La arquidiócesis se encuentra recabando testimonios de posibles milagros de Monseñor Ramón Ibarra y González, quien fue el primer arzobispo de Puebla, como parte del proceso que inició en 1965 para pedir al Vaticano que sea canonizado, informó José Luis Reyeros Pérez, el sacerdote responsable de promover su vida y obra.
En entrevista con El Sol de Puebla, Reyeros explicó que el proceso para que se otorgue el título de santidad inicia con la declaración de Siervo de Dios, después Venerable, Beato y finalmente santo. En el Caso de Monseñor Ramón Ibarra los dos primeros ya los recibió.
“El 12 de julio de 1973 es declarado siervo de Dios y a partir de ahí se empieza la investigación de su vida y sus virtudes, es decir que la santa sede acepta que se inicie el proceso para la canonización, ya después, el 9 de abril de 1990, el Papa Juan Pablo Segundo lo declaró venerable y ahorita se está buscando que se le considere beato”, explicó.
El sacerdote señaló que uno de los requisitos para que el Vaticano otorgue el título de beato es que la arquidiócesis demuestre que Monseñor Ramón Ibarra realizó al menos un milagro y este sea comprobable, motivo por el que actualmente se difunde su vida, obra y se recaban testimonios de los creyentes.
“Estamos promoviendo la vida y obra de él para que la gente lo conozca, le haga oración, pida su intercesión o ayuda en causas especiales y de esa manera siga el proceso porque también, después de que sea declarado Beato, se pide nuevamente demostrar un milagro para canonizarlo”, explicó.
Detalló que actualmente el primer día de cada mes se realiza una misa en Catedral para pedir por la canonización de quien fuera el último obispo y primer arzobispo de Puebla, además de que se hace un momento de oración en su tumba, que se encuentra en la capilla de Guadalupe, en la misma basílica.
El sacerdote explicó que la iglesia poblana ha impulsado que Monseñor sea reconocido como santo porque desempeñó un papel ejemplar en la iglesia y en estos tiempos difíciles es bueno presentarlo como un modelo a seguir.
“Fue un destacado estudiante, viviendo en disciplina, muy piadoso, fue un sacerdote prudente, sabio, fue a Roma a estudiar y obtuvo del Papa una condecoración, luego fue nombrado obispo de Chilapa, Guerrero, fue trasladado a Puebla como obispo en 1902 y a él le tocó recibir el rango de arzobispo, fue un gran pastor, un hombre incansable, atento para defender los derechos de los indígenas, siempre estuvo pendiente de su diócesis”, dijo.
Finalmente explicó que en Puebla, actualmente hay cuatro procesos de canonización en curso, ya que los otros tres corresponden a Juan de Palafox y Sebastián de Aparicio, que ya tienen la denominación de beatos y el de la venerable Sor María de Jesús, mejor conocida como el Lirio de Puebla.
