/ viernes 15 de marzo de 2024

Sabiendo historia se valoran más los viajes

Estamos muy cerca de Semana Santa y millones de mexicanos vamos a tomarnos unos días de asueto, tratando de liberarnos de los discursos políticos acabados, cuyo único sustento para ser efectivos es la repetición grotesca combinada con la ignorancia e indolencia de la mayoría de la población. Los problemas nacionales son estructurales, muy difíciles de solucionar, aceptar esto es mejor a creer que “estamos mejor que nunca”, o pensar que el próximo sexenio, gane quien gane, el país mejorará. En este contexto, vale la pena descansar y, en el mejor de los casos emprende un viaje.

Ir a otras entidades o países no solo se trata de cambiar de aires por un momento, considero que hay que tener una referencia previa para poder aprovechar más la visita. Empecemos con un ejemplo, si alguien tiene en sus manos una lanza prehistórica y no sabe que existieron hombres que tenían que desafiar a bestias salvajes para poder sobrevivir, difícilmente podrá apreciar el objeto que tiene enfrente.

Evidentemente nos pueden asombrar las playas o lugares de recreación, especialmente los mexicanos nos debemos sentir afortunados al tener muy buenas conjunciones de arena y mar, pero eso es diferente a apreciar diversas construcciones y paisajes que pueden tener un profundo significado.

Estudiar historia es sumamente importante, no solo es por saber nombres y fechas, sino para apreciar los diferentes comportamientos y entender que lo que sucede actualmente muchas veces es una repetición, la mayoría de las veces para mal.

Desgraciadamente la historia es de las materias menos estudiadas y muchas veces se usa para legitimar un proyecto político o simplemente es un relato totalmente inventado o que se quiere purificar, olvidando que muchos de los acontecimientos humanos han tenido como directriz a la violencia y el caos.

Conocer la historia nos hace más conscientes del contexto en el que se realizaron las cosas, el esfuerzo que imprimieron muchos seres humanos y nos da una noción de los ideales por los que pueblos enteros ofrendaron su vida.

Muchas veces pensamos que el lugar y el tiempo en el que vivimos es el único, peor aún, que es el mejor, por eso es importante conocer los datos, además de las interpretaciones de los diversos intelectuales o historiadores, cuyos enunciados nos pueden ayudar a comprender mejor, nunca del todo, lo que sucedió hace años o siglos.

Personalmente recuerdo cuando vi un bunker de submarinos nazis en Marsella, Francia, fue entonces que recordé todas las crónicas de la Segunda Guerra Mundial y el gran poderío de esa arma de la Kriegsmarine, la República de Vichy y la caída de la otrora invencible Francia por parte de las tropas nacional socialistas que hicieron temblar a Europa mediante la Guerra Relámpago. Antes de que se incendiara Notre Dame, pude observar una placa al interior del templo, donde se reconocía el millón de soldados británicos que murieron en la “guerra de las trincheras”.

Como tercera y última vivencia, pienso la emoción total que sentí al visitar Toledo, apreciando la fabricación de ese acero que sirvió para conquistar lo que hoy es Latinoamérica y las Filipinas, apreciando la torre que en su tiempo fue la más alta del mundo y el puente de Alcántara, construido por los antiguos romanos para enriquecer las vías de un imperio que parecía que nunca tendría fin.

En nuestro propio México tenemos grandes atractivos turísticos, es más, en nuestra entidad poblana podemos gozar de lugares y edificaciones que son consideradas turismo de clase mundial, basta ver nuestra catedral, la mejor de América por su historia y preservación, así que hay que leer o ver los múltiples documentales que hay de prácticamente todos los lugares del mundo y así el viaje resultará enriquecedor y hasta excitante. Hasta la próxima.

@vicente_aven

Estamos muy cerca de Semana Santa y millones de mexicanos vamos a tomarnos unos días de asueto, tratando de liberarnos de los discursos políticos acabados, cuyo único sustento para ser efectivos es la repetición grotesca combinada con la ignorancia e indolencia de la mayoría de la población. Los problemas nacionales son estructurales, muy difíciles de solucionar, aceptar esto es mejor a creer que “estamos mejor que nunca”, o pensar que el próximo sexenio, gane quien gane, el país mejorará. En este contexto, vale la pena descansar y, en el mejor de los casos emprende un viaje.

Ir a otras entidades o países no solo se trata de cambiar de aires por un momento, considero que hay que tener una referencia previa para poder aprovechar más la visita. Empecemos con un ejemplo, si alguien tiene en sus manos una lanza prehistórica y no sabe que existieron hombres que tenían que desafiar a bestias salvajes para poder sobrevivir, difícilmente podrá apreciar el objeto que tiene enfrente.

Evidentemente nos pueden asombrar las playas o lugares de recreación, especialmente los mexicanos nos debemos sentir afortunados al tener muy buenas conjunciones de arena y mar, pero eso es diferente a apreciar diversas construcciones y paisajes que pueden tener un profundo significado.

Estudiar historia es sumamente importante, no solo es por saber nombres y fechas, sino para apreciar los diferentes comportamientos y entender que lo que sucede actualmente muchas veces es una repetición, la mayoría de las veces para mal.

Desgraciadamente la historia es de las materias menos estudiadas y muchas veces se usa para legitimar un proyecto político o simplemente es un relato totalmente inventado o que se quiere purificar, olvidando que muchos de los acontecimientos humanos han tenido como directriz a la violencia y el caos.

Conocer la historia nos hace más conscientes del contexto en el que se realizaron las cosas, el esfuerzo que imprimieron muchos seres humanos y nos da una noción de los ideales por los que pueblos enteros ofrendaron su vida.

Muchas veces pensamos que el lugar y el tiempo en el que vivimos es el único, peor aún, que es el mejor, por eso es importante conocer los datos, además de las interpretaciones de los diversos intelectuales o historiadores, cuyos enunciados nos pueden ayudar a comprender mejor, nunca del todo, lo que sucedió hace años o siglos.

Personalmente recuerdo cuando vi un bunker de submarinos nazis en Marsella, Francia, fue entonces que recordé todas las crónicas de la Segunda Guerra Mundial y el gran poderío de esa arma de la Kriegsmarine, la República de Vichy y la caída de la otrora invencible Francia por parte de las tropas nacional socialistas que hicieron temblar a Europa mediante la Guerra Relámpago. Antes de que se incendiara Notre Dame, pude observar una placa al interior del templo, donde se reconocía el millón de soldados británicos que murieron en la “guerra de las trincheras”.

Como tercera y última vivencia, pienso la emoción total que sentí al visitar Toledo, apreciando la fabricación de ese acero que sirvió para conquistar lo que hoy es Latinoamérica y las Filipinas, apreciando la torre que en su tiempo fue la más alta del mundo y el puente de Alcántara, construido por los antiguos romanos para enriquecer las vías de un imperio que parecía que nunca tendría fin.

En nuestro propio México tenemos grandes atractivos turísticos, es más, en nuestra entidad poblana podemos gozar de lugares y edificaciones que son consideradas turismo de clase mundial, basta ver nuestra catedral, la mejor de América por su historia y preservación, así que hay que leer o ver los múltiples documentales que hay de prácticamente todos los lugares del mundo y así el viaje resultará enriquecedor y hasta excitante. Hasta la próxima.

@vicente_aven