/ sábado 4 de mayo de 2024

'La casa del que mató al animal', de vivienda a hotel y sede de El Sol de Puebla | Los tiempos idos

El edificio, ubicado en la calle 3 Oriente esquina 2 Sur, fue una de las primeras construcciones de la antigua Ciudad de los Ángeles

“La casa del que mató al animal”, ubicada en la calle 3 Oriente esquina 2 Sur , fue una de las primeras edificaciones de la antigua Ciudad de los Ángeles. Recibió ese nombre porque está relacionado con una leyenda fantástica que surgió cuando la ciudad se fundó.


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El edificio fue vivienda del primer corregidor de Puebla y hacia finales del siglo XVI le perteneció al poderoso mayorazgo Pérez de Salazar Méndez Monte, cuyo linaje la mantuvo casi trescientos años como parte de su patrimonio familiar.

En la primera mitad del siglo XX la casa se transformó en el hotel Italia . A partir de 1951 , el inmueble es sede de esta casa editorial, El Sol de Puebla, que desde que nació, ocho décadas atrás, el 5 de mayo de 1944 , se convirtió en líder de la información en el estado y la región.

La principal propiedad del mayorazgo Méndez Monte que se unió al mayorazgo Pérez de Salazar, era “La casa del que mató al animal”. Foto: Cortesía México en Fotos

La fantástica historia de la casa

La casa fue testigo del acontecer poblano desde los primeros años de la ciudad. Guarda entre sus muros una historia que le dio personalidad y por la cual recibió el nombre de “La casa del que mató al animal”.

Cuentan que la ciudad de Puebla fue fundada en un lugar habitado por una gran cantidad de serpientes. Se sabía que existía una de enormes dimensiones con una gran cabeza y filosos colmillos, que solía atacar en tiempo de lluvias y por la noche, cuando bajaba desde La Malinche y se tragaba a los animales que estaban a orillas de la ciudad.

“La leyenda habla de un acaudalado español que era viudo y vivía en la calle del Sagrario (2 Sur) con sus dos hijos, Teodora que tenía 15 años, y Fernando de 6 años”, narra Pedro Mauro Ramos, jefe de cronistas del estado de Puebla.

La joven estaba en edad casamentera y atraía las miradas de todos los mozuelos de la ciudad. Carvajal le había negado la mano de su hija a un soldado que se la había pedido porque no tenía fortuna.

El cronista refiere que en vísperas del cumpleaños de Teodora, el padre le realizó una fiesta de presentación para encontrarle pretendiente de alcurnia a su hija porque el señor ya era de edad adulta. Asistieron muchas familias poblanas con todo y la zozobra por la existencia del animal.

“Se dice que durante la fiesta, mientras los comensales degustaban la cena, en el patio trasero de la casa (5 Oriente y 2 Sur, La Churrería) se introdujo el animal y se devoró al pequeño Fernando que estaba jugando ahí. Entre su dolor y el coraje dicen que Carvajal juró vengar la muerte de su hijo y prometió su fortuna y la mano de su hija a quien matara a la bestia”, asegura.

Muchos eran los interesados en Teodora pero pocos los valientes para enfrentarse a la bestia.

Grabado de la historia y leyenda de “La casa del que mató al animal” que permanece en la editorial. Foto: Archivo El Sol de Puebla

“Un día, de la nada, apareció un joven jinete montado en su caballo que cruzó la plaza principal, sacó un cuchillo y al llegar a la casa de Carvajal clavó en la puerta un mensaje que decía: ´con el amparo de la virgen yo matare a la bestia' , y se adentró en el bosque”, agrega.

Al paso de mucho tiempo, tanto Carvajal como los poblanos que se habían ilusionado con la muerte del animal, habían perdido las esperanzas de que esto sucediera, hasta que un día apareció el jinete montado en su corcel y se dirigió a la casa de Carvajal para colgar la cabeza del animal en el dintel que se había colocado exprofeso.

El cronista dice que el joven valeroso recibió un título nobiliario por parte del virrey. Al presentarse con Carvajal se quitó el casco de la armadura descubriendo su rostro y era el mismo pretendiente de Teodora al que el padre le había negado su mano. Pero Carvajal estaba muy satisfecho, así que cumplió su palabra y le entregó parte de su fortuna ya su hija en matrimonio.

