/ miércoles 24 de agosto de 2022

La “enfermedad” de la vejez

El envejecimiento poblacional es uno de los mayores retos para cualquier nación, ante el cual debe prepararse.



En próximos días se celebrará en nuestro país, así como en muchos otros, el Día del Adulto Mayor, una fecha que pone énfasis en la vejez, una de las etapas que más estigmas acarrea al ser la última en la vida de cualquier persona.


Precisamente, una visión estereotipada de ésta, ha llevado a que se discrimine a las personas mayores, en muchos casos, señalándolas como población vulnerable por las condiciones que presenta en el ámbito físico, social y económico.


Sin embargo, no todas las personas mayores están en situación de vulnerabilidad o dependencia, y si bien, algunas padecen enfermedades como diabetes o hipertensión, en su mayoría, dichas enfermedades no aparecieron al llegar a la vejez, sino que son producto de un curso de vida determinado por un estilo de vida.


Lo cierto es que, en todo el mundo, las personas viven más tiempo que antes. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la esperanza de vida media mundial en la actualidad se sitúa en 69.8 años para los hombres y 74.2 para las mujeres.


Es así que en 2030 una de cada seis personas tendrá 60 años o más en el planeta. En ese momento, el grupo de población de 60 años o más habrá subido de 1000 millones en 2020 a 1400 millones.


Este cambio en la distribución de la población de los países hacia edades más avanzadas empezó en los países de ingresos altos (en el Japón, por ejemplo, el 30% de la población ya tiene más de 60 años), pero los cambios más importantes se están viendo actualmente en los países de ingresos bajos y medianos. En 2050, dos tercios de la población mundial de más de 60 años vivirá en países de ingresos bajos y medianos.


Tan sólo en México, en 2020, residían 15.1 millones de personas de 60 años o más, las cuales representan el 12% de la población total. De acuerdo a estas cifras, por cada 100 niños o niñas con menos de 15 años hay 48 adultos mayores en el país.


Este panorama presenta retos y oportunidades. Uno de ellos, para el Dr. David Sinclair, es cambiar la idea de que envejecer es algo natural e inevitable.


Sinclair, profesor de genética en la facultad de Medicina de Harvard y una de las 100 personas más influyentes del mundo, de acuerdo a la revista Time, ha estudiado por más de dos décadas el envejecimiento, el cual dice es posible retrasar con la puesta en marcha de algunos hábitos y el uso de la tecnología, a través de medicamentos, que permitan al organismo tener una vida más larga y saludable.


Incluso el Dr. Sinclair prevé que, como humanidad, podemos lograr ser capaces de revertir el envejecimiento.No hay ninguna ley en biología que diga que debemos envejecer. No sabemos cómo detener esto, pero estamos mejorando para reducir la velocidad. Y, en el laboratorio, lo pudimos revertir”, ha manifestado al respecto.


Para el científico, la forma en que vivimos nuestras vidas tiene un gran impacto en el envejecimiento, el cual se puede ralentizar si se hacen bien las cosas. Ya que, de acuerdo con lo que ha investigado, más del 80% de la salud futura depende de cómo viva una persona y no de su ADN.


Esto incluye poner en marcha hábitos e intervenciones de estilo de vida que estimulan las defensas naturales del cuerpo contra las enfermedades y el envejecimiento. Un ejemplo de ello es comer los tipos correctos de alimentos, comer menos calorías y con menos frecuencia. El ejercicio físico también ayuda e incluso cambiar la temperatura corporal con hielo y agua fría.


En sus investigaciones ha determinado que la medicina moderna no aborda la causa subyacente de las enfermedades, la cual es el envejecimiento.


Precisamente para él, el envejecimiento es una pérdida de información en el epigenoma. El epigenoma incluye los sistemas que ayudan a transformar nuestro código de ADN en proteínas, y los elementos que permiten decidir cuánto de un gen, y cuando, se activa.


Aunado a ello, para el investigador, hay tecnologías que se pueden utilizar para superar la propia biología, por lo que propone tratar al envejecimiento como una enfermedad o al menos una condición médica tratable.


