/ martes 9 de abril de 2024

Incendios forestales agudizan la extinción del glaciar del Citlaltépetl

Tlachichuca es el municipio poblano más cercano a la cima de la montaña, pero también es, a nivel estatal, el más afectado por quemas forestales provocadas

La deforestación en las cercanías al Citlaltépetl, avivada por incendios que aniquilan cientos de hectáreas de vegetación anualmente, agudiza la extinción del glaciar más importante de México. Tlachichuca es el municipio poblano más cercano a la cima de la montaña, pero también es, a nivel estatal, el más afectado por quemas forestales provocadas. Autoridades locales estiman que en los últimos tres años se siniestraron más de 5 mil hectáreas de bosque, y aunque sus brigadas trabajan incansablemente para combatir las llamas, la crisis se eleva debido a la insistencia de ganaderos por encender fuego en la altiplanicie para beneficio propio.

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Entre 2020 y 2022 los incendios derivados del pastoreo en Tlachichuca ocasionaron la pérdida de aproximadamente 5 mil 100 hectáreas de superficie boscosa, siendo 2020 y 2021 los años con más afectaciones, informa, en entrevista con El Sol de Puebla, el regidor de Gobernación, Justicia, Protección Civil y Seguridad Pública municipal, Víctor Joaquín Juárez Sánchez.


La destrucción del bosque es cada vez más evidente y representa una cruda cotidianidad para los pobladores de la demarcación, pues las llamas alcanzan incluso el Parque Nacional Pico de Orizaba, que es la zona federal protegida más cercana al cráter del Citlaltépetl y su glaciar.

A unos siete kilómetros de la cima, en la comunidad de Miguel Hidalgo y Costilla, Virginia Martínez López, quien creció junto a su familia ante la imponente presencia de la montaña, asegura que “El Güero”, como se conoce al volcán debido a su capa helada apenas visible, dejó de tener vida en los últimos años a consecuencia de los graves incendios forestales.

No se había visto tal desastre con el glaciar del volcán, es muy triste verlo sin nieve. En épocas anteriores era un volcán lleno de vida, pero ahora nos da mucha tristeza porque se está derritiendo, afirma la mujer originaria de Tlachichuca.

De acuerdo con datos compartidos a este diario por el Centro Estatal de Manejo del Fuego, dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial (Smadsot), dicho municipio acapara 18 por ciento de todos los incendios forestales registrados en Puebla este 2024, siendo esta la demarcación con más eventos de este tipo.

Fuego causa nerviosismo en el municipio

Desde su centro de operaciones para la atención de emergencias, situado en la sede del ayuntamiento, Juárez Sánchez reconoce que la temporada de incendios forestales se asume como una de las épocas más críticas para los primeros respondientes municipales.



El regidor de Gobernación, de quien dependen los servicios locales de urgencias, explica que entre 2020 y 2021 el municipio de Tlachichuca se enfrentó a una de las crisis más agudas respecto a la presencia de fuegos en zonas boscosas situadas en las cercanías al Citlaltépetl.

“No existen condiciones de que se pudiera iniciar un incendio de forma natural, todos son provocados”, destaca el miembro del cuerpo edilicio.

Fue a partir de esta situación que el ayuntamiento optó por robustecer su brigada contra incendios denominada Gavilanes 7, que actualmente está integrada por 10 especialistas, todos ellos originarios de la región. Aunque este grupo es acompañado en varias ocasiones por las corporaciones de la Smadsot y la Comisión Nacional Forestal (Conafor), en la mayoría de los casos son ellos quienes asumen la atención de casi todos los siniestros en bosques locales.

Juárez Sánchez asegura que el escuadrón municipal contra siniestros, que es liderado por el director de Protección Civil municipal, Víctor Hugo Rodríguez Ibáñez, ha desempeñado un papel “heroico y fundamental” para el control de emergencias. Si bien en 2022 se redujo en 400 por ciento la superficie vegetativa siniestrada, el funcionario resalta que la frecuencia de estos eventos en lo que va de 2024 ha preocupado a las autoridades.

