/ miércoles 26 de mayo de 2021

La tormenta perfecta 

Hasta la postulación del candidato en Morena, Claudia Rivera Vivanco había calculado de manera quirúrgica los movimientos que tenía que hacer en ese partido para pelear por la reelección en la contienda de presidente municipal de Puebla, pero no anticipó o no pudo desactivar las previsibles reacciones del gobernador Miguel Barbosa, que hoy se encuentra convertido en su principal opositor.

Con la ayuda de dirigentes locales y nacionales en el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, la edil con licencia maniobró sin contratiempos en la contienda interna, siempre segura de dejar en el camino a Gabriel Biestro Medinilla, como al final ocurrió, con todo y que este contara con el respaldo político del mandatario estatal.

A nivel local, Edgar Garmendia, Carlos Evangelista y Aristóteles Belmont se transformaron en la tríada responsable de allanar la ruta para la nueva postulación de Rivera Vivanco.

Los tres fueron encomendados para formalizar la nominación pese a la resistencia de Biestro y sus aliados, incapaces durante dos años, 2019 y 2020, de hacerse de la presidencia del partido a través de uno de sus alfiles, en quien se depositaron muy altas expectativas al comienzo de la administración, Eric Cotoñeto Carmona.

Tan confiada estaba Claudia Rivera en conseguir su segunda candidatura al hilo que rechazó inscribirse para competir por una diputación federal, como se lo sugirieron algunos de sus colaboradores.

En un sector del equipo de asesores de la alcaldesa se pensó que podía haber sido una buena alternativa ir a la cámara de diputados en caso de que Biestro le ganara la candidatura a la presidencia municipal.

De esa manera, se afirmaba, libraría una eventual persecución legal por parte de instituciones como el Congreso y la Fiscalía General del Estado.

“No es necesario; yo seré candidata”, respondía entonces ante la recomendación.

Y así fue.

El gran problema fue que, más allá de Morena, inmersa en la contienda electoral constitucional, donde el rival ya no es Biestro, sino Eduardo Rivera Pérez, Rivera Vivanco luce completamente sola, a merced de la oposición y del “fuego amigo”, muy dispuesto a contribuir a que no se reelija en el gobierno municipal y a impedir de una buena vez que siga en la construcción de una aventura futurista con miras a los comicios de 2024.

Porque en efecto, si se colaba en esta, o si se cuela todavía, nadie detendría su renovado ímpetu para apuntar sin reparo hacia la sucesión del gobernador, ni Alejandro Armenta Mier, que por ahora es solo un aliado coyuntural.

Lo que al principio fue seguridad personal y confianza en las relaciones tejidas al interior del partido ahora parecen descuido y soberbia porque dejó sin resolver las heridas con Barbosa que se vienen generando desde la elección de gobernador del 2018.

Esas heridas le han abierto un frente de guerra que nadie desde la cúpula partidista que la encumbró le ha ayudado a cerrar.

Y ahora, además de enfrentar la molestia de una buena parte de los ciudadanos que le reclaman dos años de inmovilidad y un candidato opositor que parece superarla con creces en intención de voto, es blanco permanente de quienes preferían a Biestro en lugar de ella.

La tormenta perfecta en su contra.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Hasta la postulación del candidato en Morena, Claudia Rivera Vivanco había calculado de manera quirúrgica los movimientos que tenía que hacer en ese partido para pelear por la reelección en la contienda de presidente municipal de Puebla, pero no anticipó o no pudo desactivar las previsibles reacciones del gobernador Miguel Barbosa, que hoy se encuentra convertido en su principal opositor.

Con la ayuda de dirigentes locales y nacionales en el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, la edil con licencia maniobró sin contratiempos en la contienda interna, siempre segura de dejar en el camino a Gabriel Biestro Medinilla, como al final ocurrió, con todo y que este contara con el respaldo político del mandatario estatal.

A nivel local, Edgar Garmendia, Carlos Evangelista y Aristóteles Belmont se transformaron en la tríada responsable de allanar la ruta para la nueva postulación de Rivera Vivanco.

Los tres fueron encomendados para formalizar la nominación pese a la resistencia de Biestro y sus aliados, incapaces durante dos años, 2019 y 2020, de hacerse de la presidencia del partido a través de uno de sus alfiles, en quien se depositaron muy altas expectativas al comienzo de la administración, Eric Cotoñeto Carmona.

Tan confiada estaba Claudia Rivera en conseguir su segunda candidatura al hilo que rechazó inscribirse para competir por una diputación federal, como se lo sugirieron algunos de sus colaboradores.

En un sector del equipo de asesores de la alcaldesa se pensó que podía haber sido una buena alternativa ir a la cámara de diputados en caso de que Biestro le ganara la candidatura a la presidencia municipal.

De esa manera, se afirmaba, libraría una eventual persecución legal por parte de instituciones como el Congreso y la Fiscalía General del Estado.

“No es necesario; yo seré candidata”, respondía entonces ante la recomendación.

Y así fue.

El gran problema fue que, más allá de Morena, inmersa en la contienda electoral constitucional, donde el rival ya no es Biestro, sino Eduardo Rivera Pérez, Rivera Vivanco luce completamente sola, a merced de la oposición y del “fuego amigo”, muy dispuesto a contribuir a que no se reelija en el gobierno municipal y a impedir de una buena vez que siga en la construcción de una aventura futurista con miras a los comicios de 2024.

Porque en efecto, si se colaba en esta, o si se cuela todavía, nadie detendría su renovado ímpetu para apuntar sin reparo hacia la sucesión del gobernador, ni Alejandro Armenta Mier, que por ahora es solo un aliado coyuntural.

Lo que al principio fue seguridad personal y confianza en las relaciones tejidas al interior del partido ahora parecen descuido y soberbia porque dejó sin resolver las heridas con Barbosa que se vienen generando desde la elección de gobernador del 2018.

Esas heridas le han abierto un frente de guerra que nadie desde la cúpula partidista que la encumbró le ha ayudado a cerrar.

Y ahora, además de enfrentar la molestia de una buena parte de los ciudadanos que le reclaman dos años de inmovilidad y un candidato opositor que parece superarla con creces en intención de voto, es blanco permanente de quienes preferían a Biestro en lugar de ella.

La tormenta perfecta en su contra.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx