/ lunes 14 de junio de 2021

¿Alejandro Armenta o Nacho Mier?

La derrota de Claudia Rivera Vivanco y el descarrilamiento de Fernando Manzanilla Prieto, que ya no repetirá como diputado federal por la pérdida de registro del partido que lo postuló, el PES, han dejado camino libre para solo dos aspirantes al gobierno del estado en Morena: Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velazco.

La consecución de objetivos es el resultado de mucho empeño, sí, pero también de circunstancias, y estas últimas pueden encumbrar o derribar personajes de los más distintos perfiles en un solo momento, lo que obliga a esperar el desarrollo de los acontecimientos políticos de los próximos dos años para saber con claridad quiénes competirán por la candidatura en ese partido.

Aun así, los comicios del pasado 6 de junio han servido como punto de referencia para ajustar el conjunto de precandidatos a la gubernatura en el bando lopezobradorista.

Rivera Vivanco no tenía antecedentes políticos previos a su ascenso como presidenta municipal de Puebla.

La victoria en el intento de reelección le habría obsequiado un pase automático para pelear por la postulación de Morena en 2024.

Perder la conduciría en sentido contrario y con la misma intensidad, tal como sucedió.

Si libra la persecución que amenaza sobre su persona, es posible que aspire a una diputación federal en los siguientes comicios, siempre y cuando la dirigencia del partido no caiga en manos hostiles a su causa, pero nada más.

Manzanilla dependía de la interlocución que le daba el congreso como vicecoordinador de bancada para alimentar sus aspiraciones.

Fuera de la cámara de diputados parece quedarse sin herramientas para construir la candidatura.

Sin embargo, a diferencia de la edil poblana, Manzanilla no es nuevo en esto y no es de los políticos que se quedan cruzados de brazos en espera de que caigan del cielo los deseos ya materializados.

Igual que Rivera Vivanco, podría ser objeto de una persecución a partir de que se quede sin fuero.

Si la brinca, si en septiembre que sale del congreso logra un nuevo cobijo, intentará recomponerse para seguir vigente, aunque sea cuesta arriba.

Con ellos fuera del tablero, hoy, superados los comicios intermedios, figuran solo dos contendientes con posibilidades reales de pelear por la candidatura de Morena.

El senador Armenta parece llevarle mucha ventaja al diputado federal Mier.

Alejandro Armenta ha recorrido el estado varias veces y es ampliamente conocido por grupos políticos dentro y fuera del partido en el poder; además, es apadrinado por el líder del senado, Ricardo Monreal, un aspirante a la presidencia de la república, para convertirse en el sucesor de Luis Miguel Barbosa.

Hace unos meses la clase política pensaba que sin Claudia Rivera y Fernando Manzanilla enfrente, Armenta tendría el camino allanado para ser candidato y luego gobernador, sin problemas.

Aquí es donde llegan las circunstancias, esas fuerzas externas que escapan al control de las personas, pero que ocurren para beneficiar o perjudicar los planes trazados con anterioridad.

En la ruta de la sucesión apareció Ignacio Mier, un personaje que tuvo su mejor época con Manuel Bartlett, que recuperó oxígeno con Enrique Doger y que reapareció en la cuatroté por obra y gracia del exgobernador de Puebla, que ahora dirige la Comisión Federal de Electricidad.

Por lo que se ha visto, Mier tiene ahora relaciones más consistentes que Armenta en las altas esferas del poder.

Desde la cámara de diputados ha sido fiel escudero de los intereses de López Obrador.

Eso le ha permitido, cómo no, mirarse al espejo convertido en mandatario estatal.

Por lo pronto ya sorprendió con dos muestras de fuerza en la elección pasada.

Hizo candidato a presidente municipal de Tecamachalco a su hijo del mismo nombre, por encima de los deseos reeleccionistas de Marisol Cruz García, y obtuvo para su hija Daniela el primer sitio en la lista de plurinominales para el congreso del estado.

En el corto plazo, no obstante, “Nacho” Mier tendrá que sortear una compleja disyuntiva.

Conservar la coordinación de la bancada de Morena en la siguiente legislatura debe estar en su lista de prioridades para continuar cercano al presidente, pero también estar libre de compromisos para venir al estado a recorrer comunidades y presentarse con los eventuales electores del 2024.

Las dos condiciones parecen estar peleadas entre sí.

Sin la primera, podría perder el cobijo de ya sabe usted quién, si es que de verdad lo tiene, y sin la segunda, nunca alcanzará a Armenta, que lleva un largo tramo recorrido en trabajo político de tierra.

Mañana martes, por ejemplo, el senador nacido en Izúcar de Matamoros hará la presentación del programa anual de las jornadas de reforestación “sembrando esperanza”, un movimiento liderado por él, de tipo ambientalista, que pretende llevar a todos los rincones del estado.

Evidentemente, el senador negará que se trate de un programa de matices políticos, pero resultará ingenuo creer que el despliegue de recursos humanos, técnicos y económicos para una masiva siembra de arbolitos no vaya a cruzarse con la carrera por Casa Aguayo.

Ahí es donde Armenta le da la vuelta a Mier.

Muchos capítulos habrán de escribirse a partir de ahora en la puja por la sucesión.

Y por supuesto, mucho tendrá que ver el ánimo de Barbosa en ella.

El caso Rivera Vivanco exhibió que no es conveniente lanzarse a la aventura electoral sin la venia del gobernador, y menos, en el papel de oponente.


