/ jueves 11 de abril de 2024

Desear mucha belleza puede ser mortal

En el relato de Frankenstein, escrito por Mary Shelley, se nos narra la historia de una criatura creada con artificio, cuyo resultado fue monstruoso y maligno; Luzbel o Lucifer anhelaba ser el más bello y poderoso se convirtió en un demonio; La bruja de Blanca Nieves también cayó en la perversidad al desear una estética insuperable. Es cierto que estos son relatos fantasiosos y religiosos, pero tienen implícitos algún tipo de moraleja que puede ser aplicable a nuestros días.

Hace unas horas, la actriz Laura Flores reveló que sufrió un micro infarto cerebral originado por una cirugía estética, a esta noticia se le suman innumerables casos de personas que sufren algún daño físico, inclusive la muerte, por someterse a estos procedimientos.

Resulta curioso que nuestro país ocupe el tercer lugar en estos procedimientos quirúrgicos, sólo detrás de Estados Unidos y Brasil, cuando la economía no está en ese top 3. Lo cierto es que estas intervenciones llegaron para quedarse por diversos motivos, entre los cuales es la exposición de modelos de belleza basados en cuerpos que serían imposibles de lograr naturalmente, pero que ahora son exhibidos en diversos medios de comunicación e internet, logrando convertirse en un prototipo para la niñez y la juventud.

Hay que señalar que todos tenemos el derecho a hacer de nuestro cuerpo lo que queramos, pero debemos conocer las causas que dan origen a la toma de decisión que conduce a un quirófano, pero también los riesgos que implica esto.

Todo parte de una escala de valores y la autoestima que una persona posea, en este sentido, el pretender ser bella o bello puede situarse sobre todo, lo cual se puede conjugar con una baja valoración de sí mismo, lo cual produce que alguien quiera “mejorar” su físico constantemente. Pensemos en el rostro y cuerpo de quien se somete exageradamente a estos procedimientos, los cuales pierden la individualización y se parecen más a un maniquí.

Antes de realizarse una operación de este tipo, bien valdría la pena conocer un poco más acerca de las diversas teorías de la estética, la variación de los estereotipos a seguir a lo largo de la historia y, más que nada, reforzar la autoestima entendiendo que la belleza es un valor apreciado por prácticamente todas las civilizaciones, pero esencialmente es temporal y no hay que pretender cambiar eso, ya que se pueden producir trastornos emocionales, además de que es imposible que un cuerpo viejo pueda soportar muchos artificios o gramos de silicón.

En cuanto al riesgo, hay muchos charlatanes, pseudo cirujanos o simplemente médicos no capacitados que, en el ánimo de lucrar, ofrecen sus servicios sin tener las precauciones debidas, lo cual desemboca en los fatales casos que se han vuelto muy comunes, pero también hay que advertir que, aunque se trate del profesional más experimentado, cualquier cirugía implica un riesgo y este se multiplica al sumarse el número de operaciones.

Haciendo una analogía respecto al arte plástico o la pintura, si alguien crea una obra y luego pretende hacerla más bella con retoques y más retoques, al final obtendrá un objeto ensimismado y deformado.

Aparte de todos los factores mencionados tenemos el costo de estas operaciones, los cuales se miden en muchos miles de pesos, pero como dije, cada quien es libre de hacerse el procedimiento estético que quiera. Lo más triste es que, después de muchas intervenciones, la persona termina con alguna lesión física o, lo que resulta peor, una inconformidad emocional por no alcanzar algo que es imposible: una belleza perfecta y permanente. Lo peor es que hoy se piensa que alguien es sabio por tener la cara y el cuerpo lleno de botox y/o silicón, mostrarse con ropa sensual, con muchos filtros y decir cualquier tontería en las redes sociales, como algunos influencers de hoy. Hasta la próxima.

@vicente_aven

En el relato de Frankenstein, escrito por Mary Shelley, se nos narra la historia de una criatura creada con artificio, cuyo resultado fue monstruoso y maligno; Luzbel o Lucifer anhelaba ser el más bello y poderoso se convirtió en un demonio; La bruja de Blanca Nieves también cayó en la perversidad al desear una estética insuperable. Es cierto que estos son relatos fantasiosos y religiosos, pero tienen implícitos algún tipo de moraleja que puede ser aplicable a nuestros días.

Hace unas horas, la actriz Laura Flores reveló que sufrió un micro infarto cerebral originado por una cirugía estética, a esta noticia se le suman innumerables casos de personas que sufren algún daño físico, inclusive la muerte, por someterse a estos procedimientos.

Resulta curioso que nuestro país ocupe el tercer lugar en estos procedimientos quirúrgicos, sólo detrás de Estados Unidos y Brasil, cuando la economía no está en ese top 3. Lo cierto es que estas intervenciones llegaron para quedarse por diversos motivos, entre los cuales es la exposición de modelos de belleza basados en cuerpos que serían imposibles de lograr naturalmente, pero que ahora son exhibidos en diversos medios de comunicación e internet, logrando convertirse en un prototipo para la niñez y la juventud.

Hay que señalar que todos tenemos el derecho a hacer de nuestro cuerpo lo que queramos, pero debemos conocer las causas que dan origen a la toma de decisión que conduce a un quirófano, pero también los riesgos que implica esto.

Todo parte de una escala de valores y la autoestima que una persona posea, en este sentido, el pretender ser bella o bello puede situarse sobre todo, lo cual se puede conjugar con una baja valoración de sí mismo, lo cual produce que alguien quiera “mejorar” su físico constantemente. Pensemos en el rostro y cuerpo de quien se somete exageradamente a estos procedimientos, los cuales pierden la individualización y se parecen más a un maniquí.

Antes de realizarse una operación de este tipo, bien valdría la pena conocer un poco más acerca de las diversas teorías de la estética, la variación de los estereotipos a seguir a lo largo de la historia y, más que nada, reforzar la autoestima entendiendo que la belleza es un valor apreciado por prácticamente todas las civilizaciones, pero esencialmente es temporal y no hay que pretender cambiar eso, ya que se pueden producir trastornos emocionales, además de que es imposible que un cuerpo viejo pueda soportar muchos artificios o gramos de silicón.

En cuanto al riesgo, hay muchos charlatanes, pseudo cirujanos o simplemente médicos no capacitados que, en el ánimo de lucrar, ofrecen sus servicios sin tener las precauciones debidas, lo cual desemboca en los fatales casos que se han vuelto muy comunes, pero también hay que advertir que, aunque se trate del profesional más experimentado, cualquier cirugía implica un riesgo y este se multiplica al sumarse el número de operaciones.

Haciendo una analogía respecto al arte plástico o la pintura, si alguien crea una obra y luego pretende hacerla más bella con retoques y más retoques, al final obtendrá un objeto ensimismado y deformado.

Aparte de todos los factores mencionados tenemos el costo de estas operaciones, los cuales se miden en muchos miles de pesos, pero como dije, cada quien es libre de hacerse el procedimiento estético que quiera. Lo más triste es que, después de muchas intervenciones, la persona termina con alguna lesión física o, lo que resulta peor, una inconformidad emocional por no alcanzar algo que es imposible: una belleza perfecta y permanente. Lo peor es que hoy se piensa que alguien es sabio por tener la cara y el cuerpo lleno de botox y/o silicón, mostrarse con ropa sensual, con muchos filtros y decir cualquier tontería en las redes sociales, como algunos influencers de hoy. Hasta la próxima.

@vicente_aven