El integrante del cuerpo edilicio de Tlachichuca refiere que, aunque hay cerca de 50 combatientes de todas las dependencias, tanto locales como federales, listos cada día para atender cualquier conflagración en la zona, muchas veces las condiciones del terreno o la gravedad de los propios incendios obstaculizan su labor. Esto sin contar que el monitoreo de las miles de hectáreas forestales se vuelve una tarea casi imposible para ellos.



Según datos del ayuntamiento, aproximadamente 100 por ciento de los conatos de incendio ocurren en la zona baja de la montaña y la altiplanicie, muy cerca del glaciar norte del Citlaltépetl, que, según científicos mexicanos, desaparecerá antes de 2030 debido a los efectos irreversibles del cambio climático.

Al respecto, Juárez Sánchez apunta que la totalidad de conflagraciones en áreas vegetativas se originan a partir de quemas mal controladas hechas por personas dedicadas al pastoreo. Refiere, además, que las comunidades más afectadas por este tipo de hechos son Miguel Hidalgo y Costilla, Paso Nacional y La Jícara.

“La mayor parte de los incendios se ocasionan en Parque Nacional y ejidos de las comunidades más altas (...) ahí es donde más afectación tenemos”, explica.

Tras un monitoreo permanente a las causas de los incendios, el gobierno municipal detectó que los ganaderos utilizan técnicas rudimentarias y sin sustento para, supuestamente, favorecer la alimentación de sus animales.

Todos estos fuegos, enfatiza el funcionario, se propagan cuando las personas dedicadas a este tipo de actividades encienden fuego en zonas forestales para incentivar el “renacimiento de pasto". El pastizal que “sobrevive” se da al ganado en forma de alimento. Y aunque no existe aportación nutricional, esta hierba favorece la inflamación de los animales, dando una falsa percepción de saciedad.

“Tenemos un grave problema que ocasiona los incendios. Lamentablemente, todos ellos son provocados. Tenemos datos muy precisos de que las personas que se dedican al pastoreo tienen la mala creencia de que cuando echan fuego vuelve a renacer el pasto y es con lo que alimentan a sus ganados. Hay un estudio, nos platicaban los expertos, que demuestra que (el pasto quemado) no tiene ningún tipo de nutriente, solamente al ganado lo infla”, señala.


El problema que las autoridades locales encuentran en ese sentido es que la mayoría de estas quemas, que en un inicio arrancan como incendios controlados, se realizan al interior de zonas ejidales, lo que implica el beneplácito de los comuneros y los comisariados. A pesar de que se intenta educar a los ganaderos sobre los riesgos de sus acciones, los esfuerzos son generalmente superados por su resistencia al cambio, señala personal de Protección Civil.

Según información del Centro Estatal de Manejo del Fuego, en lo que va de 2024 se han registrado 212 incendios forestales en Puebla, de los cuales se han dañado aproximadamente 5 mil hectáreas vegetativas. Aunque el Citlaltépetl abarca tres municipios poblanos, Chalchicomula de Sesma, Atzitzintla y Tlachichuca, es este último el que ha registrado más siniestros a nivel estatal este año, con 38 eventos y una superficie quemada de 350 hectáreas.

Para poner en retrospectiva la gravedad de las conflagraciones en el estado, en la última semana Puebla se posicionó como la tercera entidad federativa con mayor superficie quemada, al registrar 783 hectáreas tan sólo en ese periodo, de acuerdo con datos abiertos de la Conafor.