“Una enfermedad es un proceso que ocurre a lo largo del tiempo y resulta en discapacidad y/o muerte. Esto es lo mismo que envejecer. El envejecimiento es una enfermedad. Resulta que es común, pero el hecho de que algo sea común y natural no lo hace aceptable”, ha declarado.


Pero además de los beneficios en la propia esperanza de vida, el Dr. Sinclair y economistas de Londres estiman que, únicamente en EE.UU., extender la esperanza de vida en solo dos años agregaría 86 billones de dólares en valor a la economía durante las próximas décadas, y si se prolonga la vida saludable en diez años, serían 300 billones de dólares.


Más allá de estos números y de las investigaciones del Dr. Sinclair, así como de especialistas del tema, lo cierto es que el envejecimiento p oblacional es uno de los mayores retos para cualquier nación, ante el cual debemos prepararnos.


Un primer paso indudablemente es romper los estigmas y la mentalidad de que la edad avanzada es una etapa de fragilidad, inutilidad y dependencia. Ya que, retomando los argumentos del Dr. Sinclair, hay mucho qué hacer desde etapas más tempranas para que esto no sea así.


Si bien el envejecimiento es una “enfermedad” natural del organismo, no será igual para todos, ello depende de cómo nos preparamos para afrontarla. Sin duda desde el ámbito personal podemos hacer muchas cosas, pero también desde el gubernamental.


Se requiere replantear y emprender políticas públicas para tomar ventajas que permitan a la población tener una mejor calidad de vida y, desde luego, ser más productivos.


Este cambio de paradigma implica no sólo la promoción de un estilo de vida diferente en la llamada “tercera edad”, sino en el emprendimiento de programas y acciones que permitan, desde los primeros años, aprender y adoptar, de manera natural, una nueva manera de vivir.


Se necesitará promover iniciativas vinculadas a enseñar a la población nuevos hábitos alimenticios, actividad física, manejo del estrés, meditación, entre otras variables que contribuyan a su bienestar integral, además de tener presente las innovaciones en la parte terapéutica y medicinal.


Queda claro que son tiempos en los que el viejo refrán “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” aplica más que nunca.


El envejecimiento poblacional es uno de los mayores retos para cualquier nación, ante el cual debe prepararse.



En próximos días se celebrará en nuestro país, así como en muchos otros, el Día del Adulto Mayor, una fecha que pone énfasis en la vejez, una de las etapas que más estigmas acarrea al ser la última en la vida de cualquier persona.


Precisamente, una visión estereotipada de ésta, ha llevado a que se discrimine a las personas mayores, en muchos casos, señalándolas como población vulnerable por las condiciones que presenta en el ámbito físico, social y económico.


Sin embargo, no todas las personas mayores están en situación de vulnerabilidad o dependencia, y si bien, algunas padecen enfermedades como diabetes o hipertensión, en su mayoría, dichas enfermedades no aparecieron al llegar a la vejez, sino que son producto de un curso de vida determinado por un estilo de vida.


Lo cierto es que, en todo el mundo, las personas viven más tiempo que antes. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la esperanza de vida media mundial en la actualidad se sitúa en 69.8 años para los hombres y 74.2 para las mujeres.


Es así que en 2030 una de cada seis personas tendrá 60 años o más en el planeta. En ese momento, el grupo de población de 60 años o más habrá subido de 1000 millones en 2020 a 1400 millones.


Este cambio en la distribución de la población de los países hacia edades más avanzadas empezó en los países de ingresos altos (en el Japón, por ejemplo, el 30% de la población ya tiene más de 60 años), pero los cambios más importantes se están viendo actualmente en los países de ingresos bajos y medianos. En 2050, dos tercios de la población mundial de más de 60 años vivirá en países de ingresos bajos y medianos.


Tan sólo en México, en 2020, residían 15.1 millones de personas de 60 años o más, las cuales representan el 12% de la población total. De acuerdo a estas cifras, por cada 100 niños o niñas con menos de 15 años hay 48 adultos mayores en el país.


Este panorama presenta retos y oportunidades. Uno de ellos, para el Dr. David Sinclair, es cambiar la idea de que envejecer es algo natural e inevitable.