“La portada de acceso a la casa fue labrada en piedra con diversos aspectos de casería pero no tienen nada que ver con esta hazaña. Un vestigio que existió de ello es que la 2 Norte (del portal Morelos hasta la 2 Oriente) en el censo de 1601-1612 se nombra como la calle de la Sierpe (serpiente)”, finaliza el cronista.

Hugo Leicht en su libro Las calles de Puebla, menciona que existió la cabeza de una serpiente labrada en “La casa del que mató al animal” y subsistió hasta 1880, cuando se destruyó el rastro para construir el edificio en donde actualmente se encuentra la Churrería, en la 5 Oriente y 2 Sur. Así fue como se dividió la propiedad.

Después de 1915, “La casa del que mató al animal” perdió su arquitectura colonial cuando fue renovada para convertirla en hotel. Foto: Cortesía México en Fotos

Los primeros años

“La casa del que mató al animal” fue una de las primeras edificaciones que se construyeron cuando la antigua Ciudad de los Ángeles se fundó del lado poniente del río San Francisco, en septiembre de 1531.


“En Actas de Cabildo consta que el primer dueño de la casa fue el capitán Hernando de Elgueta, quien era primo de Hernán Cortés y fue el primer corregidor de la ciudad”, expone Arturo Córdova Durana, historiador analista del Archivo General Municipal de Puebla (AGMP) y miembro del consejo de la crónica del estado.

Precisamente, fue de Elgueta quien trazó la ciudad con base a un patrón reticular de calles horizontales y verticales que salían en ángulo recto de la plaza principal hacia los cuatro puntos cardinales, formando manzanas rectangulares.

El terreno que contaba con una ubicación privilegiada y abarcaba grandes proporciones. , comprendiendo las actuales calles 3 a 5 Oriente, sobre la 2 Sur. Le fue otorgado a de Elgueta por el Cabildo de la ciudad.

El historiador refiere que la propiedad fue después del conquistador y regidor Juan de Formicedo quien se casó con Isabel de Vargas, hija del alguacil Mayor y procurador de Puebla, Gonzalo Díaz de Vargas. Tuvieron una hija de nombre María Monte quien recibió la casa como dote cuando se casó con Francisco Méndez, regidor de la ciudad. Procrearon dos hijos, Francisco y María Méndez Monte.

Hacia finales del siglo XVI el capitán Francisco Méndez y su esposa María Monte otorgaron el mayorazgo a favor de su hijo Francisco, mismo que se instituyó sobre una serie de propiedades, siendo la principal “La casa del que mató al animal”.

Entonces, la casa pasó a manos de uno de los mayorazgos más importantes de la ciudad.

Algunas casas que pertenecieron al mayorazgo Pérez de Salazar Méndez Monte hacia 1590-1600. Están marcados con círculos negros, entre ellas se puede apreciar "La casa del que mató al animal", el Palacio Episcopal y la Casa del Deán | Foto: Libro Semblanza e historia de una familia en la Puebla de los Ángeles

El linaje de la propiedad

El mayorazgo era un sistema de reparto que vinculaba tanto el nombre como los bienes de un matrimonio. Cada uno de los contrayentes aportaba sus apellidos y su patrimonio para unirlo al del otro, lo que permitía perpetuar y acrecentar la fortuna y las propiedades de una familia, que pasaban en línea hereditaria al mayor de los hijos.


“Tuvieron su origen en la edad media y era una forma de garantizar que todos los bienes de una familia se conservaran y acrecentaran, y que no se perdieran, pero también el apellido. Unían todos sus bienes y apellidos compuestos para que los heredara el mayor de los hijos, legítimo, por eso se llama mayorazgo. Si el mayor no podía heredar porque era sacerdote o estaba impedido, la herencia pasaba al segundo varón. Cuando se acababan los varones, entonces heredaban las mujeres empezando por la mayor” , explica Córdova Durana.

El mayorazgo estaba bien reglamentado y para heredarlo había que cumplir ciertas condiciones, entre ellas, los bienes no se podían vender, donar, cambiar o empeñar; el hijo que heredaba tenía que ser legítimo, católico y servir a la Corona; no podría heredar personas con algún tipo de discapacidad; no se podía casar con personas que no pertenecieran a la misma élite; el que heredaba el mayorazgo no estaba obligado a compartir con sus hermanos o familia los bienes.