La destrucción del bosque es cada vez más evidente y representa una cruda cotidianidad para los pobladores. Foto: Bibiana Díaz / El Sol de Puebla

Amenaza el glaciar

Los incendios provocados por ganaderos en Tlachichuca desencadenan varias reacciones adversas para la superficie forestal, sin embargo, una de las más preocupantes es la vulneración del glaciar del volcán, del cual depende la subsistencia de varios entornos ecológicos y el suministro hídrico para más de 20 mil familias, sostiene Juárez Sánchez.

Al respecto, el funcionario municipal destaca la amenaza que representa la deforestación para la subsistencia de este ecosistema helado que hoy se encuentra en fase de extinción.


Según autoridades de Tlachichuca, especialistas en la materia han determinado que la quema de área vegetal en el Parque Nacional y sus alrededores atenta directamente contra el glaciar de la montaña, que es el único de su tipo en todo el país.

Dicho ecosistema beneficia a comunidades de Puebla y Veracruz. En Tlachichuca su existencia representa la prosperidad hídrica para las 24 comunidades de la demarcación, pues el deshielo natural de éste permite cubrir la necesidad de agua para la mayoría de sus habitantes. Lo anterior sin contar que el líquido es utilizado también para mantener vigente la industria agrícola, que es una de las principales fuentes de ingreso para las familias del municipio.

Por otra parte, el regidor comparte que el ayuntamiento tiene en alerta la pérdida de varios ejemplares de flora, como pinos, oyameles, encinos, ocotes; y de fauna, como los gatos montés y conejos, entre otros.

"No había visto tal desastre"

Con franca preocupación, Virginia Martínez López comparte que desde hace casi 30 años nunca “había visto tal desastre”, en relación a las quemas forestales provocadas que han crecido en los últimos años.

Desde su domicilio, que se encuentra a pocos kilómetros de la cima del Citlaltépetl, la mujer narra lo duro que ha sido para ella y su familia vivir en carne propia el trance que implica la extinción del glaciar y los ecosistemas boscosos de la montaña, lo anterior a consecuencia del cambio climático y los incendios forestales que, desde su perspectiva, dañan a la humanidad.

Tiene 27 años que vivo aquí y la verdad no había visto tal desastre con el glaciar del volcán. Es muy triste verlo sin nieve. Es triste porque en épocas anteriores era un volcán lleno de vida. Nos da mucha tristeza verlo así, relata la mujer.

Martínez López sostiene que las quemas realizadas por los ganaderos hoy están “a la orden del día”, sin embargo, esto no fue siempre así. Anteriormente la zona era fresca, la nieve caía durante casi todo el año y la radiación era muy baja. Ahora, con la notable extinción del glaciar y los fuegos constantes en zonas vegetativas y fértiles, es normal percibir el “cruel” aroma del pastizal quemado, así como los paisajes grisáceos que predominan en la montaña, que dan la impresión de una “piel lastimada”.

“Es triste, no tanto para nosotros, porque ya vamos pasando, sino para los que empiezan apenas (...) La culpa la tenemos nosotros, por no cuidar nuestros bosques, como los incendios, que están a la orden del día. La gente que le echa lumbre al monte no piensa en el mañana de los que siguen, simplemente piensan en engordar un borrego, pero no saben lo que están haciendo”, sostiene.

Desde su perspectiva, es cruel, doloroso y lamentable el hecho de que algunos pobladores de la región decidan, para favorecer sus propios intereses, empezar incendios en el Citlaltépetl solamente para obtener resultados que ni siquiera han sido probados, en este caso generar pasto para alimentar a los animales de crianza.

Aunque considera que el daño hecho al glaciar y a los ecosistemas de la región es irreversible, la poblana originaria de Tlachichuca cree que la naturaleza demanda la responsabilidad del pueblo para generar conciencia y resistencia ante la irremediable situación.

Los incendios provocados por ganaderos en Tlachichuca desencadenan varias reacciones adversas para la superficie forestal, sin embargo, una de las más preocupantes es la vulneración del glaciar del volcán. Foto: Bibiana Díaz / El Sol de Puebla

Crisis es mayor

Frente a la deforestación que provoca la agonía de los bosques y del glaciar norte del Citlaltépetl, autoridades estatales y municipales emprendieron el último año un ambicioso e inédito programa de reforestación en la zona.