Twitter: @jorgerdzc

La derrota de Claudia Rivera Vivanco y el descarrilamiento de Fernando Manzanilla Prieto, que ya no repetirá como diputado federal por la pérdida de registro del partido que lo postuló, el PES, han dejado camino libre para solo dos aspirantes al gobierno del estado en Morena: Alejandro Armenta Mier e Ignacio Mier Velazco.

La consecución de objetivos es el resultado de mucho empeño, sí, pero también de circunstancias, y estas últimas pueden encumbrar o derribar personajes de los más distintos perfiles en un solo momento, lo que obliga a esperar el desarrollo de los acontecimientos políticos de los próximos dos años para saber con claridad quiénes competirán por la candidatura en ese partido.

Aun así, los comicios del pasado 6 de junio han servido como punto de referencia para ajustar el conjunto de precandidatos a la gubernatura en el bando lopezobradorista.

Rivera Vivanco no tenía antecedentes políticos previos a su ascenso como presidenta municipal de Puebla.

La victoria en el intento de reelección le habría obsequiado un pase automático para pelear por la postulación de Morena en 2024.

Perder la conduciría en sentido contrario y con la misma intensidad, tal como sucedió.

Si libra la persecución que amenaza sobre su persona, es posible que aspire a una diputación federal en los siguientes comicios, siempre y cuando la dirigencia del partido no caiga en manos hostiles a su causa, pero nada más.

Manzanilla dependía de la interlocución que le daba el congreso como vicecoordinador de bancada para alimentar sus aspiraciones.

Fuera de la cámara de diputados parece quedarse sin herramientas para construir la candidatura.

Sin embargo, a diferencia de la edil poblana, Manzanilla no es nuevo en esto y no es de los políticos que se quedan cruzados de brazos en espera de que caigan del cielo los deseos ya materializados.

Igual que Rivera Vivanco, podría ser objeto de una persecución a partir de que se quede sin fuero.

Si la brinca, si en septiembre que sale del congreso logra un nuevo cobijo, intentará recomponerse para seguir vigente, aunque sea cuesta arriba.

Con ellos fuera del tablero, hoy, superados los comicios intermedios, figuran solo dos contendientes con posibilidades reales de pelear por la candidatura de Morena.

El senador Armenta parece llevarle mucha ventaja al diputado federal Mier.

Alejandro Armenta ha recorrido el estado varias veces y es ampliamente conocido por grupos políticos dentro y fuera del partido en el poder; además, es apadrinado por el líder del senado, Ricardo Monreal, un aspirante a la presidencia de la república, para convertirse en el sucesor de Luis Miguel Barbosa.

Hace unos meses la clase política pensaba que sin Claudia Rivera y Fernando Manzanilla enfrente, Armenta tendría el camino allanado para ser candidato y luego gobernador, sin problemas.

Aquí es donde llegan las circunstancias, esas fuerzas externas que escapan al control de las personas, pero que ocurren para beneficiar o perjudicar los planes trazados con anterioridad.

En la ruta de la sucesión apareció Ignacio Mier, un personaje que tuvo su mejor época con Manuel Bartlett, que recuperó oxígeno con Enrique Doger y que reapareció en la cuatroté por obra y gracia del exgobernador de Puebla, que ahora dirige la Comisión Federal de Electricidad.

Por lo que se ha visto, Mier tiene ahora relaciones más consistentes que Armenta en las altas esferas del poder.

Desde la cámara de diputados ha sido fiel escudero de los intereses de López Obrador.

Eso le ha permitido, cómo no, mirarse al espejo convertido en mandatario estatal.

Por lo pronto ya sorprendió con dos muestras de fuerza en la elección pasada.

Hizo candidato a presidente municipal de Tecamachalco a su hijo del mismo nombre, por encima de los deseos reeleccionistas de Marisol Cruz García, y obtuvo para su hija Daniela el primer sitio en la lista de plurinominales para el congreso del estado.

En el corto plazo, no obstante, “Nacho” Mier tendrá que sortear una compleja disyuntiva.

Conservar la coordinación de la bancada de Morena en la siguiente legislatura debe estar en su lista de prioridades para continuar cercano al presidente, pero también estar libre de compromisos para venir al estado a recorrer comunidades y presentarse con los eventuales electores del 2024.

Las dos condiciones parecen estar peleadas entre sí.

Sin la primera, podría perder el cobijo de ya sabe usted quién, si es que de verdad lo tiene, y sin la segunda, nunca alcanzará a Armenta, que lleva un largo tramo recorrido en trabajo político de tierra.

Mañana martes, por ejemplo, el senador nacido en Izúcar de Matamoros hará la presentación del programa anual de las jornadas de reforestación “sembrando esperanza”, un movimiento liderado por él, de tipo ambientalista, que pretende llevar a todos los rincones del estado.

Evidentemente, el senador negará que se trate de un programa de matices políticos, pero resultará ingenuo creer que el despliegue de recursos humanos, técnicos y económicos para una masiva siembra de arbolitos no vaya a cruzarse con la carrera por Casa Aguayo.

Ahí es donde Armenta le da la vuelta a Mier.

Muchos capítulos habrán de escribirse a partir de ahora en la puja por la sucesión.

Y por supuesto, mucho tendrá que ver el ánimo de Barbosa en ella.

El caso Rivera Vivanco exhibió que no es conveniente lanzarse a la aventura electoral sin la venia del gobernador, y menos, en el papel de oponente.


Twitter: @jorgerdzc