Los bienes de Francisco Méndez y María Monte fueron heredados por su hijo mayor que murió sin descendencia , entonces el mayorazgo pasó a la hija, María Méndez Monte . Ella se casó con el alcalde Francisco Pérez de Salazar, heredero de otro mayorazgo importante. Al unir sus bienes patrimoniales y sus apellidos, fundaron el poderoso linaje ´Pérez de Salazar Méndez Monte´ , cuyos descendientes conservaron sus apellidos y fortuna por más de tres siglos”, advierte.

No es casualidad que las jambas de la casa tengan un relieve con escenas de caza, los dueños de la propiedad lo hicieron a propósito para que la leyenda se hiciera creíble. Foto: Cortesía David Ramírez Huitrón

La portada del inmueble

La portada o entrada a “La casa del que mató al animal” es una de las más antiguas de Puebla. Data del siglo XVI y es lo único que se conservó original del edificio porque la propiedad fue intervenida por completa a principios del siglo XX.


“La portada de acceso está compuesta por dos amplias jambas rematadas por un dintel grabado con una enredadera que presentan un basamento y capitel sobrios. Los motivos fueron grabados por canteros y son escenas de caza, caballeros sosteniendo perros. Estos relieves fueron copiados de tapices franceses o flamencos de la segunda mitad del siglo XVI”, advierte Córdova.

“En la parte de arriba de las jambas está plasmado el mestizaje con dos avecillas americanas. Todo el ambiente está rodeado de follaje y frutas. La jamba derecha representa a un joven con tres canes encadenados que devoran lo que parecen conejos; del lado izquierdo, otro joven sosteniendo a dos perros, uno de ellos con un animal en la boca”, detalla.

El hecho de que la portada de “La casa del que mató al animal” tenga en sus jambas un relieve con escenas de caza no es casualidad. El historiador comenta que los dueños del inmueble lo mandaron a hacer a propósito para que la leyenda se fijara más en el imaginario popular, porque era parte del sincretismo religioso y ya existía la calle de Sierpe que llegaba a la esquina de la casa, por la 2 Sur hasta la 3 Oriente.

La leyenda había surgido como parte de las tradiciones heredadas de los españoles que fundaron la ciudad y que en su mayoría eran andaluces. Una de sus costumbres era representar el auto de fe de San Jorge en el que se simboliza el bien venciendo al mal y tiene los mismos elementos fantásticos como un dragón, una princesa y un valiente que salva al pueblo.


Guiseppe Bracchetti, dueño del hotel Italia, con su esposa Stefanía Pietra Anna Marí, y sus hijas Virginia Anna María Natalia y Anna Francesca Ignazia, en uno de los patios al interior de la casa. Foto: Cortesía David Ramírez Huitrón

De casa a hotel de lujo

“La casa del que mató al animal” fue propiedad del mayorazgo Pérez de Salazar hasta la primera mitad del siglo XX cuando se dice que los herederos del linaje se la regalaron a los canónigos de la Catedral de Puebla. Acción que se pudo realizar porque los mayorazgos se disolvieron después de la Independencia, entre 1822 y 1841.


Pero existe otra versión al respecto del cambio de propietario de la casa que nos remonta a principios del siglo XX, cuando el empresario italiano Guiseppe (José) Bracchetti la compró para convertirla en hotel.

No se sabe a ciencia cierta si Bracchetti compró la propiedad o se la rentaba a los descendientes de los Pérez de Salazar. El tema aún está por investigarse, lo que es un hecho es que él fue quien intervino “La casa del que mató al animal” para convertirla en el hotel Italia.

José Bracchetti le rentaba a la familia del Campo el hotel Jardín para operarlo, hoy es el hotel Colonial, ubicado en la 3 Oriente y 4 Sur.

“Él tenía como residencia la parte de hasta arriba del hotel donde también estaba su despacho. Todos los días tenía que subir y bajar escaleras y siempre se tropezaba con un escalón que estaba al pie de su oficina. La narración popular dice que un día Bracchetti se hartó de tropezarse y mandó a traer un albañil que al momento de romper el escalón se encontró un cofre con monedas de oro. Entonces le dio un dinero para que no dijera nada y se quedó con el tesoro”, explica el investigador David Ramírez Huitrón.

Refiere que el profesor Cordero y Torres, cuenta en su libro Crónicas de mi ciudad, que con el tesoro que encontró compró “La casa del que mató al animal” poco después de 1910. En aquel entonces era la mejor esquina de Puebla, porque estaba a un costado de la Catedral, frente a la Plaza Mayor y del Ayuntamiento.