Juárez Sánchez comparte que en 2023 se sembraron aproximadamente 7 mil ejemplares arbóreos de la mano de la Smadsot, mismos que ocuparon cerca de 80 hectáreas.


Aunque en un inicio esta última cifra ya es significativamente menor a la superficie siniestrada, el beneficio real es todavía menor de lo esperado, también a causa de la intervención humana. Sin embargo, a decir del funcionario, estas acciones representan un amortiguamiento genuino a la indolencia y desconocimiento de los responsables de los daños a los bosques poblanos.

“Debido a esa situación, todos los trabajos que se han realizado, desafortunadamente, de reforestación, son consumidos por el fuego, la sequía o el mismo ganado que se está alimentando, es decir, se comen los árboles”, reconoce el funcionario.

El regidor explica que, del 100 por ciento del área reforestada, apenas entre 20 y 30 por ciento sobrevive, pues el resto se aniquila en otros incendios forestales provocados, además de las sequías y la propia presencia de animales de ganado que utilizan los árboles como alimento.

Por último, pese a tener las cartas en su contra, debido a que los conatos de incendio son cada vez más mayores ante la falta de prudencia, el funcionario de Tlachichuca sostiene que se requieren más acciones gubernamentales y sociales para afrontar esta crisis. El integrante del cuerpo edilicio destaca que la socialización de los ganaderos es el aspecto de mayor prioridad, dado que son ellos quienes originan todos los fuegos forestales en la zona.

“Se han implementado programas y jornadas (...) en las que se han reforestado cantidades muy sustanciales de árboles. Han tenido resultados positivos, sin embargo, debido a lo que te comento, el margen es menor (...) Es muy complicado [recuperar todo lo siniestrado], sin embargo, estamos trabajando de forma constante. Se necesitan más acciones, sobre todo más conciencia”, finaliza Juárez Sánchez.


La deforestación en las cercanías al Citlaltépetl, avivada por incendios que aniquilan cientos de hectáreas de vegetación anualmente, agudiza la extinción del glaciar más importante de México. Tlachichuca es el municipio poblano más cercano a la cima de la montaña, pero también es, a nivel estatal, el más afectado por quemas forestales provocadas. Autoridades locales estiman que en los últimos tres años se siniestraron más de 5 mil hectáreas de bosque, y aunque sus brigadas trabajan incansablemente para combatir las llamas, la crisis se eleva debido a la insistencia de ganaderos por encender fuego en la altiplanicie para beneficio propio.

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Entre 2020 y 2022 los incendios derivados del pastoreo en Tlachichuca ocasionaron la pérdida de aproximadamente 5 mil 100 hectáreas de superficie boscosa, siendo 2020 y 2021 los años con más afectaciones, informa, en entrevista con El Sol de Puebla, el regidor de Gobernación, Justicia, Protección Civil y Seguridad Pública municipal, Víctor Joaquín Juárez Sánchez.


La destrucción del bosque es cada vez más evidente y representa una cruda cotidianidad para los pobladores de la demarcación, pues las llamas alcanzan incluso el Parque Nacional Pico de Orizaba, que es la zona federal protegida más cercana al cráter del Citlaltépetl y su glaciar.

A unos siete kilómetros de la cima, en la comunidad de Miguel Hidalgo y Costilla, Virginia Martínez López, quien creció junto a su familia ante la imponente presencia de la montaña, asegura que “El Güero”, como se conoce al volcán debido a su capa helada apenas visible, dejó de tener vida en los últimos años a consecuencia de los graves incendios forestales.

No se había visto tal desastre con el glaciar del volcán, es muy triste verlo sin nieve. En épocas anteriores era un volcán lleno de vida, pero ahora nos da mucha tristeza porque se está derritiendo, afirma la mujer originaria de Tlachichuca.

De acuerdo con datos compartidos a este diario por el Centro Estatal de Manejo del Fuego, dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial (Smadsot), dicho municipio acapara 18 por ciento de todos los incendios forestales registrados en Puebla este 2024, siendo esta la demarcación con más eventos de este tipo.

Fuego causa nerviosismo en el municipio

Desde su centro de operaciones para la atención de emergencias, situado en la sede del ayuntamiento, Juárez Sánchez reconoce que la temporada de incendios forestales se asume como una de las épocas más críticas para los primeros respondientes municipales.



El regidor de Gobernación, de quien dependen los servicios locales de urgencias, explica que entre 2020 y 2021 el municipio de Tlachichuca se enfrentó a una de las crisis más agudas respecto a la presencia de fuegos en zonas boscosas situadas en las cercanías al Citlaltépetl.

“No existen condiciones de que se pudiera iniciar un incendio de forma natural, todos son provocados”, destaca el miembro del cuerpo edilicio.

Fue a partir de esta situación que el ayuntamiento optó por robustecer su brigada contra incendios denominada Gavilanes 7, que actualmente está integrada por 10 especialistas, todos ellos originarios de la región. Aunque este grupo es acompañado en varias ocasiones por las corporaciones de la Smadsot y la Comisión Nacional Forestal (Conafor), en la mayoría de los casos son ellos quienes asumen la atención de casi todos los siniestros en bosques locales.

Juárez Sánchez asegura que el escuadrón municipal contra siniestros, que es liderado por el director de Protección Civil municipal, Víctor Hugo Rodríguez Ibáñez, ha desempeñado un papel “heroico y fundamental” para el control de emergencias. Si bien en 2022 se redujo en 400 por ciento la superficie vegetativa siniestrada, el funcionario resalta que la frecuencia de estos eventos en lo que va de 2024 ha preocupado a las autoridades.

El integrante del cuerpo edilicio de Tlachichuca refiere que, aunque hay cerca de 50 combatientes de todas las dependencias, tanto locales como federales, listos cada día para atender cualquier conflagración en la zona, muchas veces las condiciones del terreno o la gravedad de los propios incendios obstaculizan su labor. Esto sin contar que el monitoreo de las miles de hectáreas forestales se vuelve una tarea casi imposible para ellos.



Según datos del ayuntamiento, aproximadamente 100 por ciento de los conatos de incendio ocurren en la zona baja de la montaña y la altiplanicie, muy cerca del glaciar norte del Citlaltépetl, que, según científicos mexicanos, desaparecerá antes de 2030 debido a los efectos irreversibles del cambio climático.

Al respecto, Juárez Sánchez apunta que la totalidad de conflagraciones en áreas vegetativas se originan a partir de quemas mal controladas hechas por personas dedicadas al pastoreo. Refiere, además, que las comunidades más afectadas por este tipo de hechos son Miguel Hidalgo y Costilla, Paso Nacional y La Jícara.

“La mayor parte de los incendios se ocasionan en Parque Nacional y ejidos de las comunidades más altas (...) ahí es donde más afectación tenemos”, explica.

Tras un monitoreo permanente a las causas de los incendios, el gobierno municipal detectó que los ganaderos utilizan técnicas rudimentarias y sin sustento para, supuestamente, favorecer la alimentación de sus animales.

Todos estos fuegos, enfatiza el funcionario, se propagan cuando las personas dedicadas a este tipo de actividades encienden fuego en zonas forestales para incentivar el “renacimiento de pasto". El pastizal que “sobrevive” se da al ganado en forma de alimento. Y aunque no existe aportación nutricional, esta hierba favorece la inflamación de los animales, dando una falsa percepción de saciedad.

