El año pasado, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) estatal, contabilizó cerca de 300 casos de violencia digital contra menores de edad. Entre los principales delitos que detectó la autoridad en ese sentido, fueron ciberbullying y ciberextorsión.
Fue a través de una solicitud de información hecha en el portal de Transparencia, que la autoridad dio a conocer cuál fue el comportamiento de incidencia delictiva en relación a la violencia ejercida contra niñas, niños y adolescentes menores a 17 años, por medio de las plataformas digitales de comunicación.
Así, se dio a conocer que, de enero a diciembre de 2021 se registraron 295 incidentes en ese sentido. La acción de mayor ocurrencia fue ciberbullying, que consiste en molestar a una o más personas mediante el uso de las tecnologías de información y comunicación, pues se reportaron 90 casos.
Le siguieron ciberextorsión, ciberfraude y ciberamenaza, con 64, 60 y 22 incidentes, respectivamente. En todos esos contextos, se utilizan las plataformas virtuales para intimidar o violentar a una persona, que en esta coyuntura se trata de menores de edad, para obtener un beneficio a cambio. De forma general, se busca lucrar con el acto violento, aunque también se usa para lograr perjuicio social en contra de las víctimas.
Relacionado a esos tipos de agresión, también se cometieron 19 casos de usurpación de la identidad; esto además de tres casos de ultraje a la moral, según detalló la SSP.
Ahora bien, la autoridad reconoció que 37 asuntos más fueron realizados con fines sexuales. La violación a la intimidad sexual fue la de mayor incidencia en ese sentido, con 19 casos; por su parte, el ciberacoso sexual contabilizó ocho incidentes en los que se vulneró la integridad de menores de edad residentes del estado de Puebla.
Por último, en esa misma categoría de ilícitos perpetrados por personas mayores de edad con fines sexuales, figuró el grooming, con 10 casos.
Esta última práctica refleja la forma en como adultos realizan conductas inapropiadas dirigidas hacia niños y adolescentes mediante el uso de plataformas virtuales. Lo hacen regularmente a través la usurpación de identidades de otros menores. Todo esto, con el objetivo de establecer vínculos de confianza con las víctimas y posteriormente perpetrar actos violatorios de derechos humanos.