/ domingo 27 de febrero de 2022

Ladrilleras en San Pedro Cholula desaparecen por migración

Pese a las bajas ventas y falta de apoyo por parte de las autoridades, los artesanos seguirán con el oficio heredado

No tienen una cifra oficial, pero esta no es requerida por los propietarios y trabajadores de las ladrilleras cuando afirman que sólo basta ver varios hornos apagados en San Pedro Cholula para saber que estos talleres heredados de generación en generación van en descenso, por factores como la migración y el crecimiento de la mancha urbana.

También refieren que, en el último par de años, la contingencia sanitaria presente en el país ha abonado este escenario, al mantener las bajas ventas.

En San Diego Cuachayotla y San Matías Cocoyotla, juntas auxiliares de este municipio conurbado, la operación de estos negocios es evidente a primera vista, pues hay calles donde se observan filas de tabique en más de dos hogares.

En predios encontrados sobre la carretera federal a México o bulevar Cholula-Huejotzingo, así como en patios particulares, también es fácil encontrar a familias realizando este material de construcción, donde un millar vale mil 200 pesos, pero los clientes que llegan, tienden a “regatear” el precio.

Oficiantes de ambas zonas coinciden en que ha sido difícil censar estas fuentes de trabajo, donde sus abuelos o padres laboraron, porque, así como pueden cerrar algunas, otras pueden abrir.

Garantizan que la producción de ladrillo no desaparecerá en San Pedro Cholula, pero auguran que en un par de décadas será menor la cifra de personas dedicadas a esta actividad laboriosa, porque para crear un tabique no hay maquinaria, tampoco tecnología que ayude, pues las manos son las únicas constructoras.

En San Diego Cuachayotla y San Matías Cocoyotla la operación de estos negocios es evidente a primera vista. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Pese a las bajas ventas, la competencia interna, la poca ganancia y la falta de apoyos de las autoridades de los tres niveles de gobierno, los fabricantes de ladrillos aseveran que mientras puedan continuarán moldeando el barro, perfeccionando sus prácticas de elaboración y abasteciendo de fuego sus hornos, porque es lo que saben hacer.

Por momentos refieren desanimarse cuando escuchan que una familia de tal avenida ya cerró su ladrillera o que mantiene sus producciones por varias semanas, pero manifiestan que mientras tengan salud, vida y la economía lo permita, continuarán compitiendo en el ramo.

La anterior administración municipal, en el año 2020, ventiló que en el territorio de San Pedro Cholula operaban 600 negocios de esta índole, concentrados principalmente en San Matías Cocoyotla, San Diego Cuachayotla, San Juan Tlautla y San Cristóbal Tepontla, pero hace dos décadas el número llegaba a mil.

Sin embargo, autoridades subalternas y pobladores de estas comunidades no confirman, pero tampoco desmienten, dicho empadronamiento, al comentar que no se tiene información certera en la materia.

TODA UNA VIDA HACIENDO LADRILLO EN CUACHAYOTLA

Con los pies descalzos, don Antonio, de 67 años de edad, contó que “toda su vida” se ha dedicado a realizar ladrillo, lo que aprendió de sus padres.

Junto con su esposa, se encontraba laborando en un predio rentado de San Diego Cuachayotla para cumplir la meta del día, hacer más de un millar.

“Ya no se vende como antes, ahora apenas por semana las personas piden dos mil o tres mil (…) en los tiempos buenos eran más de seis mil ladrillos, pero seguimos trabajando, aunque ya este año estamos más de corrido, porque en el pasado nos descansaron”, expresó mientras hincado daba forma a cuatro ladrillos, apoyándose de un molde.

Contó que, por más de 50 años, ha dedicado siete horas al día para elaborar tabique.

En otro punto de esta comunidad productora, el propietario de la ladrillera “Romero”, Roberto Romero, asentó que “esta jodido” este oficio a raíz de la pandemia, porque no hay apoyos para el gremio.

Las ventas han bajado mucho, solo les alcanza para comer. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


“Ya sólo sale para comer, no da para más, y pues aquí trabajamos toda la familia, porque no sale ni para pagar un trabajador y a veces he pensado en cerrar, pero le digo a mi esposa que no estudiamos más y pues es nuestra única fuente de trabajo y pues llevo como 15 años elaborando ladrillos”, subrayó.

El declarante indicó que, desde el año pasado, escuchó del cierre de varias ladrilleras por la falta de venta, pues los clientes muchas veces ya no quieren dar ni 50 pesos más por cada millar, aunque ahora ya subió el precio, porque estaba en 950 pesos y ahora ya llega los mil 200.

EN COCOYOTLA, AFRONTAN LA PANDEMIA

“Aquí no hemos cerrado”, comentó don Cruz Zacarías, trabajador de una ladrillera en la comunidad de San Matías Cocoyotla.

En su área de trabajo, sostuvo que en el caso del establecimiento en el que labora, con la pandemia no dejaron de trabajar, porque lo mínimo se fabricaba para abastecer la demanda.