“Tenemos un grave problema que ocasiona los incendios. Lamentablemente, todos ellos son provocados. Tenemos datos muy precisos de que las personas que se dedican al pastoreo tienen la mala creencia de que cuando echan fuego vuelve a renacer el pasto y es con lo que alimentan a sus ganados. Hay un estudio, nos platicaban los expertos, que demuestra que (el pasto quemado) no tiene ningún tipo de nutriente, solamente al ganado lo infla”, señala.


El problema que las autoridades locales encuentran en ese sentido es que la mayoría de estas quemas, que en un inicio arrancan como incendios controlados, se realizan al interior de zonas ejidales, lo que implica el beneplácito de los comuneros y los comisariados. A pesar de que se intenta educar a los ganaderos sobre los riesgos de sus acciones, los esfuerzos son generalmente superados por su resistencia al cambio, señala personal de Protección Civil.

Según información del Centro Estatal de Manejo del Fuego, en lo que va de 2024 se han registrado 212 incendios forestales en Puebla, de los cuales se han dañado aproximadamente 5 mil hectáreas vegetativas. Aunque el Citlaltépetl abarca tres municipios poblanos, Chalchicomula de Sesma, Atzitzintla y Tlachichuca, es este último el que ha registrado más siniestros a nivel estatal este año, con 38 eventos y una superficie quemada de 350 hectáreas.

Para poner en retrospectiva la gravedad de las conflagraciones en el estado, en la última semana Puebla se posicionó como la tercera entidad federativa con mayor superficie quemada, al registrar 783 hectáreas tan sólo en ese periodo, de acuerdo con datos abiertos de la Conafor.

La destrucción del bosque es cada vez más evidente y representa una cruda cotidianidad para los pobladores. Foto: Bibiana Díaz / El Sol de Puebla

Amenaza el glaciar

Los incendios provocados por ganaderos en Tlachichuca desencadenan varias reacciones adversas para la superficie forestal, sin embargo, una de las más preocupantes es la vulneración del glaciar del volcán, del cual depende la subsistencia de varios entornos ecológicos y el suministro hídrico para más de 20 mil familias, sostiene Juárez Sánchez.

Al respecto, el funcionario municipal destaca la amenaza que representa la deforestación para la subsistencia de este ecosistema helado que hoy se encuentra en fase de extinción.


Según autoridades de Tlachichuca, especialistas en la materia han determinado que la quema de área vegetal en el Parque Nacional y sus alrededores atenta directamente contra el glaciar de la montaña, que es el único de su tipo en todo el país.

Dicho ecosistema beneficia a comunidades de Puebla y Veracruz. En Tlachichuca su existencia representa la prosperidad hídrica para las 24 comunidades de la demarcación, pues el deshielo natural de éste permite cubrir la necesidad de agua para la mayoría de sus habitantes. Lo anterior sin contar que el líquido es utilizado también para mantener vigente la industria agrícola, que es una de las principales fuentes de ingreso para las familias del municipio.

Por otra parte, el regidor comparte que el ayuntamiento tiene en alerta la pérdida de varios ejemplares de flora, como pinos, oyameles, encinos, ocotes; y de fauna, como los gatos montés y conejos, entre otros.

"No había visto tal desastre"

Con franca preocupación, Virginia Martínez López comparte que desde hace casi 30 años nunca “había visto tal desastre”, en relación a las quemas forestales provocadas que han crecido en los últimos años.

Desde su domicilio, que se encuentra a pocos kilómetros de la cima del Citlaltépetl, la mujer narra lo duro que ha sido para ella y su familia vivir en carne propia el trance que implica la extinción del glaciar y los ecosistemas boscosos de la montaña, lo anterior a consecuencia del cambio climático y los incendios forestales que, desde su perspectiva, dañan a la humanidad.

Tiene 27 años que vivo aquí y la verdad no había visto tal desastre con el glaciar del volcán. Es muy triste verlo sin nieve. Es triste porque en épocas anteriores era un volcán lleno de vida. Nos da mucha tristeza verlo así, relata la mujer.