“Él la transformó. Para maximizar el espacio le echo entresuelo. La casa original, donde estaba la fachada tenía dos pisos, la parte de atrás solo era un piso, entonces cerró el patio para convertirlo en habitaciones, le agregaron balcones, ventanas; alquilaba también los accesorios de la casa sobre la 2 Sur, en donde hoy hay comercios”, señala.

En su momento, el hotel Italia fue el más moderno y lujoso de Puebla. Fue el primero en ofrecer regaderas con agua caliente, teléfono con servicio de larga distancia y también fue uno de los primeros edificios que se iluminaron con focos, porque antiguamente se usaban quinqués.

“José Bracchetti, murió a los 68 años, en junio de 1937. Entonces su esposa Stefanía Pietra Anna María, y sus hijas, Virginia Anna María Natalia y Anna Francesca Ignazia, heredaron el negocio. El hotel se fue envejeciendo porque las hijas no lo cuidaban y se quedó anticuado. La mujer había fallecido antes que él y después una de las hijas, para 1949, la hija que aún vivía le vendió la casa al coronel García Valseca”, narra.

Así lucía la cortina del taller en avenida Reforma, que se abría y permitía observar la producción del diario de 1944 a 1949 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

El hotel se transforma en editorial

José García Valseca fundó la editora de El Sol de Puebla en 1944. El taller y las oficinas estaban ubicadas en la avenida Reforma 325. El primer ejemplar de “El Sol”, llamado así hasta el año de 1953, fue impreso en una prensa Duplex que, junto con cuatro linotipos, varias cajas de tipos y 35 operarios fueron los cimientos de la nueva publicación.


Cinco años después, en 1949, García Valseca compró el edificio que ocupaba el hotel Italia, lo adecuó para trasladar ahí el taller y las oficinas del diario.

Pero la casa ubicada en la 3 Oriente 201 fue testigo del acontecer poblano desde la época colonial y en sus muros guarda una historia que se convirtió en leyenda, incluso, aún existe una piedra grabada con el relato por el cual recibió el nombre de “La casa del que mató al animal”, que el propio García Valseca mandó a colocar.

Portada de la primera edición de “El Sol” publicada el 5 de mayo de 1944. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“El coronel quería regresarle el esplendor colonial a la casa, pero Bracchetti había hecho muchos cambios, por ejemplo, la escalera era monumental y estaba al fondo (se abría en forma de tijera), pero él la cambió al sitio actual y se tuvo que mantener ahí. García Valseca hizo adecuaciones y dejó mucho de lo que había. Se demoró dos años en hacerlo” , concluye Ramírez Huitrón.

Años más tarde el coronel adquirió las casas contiguas, los números 203 y 205. Entonces se instalaron nuevos equipos y oficinas para satisfacer las necesidades de expansión, como la primera rotativa Gross de cuatro pisos que funcionó en Puebla.

La automatización se logró en la década de los sesenta cuando se volvió a dar una transformación para contar con el más moderno equipo de offset. También se instalaron los laboratorios de fotomecánica, fotolito y fotográfico, así como el departamento de telex-carrier para recibir toda clase de información.

En octubre de 1963, Desiderio Hernández Xochitiotzin pintó la obra llamada “Sueño y Realidad” en el cubo del elevador del primer piso del edificio de la editorial que aún se conserva y que plasma el acontecer del periodismo en la Puebla de los Ángeles, con cuatro escenas diferentes, en una de ellas se aprecia el rostro de José García Valseca.

En 1973, el Sol de Puebla pasó a formar parte de la recién formada Organización Editorial Mexicana (OEM ), que gracias al empeño y experiencia de don Mario Vázquez Raña (QEPD) se convirtió en el órgano periodístico más importante de América Latina.

Dos caras del mural “Sueño y Realidad” que Desiderio Hernández Xochitiotzin pintó sobre el cubo del elevador de "La casa del que mató al animal" en octubre de 1963. Foto: Cortesía Gustavo Velarde

A inicios del siglo XXI la editorial adquirió lo último en tecnología desarrollada para la industria de las artes gráficas. con el objetivo de mejorar la calidad de reproducción de la imagen y sus tiempos mediante el CTP; de esta manera se inició en la era digital.

En ocho décadas, el Sol de Puebla ha sabido mantener su liderazgo renovándose dentro de una sociedad más demandante en la que las tecnologías de la información revolucionaron la forma de dar las noticias. Hoy no solo da cuenta del acontecer cotidiano a través de su diario impreso, también mediante su sitio web e informando en redes sociales en tiempo real, a todo el mundo.