“Dicen que hay bajas ventas, pero aquí en esta comunidad, las ladrilleras siguen funcionando”, concluyó.

Una versión contraria externó don Dolores Cázares: “no puedo cerrar, pero sí esta baja la venta, pero de qué otra cosa vivo, si no es de esto que es nuestro trabajo de años, porque desde que nací mis padres me metieron a trabajar en esto”.

El poblador de esta comunidad externó que todos los propietarios de los talleres van al día.

“Varios sí han cerrado sus hornos, pero no por la pandemia, porque muchos se van al norte (Estados Unidos), como ese hornito que ya está sin funcionar (…) hace 25 años me fui al norte y en ese tiempo casi todas las casas tenían un horno, pero cuando regresé ya vi menos y pues la verdad seguiré en esto, porque los gastos de pasada son caros para irme otra vez; ya te cobran más de 200 mil pesos por pasar la frontera y de ilegal y pues mejor me quedo aquí, haciendo lo que sé”, remató.

NO HAY CENSO OFICIAL, PERO SÍ HAY CIERRES POR CRECIMIENTO URBANO

Al buscar una estadística oficial que refleje el comportamiento del cierre de ladrilleras, en San Matías Cocoyotla el edil subalterno Rubén Percino Tlapaltotoli refirió que no existe un censo que indique cuántas ladrilleras hay funcionando y cuántas se encuentran cerradas.

Este oficio es heredado de sus padres, pero por la migración y el crecimiento de la mancha urbana ha ido desapareciendo. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

“No tenemos un censo, pero lo que sí puedo asegurar es que hay familias completas dedicadas a este oficio, que requiere un trabajo rudo y que ha apoyado la economía de San Matías, aunque tampoco es el único oficio que ejercen los pobladores, porque aquí tenemos decoradores, una fábrica de talavera y hay transportistas”.

Mencionó que sí hay ladrilleras cerradas, pero son algunas, no muchas, pero esto se debe a que la zona conurbada está absorbiendo los espacios aún disponibles para la vivienda.

También otro factor lo integró al desplazamiento del tabique, por parte del block, aunque especificó que los hornos de la zona realizan producciones de calidad y con diseños agradables que aportan dinamismo a las nuevas construcciones, porque ahora ya no sólo es el ladrillo, sino también loseta y teja.

Por último, reiteró que esta junta auxiliar mantiene vivo este oficio, aunque también hay el riesgo de que cada vez sea menor el número de personas que lo desempeñe, porque en el Estado de México, específicamente en Ixtapaluca, había muchos talleres, pero el crecimiento de la mancha urbana los desapareció.

No tienen una cifra oficial, pero esta no es requerida por los propietarios y trabajadores de las ladrilleras cuando afirman que sólo basta ver varios hornos apagados en San Pedro Cholula para saber que estos talleres heredados de generación en generación van en descenso, por factores como la migración y el crecimiento de la mancha urbana.

También refieren que, en el último par de años, la contingencia sanitaria presente en el país ha abonado este escenario, al mantener las bajas ventas.

En San Diego Cuachayotla y San Matías Cocoyotla, juntas auxiliares de este municipio conurbado, la operación de estos negocios es evidente a primera vista, pues hay calles donde se observan filas de tabique en más de dos hogares.

En predios encontrados sobre la carretera federal a México o bulevar Cholula-Huejotzingo, así como en patios particulares, también es fácil encontrar a familias realizando este material de construcción, donde un millar vale mil 200 pesos, pero los clientes que llegan, tienden a “regatear” el precio.

Oficiantes de ambas zonas coinciden en que ha sido difícil censar estas fuentes de trabajo, donde sus abuelos o padres laboraron, porque, así como pueden cerrar algunas, otras pueden abrir.

Garantizan que la producción de ladrillo no desaparecerá en San Pedro Cholula, pero auguran que en un par de décadas será menor la cifra de personas dedicadas a esta actividad laboriosa, porque para crear un tabique no hay maquinaria, tampoco tecnología que ayude, pues las manos son las únicas constructoras.

En San Diego Cuachayotla y San Matías Cocoyotla la operación de estos negocios es evidente a primera vista. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Pese a las bajas ventas, la competencia interna, la poca ganancia y la falta de apoyos de las autoridades de los tres niveles de gobierno, los fabricantes de ladrillos aseveran que mientras puedan continuarán moldeando el barro, perfeccionando sus prácticas de elaboración y abasteciendo de fuego sus hornos, porque es lo que saben hacer.

Por momentos refieren desanimarse cuando escuchan que una familia de tal avenida ya cerró su ladrillera o que mantiene sus producciones por varias semanas, pero manifiestan que mientras tengan salud, vida y la economía lo permita, continuarán compitiendo en el ramo.

La anterior administración municipal, en el año 2020, ventiló que en el territorio de San Pedro Cholula operaban 600 negocios de esta índole, concentrados principalmente en San Matías Cocoyotla, San Diego Cuachayotla, San Juan Tlautla y San Cristóbal Tepontla, pero hace dos décadas el número llegaba a mil.