Sinclair, profesor de genética en la facultad de Medicina de Harvard y una de las 100 personas más influyentes del mundo, de acuerdo a la revista Time, ha estudiado por más de dos décadas el envejecimiento, el cual dice es posible retrasar con la puesta en marcha de algunos hábitos y el uso de la tecnología, a través de medicamentos, que permitan al organismo tener una vida más larga y saludable.


Incluso el Dr. Sinclair prevé que, como humanidad, podemos lograr ser capaces de revertir el envejecimiento.No hay ninguna ley en biología que diga que debemos envejecer. No sabemos cómo detener esto, pero estamos mejorando para reducir la velocidad. Y, en el laboratorio, lo pudimos revertir”, ha manifestado al respecto.


Para el científico, la forma en que vivimos nuestras vidas tiene un gran impacto en el envejecimiento, el cual se puede ralentizar si se hacen bien las cosas. Ya que, de acuerdo con lo que ha investigado, más del 80% de la salud futura depende de cómo viva una persona y no de su ADN.


Esto incluye poner en marcha hábitos e intervenciones de estilo de vida que estimulan las defensas naturales del cuerpo contra las enfermedades y el envejecimiento. Un ejemplo de ello es comer los tipos correctos de alimentos, comer menos calorías y con menos frecuencia. El ejercicio físico también ayuda e incluso cambiar la temperatura corporal con hielo y agua fría.


En sus investigaciones ha determinado que la medicina moderna no aborda la causa subyacente de las enfermedades, la cual es el envejecimiento.


Precisamente para él, el envejecimiento es una pérdida de información en el epigenoma. El epigenoma incluye los sistemas que ayudan a transformar nuestro código de ADN en proteínas, y los elementos que permiten decidir cuánto de un gen, y cuando, se activa.


Aunado a ello, para el investigador, hay tecnologías que se pueden utilizar para superar la propia biología, por lo que propone tratar al envejecimiento como una enfermedad o al menos una condición médica tratable.


“Una enfermedad es un proceso que ocurre a lo largo del tiempo y resulta en discapacidad y/o muerte. Esto es lo mismo que envejecer. El envejecimiento es una enfermedad. Resulta que es común, pero el hecho de que algo sea común y natural no lo hace aceptable”, ha declarado.


Pero además de los beneficios en la propia esperanza de vida, el Dr. Sinclair y economistas de Londres estiman que, únicamente en EE.UU., extender la esperanza de vida en solo dos años agregaría 86 billones de dólares en valor a la economía durante las próximas décadas, y si se prolonga la vida saludable en diez años, serían 300 billones de dólares.


Más allá de estos números y de las investigaciones del Dr. Sinclair, así como de especialistas del tema, lo cierto es que el envejecimiento p oblacional es uno de los mayores retos para cualquier nación, ante el cual debemos prepararnos.


Un primer paso indudablemente es romper los estigmas y la mentalidad de que la edad avanzada es una etapa de fragilidad, inutilidad y dependencia. Ya que, retomando los argumentos del Dr. Sinclair, hay mucho qué hacer desde etapas más tempranas para que esto no sea así.


Si bien el envejecimiento es una “enfermedad” natural del organismo, no será igual para todos, ello depende de cómo nos preparamos para afrontarla. Sin duda desde el ámbito personal podemos hacer muchas cosas, pero también desde el gubernamental.


Se requiere replantear y emprender políticas públicas para tomar ventajas que permitan a la población tener una mejor calidad de vida y, desde luego, ser más productivos.


Este cambio de paradigma implica no sólo la promoción de un estilo de vida diferente en la llamada “tercera edad”, sino en el emprendimiento de programas y acciones que permitan, desde los primeros años, aprender y adoptar, de manera natural, una nueva manera de vivir.


Se necesitará promover iniciativas vinculadas a enseñar a la población nuevos hábitos alimenticios, actividad física, manejo del estrés, meditación, entre otras variables que contribuyan a su bienestar integral, además de tener presente las innovaciones en la parte terapéutica y medicinal.


Queda claro que son tiempos en los que el viejo refrán “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” aplica más que nunca.