Antiguo taller en el que los trabajadores perfeccionaron el uso de los linotipos. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla



“La casa del que mató al animal”, ubicada en la calle 3 Oriente esquina 2 Sur , fue una de las primeras edificaciones de la antigua Ciudad de los Ángeles. Recibió ese nombre porque está relacionado con una leyenda fantástica que surgió cuando la ciudad se fundó.


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El edificio fue vivienda del primer corregidor de Puebla y hacia finales del siglo XVI le perteneció al poderoso mayorazgo Pérez de Salazar Méndez Monte, cuyo linaje la mantuvo casi trescientos años como parte de su patrimonio familiar.

En la primera mitad del siglo XX la casa se transformó en el hotel Italia . A partir de 1951 , el inmueble es sede de esta casa editorial, El Sol de Puebla, que desde que nació, ocho décadas atrás, el 5 de mayo de 1944 , se convirtió en líder de la información en el estado y la región.

La principal propiedad del mayorazgo Méndez Monte que se unió al mayorazgo Pérez de Salazar, era “La casa del que mató al animal”. Foto: Cortesía México en Fotos

La fantástica historia de la casa

La casa fue testigo del acontecer poblano desde los primeros años de la ciudad. Guarda entre sus muros una historia que le dio personalidad y por la cual recibió el nombre de “La casa del que mató al animal”.

Cuentan que la ciudad de Puebla fue fundada en un lugar habitado por una gran cantidad de serpientes. Se sabía que existía una de enormes dimensiones con una gran cabeza y filosos colmillos, que solía atacar en tiempo de lluvias y por la noche, cuando bajaba desde La Malinche y se tragaba a los animales que estaban a orillas de la ciudad.

“La leyenda habla de un acaudalado español que era viudo y vivía en la calle del Sagrario (2 Sur) con sus dos hijos, Teodora que tenía 15 años, y Fernando de 6 años”, narra Pedro Mauro Ramos, jefe de cronistas del estado de Puebla.

La joven estaba en edad casamentera y atraía las miradas de todos los mozuelos de la ciudad. Carvajal le había negado la mano de su hija a un soldado que se la había pedido porque no tenía fortuna.

El cronista refiere que en vísperas del cumpleaños de Teodora, el padre le realizó una fiesta de presentación para encontrarle pretendiente de alcurnia a su hija porque el señor ya era de edad adulta. Asistieron muchas familias poblanas con todo y la zozobra por la existencia del animal.

“Se dice que durante la fiesta, mientras los comensales degustaban la cena, en el patio trasero de la casa (5 Oriente y 2 Sur, La Churrería) se introdujo el animal y se devoró al pequeño Fernando que estaba jugando ahí. Entre su dolor y el coraje dicen que Carvajal juró vengar la muerte de su hijo y prometió su fortuna y la mano de su hija a quien matara a la bestia”, asegura.

Muchos eran los interesados en Teodora pero pocos los valientes para enfrentarse a la bestia.

Grabado de la historia y leyenda de “La casa del que mató al animal” que permanece en la editorial. Foto: Archivo El Sol de Puebla

“Un día, de la nada, apareció un joven jinete montado en su caballo que cruzó la plaza principal, sacó un cuchillo y al llegar a la casa de Carvajal clavó en la puerta un mensaje que decía: ´con el amparo de la virgen yo matare a la bestia' , y se adentró en el bosque”, agrega.

Al paso de mucho tiempo, tanto Carvajal como los poblanos que se habían ilusionado con la muerte del animal, habían perdido las esperanzas de que esto sucediera, hasta que un día apareció el jinete montado en su corcel y se dirigió a la casa de Carvajal para colgar la cabeza del animal en el dintel que se había colocado exprofeso.

El cronista dice que el joven valeroso recibió un título nobiliario por parte del virrey. Al presentarse con Carvajal se quitó el casco de la armadura descubriendo su rostro y era el mismo pretendiente de Teodora al que el padre le había negado su mano. Pero Carvajal estaba muy satisfecho, así que cumplió su palabra y le entregó parte de su fortuna ya su hija en matrimonio.

“La portada de acceso a la casa fue labrada en piedra con diversos aspectos de casería pero no tienen nada que ver con esta hazaña. Un vestigio que existió de ello es que la 2 Norte (del portal Morelos hasta la 2 Oriente) en el censo de 1601-1612 se nombra como la calle de la Sierpe (serpiente)”, finaliza el cronista.

Hugo Leicht en su libro Las calles de Puebla, menciona que existió la cabeza de una serpiente labrada en “La casa del que mató al animal” y subsistió hasta 1880, cuando se destruyó el rastro para construir el edificio en donde actualmente se encuentra la Churrería, en la 5 Oriente y 2 Sur. Así fue como se dividió la propiedad.

Después de 1915, “La casa del que mató al animal” perdió su arquitectura colonial cuando fue renovada para convertirla en hotel. Foto: Cortesía México en Fotos

Los primeros años

“La casa del que mató al animal” fue una de las primeras edificaciones que se construyeron cuando la antigua Ciudad de los Ángeles se fundó del lado poniente del río San Francisco, en septiembre de 1531.


“En Actas de Cabildo consta que el primer dueño de la casa fue el capitán Hernando de Elgueta, quien era primo de Hernán Cortés y fue el primer corregidor de la ciudad”, expone Arturo Córdova Durana, historiador analista del Archivo General Municipal de Puebla (AGMP) y miembro del consejo de la crónica del estado.

Precisamente, fue de Elgueta quien trazó la ciudad con base a un patrón reticular de calles horizontales y verticales que salían en ángulo recto de la plaza principal hacia los cuatro puntos cardinales, formando manzanas rectangulares.

El terreno que contaba con una ubicación privilegiada y abarcaba grandes proporciones. , comprendiendo las actuales calles 3 a 5 Oriente, sobre la 2 Sur. Le fue otorgado a de Elgueta por el Cabildo de la ciudad.

El historiador refiere que la propiedad fue después del conquistador y regidor Juan de Formicedo quien se casó con Isabel de Vargas, hija del alguacil Mayor y procurador de Puebla, Gonzalo Díaz de Vargas. Tuvieron una hija de nombre María Monte quien recibió la casa como dote cuando se casó con Francisco Méndez, regidor de la ciudad. Procrearon dos hijos, Francisco y María Méndez Monte.

Hacia finales del siglo XVI el capitán Francisco Méndez y su esposa María Monte otorgaron el mayorazgo a favor de su hijo Francisco, mismo que se instituyó sobre una serie de propiedades, siendo la principal “La casa del que mató al animal”.

Entonces, la casa pasó a manos de uno de los mayorazgos más importantes de la ciudad.

Algunas casas que pertenecieron al mayorazgo Pérez de Salazar Méndez Monte hacia 1590-1600. Están marcados con círculos negros, entre ellas se puede apreciar "La casa del que mató al animal", el Palacio Episcopal y la Casa del Deán | Foto: Libro Semblanza e historia de una familia en la Puebla de los Ángeles

El linaje de la propiedad

El mayorazgo era un sistema de reparto que vinculaba tanto el nombre como los bienes de un matrimonio. Cada uno de los contrayentes aportaba sus apellidos y su patrimonio para unirlo al del otro, lo que permitía perpetuar y acrecentar la fortuna y las propiedades de una familia, que pasaban en línea hereditaria al mayor de los hijos.


“Tuvieron su origen en la edad media y era una forma de garantizar que todos los bienes de una familia se conservaran y acrecentaran, y que no se perdieran, pero también el apellido. Unían todos sus bienes y apellidos compuestos para que los heredara el mayor de los hijos, legítimo, por eso se llama mayorazgo. Si el mayor no podía heredar porque era sacerdote o estaba impedido, la herencia pasaba al segundo varón. Cuando se acababan los varones, entonces heredaban las mujeres empezando por la mayor” , explica Córdova Durana.

El mayorazgo estaba bien reglamentado y para heredarlo había que cumplir ciertas condiciones, entre ellas, los bienes no se podían vender, donar, cambiar o empeñar; el hijo que heredaba tenía que ser legítimo, católico y servir a la Corona; no podría heredar personas con algún tipo de discapacidad; no se podía casar con personas que no pertenecieran a la misma élite; el que heredaba el mayorazgo no estaba obligado a compartir con sus hermanos o familia los bienes.

Los bienes de Francisco Méndez y María Monte fueron heredados por su hijo mayor que murió sin descendencia , entonces el mayorazgo pasó a la hija, María Méndez Monte . Ella se casó con el alcalde Francisco Pérez de Salazar, heredero de otro mayorazgo importante. Al unir sus bienes patrimoniales y sus apellidos, fundaron el poderoso linaje ´Pérez de Salazar Méndez Monte´ , cuyos descendientes conservaron sus apellidos y fortuna por más de tres siglos”, advierte.

