más personas se congregan en el panteón y son las únicas fechas del año que, de acuerdo con la fe católica, los vivos pueden convivir con los muertos.
El primer punto que visitó este medio fue el cementerio de la junta auxiliar de San Miguel Canoa, mejor conocido como el panteón de Los Remedios. Antes de medio día el lugar ya estaba forrado de color naranja por el cempasúchil y esto tiene que ver, con que los habitantes acuden desde las 6 de la mañana para que no se interrumpan sus actividades.
De igual modo, los visitantes compartieron que la madrugada del 2 de noviembre estarán velando a sus difuntos y esperándolos de su regreso del más allá. Desde las 2 de la mañana estarán en el panteón para darles la bienvenida y que tanto vivos, como muertos, puedan convivir en este mundo terrenal.
En el lugar se pudieron ver cruces de cemento o madera, esto debido a que muchos ciudadanos no tienen el dinero suficiente para pagar las de metal, pero se las ingeniaron para que sean bonitas a la vista y que sus fallecidos tengan una “cruz digna” en su lugar de descanso. Niños, adultos y adultos mayores por igual, cargaron ramos de flores para adornar sus lugares, pero no faltaron “los olvidados”, que son esos “muertitos” que no tuvieron visitas.
También se pudieron ver botellas alrededor de las velas para que duren más tiempo, en esta junta auxiliar, se cree que las velas guían a los muertos para llegar con más rapidez a este mundo y es una tipo linterna que tienen los espíritus, para no perderse entre las dimensiones que los vivos no han experimentado.
En la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacan el ambiente de fiesta se hizo presente. Desde este 1 de noviembre se pudieron ver a los músicos, los puestos de comida y hubo una fuerte presencia de policíaca. Por el gran número de asistentes y de puestos de comida, trabajadores de la Secretaría de Salud Estatal, repartieron kits de higiene para que los comerciantes pudieran ofrecer sus servicios con más seguridad.
Hubo familias enteras que llegaron a visitar a sus padres, abuelos o amigos, y si decidieron acudir un día antes del Día de Muertos es porque consideraron que esta fecha es “más tranquila”, “hay menos gente” y se puede “disfrutar” más a sus seres amados.
Lo mismo ocurrió en la junta auxiliar Ignacio Romero Vegas, pues en vez de lamentar la muerte, los poblanos recrearon una pequeña feria afuera del cementerio. Los comerciantes de flores se disfrazaron para atender a las personas que llegaron y se registraron varios vendedores de rehiletes que hicieron de la vista una bomba colorida entre estos artefactos y las flores de temporada.
En este panteón fue notoria la presencia de adultos mayores, a quienes no les importó que estuvieran malos de una pierna, el calor intenso o que no había lugar para poder sentarse y descansar. Los adultos mayores acarrearon agua, limpiaron tumbas y platicaron por varios minutos con los “que ya se fueron”.
Fue común escuchar a la gente hablar de muerte. “Yo ya les dije a mis hijos la foto que quiero que pongan en la ofrenda y la cruz que quiero para mi tumba”, le dijo una señora a sus amigas. Mientras que otra respondió: “yo ya les pedí que me arreglen bonito mi lugar, para que regrese contenta en estas fechas”.
La muerte, no es un tema que lamenten, la muerte, en esta temporada, es un día que se honra, que se conmemora y aunque causa nostalgia, es un hecho que todos saben que algún día en la vida sucederá.
Para concluir, El Sol de Puebla visitó el panteón de la junta auxiliar de San Baltazar Campeche, en donde se avisó que el 2 de noviembre, habría misa en la capilla a las 11:00 horas. En este lugar muchas personas aprovecharon el primer día de noviembre para restaurar las tumbas de sus seres queridos y que el 2 de noviembre encuentren un espacio limpio y confortable.
Cortaron pasto, arrancaron hierba, arreglaron cruces, pintaron rejas y aprovecharon para dejar globos en casos de tumbas de niños o peluches. Se pudieron ver varias tumbas de niños que en vida fueron fanáticos del Club Puebla.
Una escena que conmovió a la reportera y a la fotógrafa de este medio, fue la de un hombre llamado José Luis Aguirre, quien acudió a cantarle a sus familiares solo y con lágrimas entonó la canción mi juramento: “Si tú, mueres primero, yo te prometo, escribiré la historia de nuestro amor. Con toda el alma llena de sentimiento, la escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón”.
Cuando terminó de cantar, compartió que es músico y en vida, sus familiares siempre le dijeron que disfrutaban de su voz, por tal motivo, hoy que no están, acudió para cantarles. Todos ellos están en una cripta, en donde descansan en paz, pero por un día, pudieron volver a escuchar a José Luis, entonando las canciones que los hicieron felices.