Martínez López sostiene que las quemas realizadas por los ganaderos hoy están “a la orden del día”, sin embargo, esto no fue siempre así. Anteriormente la zona era fresca, la nieve caía durante casi todo el año y la radiación era muy baja. Ahora, con la notable extinción del glaciar y los fuegos constantes en zonas vegetativas y fértiles, es normal percibir el “cruel” aroma del pastizal quemado, así como los paisajes grisáceos que predominan en la montaña, que dan la impresión de una “piel lastimada”.

“Es triste, no tanto para nosotros, porque ya vamos pasando, sino para los que empiezan apenas (...) La culpa la tenemos nosotros, por no cuidar nuestros bosques, como los incendios, que están a la orden del día. La gente que le echa lumbre al monte no piensa en el mañana de los que siguen, simplemente piensan en engordar un borrego, pero no saben lo que están haciendo”, sostiene.

Desde su perspectiva, es cruel, doloroso y lamentable el hecho de que algunos pobladores de la región decidan, para favorecer sus propios intereses, empezar incendios en el Citlaltépetl solamente para obtener resultados que ni siquiera han sido probados, en este caso generar pasto para alimentar a los animales de crianza.

Aunque considera que el daño hecho al glaciar y a los ecosistemas de la región es irreversible, la poblana originaria de Tlachichuca cree que la naturaleza demanda la responsabilidad del pueblo para generar conciencia y resistencia ante la irremediable situación.

Los incendios provocados por ganaderos en Tlachichuca desencadenan varias reacciones adversas para la superficie forestal, sin embargo, una de las más preocupantes es la vulneración del glaciar del volcán. Foto: Bibiana Díaz / El Sol de Puebla

Crisis es mayor

Frente a la deforestación que provoca la agonía de los bosques y del glaciar norte del Citlaltépetl, autoridades estatales y municipales emprendieron el último año un ambicioso e inédito programa de reforestación en la zona.

Juárez Sánchez comparte que en 2023 se sembraron aproximadamente 7 mil ejemplares arbóreos de la mano de la Smadsot, mismos que ocuparon cerca de 80 hectáreas.


Aunque en un inicio esta última cifra ya es significativamente menor a la superficie siniestrada, el beneficio real es todavía menor de lo esperado, también a causa de la intervención humana. Sin embargo, a decir del funcionario, estas acciones representan un amortiguamiento genuino a la indolencia y desconocimiento de los responsables de los daños a los bosques poblanos.

“Debido a esa situación, todos los trabajos que se han realizado, desafortunadamente, de reforestación, son consumidos por el fuego, la sequía o el mismo ganado que se está alimentando, es decir, se comen los árboles”, reconoce el funcionario.

El regidor explica que, del 100 por ciento del área reforestada, apenas entre 20 y 30 por ciento sobrevive, pues el resto se aniquila en otros incendios forestales provocados, además de las sequías y la propia presencia de animales de ganado que utilizan los árboles como alimento.

Por último, pese a tener las cartas en su contra, debido a que los conatos de incendio son cada vez más mayores ante la falta de prudencia, el funcionario de Tlachichuca sostiene que se requieren más acciones gubernamentales y sociales para afrontar esta crisis. El integrante del cuerpo edilicio destaca que la socialización de los ganaderos es el aspecto de mayor prioridad, dado que son ellos quienes originan todos los fuegos forestales en la zona.

“Se han implementado programas y jornadas (...) en las que se han reforestado cantidades muy sustanciales de árboles. Han tenido resultados positivos, sin embargo, debido a lo que te comento, el margen es menor (...) Es muy complicado [recuperar todo lo siniestrado], sin embargo, estamos trabajando de forma constante. Se necesitan más acciones, sobre todo más conciencia”, finaliza Juárez Sánchez.


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