Sin embargo, autoridades subalternas y pobladores de estas comunidades no confirman, pero tampoco desmienten, dicho empadronamiento, al comentar que no se tiene información certera en la materia.

TODA UNA VIDA HACIENDO LADRILLO EN CUACHAYOTLA

Con los pies descalzos, don Antonio, de 67 años de edad, contó que “toda su vida” se ha dedicado a realizar ladrillo, lo que aprendió de sus padres.

Junto con su esposa, se encontraba laborando en un predio rentado de San Diego Cuachayotla para cumplir la meta del día, hacer más de un millar.

“Ya no se vende como antes, ahora apenas por semana las personas piden dos mil o tres mil (…) en los tiempos buenos eran más de seis mil ladrillos, pero seguimos trabajando, aunque ya este año estamos más de corrido, porque en el pasado nos descansaron”, expresó mientras hincado daba forma a cuatro ladrillos, apoyándose de un molde.

Contó que, por más de 50 años, ha dedicado siete horas al día para elaborar tabique.

En otro punto de esta comunidad productora, el propietario de la ladrillera “Romero”, Roberto Romero, asentó que “esta jodido” este oficio a raíz de la pandemia, porque no hay apoyos para el gremio.

Las ventas han bajado mucho, solo les alcanza para comer. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla


“Ya sólo sale para comer, no da para más, y pues aquí trabajamos toda la familia, porque no sale ni para pagar un trabajador y a veces he pensado en cerrar, pero le digo a mi esposa que no estudiamos más y pues es nuestra única fuente de trabajo y pues llevo como 15 años elaborando ladrillos”, subrayó.

El declarante indicó que, desde el año pasado, escuchó del cierre de varias ladrilleras por la falta de venta, pues los clientes muchas veces ya no quieren dar ni 50 pesos más por cada millar, aunque ahora ya subió el precio, porque estaba en 950 pesos y ahora ya llega los mil 200.

EN COCOYOTLA, AFRONTAN LA PANDEMIA

“Aquí no hemos cerrado”, comentó don Cruz Zacarías, trabajador de una ladrillera en la comunidad de San Matías Cocoyotla.

En su área de trabajo, sostuvo que en el caso del establecimiento en el que labora, con la pandemia no dejaron de trabajar, porque lo mínimo se fabricaba para abastecer la demanda.

“Dicen que hay bajas ventas, pero aquí en esta comunidad, las ladrilleras siguen funcionando”, concluyó.

Una versión contraria externó don Dolores Cázares: “no puedo cerrar, pero sí esta baja la venta, pero de qué otra cosa vivo, si no es de esto que es nuestro trabajo de años, porque desde que nací mis padres me metieron a trabajar en esto”.

El poblador de esta comunidad externó que todos los propietarios de los talleres van al día.

“Varios sí han cerrado sus hornos, pero no por la pandemia, porque muchos se van al norte (Estados Unidos), como ese hornito que ya está sin funcionar (…) hace 25 años me fui al norte y en ese tiempo casi todas las casas tenían un horno, pero cuando regresé ya vi menos y pues la verdad seguiré en esto, porque los gastos de pasada son caros para irme otra vez; ya te cobran más de 200 mil pesos por pasar la frontera y de ilegal y pues mejor me quedo aquí, haciendo lo que sé”, remató.

NO HAY CENSO OFICIAL, PERO SÍ HAY CIERRES POR CRECIMIENTO URBANO

Al buscar una estadística oficial que refleje el comportamiento del cierre de ladrilleras, en San Matías Cocoyotla el edil subalterno Rubén Percino Tlapaltotoli refirió que no existe un censo que indique cuántas ladrilleras hay funcionando y cuántas se encuentran cerradas.

Este oficio es heredado de sus padres, pero por la migración y el crecimiento de la mancha urbana ha ido desapareciendo. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

“No tenemos un censo, pero lo que sí puedo asegurar es que hay familias completas dedicadas a este oficio, que requiere un trabajo rudo y que ha apoyado la economía de San Matías, aunque tampoco es el único oficio que ejercen los pobladores, porque aquí tenemos decoradores, una fábrica de talavera y hay transportistas”.

Mencionó que sí hay ladrilleras cerradas, pero son algunas, no muchas, pero esto se debe a que la zona conurbada está absorbiendo los espacios aún disponibles para la vivienda.

También otro factor lo integró al desplazamiento del tabique, por parte del block, aunque especificó que los hornos de la zona realizan producciones de calidad y con diseños agradables que aportan dinamismo a las nuevas construcciones, porque ahora ya no sólo es el ladrillo, sino también loseta y teja.

Por último, reiteró que esta junta auxiliar mantiene vivo este oficio, aunque también hay el riesgo de que cada vez sea menor el número de personas que lo desempeñe, porque en el Estado de México, específicamente en Ixtapaluca, había muchos talleres, pero el crecimiento de la mancha urbana los desapareció.

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