No es casualidad que las jambas de la casa tengan un relieve con escenas de caza, los dueños de la propiedad lo hicieron a propósito para que la leyenda se hiciera creíble. Foto: Cortesía David Ramírez Huitrón

La portada del inmueble

La portada o entrada a “La casa del que mató al animal” es una de las más antiguas de Puebla. Data del siglo XVI y es lo único que se conservó original del edificio porque la propiedad fue intervenida por completa a principios del siglo XX.


“La portada de acceso está compuesta por dos amplias jambas rematadas por un dintel grabado con una enredadera que presentan un basamento y capitel sobrios. Los motivos fueron grabados por canteros y son escenas de caza, caballeros sosteniendo perros. Estos relieves fueron copiados de tapices franceses o flamencos de la segunda mitad del siglo XVI”, advierte Córdova.

“En la parte de arriba de las jambas está plasmado el mestizaje con dos avecillas americanas. Todo el ambiente está rodeado de follaje y frutas. La jamba derecha representa a un joven con tres canes encadenados que devoran lo que parecen conejos; del lado izquierdo, otro joven sosteniendo a dos perros, uno de ellos con un animal en la boca”, detalla.

El hecho de que la portada de “La casa del que mató al animal” tenga en sus jambas un relieve con escenas de caza no es casualidad. El historiador comenta que los dueños del inmueble lo mandaron a hacer a propósito para que la leyenda se fijara más en el imaginario popular, porque era parte del sincretismo religioso y ya existía la calle de Sierpe que llegaba a la esquina de la casa, por la 2 Sur hasta la 3 Oriente.

La leyenda había surgido como parte de las tradiciones heredadas de los españoles que fundaron la ciudad y que en su mayoría eran andaluces. Una de sus costumbres era representar el auto de fe de San Jorge en el que se simboliza el bien venciendo al mal y tiene los mismos elementos fantásticos como un dragón, una princesa y un valiente que salva al pueblo.


Guiseppe Bracchetti, dueño del hotel Italia, con su esposa Stefanía Pietra Anna Marí, y sus hijas Virginia Anna María Natalia y Anna Francesca Ignazia, en uno de los patios al interior de la casa. Foto: Cortesía David Ramírez Huitrón

De casa a hotel de lujo

“La casa del que mató al animal” fue propiedad del mayorazgo Pérez de Salazar hasta la primera mitad del siglo XX cuando se dice que los herederos del linaje se la regalaron a los canónigos de la Catedral de Puebla. Acción que se pudo realizar porque los mayorazgos se disolvieron después de la Independencia, entre 1822 y 1841.


Pero existe otra versión al respecto del cambio de propietario de la casa que nos remonta a principios del siglo XX, cuando el empresario italiano Guiseppe (José) Bracchetti la compró para convertirla en hotel.

No se sabe a ciencia cierta si Bracchetti compró la propiedad o se la rentaba a los descendientes de los Pérez de Salazar. El tema aún está por investigarse, lo que es un hecho es que él fue quien intervino “La casa del que mató al animal” para convertirla en el hotel Italia.

José Bracchetti le rentaba a la familia del Campo el hotel Jardín para operarlo, hoy es el hotel Colonial, ubicado en la 3 Oriente y 4 Sur.

“Él tenía como residencia la parte de hasta arriba del hotel donde también estaba su despacho. Todos los días tenía que subir y bajar escaleras y siempre se tropezaba con un escalón que estaba al pie de su oficina. La narración popular dice que un día Bracchetti se hartó de tropezarse y mandó a traer un albañil que al momento de romper el escalón se encontró un cofre con monedas de oro. Entonces le dio un dinero para que no dijera nada y se quedó con el tesoro”, explica el investigador David Ramírez Huitrón.

Refiere que el profesor Cordero y Torres, cuenta en su libro Crónicas de mi ciudad, que con el tesoro que encontró compró “La casa del que mató al animal” poco después de 1910. En aquel entonces era la mejor esquina de Puebla, porque estaba a un costado de la Catedral, frente a la Plaza Mayor y del Ayuntamiento.

“Él la transformó. Para maximizar el espacio le echo entresuelo. La casa original, donde estaba la fachada tenía dos pisos, la parte de atrás solo era un piso, entonces cerró el patio para convertirlo en habitaciones, le agregaron balcones, ventanas; alquilaba también los accesorios de la casa sobre la 2 Sur, en donde hoy hay comercios”, señala.

