/ miércoles 13 de marzo de 2024

Oportunidad u oportunismo

Definitivamente existe una gran diferencia entre ver una oportunidad y aprovecharla, que ser un oportunista; porque la primera es de emprendedores mientras que la segunda de gandallas.

El ojo del emprendedor se agudiza con la experiencia y radica en saber ver venir una reacción o situación de donde con astucia se adelante a los hechos y se pueda generar una ventaja competitiva o diferenciadora, que redunde en un beneficio que implica ganar ganar.

En la industria del comercio este concepto es muy frecuente y suele ser llamado olfato o sensibilidad para los negocios, ya que se convierte en un arma indispensable socorrida por las empresas en el lanzamiento de nuevos productos o estrategias de venta. Sin embargo hablar de oportunidades no es exclusivo de beneficio económico, sino que atañe a toda índole de transacción de un bien o servicio, donde inclusive no esté de por medio una cifra económica. Hablar de una oportunidad para ayudar también implica astucia y olfato que permita saber con qué gente se cuenta realmente o con cual evidentemente será un mero tiro mercenario.

Y el tema de las oportunidades u oportunismos no es un tema de moral, ahí tenemos por ejemplo la gran obra de Maquiavelo, donde con agudeza el autor de “El Principe” nos muestra una ventana de las oportunidades en el arte de gobernar. Se habla de ser amado y ser odiado a la vez, o solo una donde perdura el odio, cuando la oportunidad es ser respetado con un fin determinado de orden común.

Hasta aquí realmente hemos hablado de oportunidades, pero, ¿donde se convierte en oportunismo? La gran diferencia radica en que el oportunista ve exclusivamente el beneficio de una de las partes, la de él, y deja a un lado cualquier otro camino que implique trazar una ventaja que perdure. Es decir, el oportunista vislumbra una posibilidad pero jamás se preocupa por su visión a largo plazo, se enfoca exclusivamente en el beneficio inmediato y hacia su propio terreno, sin ni siquiera disimular. Esto aparte de ser burdo y escaso de arte, en todos los ámbitos es considerado una merma social y por lo regular un oportunista no es bien recibido una segunda vez en un mismo lugar precisamente por su corta visión y todo lo que implica. A un oportunista no hay que desenmascararlo, porque su propia necesidad de protagonizar, lo hace cometer el error más grave que es, subestimar la inteligencia colectiva que busca inconscientemente el bien estar.

Oportunistas, siempre va haber, pero oportunidades más que ellos. Y es nuestra obligación mostrar con el ejemplo a las generaciones venideras las ventajas y diferencias entre estas dos palabras con tanta similitud y de origen en la misma palabra. Oportunidad, que es una coyuntura entre una oferta y una demanda que se regula de manera natural y donde los observadores pueden generar esta agudeza innata o aprendida para adelantarse a un comportamiento finamente previsto.

La propia vida es una gran oportunidad puesto que es la coyuntura más natural de la unión de dos entes en la concepción, dentro de las millones de posibilidades existentes, sucede. En ese instante milagroso, nace nuestro primer momento de oportunidad no de oportunismo, porque el triunfador fue el más capaz, audaz y preparado en la tarea de la fecundación. De igual manera a lo largo de la vida vamos experimentando las grandes oportunidades que se nos presentan y de las cuales nos vamos volviendo inconscientes al tomarlas mayormente, justo porque se tornan habituales. Sin embargo si no olvidamos que inclusive respirar es una gran oportunidad que tomamos con cada bocanada de aire fresco, entonces viviremos cada instante más atentos a las grandes oportunidades que pasan frente a nuestras narices.

Te exhorto a que cada instante que inhalamos, reflexionemos la gran oportunidad que esto significa, y con esa conciencia veamos que las oportunidades existen y son el camino para tomar ventajas de la propia vida con visión de futuro.


@serdan.mx

Definitivamente existe una gran diferencia entre ver una oportunidad y aprovecharla, que ser un oportunista; porque la primera es de emprendedores mientras que la segunda de gandallas.

El ojo del emprendedor se agudiza con la experiencia y radica en saber ver venir una reacción o situación de donde con astucia se adelante a los hechos y se pueda generar una ventaja competitiva o diferenciadora, que redunde en un beneficio que implica ganar ganar.

En la industria del comercio este concepto es muy frecuente y suele ser llamado olfato o sensibilidad para los negocios, ya que se convierte en un arma indispensable socorrida por las empresas en el lanzamiento de nuevos productos o estrategias de venta. Sin embargo hablar de oportunidades no es exclusivo de beneficio económico, sino que atañe a toda índole de transacción de un bien o servicio, donde inclusive no esté de por medio una cifra económica. Hablar de una oportunidad para ayudar también implica astucia y olfato que permita saber con qué gente se cuenta realmente o con cual evidentemente será un mero tiro mercenario.

Y el tema de las oportunidades u oportunismos no es un tema de moral, ahí tenemos por ejemplo la gran obra de Maquiavelo, donde con agudeza el autor de “El Principe” nos muestra una ventana de las oportunidades en el arte de gobernar. Se habla de ser amado y ser odiado a la vez, o solo una donde perdura el odio, cuando la oportunidad es ser respetado con un fin determinado de orden común.

Hasta aquí realmente hemos hablado de oportunidades, pero, ¿donde se convierte en oportunismo? La gran diferencia radica en que el oportunista ve exclusivamente el beneficio de una de las partes, la de él, y deja a un lado cualquier otro camino que implique trazar una ventaja que perdure. Es decir, el oportunista vislumbra una posibilidad pero jamás se preocupa por su visión a largo plazo, se enfoca exclusivamente en el beneficio inmediato y hacia su propio terreno, sin ni siquiera disimular. Esto aparte de ser burdo y escaso de arte, en todos los ámbitos es considerado una merma social y por lo regular un oportunista no es bien recibido una segunda vez en un mismo lugar precisamente por su corta visión y todo lo que implica. A un oportunista no hay que desenmascararlo, porque su propia necesidad de protagonizar, lo hace cometer el error más grave que es, subestimar la inteligencia colectiva que busca inconscientemente el bien estar.

Oportunistas, siempre va haber, pero oportunidades más que ellos. Y es nuestra obligación mostrar con el ejemplo a las generaciones venideras las ventajas y diferencias entre estas dos palabras con tanta similitud y de origen en la misma palabra. Oportunidad, que es una coyuntura entre una oferta y una demanda que se regula de manera natural y donde los observadores pueden generar esta agudeza innata o aprendida para adelantarse a un comportamiento finamente previsto.

La propia vida es una gran oportunidad puesto que es la coyuntura más natural de la unión de dos entes en la concepción, dentro de las millones de posibilidades existentes, sucede. En ese instante milagroso, nace nuestro primer momento de oportunidad no de oportunismo, porque el triunfador fue el más capaz, audaz y preparado en la tarea de la fecundación. De igual manera a lo largo de la vida vamos experimentando las grandes oportunidades que se nos presentan y de las cuales nos vamos volviendo inconscientes al tomarlas mayormente, justo porque se tornan habituales. Sin embargo si no olvidamos que inclusive respirar es una gran oportunidad que tomamos con cada bocanada de aire fresco, entonces viviremos cada instante más atentos a las grandes oportunidades que pasan frente a nuestras narices.

Te exhorto a que cada instante que inhalamos, reflexionemos la gran oportunidad que esto significa, y con esa conciencia veamos que las oportunidades existen y son el camino para tomar ventajas de la propia vida con visión de futuro.


@serdan.mx

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