/ martes 8 de diciembre de 2020

"La vida de un pirotécnico siempre pende de un hilo", así es vivir de la pólvora

Este oficio además de ser una herencia familiar también es la única forma de subsistir para algunos

A un año de la explosión de un polvorín en la comunidad de Santa Cruz Alpuyeca, en el municipio de Amozoc, que dejó un saldo de seis muertos, muchas familias siguen con la fabricación de cohetes y el manejo de pólvora, ya que, como dicen, es herencia de familia y su única forma de subsistir. Tal es el caso de Blanca Estela Mejía González, quien desde hace 20 años se dedica a la elaboración de pirotecnia bajo el permiso de las autoridades en San Pedro Cholula.

“La vida de un pirotécnico siempre pende de un hilo, los riesgos son altos, incluso la inversión es mucha, pero se trata de una herencia, una tradición. Lo que se gana es solo para ir saliendo día a día. Damos empleo a personas de la tercera edad que a veces ya no aceptan en los trabajos; al final, nuestra mayor recompensa es ver las luces en el cielo, es un espectáculo maravilloso”, narró Blanca Estela.

Con el fin de aprender la actividad que ha pasado de generación en generación, a los 16 años de edad, Blanca Estela decidió observar a detalle todo lo que hacía su padre. Fue así como aprendió a identificar diferentes químicos por textura, olor y en algunas ocasiones, hasta por sabor, pues debido a que muchos son de color blanco, cuando no hay seguridad del tipo de químico, este debe probarse para diferenciarlos.

“Distinguir un químico no es fácil, antes de dedicarme como tal a la elaboración de polvorín y sus diferentes artesanías, pasé cinco años aprendiendo de mi padre, no hay escuelas de pirotecnia, la mejor escuela es seguir los pasos de tu padre. Llevo desde el año 2000 trabajando en forma la pirotecnia. Esto es herencia, por gusto, eres tu propio jefe, uno hace maravillas con la artesanía”, explicó la mujer de 45 años, quien a su vez, compartió que ella, su familia y todos los que colaboran en su taller denominado “La Pantera”, ubicado en la comunidad de San Cristóbal Tepontla, no solo hacen las figuras de cartón o papel, sino también, elaboran la pólvora.

Aunque el riesgo es alto, es lo que saben hacer, su única fuente de ingreso, una actividad de autoempleo y fuente de trabajo para por lo menos 50 personas, en diferentes áreas y con diversas actividades para poder solventar los gastos del hogar.

“La pólvora nosotros la elaboramos en el taller, se hace con nitrato de potasio y carbón, pero para preparar los colores son dos químicos que revolvemos. Toda la familia se dedica a esto, yo estoy al frente, pero siempre detrás de un maestro hay diez familias que comen de la pirotecnia, son alrededor de 50 personas que trabajan en distintas áreas porque no todos trabajan en el taller; por ejemplo, hay señoras o personas que ya son de la tercera edad, y como ya no les dan trabajo, son las que ponen el cartucho y el papel, tratamos de darles lo más fácil”, dijo la entrevistada, quien aseguró que su vida solo pende de un hilo, pues cualquier descuido puede generar una explosión.

Foto: Paulina Gómez | El Sol de Puebla

La entrevistada refirió que a veces, el evitar una explosión no depende tanto de ellos, pues también están a expensas de que el material o los químicos que son proveídos por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) lleguen bien y de forma correcta.

“SEDENA se encarga de proveernos de nuestro material como el polvorín, pero no sabes si de la química viene bien. Prácticamente, cuando revolvemos los químicos arriesgamos todo, tenemos a veces que probarlos porque son blancos y hay que saber bien lo que se está usando”, contó Blanca Estela, quien a la par, señaló que tanto en los talleres de pirotecnia como en los lugares o puntos de venta, se siguen diferentes medidas de seguridad.

Tan solo en el polvorín con permiso de funcionamiento 1936 expedido por la SEDENA , y que se ubica en el cerro del Zapotecas, existen diversos señalamiento como no fumar, además de que cuentan con arena, extinguidores, palas, picos, agua, pararrayos con las especificaciones de las autoridades federales, y cada 15 ó 30 días, son revisados o inspeccionados por Protección Civil y la SEDENA, autoridades que a veces tardan hasta un año en expedir los permisos, pasando primero por el municipio, luego por el estado y al final, por la federación.