En su momento, el hotel Italia fue el más moderno y lujoso de Puebla. Fue el primero en ofrecer regaderas con agua caliente, teléfono con servicio de larga distancia y también fue uno de los primeros edificios que se iluminaron con focos, porque antiguamente se usaban quinqués.

“José Bracchetti, murió a los 68 años, en junio de 1937. Entonces su esposa Stefanía Pietra Anna María, y sus hijas, Virginia Anna María Natalia y Anna Francesca Ignazia, heredaron el negocio. El hotel se fue envejeciendo porque las hijas no lo cuidaban y se quedó anticuado. La mujer había fallecido antes que él y después una de las hijas, para 1949, la hija que aún vivía le vendió la casa al coronel García Valseca”, narra.

Así lucía la cortina del taller en avenida Reforma, que se abría y permitía observar la producción del diario de 1944 a 1949 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

El hotel se transforma en editorial

José García Valseca fundó la editora de El Sol de Puebla en 1944. El taller y las oficinas estaban ubicadas en la avenida Reforma 325. El primer ejemplar de “El Sol”, llamado así hasta el año de 1953, fue impreso en una prensa Duplex que, junto con cuatro linotipos, varias cajas de tipos y 35 operarios fueron los cimientos de la nueva publicación.


Cinco años después, en 1949, García Valseca compró el edificio que ocupaba el hotel Italia, lo adecuó para trasladar ahí el taller y las oficinas del diario.

Pero la casa ubicada en la 3 Oriente 201 fue testigo del acontecer poblano desde la época colonial y en sus muros guarda una historia que se convirtió en leyenda, incluso, aún existe una piedra grabada con el relato por el cual recibió el nombre de “La casa del que mató al animal”, que el propio García Valseca mandó a colocar.

Portada de la primera edición de “El Sol” publicada el 5 de mayo de 1944. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“El coronel quería regresarle el esplendor colonial a la casa, pero Bracchetti había hecho muchos cambios, por ejemplo, la escalera era monumental y estaba al fondo (se abría en forma de tijera), pero él la cambió al sitio actual y se tuvo que mantener ahí. García Valseca hizo adecuaciones y dejó mucho de lo que había. Se demoró dos años en hacerlo” , concluye Ramírez Huitrón.

Años más tarde el coronel adquirió las casas contiguas, los números 203 y 205. Entonces se instalaron nuevos equipos y oficinas para satisfacer las necesidades de expansión, como la primera rotativa Gross de cuatro pisos que funcionó en Puebla.

La automatización se logró en la década de los sesenta cuando se volvió a dar una transformación para contar con el más moderno equipo de offset. También se instalaron los laboratorios de fotomecánica, fotolito y fotográfico, así como el departamento de telex-carrier para recibir toda clase de información.

En octubre de 1963, Desiderio Hernández Xochitiotzin pintó la obra llamada “Sueño y Realidad” en el cubo del elevador del primer piso del edificio de la editorial que aún se conserva y que plasma el acontecer del periodismo en la Puebla de los Ángeles, con cuatro escenas diferentes, en una de ellas se aprecia el rostro de José García Valseca.

En 1973, el Sol de Puebla pasó a formar parte de la recién formada Organización Editorial Mexicana (OEM ), que gracias al empeño y experiencia de don Mario Vázquez Raña (QEPD) se convirtió en el órgano periodístico más importante de América Latina.

Dos caras del mural “Sueño y Realidad” que Desiderio Hernández Xochitiotzin pintó sobre el cubo del elevador de "La casa del que mató al animal" en octubre de 1963. Foto: Cortesía Gustavo Velarde

A inicios del siglo XXI la editorial adquirió lo último en tecnología desarrollada para la industria de las artes gráficas. con el objetivo de mejorar la calidad de reproducción de la imagen y sus tiempos mediante el CTP; de esta manera se inició en la era digital.

En ocho décadas, el Sol de Puebla ha sabido mantener su liderazgo renovándose dentro de una sociedad más demandante en la que las tecnologías de la información revolucionaron la forma de dar las noticias. Hoy no solo da cuenta del acontecer cotidiano a través de su diario impreso, también mediante su sitio web e informando en redes sociales en tiempo real, a todo el mundo.

Antiguo taller en el que los trabajadores perfeccionaron el uso de los linotipos. Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla



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