El proceso de cuidado o prevención no se limita a las medidas anteriores, ya que para entrar a trabajar al sitio, los artesanos o especialistas en el manejo de la pólvora, primero deben desmagnetizarse, es decir, quitar de su cuerpo y ropa toda la electricidad estática para lo cual deben frotar sus manos en un tubo de cobre.

“Desde la entrada, el área de materias primas, y productos terminados, hay polvo en gel, los tubos de cobre están enterrados y se tiene uno que limpiar las manos o frotarlas unos 15 minutos para quitar la estática; se usan gorras, zapato especial que no haga chispa, dejar celulares. En el polvorín tampoco hay luz, y está prohibido fumar. Incluso al taller hay que ir de buen humor porque si uno va enojado puedo aventar cosas y causar un accidente”, detalló la entrevistada, quien agregó que incluso al momento de vender los productos, estos deben manipularse con guantes de tela.

En este sentido, Mejía González explicó que los costos para producir la pirotecnia son altos, además de que el tiempo en elaborar las artesanías van desde una semana hasta mes y medio, y las ganancias solo pueden ser de hasta mil 500 pesos, dependiendo el producto.

“En las torres son diferentes precios, los castillos de 20 metros cuestan 80 mil pesos, pero se lleva mes y medio su elaboración y participan 10 personas; realmente solo sale para darle vuelta al dinero. Nuestro pago es cuando un cliente llega y te dice, ‘sabe qué maestro me gustó tu trabajo’, y nosotros quedamos satisfechos cuando se reconoce nuestra labor y vemos las luces en el cielo, es un espectáculo maravilloso”, comentó la entrevistada.

A pesar de los riesgos, las pocas ventas y la crisis en la que se encuentra el gremio por la crisis sanitaria, Blanca Estela tiene la esperanza y la fe de que pronto todo mejorará, pues algunos de los artesanos han tenido que migrar a Estados Unidos o incluso buscar otras fuentes de trabajo, pues llevan casi 9 meses sin actividad y aunque esperaban que desde el 15 de septiembre se elevaran las ventas, no ocurrió.

“Estamos en diciembre, vamos a medio mes y no tenemos ningún contrato para las festividades, nuestro gremio está parado. Muchos migraron para los Estados Unidos o buscaron otras fuentes de trabajo, es difícil aceptar nuestra realidad, pero si uno como maestro tira la toalla, se caen los demás, entonces uno tiene que estar fuerte, no dejar morir nuestro trabajo, es una esperanza que nosotros tenemos; ya sufrimos con lo del temblor que no se podía usar pirotecnia y logramos salir. Yo creo que esta pandemia no nos va a tirar, ternemos que salir, ser fuertes y no dejar que nuestra artesanía se caiga”, finalizó la especialista en el manejo de pirotecnia, quien también hizo un llamado a las familias para que hagan uso responsable y supervisado de los cohetes, luces y todo lo relacionado con la pólvora.

ALPUYECA SE CUBRIÓ DE LUTO HACE UN AÑO

Hace un año, el 6 de diciembre de 2019, en la comunidad de Santa Cruz Alpuyeca, perteneciente al municipio de Amozoc de Mota, se registró un estallido que dejó seis muertos y ocho heridos.

Aquel día por la mañana, ante causas desconocidas, pirotecnia almacenada produjo una explosión que formó una nube de más de 100 metros de altura, además de los destrozos totales de la vivienda empleada como polvorín.

El hecho movilizó a los cuerpos de emergencia conformados por Protección Civil, Bomberos, Policía, Ejército Mexicano, Guardia Nacional y paramédicos de SUMA, quienes a su arribo encontraron una escena desoladora, cuerpos mutilados y personas quemadas sumergidas por el dolor de las heridas.

En el lugar murieron cuatro personas y diez más resultaron heridas, posteriormente en el hospital se reportó el deceso de dos personas más.

En su momento y entrevistado en el lugar, José Alfredo González Rodríguez, comandante de la XXV Zona Militar, reveló que el taller contaba con los permisos correspondientes de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) para operar.

Asimismo, recomendó a los presidentes municipales que tienen puntos con estas actividades, sobre todo en la temporada decembrina, que actuaran conforme a sus facultades para supervisar las medidas correspondientes de seguridad.

A un año de la explosión de un polvorín en la comunidad de Santa Cruz Alpuyeca, en el municipio de Amozoc, que dejó un saldo de seis muertos, muchas familias siguen con la fabricación de cohetes y el manejo de pólvora, ya que, como dicen, es herencia de familia y su única forma de subsistir. Tal es el caso de Blanca Estela Mejía González, quien desde hace 20 años se dedica a la elaboración de pirotecnia bajo el permiso de las autoridades en San Pedro Cholula.

“La vida de un pirotécnico siempre pende de un hilo, los riesgos son altos, incluso la inversión es mucha, pero se trata de una herencia, una tradición. Lo que se gana es solo para ir saliendo día a día. Damos empleo a personas de la tercera edad que a veces ya no aceptan en los trabajos; al final, nuestra mayor recompensa es ver las luces en el cielo, es un espectáculo maravilloso”, narró Blanca Estela.

Con el fin de aprender la actividad que ha pasado de generación en generación, a los 16 años de edad, Blanca Estela decidió observar a detalle todo lo que hacía su padre. Fue así como aprendió a identificar diferentes químicos por textura, olor y en algunas ocasiones, hasta por sabor, pues debido a que muchos son de color blanco, cuando no hay seguridad del tipo de químico, este debe probarse para diferenciarlos.

“Distinguir un químico no es fácil, antes de dedicarme como tal a la elaboración de polvorín y sus diferentes artesanías, pasé cinco años aprendiendo de mi padre, no hay escuelas de pirotecnia, la mejor escuela es seguir los pasos de tu padre. Llevo desde el año 2000 trabajando en forma la pirotecnia. Esto es herencia, por gusto, eres tu propio jefe, uno hace maravillas con la artesanía”, explicó la mujer de 45 años, quien a su vez, compartió que ella, su familia y todos los que colaboran en su taller denominado “La Pantera”, ubicado en la comunidad de San Cristóbal Tepontla, no solo hacen las figuras de cartón o papel, sino también, elaboran la pólvora.

Aunque el riesgo es alto, es lo que saben hacer, su única fuente de ingreso, una actividad de autoempleo y fuente de trabajo para por lo menos 50 personas, en diferentes áreas y con diversas actividades para poder solventar los gastos del hogar.

“La pólvora nosotros la elaboramos en el taller, se hace con nitrato de potasio y carbón, pero para preparar los colores son dos químicos que revolvemos. Toda la familia se dedica a esto, yo estoy al frente, pero siempre detrás de un maestro hay diez familias que comen de la pirotecnia, son alrededor de 50 personas que trabajan en distintas áreas porque no todos trabajan en el taller; por ejemplo, hay señoras o personas que ya son de la tercera edad, y como ya no les dan trabajo, son las que ponen el cartucho y el papel, tratamos de darles lo más fácil”, dijo la entrevistada, quien aseguró que su vida solo pende de un hilo, pues cualquier descuido puede generar una explosión.

Foto: Paulina Gómez | El Sol de Puebla

La entrevistada refirió que a veces, el evitar una explosión no depende tanto de ellos, pues también están a expensas de que el material o los químicos que son proveídos por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) lleguen bien y de forma correcta.

“SEDENA se encarga de proveernos de nuestro material como el polvorín, pero no sabes si de la química viene bien. Prácticamente, cuando revolvemos los químicos arriesgamos todo, tenemos a veces que probarlos porque son blancos y hay que saber bien lo que se está usando”, contó Blanca Estela, quien a la par, señaló que tanto en los talleres de pirotecnia como en los lugares o puntos de venta, se siguen diferentes medidas de seguridad.

Tan solo en el polvorín con permiso de funcionamiento 1936 expedido por la SEDENA , y que se ubica en el cerro del Zapotecas, existen diversos señalamiento como no fumar, además de que cuentan con arena, extinguidores, palas, picos, agua, pararrayos con las especificaciones de las autoridades federales, y cada 15 ó 30 días, son revisados o inspeccionados por Protección Civil y la SEDENA, autoridades que a veces tardan hasta un año en expedir los permisos, pasando primero por el municipio, luego por el estado y al final, por la federación.

El proceso de cuidado o prevención no se limita a las medidas anteriores, ya que para entrar a trabajar al sitio, los artesanos o especialistas en el manejo de la pólvora, primero deben desmagnetizarse, es decir, quitar de su cuerpo y ropa toda la electricidad estática para lo cual deben frotar sus manos en un tubo de cobre.

“Desde la entrada, el área de materias primas, y productos terminados, hay polvo en gel, los tubos de cobre están enterrados y se tiene uno que limpiar las manos o frotarlas unos 15 minutos para quitar la estática; se usan gorras, zapato especial que no haga chispa, dejar celulares. En el polvorín tampoco hay luz, y está prohibido fumar. Incluso al taller hay que ir de buen humor porque si uno va enojado puedo aventar cosas y causar un accidente”, detalló la entrevistada, quien agregó que incluso al momento de vender los productos, estos deben manipularse con guantes de tela.

En este sentido, Mejía González explicó que los costos para producir la pirotecnia son altos, además de que el tiempo en elaborar las artesanías van desde una semana hasta mes y medio, y las ganancias solo pueden ser de hasta mil 500 pesos, dependiendo el producto.

“En las torres son diferentes precios, los castillos de 20 metros cuestan 80 mil pesos, pero se lleva mes y medio su elaboración y participan 10 personas; realmente solo sale para darle vuelta al dinero. Nuestro pago es cuando un cliente llega y te dice, ‘sabe qué maestro me gustó tu trabajo’, y nosotros quedamos satisfechos cuando se reconoce nuestra labor y vemos las luces en el cielo, es un espectáculo maravilloso”, comentó la entrevistada.

A pesar de los riesgos, las pocas ventas y la crisis en la que se encuentra el gremio por la crisis sanitaria, Blanca Estela tiene la esperanza y la fe de que pronto todo mejorará, pues algunos de los artesanos han tenido que migrar a Estados Unidos o incluso buscar otras fuentes de trabajo, pues llevan casi 9 meses sin actividad y aunque esperaban que desde el 15 de septiembre se elevaran las ventas, no ocurrió.

“Estamos en diciembre, vamos a medio mes y no tenemos ningún contrato para las festividades, nuestro gremio está parado. Muchos migraron para los Estados Unidos o buscaron otras fuentes de trabajo, es difícil aceptar nuestra realidad, pero si uno como maestro tira la toalla, se caen los demás, entonces uno tiene que estar fuerte, no dejar morir nuestro trabajo, es una esperanza que nosotros tenemos; ya sufrimos con lo del temblor que no se podía usar pirotecnia y logramos salir. Yo creo que esta pandemia no nos va a tirar, ternemos que salir, ser fuertes y no dejar que nuestra artesanía se caiga”, finalizó la especialista en el manejo de pirotecnia, quien también hizo un llamado a las familias para que hagan uso responsable y supervisado de los cohetes, luces y todo lo relacionado con la pólvora.

ALPUYECA SE CUBRIÓ DE LUTO HACE UN AÑO

Hace un año, el 6 de diciembre de 2019, en la comunidad de Santa Cruz Alpuyeca, perteneciente al municipio de Amozoc de Mota, se registró un estallido que dejó seis muertos y ocho heridos.

Aquel día por la mañana, ante causas desconocidas, pirotecnia almacenada produjo una explosión que formó una nube de más de 100 metros de altura, además de los destrozos totales de la vivienda empleada como polvorín.

El hecho movilizó a los cuerpos de emergencia conformados por Protección Civil, Bomberos, Policía, Ejército Mexicano, Guardia Nacional y paramédicos de SUMA, quienes a su arribo encontraron una escena desoladora, cuerpos mutilados y personas quemadas sumergidas por el dolor de las heridas.

En el lugar murieron cuatro personas y diez más resultaron heridas, posteriormente en el hospital se reportó el deceso de dos personas más.

En su momento y entrevistado en el lugar, José Alfredo González Rodríguez, comandante de la XXV Zona Militar, reveló que el taller contaba con los permisos correspondientes de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) para operar.

Asimismo, recomendó a los presidentes municipales que tienen puntos con estas actividades, sobre todo en la temporada decembrina, que actuaran conforme a sus facultades para supervisar las medidas correspondientes de seguridad.

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